El MiTo pOÉtIcO:lA DiOsA bLaNcA...

sábado, 10 de julio de 2010

 




Tu visión devendrá más
clara..Solamente cuando mires dentro de tu corazón...Aquel que
mira afuera, sueña...Quién mira en su interior, despierta...C.G.Jung C.W.vol II...

Acerca de la psicología de la religión
occidental y de la religión oriental ...
Ustedes
se preguntarán que hace un poeta contemporáneo hablando en la casa de
los estudiosos de las ciencias del alma. Sin
embargo estoy aquí con el permiso expreso del Maestro Jung cuando en su
libro El hombre moderno en busca de su alma dijo que “el
poeta ha extraído su visión a través de las fuerzas curadoras y
redentoras de la psiquis colectiva que subyacen en el alma humana. Con
su aislamiento y errores penosos ha penetrado en esa matriz de vida en
la que todos los hombres están incrustados, la que imparte un ritmo
común a toda la existencia humana y permite al individuo comunicar sus
sentimientos y luchas a toda la humanidad”. Y digo ciencia con todo
respeto, pues como poeta, mi admiración por Jung es infinita. Haber
encontrado el camino de llegada al centro del alma como él lo hizo, es
un hito para la humanidad entera, y aunque el encuentro vital de su
propia alma se produjo fundamentalmente a través de la psicología como
ciencia, el Maestro nunca desdeñó cualquier otra vía válida para ello y
aún más, recorrió casi todos los caminos (conocidos y desconocidos)
consustanciándose con todas las manifestaciones humanas que explican al
mundo y al alma universal, como la Alquimia y sus símbolos, los mitos,
la religión y el arte. Pero con certeza, el logro verdadero, -más que
llegar al centro del alma y ver ella los elementos universales que nos
constituyen- fue el de encontrar el camino de regreso para regalarnos su
visión y abrir esas puertas comunicantes entre los elementos
universales y nuestra conciencia. Bajo este sentir, estoy muy honrado
por la invitación del Centro de Estudios Junguianos a dar estas charlas
que he resumido en una visión integral del alma, como la unión dinámica
de todos los fenómenos mentales -tanto conscientes como inconscientes- y
el proceso de transmutación e individuación en el ser humano hacia lo
trascendente, utilizando como vía regia esta vez, a la poesía y sus
manifestaciones sonoras (la música y la palabra) y su revelación a
través del mito de la creación, el mito poético, la imagen y los
símbolos, fundamentalmente hablaré de manera muy libre, pura (y personal) sobre el
fenómeno poético y musical como expresiones del alma, quisiera nombrar
(y me perdonan el atrevimiento) algunos sentires sobre la influencia que
el maestro Jung, ha tallado de manera indeleble en mi alma de poeta y
músico, en especial sobre el centro de esta y de todas las charlas, que
no es otro que El Alma.Si bien afirmó Jung
que durante y a resultas de sus investigaciones se vio obligado a
establecer distinciones conceptuales entre alma y psique;
siendo psique la totalidad de los fenómenos mentales tanto conscientes
como inconscientes, las leyes que los rigen y sus manifestaciones,
hablándonos a su vez del alma como un complejo de funciones que se
pueden caracterizar bajo la denominación de "Personalidad", desde otro
punto de vista pareciera haber devuelto a sus orígenes míticos y válidos
el concepto Griego de "Psiquis" (ψυχής) en donde mente y alma
constituyen una totalidad intrínseca en el ser humano... una intrínseca
totalidad que incluyendo lo individual, se extiende hasta lo
transpersonal de manera amplia y abarcante (en el caso de los griegos y
por la tradición Órfica, la dualidad humana estaba constituida por
cuerpo-alma). Dentro de nosotros, en el alma, según Jung (y el
hermetismo) se halla también la totalidad del universo, y aunque en
principio lo ignoramos, "algo" nos impulsa a la integración consciente
de nuestros componentes hasta alcanzar lo trascendente. El estadio
correspondiente a la obtención y consustanciación de y con el Espíritu
como logro del ser humano, fue denominado por Jung "Individuación”.
Siendo así, cabe preguntarse ¿es Alma sinónimo de Espíritu? Según la
filosofía hermética (y Jung fue un hermetista) El Alma, del latín
"Anima", no ha perdido su condición animal, y no es por tanto Espíritu
(del griego ánimus άνεμος) pero sí un primer paso hacia lo sutilizado
desde la materia que nos constituye y a partir de la cual podemos
obtener diversos grados de trasmutación, paso por cierto nada
intrascendente. Nuevamente nos preguntamos bajo el concepto de alma
explicitado por Jung bajo la nominación de "Personalidad" ¿qué es la
personalidad Junguiana?, ¿en qué consiste? ¿qué es la psiquis para
Jung?: de manera por demás atrevida, y de lo sentido en las lecturas del
maestro, diríamos que La Personalidad es la unificación, el abrazo de
todo pensamiento, sentimiento y conducta tanto consciente como
inconsciente, la guía que regula y adapta a cada individuo a su ambiente
externo, las energías que la activan y su distribución entre los
diversos componentes de la misma y cuyos cambios tienen lugar dentro del
transcurso de la vida del ser humano. Podríamos afirmar que la
Personalidad es aquello a partir de lo cual nos convertimos en
"Personas". La Persona no es en este caso un conglomerado de partes
añadidas por aprendizajes o experiencias, sino la recuperación de una
totalidad originaria. No lucha el hombre para integrarse… ya posee la
integración, nació con ella. Lo que debe hacer es desarrollarla hasta el
máximo grado de coherencia y armonía. El logro de una especie de psico-síntesis...Nos
sentimos tentados a continuar diciendo....qué "a diferencia de los
animales" (como si no fuésemos nosotros mismos animales ¿les suena el
fonema ánima?), el hombre tiene el extraordinario poder de concebirse y
construirse a sí mismo y de cambiar también al mundo que le rodea, pues
al fin y al cabo, el mundo es como es "porque el hombre lo ha concebido
así". Respondiendo al principio de correspondencia (Kybalion) porta el
hombre el extraordinario poder de hacer realidad aquello que sucede "en
nuestro arriba": las simples ideas de nuestra mente finita
correspondiendo al reflejo de un Orden Universal e Infinito
constituyendo síntesis idénticas, difiriendo apenas en su grado de
"manifestación". Manifestando en el "abajo", dentro del plano de nuestra
realidad material y "Creando" y reflejando ése mismo orden Celeste o
creando a partir de una idea sutil en nuestra mente algo tangible,
comprobable ya sea en el plano físico, en el mental o en el espiritual.
Esta dinámica hará posible el cambio de un estado de consciencia a otro a
voluntad. La mente como una otra cualquiera manifestación emanada a
partir de lo Divino creado a partir de su sí mismo (Dios, Creador o
simplemente Ser). En otras palabras nos remitimos a plantear la mente
como cualquier otro objeto creado a partir de las emanaciones surgidas
según el nivel vibracional de lo "creante". En consecuencia planteamos
su necesidad (la de la mente) o compulsión a convertirse en su esencia
definitiva, a su casi obligatoriedad de transcurrir de un acontecer
transmutante a otra transmutación. La filosofía hermética junto a sus
otras ciencias aledañas, no sólo aportan conocimientos al intelecto,
sino que tienen además la cualidad inherente de transmutar, de cambiar
al buscador a medida que se adentra en éstos conocimientos. Esa es la
verdadera esencia de la filosofía hermética, de la auténtica Alquimia
Espiritual: aquella que nos permite reconciliar los opuestos dentro
nosotros mismos, tal y como lo planteo Jung. Las enseñanzas herméticas
nos dicen que el hombre puede construir a través de las creaciones
mentales.... allí donde no necesitamos ningún tipo de material,
herramientas o utensilios, donde la idea permanece pura y perfecta antes
de manifestarse en la materia. Aún en lo social, tras cada
manifestación en la que exista "un orden" está detrás la mente humana.
El ser humano siempre ha tratado de vivir dentro de un orden contrario
al caos. Cuando no existe un orden, es imposible la evolución: la
social, la cultural, aún la humana, teniendo la capacidad incluso de
auto destruirse. Pero la mente así como cualquier otro metal y demás
elementos, puede ser trasmutada de estado en estado, de grado en grado,
de condición a condición, de vibración en vibración: "La verdadera
transmutación hermética es una práctica, un método, un arte mental"
(El Kybalion). El concepto de trasmutación mental que nos propone la
filosofía hermética (en consecuencia la Junguiana) es la de asumir
conscientemente expansiones y aberturas que nos lleven a la integración
de qué y quienes somos, que nos eleven al encuentro de nuestros
verdaderos y compartidos sí mismos… paso a paso, crisol a crisol.Jung,
se dio a sí mismo una profunda mirada interior para ver, para despertar
(aunque el sueño fue contradictoriamente la vía principal), y aunque
como dijimos, transitó durante largos años por los caminos de la
Alquimia y sus símbolos, la religión y el arte, de manera inicial y al
igual que los antiguos poetas, salió en busca del Mito como explicación
válida y total del mundo, como el sustrato más hondo de sí mismo y al
mismo tiempo universal para vincularse a lo trascendente, empezando por
el mito primario, El Mito de la Creación, pues este no es otra cosa que
la búsqueda del origen: la creación es origen. De manera permanente y
simultánea, los seres humanos somos creadores y creación; el origen, el
punto de inicio, es único y común para todo lo creado y es allí, donde
la vinculación se hace patente… somos apenas una instancia de la
transformación, del sacrificio del Ser. No existe la unión de opuestos
ni contrarios, pues los opuestos no existen... en el mejor de los casos
(para no hablar de la capacidad desintegradora del hombre) estos son una
ilusión. En consecuencia, no existe un movimiento perpetuo de
creación-destrucción en donde ambos eventos se suceden permanentemente.
Existe un solo y único evento: La Transformación.Con
esta revelación y para terminar la primera parte de la charla inicial,
podríamos añadir nuestro asombro y nuestra interpretación (igualmente
muy libre y personal) de lo dicho por el Maestro Jung sobre El
Sacrificio en su libro Transformaciones y Símbolos de la Libido,
como elemento primordial en los procesos de metamorfosis y
transformación. Los símbolos del incesto, separación, sacrificio y
diferenciación, son reinterpretados de una manera extraordinaria como el
proceso indispensable del ser humano para alcanzar la conciencia total.
Para ello es necesario enamorarse del origen, salir en la busca del
origen perdido, que en este caso es la madre universal. Dicho en otras
palabras ir en busca enamorada del origen es incesto, (aunque sea en
términos simbólicos un incesto universal). Vincularse con aquello que
nos originó, que nos creo. Pero en este caso se trata precisamente del
hecho restitutorio de aquello que perdimos con la primera separación, de
la diferenciación de la consciencia individual del hombre que se siente
inicialmente desvinculada de esa madre universal. El segundo paso para
re-vincularse con esa madre universal que debe dar el ser humano, es el
diferenciarse de la fuerza activa, del Padre Universal, una especie de
Caín a la manera poética como lo describe Luc Estang, en su libro “Le
Jour de Caïn” o “El día de Caín”: Caín es hombre desprendido de su
madre inicialmente y posteriormente de su padre. El primer errante en
busca de tierra fértil y el primer constructor de ciudades, es también
el hombre señalado por Dios para que no lo maten. Es en definitiva el
primer hombre que se aleja de la presencia de Dios y anda sin fin hacia
el sol naciente, hacia nuevas auroras. La aventura es de una grandeza
sin par, la del hombre librado a sí mismo, asumiendo valientemente todo
el riesgo de la existencia y la consecuencia de sus actos. Caín es el
símbolo de la auténtica naturaleza humana en sí misma y en toda su
expresión. Es así, que desprendido de la madre y rompiendo con el
padre (matando simbólicamente la figura arquetípica de ambos), el ser
humano puede alcanzar aquello totalizador que trasciende a estas
figuras. Al contrario de Sigmund Freud, para Jung el asesinato simbólico
del padre no constituía un aspecto destructivo impulsado por la Libido
en el contexto de la rivalidad y el odio hacia éste, sino una ruptura
previa, indispensable, imperiosa y a la vez constructiva de
individualizarse de constituirse a sí mismo para ver, entender y colmar
la necesidad del retorno al origen bajo la figura extraordinaria de la
Resurrección o el nuevo nacimiento, de entrar una vez más al seno de la
Madre para ser dado a luz nuevamente por ella, y mantenerse ligado, esta
vez conscientemente a esa fuerza nutricia incomparable. Curiosamente
esta revelación le costó a Jung, el rompimiento con el padre que lo
iniciara en el camino hacia el alma humana a través de la psicología,
pero en contrapartida lo puso frente a frente con la experiencia y el
encuentro directo y definitivo con su propia alma y el Alma
UniversalEste proceso de diferenciación y separación
inicial, es el primer paso a la integración en la consciencia de los
sustratos universales (incluyendo al bien y al mal, a la sombra y a la
luz) y esto no se logra sin dolor y sacrificio. Por último, no podemos
dejar de decir que la representación de estos aspectos simbólicos en el
mito de Edipo, alcanzan realmente una magnitud dramática cuando este
queda ciego, es decir cuando dirige su mirada hacia adentro, cuando
prescinde de ver el afuera para experimentar lo que llamamos “la mirada
interior”. La transformación es entonces sacrificio y así nos lo revela
el Maestro Jung: No hay llegada al consciente sin dolor...
“No salgas de ti, retorna a ti
mismo,en el interior del hombre habita la verdad;y si
encontraras Transfigurada tu naturaleza,trascenderías tú mismo
también …”
San AgustínDe vera religióne.*39
En
estas charlas, hablaremos como dijimos, de una manera muy pura, libre y
estrictamente personal sobre la poesía (palabra y música) como
manifestaciones del alma y como vía válida para llegar a su verdad.
Hemos tomado como hilo conductor en esta segunda parte de la charla
inicial, lo aprehendido en la cercanía de la que considero mi madre
poética y mentora: la poeta Elizabeth Schön; por lo que hemos tomado
casi textualmente consideraciones que hemos venido elaborando a lo largo
de los años sobre su poética, y sobre todo, acogiéndonos a nuestro
sentir personal del poeta en cuanto a un ser místico. Y cuando decimos
místico, lo hacemos bajo la premisa de que para crear (y el poeta es un
creador) lo primero que debe hacer es enamorarse de lo trascendente.
Pero enamorarse de lo trascendente no es suficiente para ser creador… se
debe penetrar hasta el centro, recorrer el camino de entrada para
llegar a lo más hondo para luego regresar transformados a la luz…
citando una auto-entrevista del año 1993 sobre el fenómeno poético decía
que “enamorarse de lo trascendente no es suficiente… hay que dejar
que esa entidad superior nos posea, incluso que nos penetre…. cuando se
trata del alma, sólo el hombre que ha sido traspasado por "Ella" hasta
confundirse en ese "Ella" que acepta la penetración por Dios, el amor, o
cualquier ente superior que lo transcienda, será un creador, y eso es
lo que constituye a un poeta y su esencialidad”
Se
debe sufrir de una manera totalizadora el proceso de transmutación
espiritual para constituir ese esfuerzo en lenguaje que integre la
visión inicial. El creador, en este caso el poeta, a través de su
esfuerzo hará que los frutos del alma se manifiesten. Es la perfecta
vinculación y Asociación de aquellos elementos que se encuentran en lo
más hondo del alma y que a través del proceso creativo salen a la
conciencia con consistencia real y permanente. Sin embargo, como paso
previo al despliegue de lo creado por el hombre, debe producirse ese
tornar a sí mismo, mirar lo más hondo de sí en donde están en estado de
pureza los elementos abarcantes, totalizantes y vinculantes del alma
universal… es ese proceso de construir y asumir nuestra individualidad,
con el solo propósito de llevar a la conciencia la sensación de que
pertenecemos a una totalidad. En este estado, y aunque hemos dicho que
en esta parte de la charla inicial, explicaríamos puramente la
representación del alma a través de la poesía, no podemos menos que
asombrarnos ante la repetición exacta en este proceso creador, del
proceso de transmutación espiritual revelado por Jung, y aunque el mismo
maestro en sus conversaciones con Mirecea Eliade (quien aseveraba que
Jung no pretendía hacer ni teología ni filosofía de la religión) nos
decía: “Yo soy un psicólogo. No me ocupo de lo que trasciende el
contenido psicológico de la experiencia humana. Ni siquiera me planteo
el problema de saber si es posible semejante trascendencia, pues en
todos los casos lo transpsicológico ya no es asunto del psicólogo. Ahora
bien, en el plano psicológico, me enfrento con experiencias religiosas
que poseen una estructura y un simbolismo susceptibles de ser
interpretados. Yo considero que la experiencia religiosa es real, es
verdadera. Compruebo que semejantes experiencias pueden «salvar» el
alma, pueden acelerar su integración e instaurar el equilibrio
espiritual”, no podemos menos que extrapolar aquí lo religioso con
lo poético. Es por ello que hemos querido por razones de resonancia
traer el epígrafe del santo-poeta. Y así nos devela San Agustín la
Conciencia. Ese acto sagrado de íntima pureza, ese replegarse sobre sí
mismo: reflexión interior, cuya mejor expresión (la del Alma) es
inicialmente el silencio. La conciencia es entonces el reconocimiento de
la interioridad espiritual como camino privilegiado de acceso a la
propia realidad del alma. No se trata en este caso de una separación o
división entre el hombre y el mundo. Se trata más bien del hombre que
transido de mundo, retorna a sí mismo para buscar la unión, la
totalidad. Relación que también en este caso establece el alma consigo
misma, como cualidad intrínseca al hombre que deviene interior o
espiritual y por la cual puede conocer de otro modo, de un modo
inmediato. Después y sobre ese espacio continente llamado silencio,
advendrá el sonido, la palabra.
Es entonces ese camino
de acceso a nuestra realidad más íntima, camino que recorremos a través
de una experiencia interior y la reflexión acerca de esa interioridad,
lo que se plantea en relación a la poesía como vía válida para llegar al
centro del alma, para ser puestas de manifiesto a través de lo que las
antiguas tradiciones del mito poético celta llamó las Representaciones
del Alma Esencial.
Será además el poeta de los
sonidos, con la música, quien realizará el logro más abstracto de
representar esos arquetipos universales de la creación a través del
despliegue sonoro. El canto como manifestación musical, traería la
evidencia sonora a los sentidos del hombre y por ello ese canto estaría
sujeto al acaecer del tiempo, a la temporalidad rítmica que rige y
determina. Las teologías Celtas y Orientales, que también consideran la
dualidad cuerpo-alma del hombre y la impureza que esta mezcla determina,
sometían el proceso de purificación a la temporalidad cíclica, circular
de la reencarnación y sus cantos sagrados estarían también sujetos a un
poderoso influjo rítmico palpitante. Los instrumentos que acompañan su
clamor simbolizarán aquella dualidad (la percusión sobre la piel de los
animales marcando el ritmo cesante de nuestra carnalidad y los
instrumentos por donde pasa el viento como el espíritu divino y su
revelación melódica incesante e infinita.)
Al igual
que los Celtas y los Orientales, ya los griegos se asombraron ante esta
revelación. La idea pitagórica de la música, como aquella representación
del orden divino que rige tanto a nuestra alma como a ese universo; o
dicho de otro modo, aquella combinación sensible y sonora, que al
contener la relación numérica del orden universal, nos lleva al
conocimiento o más bien al RECONOCIMIENTO del origen de nuestra alma y
de su concierto con el resto de las cosas que están sujetas a esa ley
formal universal.
Citando un ensayo sobre el alma
humana y universo, decíamos que El pitagorismo, a más de haber traído
desde el oriente, la noción de la transmigración de las almas (es decir,
aquella otra parte trascendente de nuestra condición humana, y que se
contrapone a nuestra fugaz y contingente corporalidad) y el de la música
de las esferas, nos reveló el más asombroso conocimiento: La estructura
armónica, La Armonía. El descubrimiento de la relación 3:4:5, que
constituye el acorde perfecto, y el placer de las almas humanas al
percibir dicha relación, tendría un carácter de revelación divina, el
reconocimiento intuitivo e inconsciente de haberse conectado con la ley
divina que organiza el universo. Nuestra alma procedente de las regiones
celestes, al percibir a través del aire, la música y su relación
armónica, se transportaría a su lugar de origen, la instauración de un
recuerdo con carácter de éxtasis y embriaguez; música por supuesto
danzada, seguida por todo nuestro cuerpo, haciéndonos salir del encierro
de la carne, del encierro del instante, del aquí, del ahora, y
literalmente endiosarse. A este proceso arrebatado que conlleva la
disolución del Yo, del Ego, le sigue y contrapone el de la serenidad y
la templanza que produce el equilibrio armónico. La armonía pues, es la
expresión o representación si se quiere, de la ley básica del universo,
que traducida a través de la música, nos conduce a un estado de ánimo
que ya no será individual ni momentáneo, sino consecuencia de nuestro
encuentro e identificación con el principio ordenador del mundo. Música
de las esferas y armonía universal. Los planetas engastados en sus
respectivas esferas, midiendo las distancias entre sí, emiten una suave
armonía inaudible, pues es algo más que sonido; o tal vez porque oímos
de otro modo, a esa música no perecedera que es la fuente y la primera.
El
poeta Jhon Keats en su Oda sobre una Urna Griega dice:"A veces,
la música imaginada es superior a la real:Las melodías oídas son
dulces, pero las no oídaslo son más, por eso, dulces flautas, tocad;no
para el oído sencillo sino, más caro,tocad, para los espíritus,
sonsonetes sin tonos."
Thomas Mann en el Doctor
Fausto dice:"Pues escucha hasta el fin, escucha amigo: un grupo
de instrumentos después de otro se retira y lo que queda, mientras la
obra se desvanece en el aire, es el agudo sol de un cello, la última
palabra, el último sonido que se diluye, muriendo con lentitud en un
pianissimo- fermata. Luego nada más: Silencio... y noche. Pero ese tono
que vibra en el silencio, que ya no está allí, el cual sólo el espíritu
oye y que era la voz de duelo, no es más así. Cambia su significado,
persiste y habita como una luz en la noche."
Por
su parte Shelley nos regaló este hermoso poema:La música, cuando
mueren las suaves voces,vibra en la memoria.Los aromas, cuando
enferman las dulces violetas,viven en el sentido que ellas animan.Los
pétalos de rosa, cuando la rosa muere,se esparcen sobre el lecho de
la amaday así tus pensamientos, cuando te hayas ido,el propio
amor lo soñará.
Wallace Stevens nos dice:Así
como mis dedos en estas teclashacen música, así los mismos sonidosen
mi espíritu hacen música también.La música es entonces sentimiento y
no sonido;y tal es lo que yo sientoaquí en este cuarto,
deseándotepensando que tu seda de azuladas sombrases música
también...
Música hecha por el hombre para ser
oída por los hombres y música que suena en el silencio interior de
nuestra alma. Ya los orientales, en contraposición al sentido
utilitario, soberbio y aislado que tiene la música en occidente, le
dieron a esta última, esa connotación que la religa con el acaecer del
tiempo, con el ciclo de las estaciones, con la rosa de los doce vientos,
como algo sagrado y místico.
Rumi Divan-e Shams
Tabriz nos lo dice así:
¡Qué maravilloso es nuestro
amor, qué maravilloso es nuestro amor, oh Dios mío!...Gracias a él
podemos danzar (frente a Ti)y no por el sonido de la flauta, ni por
el golpear de manos, ni por la pandereta, ¡Oh Dios mío!Tu mano ha
perforado de tal forma la flauta de mi cuerpo que noche y día llora y se
lamenta ¡Oh Dios mío! Esta pobre caña, ¿qué sabe de las gamas
melódicas?es el aliento del tocador de flauta el único que lo sabe y
lo comprende ¡Oh Dios mío!Frente a la puerta del jardín de las
rosas...qué luz, ¡Oh Dios mío!
Platón concibe la
creación del mundo como una canción, y en su libro, EL TIMEO, nos dice
lo siguiente sobre la música y la armonía:"También la música, en
cuanto emplea sonido audible, fue concebida por la armonía. Y la
armonía, que tiene movimientos emparentados con las revoluciones del
alma interna a nosotros, le es dada por las musas al que hace uso
inteligente de ellas, cuando ésta ha perdido su armonía, ayudándole a
que la restaure y ordene y esté en concordancia consigo mismo."
Yéndonos
aún más allá del fenómeno sonoro cono elemento constitutivo de la
creación, vemos como la expresión más acabada de la meditación de los
maestros yogis Hindúes, se encuetra en la Surat Shabd Yoga, o la Yoga de
la Celestial Corriente del Sonido. Esta senda espiritual que conduce
hacia el interior del hombre para fundirse allí con el Absoluto, en Su
estado pureza, desdoblándose hacia afuera para asumir dos atributos
primarios: Luz y Sonido. Los occidentales han querido equiparar esta
revelación al postulado judeo-cristiano del “Verbo” o “Palabra”, sin
embargo sin ser en lo absoluto eruditos en el tema, sentimos por
intiución que este camino luminoso de los sabios hindúes, abarca en su
contexto una dinámica de correspondencia entre el absoluto y el hombre
de connotaciones diferentes a la percepción (tal vez más estática e
inalcanzable) que tiene el Verbo para las religiones, especialmente para
la Judía. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el
Verbo era Dios. Dicen nuestros evangelios cristianos. Igualmente, en los
textos sagrados hindúes (en especial en los cantos védicos) encontramos
reitradamente el Aum: Palabra sagrada que interpenetra simultanemanete
lo físico, lo cosmico y lo fenomenológico: La tierra y el firmamento no
son sino Shabd (verbo).. Sólo del Shabd nació la Luz, Sólo del Shabd
surgió la creación, Shabd es el núcleo esencial en todo. Shabd es el
agente directivo de Dios, la causa de toda la creación. De una manera
muy cercana Los sufis através del místico Abdul Razaq Kashi nos revela
que: La creación empezó a existir por el Saut (Sonido o Verbo) y del
Saut se difundió toda la luz.-Vemos pues, cómo Pitágoras,
Platón, las sabios Hindúes, los místicos sufíes, los místicos
occidentales, Frai Luis de León e incluso los románticos alemanes nos
hablan de la naturaleza acústica del alma, que puede encontrar su
resonancia en la música sonora audible hecha por el hombre, o desembocar
a través del silencio, en aquella otra, cuyo ritmo se mece al compás de
lo divino.-Esta explicación
poética del mundo, de su origen, de su nacimiento, no está ajena a la
exigencia y a la vivencia del sacrificio. En este caso y bajo la visión
totalizadora de esta explicación poética del mundo, el sacrificio tiene
también dimensiones absolutas. Estaríamos hablando de un sacrificio
cósmico. Vale decir que el mundo, las formas y la materia que lo compone
sólo pueden existir por la gracia de la permanente e infinita
transformación del Ser o energía primordial, con todas las consecuencias
que este sacrificio aporta a nuestra humanidad. Esta es la gran visión
que nos otorga el mito poético, su visión del origen, del mundo, de la
materia, de las formas cambiantes, del mundo fenoménico, y del Ser por
cuyo sacrificio se sostuvo y se sostiene, pues del sacrificio cósmico,
del caos, del hundimiento del cielo, surgirá la rosa eterna ocupando
espacio a nuestros ojos, desplegándose en la realidad.
Dentro
de nosotros mismos, la identificación del yo con el Ser en su
totalidad, sólo puede ocurrir en ese lugar imponderable, al que si no
llamáramos alma, no sabríamos que nombre darle. Ya Santa Teresa de Jesús
en sus “Moradas” nos revelaba que Dios y la totalidad del universo por
él creado, resonaban en lo más íntimo y recóndito de nuestro propio ser:
El Alma. Es allí dónde ubica a la trinidad, a las tres personas que
habitan en su ser para provocar la unidad del mismo. Sólo en el alma el
hombre encuentra la unidad. En el caso de los primeros poetas místicos,
estos ya nos revelaban igualmente, en dónde, en qué lugar dentro de
nosotros mismos se produce el entendimiento de este mecanismo dinámico,
entre la esencia y la existencia, que implica la reunión en un sólo
evento de todas la formas de manifestación aparentemente opuestas, entre
lo físico y mental, lo positivo y lo negativo, lo masculino y lo
femenino, la razón y la intuición, la altura y la profundidad, la luz y
la sombra, el bien y el mal, el expirar y el inspirar, lo dinámico y lo
estático, la acción y el pensamiento, la atracción y la repulsión, la
existencia y la no existencia, donde lo Uno da lugar a lo múltiple y lo
múltiple se disuelve finalmente en lo Uno.
Es en el
Alma pues en donde se produce el entendimiento profundo de que el tiempo
no existe como lo percibimos, que la verdad está fuera del tiempo, que
no está en el futuro, sino en el aquí y el ahora, pues aquello que está
fuera del tiempo lineal, está libre de limitaciones y las
contradicciones internas; de ahí la unicidad de toda la experiencia
mística, una visión que transforma todo el entendimiento y lo eleva a un
nivel superior que nos enseña, que el Alma, el centro, no es un punto
geométrico inamovible, que el alma también es una experiencia, la
experiencia de esa búsqueda espiritual, el viaje de regreso al centro,
el retorno a la casa, la vuelta al corazón central que emprendieron
Ulises, Parsifal, los buscadores del Grial y como decía Eliot, viaje
necesario a través de largos caminos para encontrar el lugar que nunca
se ha abandonado, para verlo por primera vez.
Gracias
al Alma y dentro del alma, entenderemos que el vacío que percibimos
entre el arriba y el abajo, entre lo profundo y la superficie, (y por
qué no entre inconsciente y consciente) ya no será “ese lugar que se
produce por la pérdida de la sustancia necesaria para formar el cielo”,
asimilándose así al espacio continente, al espacio materno. Se trata de
una insurgencia, de una aparición, de una epifanía en la que irrumpe el
Caos, el Origen, la sustancia del mundo, la Magna Mater, la Protohylé,
lo que Platón llamó el Alma del Mundo, y donde se integran en disolución
indiferenciada todos los opuestos. Se establece entonces y teniendo al
hombre como mediador, una alianza dinámica entre esencia y existencia,
entre lo manifiesto y el origen, de la única forma en que es posible
hacerlo, en un lenguaje inédito y purificado por el magno silencio de
los cielos, reflejados en el aquí abajo en la tierra, bajo el canto
amplio y generoso que constituye lo que yo llamaría La Ética entre el
Hombre y su Alma, la unidad abarcante en el alma interior, en donde el
poeta -como diría el Maestro Jung- “ha extraído su visión a través
de las fuerzas curadoras y redentoras de la psiquis colectiva que
subyacen en el alma humana. Con su aislamiento y errores penosos ha
penetrado en esa matriz de vida en la que todos los hombres están
incrustados, la que imparte un ritmo común a toda la existencia humana y
permite al individuo comunicar sus sentimientos y luchas a toda la
humanidad”

Charla introductoria dictada por
Edgar Vidaurre en el Centro de Estudios Junguianos de Venezuela para el
seminario: El mito poético y la Diosa Blanca...