Fragmentos...

domingo, 6 de febrero de 2011

 


Al sentir su nulidad, no por un segundo ni por un momento, sino
constantemente, un hombre se verá tal cual es en realidad, y no lo olvidará jamás....

Esta conciencia continua de su nulidad y de su miseria, finalmente le dará el valor para «morir», es decir para morir no simplemente en su mente, o en teoría, sino morir de hecho, y renunciar positivamente y para siempre a todos estos aspectos de sí mismo que no ofrecen ninguna utilidad desde el punto de vista de su crecimiento interior, o que se le oponen. Estos aspectos son ante todo su «falso Yo», y luego todas sus ideas fantásticas sobre su «individualidad», su «voluntad», su «conciencia», su «capacidad de hacer», sus poderes, su iniciativa, sus capacidades de decisión, y así sucesivamente. Mas para llegar un día a ser capaz de ver una cosa todo el tiempo, hay que verlo primero una vez, aunque sea por un segundo. Todos los nuevos poderes, todas las capacidades de realización, vienen de una sola y misma manera. Al comienzo se trata sólo de raras vislumbres que no duran sino un instante; luego éstas pueden reproducirse más a menudo y durar cada vez más tiempo, hasta que al fin, después de un larguísimo trabajo, se vuelven permanentes. La misma ley se aplica al despertar. Es imposible despertar completamente de un solo golpe. Hay que comenzar primero por despertar durante muy breves instantes. Pero hay que morir de golpe y para siempre, después de haber hecho un cierto esfuerzo, después de haber triunfado sobre un
cierto obstáculo, después de haber tomado una cierta decisión, de la cual no se puede retroceder. Esto sería difícil y aun imposible, si no se hubiera hecho anteriormente un despertar lento y gradual. Pero hay miles de cosas que impiden que el hombre despierte y que lo mantienen en poder de sus sueños. Para actuar conscientemente con la intención de despertar, hay que conocer la naturaleza de las fuerzas que retienen al hombre en el sueño. Ante todo, hay que comprender que el sueño en el cual existe el hombre no es un sueño normal, sino hipnótico. El hombre está hipnotizado, y este estado hipnótico está mantenido y reforzado continuamente en él. Todo pasa como si hubiera ciertas «fuerzas» para las cuales sería útil y beneficioso el mantener al hombre en un estado hipnótico, con el fin de impedirle que vea la verdad y que se dé cuenta de su situación.

Cierto cuento oriental habla de un mago muy rico que tenía numerosos rebaños de ovejas. Este mago era muy avaro. No quería contratar pastores, y no quería cercar los prados donde pacían sus ovejas. Las ovejas se extraviaban en el bosque, se caían de los barrancos, se perdían, y sobre todo se fugaban cuando se aproximaba el mago, porque sabían que él quería su carne y su piel. Y a las ovejas esto no les agradaba.
Por fín, el mago encontró el remedio. Hipnotizó a las ovejas y les sugirió primeramente que eran inmortales, y que no les haría ningún daño el ser despellejadas, que al contrario este tratamiento era excelente para ellas, y aún agradable; luego el mago les sugirió que él era un buen pastor que amaba mucho a su rebaño, que estaba dispuesto a hacer toda clase de sacrificios por él; en fin, les sugirió que si les llegase a suceder la menor cosa, eso no ocurriría
en ningún caso ahora, ese mismo día, y que por consiguiente no tenían que preocuparse,que de ninguna manera eran ovejas; sugirió a algunas que eran leones, a otras que eran águilas, y a otras que eran hombres o que magos.
Hecho esto, sus ovejas no le causaron más molestias ni preocupación. No se escapaban más, esperando por el contrario con serenidad el instante en que el mago las esquilara o las degollara...

Este cuento ilustra perfectamente la situación del hombre...