Ensayo sobre la certeza...

jueves, 7 de julio de 2011

 




Equivocarse es al fin una opción más.
Porque no?
En que manual de instrucciones dice que siempre habrá de lograrse el paso a paso con éxito?
La exepción a la regla merece la imperiosa necesidad de ser ejercitada.
El quiebre de las normas, ayuda a comprenderlas, a desligarse de ellas, a poseerlas, a hacerles culto, a detestarlas...
A adjudicarse las propias y desterrar las inútiles.
No existe la desición perfecta, ni la acertada.
Nunca sabremos con exactitud, lo que deberíamos haber hecho.
No nos es dada la certeza de las pequeñas cosas.
Ni la simpleza del camino correcto, ya que debiera definirse el termino correcto y su inclusión en el lenguaje humano, adjudicaría a cada motivo tantas opciones como personas.
Ni siquiera la adecuada toma de desiciones, nos revelará formulas mágicas.
Porque es posible, que a pesar de la experiencia, una y otra vez, perdamos la convicción de haber elegido bien o tropecemos por costumbre y varias veces, con la misma piedra.
Es que al momento de definir, estaremos solos... Seremos un punto en el espacio insignificante de las dudas...
Quizás solo nos tienda una mano cálida la intuición.
Pero la deriva, retardará la desición con su falta de brújulas.
Congelará nuestra respiración al minuto de decidir...
Definiciones que pueden cambiar, tal vez, y a través de un monosílabo el curso de nuestras vidas.
La corriente hacia donde se dirige el agua torrencial de nuestro río...
La meta hacia el encuentro de dos minutos de felicidad. Sin atajos, por la autopista directa. Sin peajes ni condiciones.
El corazón no sabe de razones, como el alma no entiende de conveniencias y cálculos.
Se piensa o se siente.
Ambas cosas solo desnudarán incompatibilidad de acción.
Confusión en alza. Incertidumbre estática. Parálisis sin sentido.
El consuelo se vislumbra al entender que todo pasa, el tiempo y el porque de las cosas estan condicionadas a una duración propia que decantará quebrando indefectiblemente la eternidad de la pregunta.
El sí, no tardará en llegar.
Nos es dada solo una vida.
Somos responsables de volverla diamante pulido, volcán en erupcción, ruleta rusa o planicie en el desierto.
No podremos, los humanos, pasar el resto de los días sumergiendo la búsqueda de los sueños en las equivocadas aguas de la conformidad...
No es justo engañarse tanto...
No es acertado, enceguecerse ante la maravillosa posibilidad de tomar vuelo...
No es adecuado por miedo a vivir, matar antes del intento...
Apenas puede uno sostener, lo que opacado por la verdad, no tardará en caer...

Coni Salgado...

BOTAS NUEVAS ...

 


De pronto, caminaba por la calle y pensaba...

¿Qué lleva a esperar que otros nos aprueben ideas compartidas o nos refuten pensamientos inválidos?

¿Por qué las personas esperan respuestas, por pequeñas que sean, y en ocasiones, sin haber formulado ninguna pregunta?
Y aún así, es necesaria la comunicación, porque el silencio sabe a desprecio...

¿Qué hace el hombre con su vulnerabilidad, con su perjuro de estar en ninguna parte, y desear estadísticamente a cada una en cada lado y a cada lado, centrando en él todas las miradas ...?

Y..Qué hay de la mujer, con su eterna necesidad de ser amada... de ser única ante los ojos del hombre que la derrite, aunque disfrace la tristeza y sepa en lo profundo de su sexo que no existe tal verdad, que se inclina a una utopía con reminiscencias de mundos fantásticos y cuentos de hadas desterrados por los tiempos que corren descartables...

Lo cierto, es que de un segundo al otro, las luces de los autos me enceguecieron, la noche caía tíbia sobre mis párpados húmedos, crucé la cartera de cuero marrón a través de mi cuerpo y olvide todo lo que acabo de escribir...

Y seguí caminando, como siempre…
Miraba el suelo cuando las baldosas rotas me asignaron el camino desviándome a la entrada del local.
Ingresé al espacio amplio iluminado, y me compré un par de botas color púrpura.
...Y ya no me importo el precio, ni el hombre, ni mis preguntas, ni la pobreza mundial, ni el desfasaje de valores cayendo torrencial sobre mi tarjeta de crédito ardiente de cuotas imposibles ... el consumismo me tomó por las narices induciéndome a acreditarme de posesiones materiales de moda carentes de sentido
verdadero...incomparables al valor de los sueños de tu boca en mis labios míos, tan tuyos...

Y a pesar de esta reflexión ausente, al momento exacto del despliegue de la estúpida debilidad femenina, y catárticamente y casi sin probarlas dije : me las llevo!

Tengo ahora botas nuevas para caminar la vida... y demasiadas preguntas pisándome los talones...

Coni Salgado...

El guerrero...

 


Para los guerreros de la luz, no hay tal cosa como amor imposible...
Ellos no se dejan intimidar por el silencio, o por el rechazo...

Ellos saben que - detrás de la máscara de hielo la gente usa - hay un corazón de fuego...

Es por eso que los guerreros afrontan riesgos, más que otros...

Que incansablemente buscan el amor - incluso si esto significa escuchar, muchas veces, la palabra "no", regresar a casa derrotado, sentirse rechazado en cuerpo y alma...

Los guerreros no dejan que el desaliento los venza... Sin amor, la vida no tiene sentido...

Paulo Cohelo...

CUANDO AMAS LO QUE ERES

 




Cuando amas lo que eres,
no hay cosa inconquistable ni inalcanzable. Cuando realmente te amas a ti mismo, vives solamente en la luz de tu propia risa y viajas solamente por el camino de la alegría. Cuando estás enamorado de ti mismo, entonces, esa luz, esa fuerza unificada, esa felicidad, esa alegría, ese jubiloso estado de ser, se extiende a toda la humanidad. Cuando el amor abunda dentro de tu maravilloso ser, el mundo, con todos sus desagrados, se convierte en algo hermoso, y la vida se llena de sentido y alegría. No hay amor más sublime en la vida que el amor del Yo.

No existe amor más grande, pues a partir del abrazo del Yo existe la libertad. Y es en esa libertad donde nace la alegría. Y gracias a ese nacimiento, Dios es visto, conocido y abrazado. El amor más profundo, más grande y más significativo es el amor del Yo puro e inocente, la magnífica criatura que se sienta entre la paredes de la carne y que se mueve y contempla, crea, permite y es...

Y cuando tú ames lo que eres, sin importar cómo seas, entonces conocerás esta magnífica esencia que yo amo, que se haya detrás de todos los rostros y dentro de todas las cosas. Entonces amarás como Dios ama. Así es fácil amar y perdonar. Así es fácil ver a Dios en toda la vida...

Ramtha..

La Voz del Universo...Ciudades Intraterrenas...

 


Interior del Planeta:



Bajo la corteza del planeta existen dos grandes continentes: Agarta y El Dorado. La entrada principal del continente Agarta se encuentra en el Polo Norte, mientras que la de El Dorado, se encuentra en el Polo Sur. Los dos continentes comunican por medio de túneles subterráneos, recorridos con aparatos, científica y tecnológicamente, perfectos.



El Dorado, aún siendo hasta hoy la ilusión y el sueño no satisfecho de numerosos exploradores, no ha surgido de la calenturienta imaginación de algún soñador, no es fruto de la fantasía, no es mito ni simbolismo: El Dorado existe realmente, cual ciudad subterránea, de ciencia ficción, forjada en oro purismo ha sido construida mucho tiempo antes de la desaparición de la Atlántida -todavía antes de que los habitantes de aquel continente degenerasen-, utiliza ciencia y medios recibidos de los confederados intergalácticos, señores de la luz, de las características multidimensionales.



Su base operativa se encontraba en la isla de Poseidón, con el fin de instruir a los Atlantes sobre la Ley Cósmica y para realizar los presupuestos ideales con el intento de integrar al planeta Tierra en la confederación. Su progresiva degeneración impidió tal proyecto.



Algunos Atlantes realizados, no contaminados por la degeneración fueron, por su elección, destinados a poblar El Dorado. A otros, no suficientemente idóneos, les fue concedido emigrar, antes de que aconteciese el cataclismo, a oriente y a occidente -América Central, África Oriental, Egipto, Mesopotamia-.



Actualmente, en El Dorado, existen una fecunda colaboración y una imponente actividad con el fin de salvar al planeta de una catástrofe nuclear.



La “Ciudad de Oro” es una parte de aquel paraíso terrestre, otro mítico lugar de bíblica memoria, perdido por la humanidad, y que tiene vida propia, independiente de la vida en la superficie, alimentada por la energía de un sol central, artificial, emanando luz dorada; este se encuentra en el corazón del planeta. Con una lujuriosa y rica vegetación, con lagos y ríos de agua cristalina purísima, con animales pacíficos y serviciales, con edificios confortables tutelados por estructuras de seguridad, de ciencia ficción, contra eventuales actos vandálicos de los terrestres, e instruidos por dinamismos particulares.



Sin embargo, El Dorado no está totalmente aislado del resto del planeta; tiene numerosas vías de comunicación, amplios y comodísimos túneles que permiten a los sofisticadísimos medios, de que dispone la Ciudad de Oro, alcanzar la superficie. Las principales salidas, las más utilizadas comúnmente por sus habitantes para sus misiones, son los dos polos. Otras salidas secundarias existen en muchos puntos de la Tierra, entre ellas, el Triángulo de las Bermudas y el lago Titicaca de Perú.



En El Dorado también existe un cosmo puerto capaz de acoger numerosas naves espaciales provenientes de los espacios externos.



Algunos exploradores de nuestro tiempo, aventurándose en las inmensas extensiones de hielo del Ártico y del Antártico, a la búsqueda, posiblemente, del punto focal de los Polos, narraron haberse encontrado fortuitamente ante una población de gigantes y de haberse adentrado en una zona rica en vegetación lujuriosa, no ciertamente polar, iluminada por una radiante luz dorada proveniente de una fuente, para ellos desconocida y acariciada por un clima benignísimo de eterna primavera. Naturalmente sus relatos fueron tomados como fantasías o alucinaciones. Pero no son pocos los testimonios de algunas poblaciones del Ártico, que, a menudo, narran ver enormes astronaves salir y entrar en lugares misteriosos de los que no encuentran trazas; mientras las poblaciones peruanas de las zonas andinas narran encontrarse periódicamente, desde tiempo inmemorial, con los Señores de la Luz, de dialogar con ellos llamándoles grandes padres, de recibirlos como huéspedes de honor y, sobre todo, de saber quiénes son y de donde provienen. Se ha hablado, repetidas veces, de hombres dioses, de descendientes de las razas del pasado, de instructores de la humanidad presentes, de incógnito, sobre la tierra. Gracias a las revelaciones de estos enviados especiales, instructores del mundo, sabemos que el pueblo del El Dorado está compuesto, en su mayoría, por terrestres, cuidadosamente elegidos, viviendo en fraterna comunión con habitantes de otros planetas que hacen parte de la confederación. Las coordinaciones de todas las estructuras sociales están confiadas a científicos, entre los cuales figura el eminente físico Ettore Mayorana y otros colegas suyos, desaparecidos misteriosamente de la superficie de la tierra. Con ellos trabajan otros científicos de la Confederación, a quienes será confiado el cometido, un mañana, de dirigir y administrar la evolución científica del planeta.



El pueblo de la Ciudad de Oro además de disfrutar de la libertad incondicional de atravesar tiempo espacio, también disfruta el privilegio de transmitir un particular código genético G.N.A. a los que van a nacer, los cuales conservan la incorruptibilidad.



En casos excepcionales, o cuando determinados programas lo exigen, algunos de ellos pueden salir a la superficie, confundirse con los hombres de la tierra volviéndose irreconocibles, vivir sus costumbres, escoger una mujer seleccionada antes y particularmente predispuesta, y fecundarla con el fin de introducir en el lugar seres portadores de su genética evolutiva.



Tal proceso acaece en ciclos particularmente importantes, referentes a la evolución de la humanidad, y esta fecundación ya está en curso desde hace años. En este final de siglo se han realizado muchas manipulaciones genéticas, de notable interés, en los que van a nacer.



Hay intervenciones directas e intervenciones indirectas: las primeras son intervenciones realizadas directamente por el pueblo de El Dorado, las otras son intervenciones realizadas a través de sujetos, masculinos, terrestres idóneos para transmitir el semen de la genética superior.



Las intervenciones indirectas, sin embargo, pueden malograrse.



Los regidores de esta obra cósmica son los Elohim, potencias creadoras de forma y sustancia, patrones de la luz y portadores de la Inteligencia Omnicreante. Son arquetipos y guías de la Confederación Intergaláctica. Su naturaleza es astral y poseen capacidades multidimensionales. Viven en los astros pero, si quieren, pueden crearse un cuerpo físico. Son ellos que han hecho al hombre a su imagen y semejanza.



En la Ciudad de Oro no existen ni templos ni iglesias, no se ofician ritos, ni se realizan cultos, ya que la ley, la religión del pueblo de El Dorado es:“ama a tu prójimo como a ti mismo”, la justicia, la paz, el amor, la fraternidad están en el corazón de todo habitante.



El Dorado, en un futuro ya próximo, volverá a emerger, del corazón del planeta, para acoger al nuevo pueblo y a la nueva civilización, mientras las tierras de la actual “civilización” terrestre conocerán la profundidad de los abismos en el cíclico alternarse de la Ley de Flujo y Reflujo, cual purificación y “renovación” de toda cosa.



Hoara Comunica:



“Cuando la existencia del hombre terrestre comenzaba a instruirse en forma organizativa social, sobre el planeta Marte, como vosotros lo llamáis, ya existía, desde hacía tiempo, una floreciente, madura civilización instituida e instruida por un grupo de colonizadores provenientes de la Confederación Intergaláctica, de la cual nosotros hacemos parte desde hace quince mil millones de años de vuestro tiempo.



El pueblo atlantideo primero y los egipcios después, recibieron de estos colonizadores válidas relaciones de conocimiento, tanto sobre la astrofísica como sobre la metafísica. También tuvieron nociones bien precisas sobre otros campos del saber cosmo físico y cosmo dinámico. Con precaución, al pueblo atlantideo le fue concedido el conocimiento de una “particular ciencia espacial”, de una técnica capaz de psiquizar la materia aparentemente inerte y de efectuar alquimias y otras.



Pero, ya que prevaleció la naturaleza corruptible del hombre y de sus perversos instintos, las precauciones tomadas fueron puestas en evidencia. Los Elohim, los únicos a poder decidir, sentenciaron una severa intervención punitiva, después de haber concedido, a la parte mejor y realizada, el ponerse a salvo.



Y, he aquí a los egipcios y otros emigrantes en América del centro y del sur, con todo su equipaje cultural, a su tiempo recibido y nuevamente manifestado.



La fuerza degenerante, desgraciadamente, sólo estaba amodorrada.



Cuando los primeros astronautas terrestres pongan pie sobre el planeta Marte, tendrán el modo de reestructurar esta historia. Recibirán la sorpresa de no poder considerarse los únicos seres inteligentes de todo lo creado.



Tendrán la posibilidad de meditar y deducir...”


Tomado del libro:El Águila de Oro-Eugenio Siragusa

La vision penetrante...

 


Observación pura, lucidez alerta, escucha vigilante, llamada de atención, son términos usados por Krishnamurti para designar este instrumento por excelencia del despertar. La atención se despliega como un estar-en-el-mundo-en-el-instan​te, la presencia a lo que es, sin pantallas y sin máscaras. Lugar de un escuchar infinito donde el mundo no se repite jamás, donde “el pensamiento más profundo ama la vida más viviente”.

Acogida plenamente sensible de lo que nos rodea, contemplación y compasión, la atención es al mismo tiempo – en el mismo flujo – investigación apasionada de sí mismo. Y por esto, el espacio de una libertad posible. En efecto, es por el contraste con la atención que se descubre nuestro apego a las interferencias del ego. Ver, en el mejor sentido de la palabra, es liberarse de ello. Este ver pone en juego una acción que ya no se fundamenta en la sola punzante repetición del pensamiento. Esta manera soberana de ir en cada instante a lo más verdadero, no exige – paradójicamente – ni esfuerzo ni voluntad. Ello se cumple de hecho en el olvido del yo, “en el olvido de las palabras”. Es a la concentración – percibida aquí como el estrechamiento del campo de la consciencia con fines egocéntricos – lo que el diseño libre es al diseño impuesto:

“Cuando pones realmente atención, no hay una acción fundamentada en la memoria. En cambio, si te concentras, tú haces un esfuerzo, actuando siempre a partir de la memoria, como un tocadiscos repetitivo”

Donde la concentración cierra, la atención abre. La una empobrece, la otra acrecienta. La una quiere circunscribir, la otra busca comprender. La una filtra el mundo a imagen de la persona, la otra no tiene más objeto que su despliegue impersonal. Para Krishnamurti, ver es percibir en el espacio de un instante la verdad de un evento:

“El acto de ver es instantáneo, no es “yo aprenderé a ver”. Si tú dices “yo aprenderé”, tú ya has introducido el tiempo”.

Para que esto pueda surgir, uno no se ejercita. La lucidez no podría ser el fruto de un procedimiento habitual:

“Estar lúcido, observar simplemente tus pensamientos, saber simplemente lo que piensas y sientes, sin condenación, sin defensa, sin justificación. En la lucidez no hay un llegar a ser, sino simplemente observación, una observación silenciosa.”

Quién podría no hacer oídos sordos a lo más viviente, a lo más verdadero de sí mismo? Quién podría conocerse en la forma más simple y completa?

“Debes tener la capacidad de explorar, no aquella capacidad que se adquiere con el tiempo como el aprendizaje de una técnica, sino esa capacidad que brota cuando estás verdadera y profundamente comprometido, porque descubrir es una cuestión de vida o muerte…”

Quien está atento es como un aprendiz, más allá de toda medida. Es el alumno de la realidad en estado de escucha extrema. Presto a esa “no-saciedad de lo esencial” que evoca Simone Weil. Plenitud fundamentalmente desinteresada – se piensa en el “sin finalidad y sin provecho” del budismo zen o en “la acción sin fruto” predicada por el Bhagavad Guita – tan presente a su objeto que no hay lugar en ella para
un sujeto.

“Ve lo que se produce cuando se observa con todo el ser, con la totalidad de la energía. Verás que en esa intensidad no existe el observador; no hay más que atención. Es la inatención la que separa al observador de la cosa observada.”

En Krishnamurti, todo cuestionamiento brota de una lucidez constante de un hecho (estamos atados a las cosas, somos violentos, envidiosos, temerosos, etc.) y no de una idea. Y para comprender este hecho, es necesario observarlo de frente, sin demora ni rodeos, concederle una atención total e instantánea, fuera de toda esa red de fugas y evasiones que hemos tejido:

“Sólo se puede enfrentar un hecho en el presente. Si no se le permite estar presente, porque se huye de él, no se podrá reencontrarlo jamás.”

Así – y esto cada uno puede verificarlo – huir del temor no hace más que acrecentarlo. Al contrario, quien está plenamente presente, cara a cara con lo inmediato, no conoce el temor, “Si te entregas a tu propia presencia, no hay lugar para el temor”. Este sólo puede surgir cuando interviene el pensamiento. La verdadera inteligencia, según Krishnamurti, no es más que la total liberación del temor.

“Mientras no se esté liberado del temor, se pueden escalar las más altas montañas, inventar toda clase de dioses, igual se vive en las tinieblas.”

Uno recuerda la frase apaciguadora que lanza Jesús a los apóstoles sobre el Monte Tabor: ” No tengáis miedo !” (Mateo 17, 7). A quien le interroga: ” Podré ser liberado del temor ?, Krishnamurti responde:

“Tú eres el temor; tú y el temor no sois dos cosas separadas. La separación no es más que el temor mismo. Cuando veas que tú eres el temor, que tú y él no son dos cosas distintas, el temor desaparece. Entonces, ya no son necesarias las fórmulas y las creencias, porque no se vive sino con lo que es, y con la verdad de lo que es.”

Cambio total, reversión, reflexión. Por qué tengo miedo? Porque el miedo es parte integrante de mí. Si yo soy el miedo, ningún otro yo podría actuar sobre él, negarlo, rehusarlo, reprimirlo, combatirlo… Yo no puedo más que observar, sin proyectos ni prejuicios. “La atención misma que se concede a un problema – insiste Krishnamurti – es la energía que lo resuelve”, La intensidad de la observación, anulando la distancia entre
el miedo y el yo, pone fin en el acto a la dualidad. Dicho de otra manera, la energía, concentrada por entero en la observación, deja de nutrir la influencia del miedo. Nace otro movimiento, un no -movimiento por el cual el observador no se experimenta ya como separado de lo observado. A los ojos de aquel que ve, la impresión que nos hace el mundo no es diferente del peregrinaje al interior de sí.

Para Krishnamurti, mientras no tratemos de ver más allá del yo, no podremos encontrar aquello que no tiene principio ni fin. La sola enseñanza verdadera es: “Examínate, obsérvate y supérate”.

Extirpar las raíces del miedo, es justamente penetrar de un extremo a otro nuestro teatro de sombras para confrontarse con lo que es. En este sentido, la atención es percepción de la verdadera naturaleza de las cosas, a la vez una apreciación y una visión penetrante, pero quién ve si no la visión? Tal como no hay pensador observando el pensamiento, porque el pensador es el pensamiento, la visión aparece cuando desaparece el observador, “este constructor de imágenes, esta colección de memorias y de ideas, este paquete de abstracciones”. Quién medita si no la meditación?

“La meditación pone fin al pensamiento, pero no por la acción de aquel que medita, porque el que medita no es otro que la meditación… Deja que esta cualidad meditativa venga a ti. Si ella no viene, no la persigas”.

Es un llamado fluyente que se opone a la crispación de una vía puramente intelectual, en la que el espíritu está literalmente separado del corazón. Visión de conjunto, toma de consciencia “sin elección”, es decir, sin ajustarse a un modelo particular, más allá del gusto o disgusto. “La visión penetrante no deja cicatrices en la memoria.” Reversión de nuevo, No sabríamos ir de lo conocido a lo desconocido, pero, desde que tenemos consciencia, estamos preparados para lo desconocido. Posibilidad inaudita de un descondicionamiento tan absoluto como instantáneo. En la apertura de la atención florece simplemente la libertad, la cual es siempre inicial e iniciadora,

“Reflexionar sobre la posibilidad de ser libre no nos lleva a ninguna parte, Se debe comenzar por ser libre.”

Extraìdo de:La vision penetrante de Krishnamurti...

EL SENTIDO OCULTO DE LA VIDA....

 




El Universo, de alguna forma, ya sea según las modernas teorías del Big Bang, o las antiguas teorías religiosas que afirmaban que había salido de una parte del rostro de Brahma o había sido creado por determinado Dios, alguna vez tuvo comienzo. El Universo está en marcha...

Los antiguos pensaban -y los filósofos podemos corroborarlo con nuestro pensamiento- que aquello que los hindúes llamaban Sadhana, el sentido de la vida, existe, porque está presente en todos los seres vivos.

Siempre trato de que mis discípulos observen el fuego y el agua: si vertemos un poco de agua en cualquier sitio, esa agua empezará a caer, o bien a desplazarse, a marchar; tiene una sabiduría, está buscando algo, va hacia algún lugar, y marcha, marcha sin detenerse; y cuando no puede marchar en línea recta, se desvía, hace meandros, rodea las piedras y las montañas hasta llegar inexorablemente al mar. ¿Y qué pasa cuando llega al mar? El calor evapora el agua y se forman nubes; esas nubes flotan en el aire hasta que, en determinado momento, caen convertidas en lluvia. Y otra vez en agua, y cuando cae al suelo busca de nuevo llegar al mar. Y si el agua tiene esa sabiduría de poder vivir, buscar, encontrar, sublimarse, volver otra vez por más experiencias y culminar ese ciclo, ¿por qué nosotros no hemos de responder a la misma ley de la Vida? Si incluso nuestro cuerpo está hecho en gran parte de agua, ¿por qué no buscará también el mismo fin, y por qué nuestra alma no irá, como dice Plotino, al Alma del Mundo, a algún plano, en alguna vibración donde esté más cómoda que aquí?

No será similar esto de encarnar y desencarnar, de nacer y morir? Cuando nacemos, hay como una nube que de alguna manera condensa nuestras almas en gotitas; cada uno somos una gota, y esas gotas se reúnen, caminan, todos juntos formamos sociedad, nos unimos,formamos grupos, hasta que llega el momento en que desembocamos en ese mar donde «aparentemente» nos disolvemos. Y tal vez haya una Fuerza cósmica que nos eleve otra vez, que nos convierta de nuevo en aquellos espíritus que descienden sobre la Tierra.

Lo que expongo es una posibilidad lógica, aunque en la Antigüedad era considerada una verdad irrebatible. Hay una muy vieja hipótesis que afirma que todo esto tiene una razón, porque si no fuese así, ¿no pensáis que la Vida sería de una crueldad inmensa? Estaríamos en medio de una verdadera locura. Imaginad: nos ponen en el escenario del mundo, en España, en Tanzania o en cualquier lugar en que hayamos nacido; aparecemos, somos niñitos, nos dicen éstos son mamá, papá, tío, abuelita; nos llevan al colegio, estudiamos, vivimos, amamos, odiamos, tenemos problemas y cuando aprendemos a vivir, la misma mano que nos trajo, nos empieza a sacar de la vida. Cuando tenemos más experiencia, cuando realmente podríamos manejar las cosas, entonces nos quitan y nos vamos.

Si todo esto no tuviese un sentido, si no tuviese una continuidad, este mundo estaría loco...

Observemos una planta, la más normal, cualquiera que tengáis en vuestras casas y veréis la inmensa inteligencia con que fue diseñada. Hoy se habla de los paneles térmicos para aprovechar la luz solar, sí, pero desde el período precarbonífero ya había paneles térmicos para aprovechar la luz solar: eran las hojas de las plantas. Las hojas de las plantas aprovecharon la luz solar para la fotosíntesis; además, a través del sistema de capilaridad (descubierto por los físicos hace pocos cientos de años), las plantas pueden lograr que sus jugos vitales vayan desde las raíces hasta las hojas, se renueven y bajen de nuevo hasta las raíces; o sea, que todo está tremendamente, magníficamente pensado. Detengámonos ahora en un animal, por ejemplo una pantera o un tigre. ¿Por qué el tigre tiene rayas, por qué la pantera en Brasil tiene manchas? El tigre tiene rayas porque vive entre los bambúes y configuran un camuflaje que hace que no se le vea prácticamente. La pantera de Brasil tiene manchas porque vive en una selva donde hay flores, hay hojas, y esas flores y hojas de distintos colores oscuros y dorados, hacen que ella se confunda también dentro de ese panorama.

Todo esto quiere decir que hay otras inteligencias que las nuestras que están pensando, o han pensado, los Arquetipos que rigen a las plantas y a los animales. ¿Y qué me decís, por ejemplo, de los minerales? ¿Habéis visto las rocas, las piedras, los cristales, habéis visto de qué manera están perfectamente diseñados, mejor tal vez que la Gran Pirámide? ¿Y cómo es que la Naturaleza, con una sola sustancia, el carbono, ha podido crear el confuso granito y el transparente diamante? Eso demuestra que hay un pensamiento a través de toda la Naturaleza que nos rige, que todo está perfectamente pensado.



Aquel o Aquello que ideó las curiosas tracciones que permiten moverse a las amebas, que los pájaros tengan los huesos huecos para ser más livianos y poder volar, que diseñó las escamas de los peces para que puedan penetrar más fácilmente en el agua, que les dotó de una vejiga natatoria para subir y bajar como los modernos submarinos; aquel que ha pensado todo eso, ¿por qué no habría de haber pensado no sólo nuestra constitución física, sino también nuestra constitución psicológica, mental y, ultérrimamente, nuestra finalidad?

¿Por qué creer que esta Inteligencia Cósmica se ha preocupado por las plantas, los animales, los minerales y no se ha preocupado por los hombres, si nosotros también somos seres vivos? La Vida existe y está pensada por Alguien, por Algo, está perfectamente calculada. ¿Por qué? ¿Para qué se ha utilizado tanto y con tanta intensidad el Pensamiento en dar a todas las cosas esta armonía maravillosa? Tiene que ser para algo. Nadie hace un puente si nadie va a caminar encima.

Nadie hace un barco si nadie va a navegar en él. Nadie hace una silla si nadie se va a sentar en ella. Es evidente que nuestra construcción orgánica y la construcción orgánica de la Naturaleza, están hechas para algo, para ser aprovechadas por algo que va a durar más que el objeto en sí, algo que va a poder utilizarlas. Y a «aquello» que va a utilizarlas, nosotros los filósofos, le llamamos Alma, el Espíritu que pasa a través de las cosas.

Es evidente que inmersos como estamos en esta cárcel de carne, en nuestros problemas económicos, familiares, vitales, es muy difícil a veces reflexionar sobre estas cuestiones. Yo recuerdo un trozo del libro de Ovidio Nasón, El arte de amar, que me impresionó mucho la primera vez que lo leí. Ovidio era, como sabéis, uno de los grandes poetas de la época del Emperador Augusto y, digamos que era un poco -en España creo que se diría así – juerguista, le gustaba salir con mujeres por la noche, beber, acostarse muy tarde (o mejor dicho, muy temprano, cuando ya había salido el sol)… Pero, claro, además de ser así, era Ovidio. El nos cuenta, entre otras muchas cosas, lo que le pasó con una de sus amadas a quién le inventó un nombre (en aquella vieja época existía el honor de no mencionar los nombres de las damas, sino inventarlos; una buena costumbre). La llamaba Corina; no sabemos quién era. Dice Ovidio que llegó en una ocasión al palacio de Corina, una dama de la alta sociedad romana que poseía tesoros preciosos, entre ellos, un papagayo llegado tal vez de las indias que sabía hablar. El papagayo repetía todo lo que ella le decía, contestaba, hablaba con ella, era una gran compañía. Ovidio llega y ve a Corina llorando mientras sostiene el papagayo aparentemente muerto. El papagayo está caído sobre sus manos y Corina llora. Ovidio le pregunta: Corina ¿por qué lloras? Y ella respondió: ¿Te acuerdas de este papagayo que hablaba con nosotros, que repetía nuestras palabras de amor, nuestros cantos, que era una maravillosa joya, verde como una esmeralda? Hoy es un montón de plumas, nada más. ¿Dónde está el papagayo? ¿Qué pasa? ¿Por qué terminan las cosas? Ovidio trata de consolarla, de iniciarla en cosas que Corina no sabe, y le dice: has de saber, Corina, que hay un cielo donde están los hombres y también hay un cielo para los animales. Hay una pequeña banda entre el cielo de los hombres y el de los animales en donde están los animales superiores, aquellos que incluso pueden hablar al hombre y repetir sus palabras y allí consuelan a esos animales recordándoles la voz de sus amos; luego vuelven otra vez a la Tierra a acompañar a los hombres. Corina llora y dice: «No, a mí no me cuentes esto; aquí hay simplemente un montón de plumas verdes, ya no está más mi papagayo, ya no vive más». Y entonces, el papagayo, en el último esfuerzo antes de morir, levanta su pequeña cabeza, mira a Corina y le dice: «Corina, Corina, la muerte no existe».





Es muy bello encontrar estos viejos ejemplos. Es muy bello pensar que a veces los animales, las plantas y los árboles mueren en paz, porque tienen un conocimiento que nosotros hemos perdido al haber intelectualizado demasiado la vida. Hemos perdido el conocimiento de nuestra propia eternidad, hemos perdido el conocimiento de nuestra vida interior, hemos perdido el conocimiento de nuestra Alma inmortal.

Hoy tenemos que retomar ese conocimiento, porque en el fondo y a pesar de todos nuestros avances tecnológicos, a veces estamos tristes; y a pesar de vivir en megalópolis, estar entre las gentes, poder conversar y leer periódicos, ver la televisión o escuchar la radio, a veces nos sentimos muy solos, enormemente solos. A veces quisiéramos que alguien nos dijese alguna cosa, como ese papagayo, que la muerte no existe, que esta Vida tiene un sentido, que tiene una direccionalidad; y es evidente que la tiene.

Si vosotros veis una flecha en el aire, ¿no pensarías que surgió de un arco y que va hacia un blanco? Lo que nosotros estamos viendo en la Vida es una flecha en el aire, y esa flecha fue lanzada por un Divino Arquero. Alguna vez, con un sonido inconcebible, fuimos lanzados a través del tiempo y del espacio, pero vamos a llegar a un blanco, vamos a llegar a algún lugar. Toda nuestra Vida tiene sentido, tienen sentido nuestras alegrías porque nos confortan para seguir viviendo, y tienen sentido también nuestros pesares y nuestras lágrimas porque nos permiten recoger experiencias, nos hacen un poco más sabios, tal vez hasta un poco más buenos.

Quienes hayan compartido risas, saben qué bueno es eso para el entusiasmo y quienes hayan compartido lágrimas saben qué bueno es eso para la unión de las almas. Porque en esta Vida y en esta Naturaleza nada hay realmente malo, todo es bueno en el seno de su Oculto Sentido...

Retazos de la Conferencia "El Sentido Oculto de la Vida" Prof. Jorge A. Livraga