El Eterno Presente

lunes, 12 de abril de 2010

 


El eterno presente

La quietud tiene muchas dimensiones.
Una es el silencio; es el extremo opuesto al sonido, es la ausencia de sonido. La segunda dimensión es la ausencia de movimiento: es el extremo opuesto al movimiento.
La mente es movimiento del mismo modo que la mente es sonido. El sonido viaja y la mente también. La mente está en movimiento constante, nunca permanece quieta. No puedes imaginarte a una mente quieta. No existe una cosa así, porque cuando hay quietud, la mente deja de existir; cuando existe la mente, hay movimiento.

¿Cuál es pues el movimiento de la mente? Con él podemos concebir la segunda dimensión de la quietud: la ausencia de movimiento.

Exteriormente sabemos lo que el movimiento significa: ir de un lugar a otro, de un sitio a otro. De A a B. Si estás en A y te vas a B, ha tenido lugar un movimiento. Así, exteriormente a la mente, movimiento quiere decir cambiar de lugar en el espacio. Si no hay espacio, no te puedes mover. Necesitas espacio para moverte exteriormente. El movimiento interno no es en el espacio, sino en el tiempo. Si no hay tiempo no puedes desplazarte interiormente.
El tiempo es un espacio interior: de un segundo pasas a otro segundo, de este día a otro día, de aquí para allá, de ahora a después, en el tiempo.

El tiempo es el espacio interno. Analiza tu mente y verás que siempre te estás moviendo desde el pasado al futuro, desde el futuro al pasado. O bien, te vas hacia recuerdos del pasado o te desplazas a deseos en el futuro.
Cuando te vas desde el pasado al futuro o desde el futuro al pasado, solamente entonces empleas el momento presente, pero sólo como un medio. El presente, para la mente, no es nada más que la línea divisoria entre pasado y futuro. Para la mente el presente no es realmente existencial. Solamente es una línea divisoria desde la que puedes desplazarte al pasado o al futuro. La mente nunca está en el presente porque es incapaz de ir al presente.

Compréndelo: eres incapaz de moverte en el presente. En el presente no existe el tiempo. El presente siempre es un único instante. Nunca estás en dos momentos al mismo tiempo. Solamente vives un instante.
No puedes ir de A a B porque solamente existe A. No hay B.
Entiende esa cualidad del tiempo en el presente: siempre vives un solo instante. Tanto si eres un mendigo como si eres un emperador, da igual. Tu depósito temporal es el mismo, solamente de instante a instante, y no puedes moverte en él. No hay lugar dónde moverse y la mente existe únicamente si hay movimiento. Por eso la mente nunca emplea el presente, no puede emplearlo.

Retrocede al pasado. Allí hay muchos lugares a los que puede ir. Existe un gran depósito de recuerdos: todo tu pasado está ahí. O también puede irse al futuro. Puedes imaginártelo porque el futuro es, básicamente, tan sólo el pasado proyectado. Has vivido, has experimentado muchas cosas. Las deseas otra vez o deseas evitarlas: ése es tu futuro. Amaste a alguien: fue hermoso. Entonces deseas que se repita, por eso proyectas en el futuro tu deseo de que se repita. Estuviste enfermo, sufriste y deseas evitarlo en el futuro, por eso proyectas no enfermar de nuevo. De modo que, tu futuro es tan sólo un pasado que has proyectado y así puedes moverte en el futuro. Pero la mente no se encuentra satisfecha con el futuro que pertenece a esta vida. Proyecta cielos, proyecta vidas futuras. No está satisfecha con un pequeño futuro, así que la mente crea tiempo más allá de la muerte.

El pasado y el futuro son vastos territorios; puedes moverte con facilidad en ellos. Con el presente no te puedes mover. La ausencia de movimiento implica estar en el presente. Esa es la segunda dimensión de la quietud. Si puedes permanecer en este instante, tan sólo aquí y ahora, estarás quieto. No puedes estar de ninguna otra forma. No existe ninguna otra posibilidad más que estar quieto.

Vive en el ahora, y el movimiento se detendrá porque la mente se detendrá. No pienses en el pasado y no proyectes en el futuro. Esto que se te está dando es todo lo que tienes. Permanece en ello, conténtate en ello. Este mismo instante es el único tiempo verdaderamente existencial; no hay nada más. El pasado es solamente una memoria. Está solamente en tu mente, es polvo acumulado, experiencias acumuladas. No hay pasado en la existencia, no hay futuro en la existencia. La existencia es el presente.

Si el hombre no estuviera en esta Tierra no habría ni pasado ni futuro. Las flores florecerían, desde luego, pero en el presente. El Sol saldría, pero en el presente. La Tierra no sabría nada del pasado ni soñaría nada en el futuro. No habría ni pasado ni futuro. El pasado está en la mente, en la memoria y debido a este recuerdo es proyectado al futuro. Por eso, generalmente dividimos al tiempo en tres partes: pasado, presente y futuro, pero en realidad el pasado y el futuro no son una parte del tiempo. Son parte de la mente, no partes del tiempo. El tiempo posee una única división, si es que puedes llamarla división, y es la del presente.

El tiempo es siempre presente. Esas tres divisiones no son divisiones del tiempo. El pasado y el futuro pertenecen a la mente, no al tiempo. Al tiempo solamente le pertenece el presente. Pero entonces es difícil llamarlo presente porque, lingüísticamente, para nosotros el presente es algo entre el pasado y el futuro. Se refiere al pasado, se refiere al futuro. Si no hubiera pasado ni futuro entonces la palabra «presente» perdería todo significado.

Se dice que Eckhart dijo que no hay tiempo, solamente el eterno «ahora». Existe un «ahora» eterno y un infinito «aquí». Cuando digo «allí» solamente lo digo en referencia al sitio en que estamos, sino, solamente habría «aquí». Si yo no estuviera aquí, ¿qué lugar sería el «aquí» y qué lugar sería el «allí»? En referencia a mí mismo, llamó al lugar más cercano «aquí», y al que no está cercano lo llamó «allí». ¿Dónde acaba el «aquí» y dónde comienza el «allí»? No podemos delimitarlo. En realidad todo es un «aquí», un «aquí» infinito.

Es debido a la mente que dividimos el tiempo. Entonces, todo lo que hemos vivido se convierte en el pasado y todo lo que esperamos vivir se convierte en el futuro y aquello que está transcurriendo se convierte en el presente.
Pero no hay mente, solamente hay un infinito «ahora», un eterno «ahora». «Aquí, ahora», es la realidad. «Allí» y «después» son partes de la mente, no partes de la realidad.
El concebir la quietud desde una segunda dimensión significa hacer un esfuerzo para vivir momento a momento. Entonces estarás en quietud, estarás en silencio. No habrá agitación interior, ni movimiento, ni oscilaciones internas. Todo se habrá convertido en un remanso de profundo silencio.

¿Por qué esta mente se desplaza al pasado y al futuro? Buda le dio el nombre de “tanha” a “trishna”, el deseo. Buda dice que, debido a que has vivido algo, lo deseas de nuevo. Al desearlo, te vas al futuro. No desees y no habrá futuro. Es difícil, porque cuando la mente experimenta placer, anhela repetirlo y cuando la mente experimenta incomodidad no desea repetirla, desea evitarla. Por esto es natural que se cree el futuro y debido a este futuro nos perdemos el presente.

Es un círculo vicioso. Si tienes deseos, te irás al futuro y esto creará un círculo vicioso. Cuando ese futuro se convierta en el presente, de nuevo te irás al futuro. Hoy pensaré en el mañana; esto se convertirá en un hábito. Y el mañana nunca llega. No puede llegar; es imposible. Cuando llega es de nuevo el hoy y he creado el hábito de irme siempre desde el hoy al mañana.

Por eso cuando el mañana llega, llega como el hoy y luego me voy de nuevo al mañana.
¡Es una cadena! Y cuanto más la elabores, más eficiente te volverás en completarla. Y el mañana nunca llega. Lo que llega siempre es el hoy, y con el hoy tú no tienes ninguna relación. Estableces un mecanismo: debido a que es hoy, te vas. Es un hábito muy fuerte, no solamente de esta vida, sino de muchas otras vidas. Uno tiene que acabar con él, tiene que salir de él. Hagas lo que hagas recuerda solamente una cosa: permanece en el presente mientras lo estés haciendo. Es difícil, arduo, y no vas a lograrlo de inmediato. Has de romper un hábito muy arraigado. Va a ser una dura lucha, pero inténtalo.

El esfuerzo mismo creará una distancia, y por el mismo esfuerzo vas a saborear, a veces, momentos del presente. Y una vez conozcas el sabor, estás en el camino. Pero no conoces el sabor del presente. No lo has probado nunca, nunca has vivido en él, ¡nunca!, te lo digo. Y está siempre aquí.
Es la vida misma; es todo lo que hay en la vida.

Jesús dijo que estamos simplemente muertos, ¡sin vida! Un día pasaba junto a un pescador justo a la salida del sol. El pescador había lanzado sus redes al lago y Jesús puso la mano en su hombro y le dijo, «¿Vas a desperdiciar toda tu vida pescando? Puedo enseñarte algo mejor para pescar. Te haré un pescador de la vida». El pescador miró a Jesús como si un imán le estuviera atrayendo, luego tiró su red y siguió a Jesús.
Cuando acababan de salir del pueblo uno se les acercó corriendo y le dijo al pescador, «Tu padre ha muerto. Acaba de morir, así que vuelve a casa. ¿A dónde vas?» El pescador pidió permiso; le dijo a Jesús, «Déjame que vaya a casa. Volveré pronto. Tengo que enterrar a mi difunto padre». Jesús le dijo, «Deja que los muertos entierren a los muertos. No tienes porqué ir; sígueme. Hay muchos cadáveres en el pueblo. Ellos enterrarán al difunto».

Para Jesús, estamos muertos porque nunca hemos saboreado la vida, nunca hemos saboreado el presente, lo existencial. Vivimos en el muerto pasado y seguimos proyectando este pasado ya muerto en el futuro.
Esto es a lo que Shankara denomina maya, ilusión. Shankara ha sido muy mal entendido. Cuando Shankara dice que el mundo entero es una ilusión, quiere decir que el «mundo del hombre» es una ilusión, no el mundo en sí.

No sabemos nada del mundo. Hemos creado nuestro propio mundo mental. Todo el mundo tiene su propio mundo, este mundo de pasado y de futuro, este mundo de recuerdos y de deseos. Este mundo es falso, ilusorio. Por eso cuando Shankara dice que este mundo es falso, se refiere a «tu mundo», no al mundo. Y cuando «tu mundo» deje de existir, conocerás al verdadero mundo. Y Shankara dice que éste es el Brahmán, que ésa es la Verdad, la Verdad absoluta.

Es como si estuviéramos viviendo en un mundo de sueños, cada uno estando rodeado de sus propios sueños, de una nube de sueños. Todo el mundo va envuelto en sus propios sueños. Y debido a esos sueños no podemos ver lo que es verdadero, lo que es real. Lo real está escondido tras nuestros sueños.

Esta mente soñadora es la mente inquieta; la mente no soñadora es la mente quieta. Pero los deseos crean sueños. Sueñas por la noche porque deseas durante el día. Si no desearas durante el día no soñarías por las noches.

Un Buda no sueña, porque los sueños son deseos y los deseos son sueños.

Cuando surgen durante el día los llamas deseos; cuando aparecen por la noche, los llamas sueños. Pero todo deseo es sueño. ¿Por qué? Porque todo deseo radica en el futuro, el cual no existe. Todo deseo es un deseo futuro que no existe. ¡El futuro no existe!

Y seguimos soñando. Debemos acabar con este soñar. Este soñar es un movimiento, un movimiento continuo. Estás repleto de sueños, sueños destruidos, acabados, que son de nuevo recreados. Cada día hemos de tirar los viejos y crear unos nuevos.

En cualquier momento, en cualquier actividad, trata de estar aquí y ahora.
El esfuerzo mismo es una barrera, pero se ha de empezar con algo. Al principio tendrás que hacer un esfuerzo. Aún el esfuerzo es una barrera porque el esfuerzo te lanza al futuro. Pero al principio uno ha de esforzarse, luego en un segundo nivel uno ha de hacer un «esfuerzo sin esfuerzo», y luego, en el tercer nivel, el esfuerzo desaparece y estás en el presente.
Caminas por la calle: trata simplemente de caminar, no hagas nada más. Parece simple, pero no lo es. Parece que todos lo hacemos, ¡no es así! Cuando caminas, tu mente está haciendo mil cosas más. Acompaña cada paso. Simplemente camina.

Magos y Hechiceras

 


A lo largo del tiempo, el término "mago" se ha utilizado para designar al individuo que ejerce la magia, haciendo cosas extraordinarias a través de la manipulación de las fuerzas ocultas de la naturaleza. Sin embargo, los primero magos pertenecieron a la clase sacerdotal de la religión de Zoroastro (legislador persa que basó sus creencias en la contraposición entre las fuerzas del bien y el mal), y éstos, muy poco tuvieron que ver con la fuerza de la magia tal y como hoy la conocemos. Sin lugar a dudas, el mago más legendario de la tradición inglesa, y uno de los personajes más importantes de la literatura caballeresca, es el mago Merlín. Vivió en Bretaña a principios del siglo VI, y se convirtió en uno de los magos más poderosos, practicando la magia (que aprendió en su juventud de su maestro, el mago Blaise de Bretaña) siempre en beneficio del gobierno del país, y llegando a convertirse en el leal consejero del también mítico rey Arturo.
La leyenda nos cuenta el oscuro origen de Merlín, hijo de un íncubo (un diablo que tomaba la forma de un hombre y yacía con una mujer para poder tener descendencia), y de una hermosa princesa. Aunque otra historia distinta cuenta que su madre no era una princesa, sino una monja seducida por ese incubo, y por eso la magia que Merlín poseía desde su nacimiento, sólo podía ser empleada para hacer el bien. A su padre, como es lógico, nunca llegó a conocerle, de ahí que en su niñez y en su juventud se le diese el nombre de "el que no tiene padre". Además de hechicero fue también poeta, y realizó grandes hazañas. Pero no era fácil dar con él, pues aparecía y desaparecía en el momento más inesperado, y se transformaba en pájaro, en lagartija, en niño... tomando los aspectos y formas más diversos gracias a su magia. Tenía poder sobre los metales, sobre el agua, las piedras, y se dice que sobre las fuerzas de la naturaleza. También tuvo el don de las profecías, aunque el mítico rey Arturo nunca hizo demasiado caso de ellas.

Cuando el joven Arturo se desposó con Ginebra, el mago Merlín también se casó, aunque también en éste punto encontramos discrepancias. Unas historias nos dicen que se desposó con la hermosa joven Viviana, a la que convirtió en hechicera. Otras nos cuentan cómo fue seducido por la Dama del Lago, que le convenció para que le enseñara todos sus encantamientos y gran parte de sus hechizos. El caso es que de uno u otro modo, el pobre Merlín no pudo usar su mágico don para ver su propio futuro. Aunque sí vio con claridad el de su amigo Arturo, pues poco antes del fallecimiento del monarca, el mago tuvo la gran tristeza de poder augurar la muerte de su gran amigo : "Y en la llanura de Camaló tendrá lugar la gran batalla, la que dejará al reino huérfano, privado de su legítimo rey". Y en efecto, así ocurrió. Poco tiempo después de la muerte del rey, la esposa de Merlín (que ya se había convertido ya en una gran hechicera), utilizó un conjuro para aprisionar al mago en el tronco de un roble. Y se dice que ahí está desde entonces. Con el paso de los años, y en distintas ocasiones, son muchos los viajeros que al atravesar un viejo bosque, creyeron ver la triste cara de un anciano apresado entre la corteza de un enorme árbol. De cuándo logrará romper el hechizo, nada se cuenta.
Y dentro de la magia y de la hechicería, no podemos dejar de hablar de Morgana. Pues si en la leyenda artúrica tanto el propio rey Arturo como el mago Merlín conforman el lado bueno y noble de la historia, la cara oscura la interpreta, sin duda, Morgana (también llamada Morgan le Fay). Se trata de la mismísima hermana del rey, un personaje perverso y maléfico que emplea todos los medios que están a su alcance, incluida la hechicería, para conseguir la muerte de Arturo y el descrédito de sus caballeros de la tabla redonda. Desempeña el papel del "hada mala" de Arturo, mientras que la Dama del Lago es su "hada buena". El final de la leyenda cuenta cómo Arturo, herido de muerte, ve acercarse a la orilla del mar una hermosa nave plateada de la que desciende la propia Morgana, una de las cuatro reinas hadas que lo conducirán a la mítica isla de Avalon.
Aunque para algunos autores Morgana era realmente un hada, (en versión maléfica), para otros no fue más que una hechicera de terrible poder, que incluso llegó a desarrollar la oscura ciencia de la necromancia, pero que no tuvo relación alguna con el mundo feérico. Otro brujo de gran fama, ésta vez de origen escocés, fue Michael Scot. Mientras asaba un pez que tenía el don de transmitir conocimientos sobre la magia, Michael Scot se quemó los dedos de una mano; y al llevárselos a la boca, adquirió unos poderes y una sabiduría que le resultarían muy útiles a lo largo de su vida. Son muchos los relatos recopilados con sus hazañas y aventuras.
En Irlanda encontramos la historia de Finn, noble guerrero y rey, que tuvo una aproximación a la magia semejante a la de Michael Scot, probando accidentalmente un pescado que atribuía el conocimiento, y consiguiendo así el poder de la profecía. De Gales provienen las historias de Gwydion, hijo de una diosa primitiva de aquellas tierras, que utilizó su magia en las frecuentes luchas que tenían por aquellos tiempos contra los hombres de la Gales del sur.

Hay que tener en cuenta al hablar de los magos, que éstos nunca han tenido un origen sobrenatural, sino todo lo contrario. Los magos eran hombres más o menos corrientes, convertidos en grandes sabios, pues dedicaban su vida al estudio y a la investigación de todo lo que ocurría a su alrededor. Eso hizo que adquiriesen amplios conocimientos sobre astronomía, naturaleza, física, geografía, matemáticas... Estudiaban con atención las leyes de la naturaleza y desarrollaban la magia, formulaban hechizos y se relacionaban con espíritus del más allá. Pero el trabajo era realmente duro, pues exigía una vida sacrificada y dedicada al estudio. Tenían que conocer varios idiomas, pues los mejores y más antiguos libros de magia estaban escritos en otras lenguas (arameo, griego, hebreo, etc.) Como era difícil encontrar esos tratados, lo más frecuente era que los aprendices los copiasen para poder conseguir sus propias bibliotecas. Por eso, los más grandes y expertos magos, eran siempre personas ancianas. Porque la sabiduría y los años de estudio y experiencia, hacían que sus conocimientos fuesen aumentando con el paso del tiempo. Aún así, muchos magos vivieron atormentados durante los años en los que practicaron la magia, y otros muchos tuvieron que abandonarla, pues hay que tener una gran fortaleza de espíritu para poder vivir rodeado de lo "sobrenatural".
La mayor parte de los magos, se limitaron a practicar únicamente la Magia Blanca, realizando encantamientos de efectos extraordinarios, pero siempre positivos y beneficiosos para los demás. Había magos que convocaban a los espíritus de gentes ya fallecidas, y otros que creían en el poder de los ángeles y de las fuerzas divinas, aplicando múltiples oraciones en sus rituales. Pero el peor de los peldaños lo ocupaban aquellos que practicaban la Magia Negra, convocando al demonio o a pequeños diablos. Los efectos de este arte supersticioso eran siempre negativos y causaban grandes males, ya fuese a la pobre víctima del mago, o incluso a él mismo. Intentar encerrar al demonio en un tarro de cristal o en una piedra mágica para utilizar su poder maligno era una tarea tan extremadamente peligrosa, que en muchas ocasiones era el propio mago el que quedaba para siempre sometido al mal, o siendo incluso trasladado en vida al mismísimo infierno. Cuando un mago llegaba a firmar un pacto con el diablo, se convertía en un brujo, y su vida y sus actos estarían ya para siempre encaminados al mal.

Filosofía Celta

 


Qué extraño es estar aquí. El misterio nunca te deja en paz. Detrás de tu cara, debajo de tus palabras, por encima de tus pensamientos, debajo de tu mente, acecha el silencio de otro mundo. Un mundo vive en tu interior. Nadie más puede darte noticia de este mundo interior. Cada cual es un artis¬ta. Al abrir la boca sacamos sonidos de la montaña que hay debajo del alma. Esos sonidos son palabras. El mundo está lleno de palabras. Son muchos los que hablan al mismo tiempo, en voz alta o baja, en salones, en las calles, en la te¬levisión, en la radio, en el papel, en los libros. El ruido de las palabras conserva para nosotros lo que llamamos «mun¬do». Intercambiamos nuestros sonidos y formamos pau¬tas, vaticinios, bendiciones y blasfemias. Nuestra tribu lin¬güística cohesiona el mundo diariamente. Pero el hecho de pronunciar palabras revela que cada cual crea incesante¬mente. Cada persona extrae sonidos del silencio y seduce lo invisible para que se haga visible.

Los humanos somos aquí unos recién llegados. Las ga¬laxias del cíelo se alejan bailando hacia el infinito. Bajo nuestros pies hay tierra antigua. Fuimos bellamente for¬mados con esta arcilla. Sin embargo, el guijarro más pe¬queño es millones de años más viejo que nosotros. En tus pensamientos busca un eco el universo silencioso.

Un mundo ignoto anhela reflejarse. Las palabras son espejos indirectos que contienen tus pensamientos. Con¬templas estas palabras-espejo y vislumbras significados, raíces y refugio. Detrás de su superficie brillante hay oscu¬ridad y silencio. Las palabras son como el dios Jano, miran a la vez hacia dentro y hacia fuera.

Si nos volvemos adictos a lo exterior, nuestra inte¬rioridad vendrá a acosarnos. Nos dominará la sed y nin¬guna imagen, persona o acto podrá saciarla. Para estar completos, debemos ser fíeles a nuestra compleja vulnera¬bilidad. Para conservar el equilibrio, debemos mantener unido lo interior y lo exterior, lo visible y lo invisible, lo co¬nocido y lo desconocido, lo temporal y lo eterno, lo anti¬guo y lo nuevo. Nadie puede afrontar esta misión por noso¬tros. Cada cual es umbral, único e irrepetible, de un mundo interior. Esta integridad es santidad. Ser santo es ser natu¬ral, acoger los mundos que encuentran equilibrio en ti. De¬trás de la fachada de la imagen y la distracción, cada uno es un artista en este sentido primigenio e inexorable. Cada uno está condenado y tiene el privilegio de ser un artista interior que lleva consigo y da forma a un mundo único.

La presencia humana es un sacramento creativo y tur¬bulento, un signo visible de la gracia invisible. No existe otro acceso a misterio tan íntimo y aterrador. La amistad es la gracia dulce que nos libera para afrontar esta aventura, reconocerla y habitarla. La amistad es una fuerza creadora y subversiva. Asegura que la intimidad es la ley secreta de la vida y el universo. El viaje humano es un acto continuo de transfiguración. Afrontados con amistad, lo desconocido, lo anónimo, lo negativo y lo amenazante nos revelan poco a poco su secreta afinidad. El ser humano, en tanto que ar¬tista, está siempre activo en esta revelación. La imagina¬ción es la gran amiga de lo desconocido. Invoca y libera constantemente el poder de la posibilidad. Por consi¬guiente, no se ha de reducir la amistad a una relación excluyente o sentimental; es una fuerza mucho más ex¬tensa e intensa.

El pensamiento celta no era discursivo ni sistemáti¬co. Pero en sus especulaciones líricas los celtas dieron ex¬presión a la sublime unidad de la vida y la experiencia. El pensamiento celta no estaba lastrado por el dualismo. No dividía lo que propiamente ha de estar unido. La imagina¬ción celta expresa la amistad interior que abarca como un todo la naturaleza, la divinidad, el mundo subterráneo y el mundo humano. El dualismo que separa lo visible de lo in¬visible, el tiempo de la eternidad, lo humano de lo divino, les era ajeno. Su sentido de la amistad ontológica generaba un mundo empírico impregnado de una rica textura de alteridad, ambivalencia, simbolismo e imaginación. Para nuestra separación dolorosa, la posibilidad de esta amistad fecunda y unifícadora es el don de los celtas.

La idea central es aquí el reconocimiento y el despertar de la antigua comunión que hace de los dos amigos uno. Puesto que el nacimiento del corazón humano es un proceso en curso, el amor es nacimiento continuo de creati¬vidad en y entre nosotros. Exploraremos el anhelo en tanto que presencia de lo divino y el alma como casa del arraigo.

El cuerpo es tu casa de arcilla, la úni¬ca que tienes en el universo. El cuerpo está en el alma; este reconocimiento confiere al cuerpo una dignidad sagrada y mística. Los sentidos son antesalas de lo divino. La espiri¬tualidad de los sentidos es la espiritualidad de la transfigu¬ración.

Cuando uno deja de temer a su soledad, una nueva creatividad despierta en su seno. La riqueza interior olvi¬dada o descuidada empieza a revelarse. Uno vuelve a su casa interior y aprende a descansar en ella. Los pensamien¬tos son los sentidos interiores. Infundidos de silencio y sole¬dad, revelan el misterio del paisaje interior...


La cultura Celta: Vínculos entre la historia y la magia
Los celtas se agrupaban en tribus, formadas por clanes, que tenían en común un antepasado: un héroe mítico.
Existen muchas leyendas de los pueblos celtas, en las que el principal elemento no es otro que el agua. A partir del Neolítico, y hasta el término de la Edad del Bronce, Europa occidental se fue llenando de pobladores que provenían del centro de Europa y de las estepas del este. Se trataba de mineros y de agricultores que se asentaban en los lugares desiertos o en regiones poco pobladas. Con el cambio climático que sobrevino, se produjo un brusco descenso de las temperaturas, así como un aumento del frío y de la humedad. Las aldeas se inundaron, aparecieron marismas, y los habitantes tuvieron que irse, dando lugar a una nueva emigración. Estas inundaciones supusieron una catástrofe para los individuos, poblados enteros fueron anegados por el agua y causaron numerosas muertes, más incluso que las producidas por las guerras entre tribus. Ante estas fuerzas de la naturaleza, los celtas consideraron que resultaba inútil tratar de evitarlas, y esperaron a que el mar se los llevara, seguros de que eso suponía un tránsito para reanudar la vida en Otro Mundo, dado que ellos creían en que la vida continúa tras la muerte, y el agua no es otra cosa que la frontera entre dos mundos y una vía de acceso al más allá.
Una de las principales características de los celtas es que no distinguían entre el mundo de lo mágico y los acontecimientos históricos, para ellos lo real y lo mágico estaban vinculados. Esas mismas inundaciones que les hicieron emigrar fueron incorporadas a sus leyendas, y así es como surgió el mito de la ciudad sumergida, que es el símbolo del Otro Mundo.
La organización social de los celtas tiene como base la tribu, nunca llegaron a organizarse y a formar un reino o una especie de Estado que los unificara. Todos ellos descienden de un antepasado común, de un héroe mítico, de ahí que los lazos de unión entre ellos sean fuertes, puesto que forman parte de la naturaleza, se encuentran por encima de la solidaridad del clan. Para un celta una de las cosas más terribles es el ser expulsado de su tribu, dado que el individuo pierde así su honor.
Las tribus se consolidan en un territorio en el que ha de haber las tierras necesarias para que el cultivo asegure las necesidades para el mantenimiento del grupo, y que sea un territorio fácil de defender. La tribu estaba formada por clanes (familias descendientes de un antepasado común), y el sistema de parentesco celta tenía como referencia fundamental a la mujer. El matrimonio se llevaba a cabo por medio de un contrato, a través del cual la mujer era la que aportaba una dote en plata, mientras que el marido tenía que duplicar la aportación que ella hubiera hecho. De todos modos, los compromisos, a excepción de la lealtad a la tribu, siempre se supeditaban a la libertad del individuo y a su propia voluntad de mantenerlos.
Los jefes de los clanes y los jefes guerreros eran los que conformaban la nobleza militar, y la cantidad de guerreros que tuviera un jefe era la que le proporcionaba el prestigio y el poder en su tribu. Luego se elegía de entre ellos al que, por su sabiduría y valor, fuera más adecuado para poder conducir a la tribu hacia el bienestar y hacia la riqueza. Así recibía el título de rey, pero sólo se mantenía en el poder mientras las cosas marcharan bien para la tribu, de lo contrario era eliminado por el asesinato o el sacrificio ritual. Este jefe de la tribu era elegido por el Consejo, que era una especie de asamblea de los hombres libres y mujeres libres de la tribu, aunque finalmente la jefatura se convirtió en algo hereditario. En el caso de que se produjera alguna situación excepcional el Consejo podía estar formado por una asamblea de diversas tribus. En ese caso había un jefe común al que se daba el nombre de “rey supremo”. Cabe apuntar que, en algunas tribus, había verdaderos reyes, con poderes judiciales, militares y religiosos, que eran elegidos por los dioses.
La expansión del pueblo celta se produjo a raíz del desarrollo del comercio que llevaron a cabo los príncipes de Hallstatt. Los vínculos comerciales fueron el detonante para la apertura del mundo celta a las influencias que provenían del Mediterráneo. Nunca llegaron a crear un reino o un imperio, sino que se mantuvieron organizados en tribus independientes, cada una de ellas con su propio nombre, con sus jefes, con su nobleza, y con sus druidas, aunque en ocasiones hacían alianzas y confederaciones, todo ello para asegurar la estabilidad del grupo. Formaron verdaderas colonias, y su gran expansión se convirtió en leyenda dentro de la historia de los celtas, los autores escribieron sobre ella a modo de epopeya en la que hay numerosos elementos mágicos.
Los celtas, aunque guerreros, también obtenían buenas cosechas, criaban al ganado, y conocían las técnicas de la artesanía. Era de estas actividades de donde provenía su riqueza, además de mejorar todas sus actividades económicas debido a su conocimiento de la fundición y del forjado, y fabricar armas, carros de combate y de transporte, construir casas y barcos, y mejorar las técnicas de cultivo. Los utensilios agrícolas de hierro permitieron cultivar las tierras y cavar a mayor profundidad, lo que permitió incrementar la producción de alimentos y a su vez aumentar la población. Así, la cultura celta sustituyó a la cultura de Campos de Urnas, aunque los celtas de Hallstatt gozaban de algo más que la posesión y dominio del hierro, sus tierras y aldeas se encontraban sobre un enorme depósito de sal, lo que hacía posible conservar los alimentos, almacenarlos, disponer de ellos cuando fuera necesario…, en definitiva, la sal fue considerada un verdadero tesoro. Todo el comercio y la minería que se desarrolló alrededor de la sal en Hallstatt dio lugar a un cambio social, la población aumentó y empezó la diversidad del trabajo dentro de la tribu: unos cultivaban las tierras, otros se dedicaban a la artesanía, había un pequeño grupo que se controlaba el comercio…, en muy poco tiempo la minería del hierro y de la sal, así como el comercio, pasaron a ser la riqueza de la región. Los grandes ríos se convirtieron en las vías de comunicación con el área del mediterráneo, aunque las relaciones eran meramente de intercambio comercial.
El comercio también se extendió a la madera, los cereales, el vidrio, y más adelante a la venta de esclavos, y al control de las rutas del estaño que provenía de Britania y al ámbar (importante objeto de intercambio desde la Edad del Bronce) procedente del mar Báltico. Pero todo este poder y prestigio había de ser manifestado externamente, de manera que comenzaron a construirse residencias y fortalezas desde las que se divisaba el territorio circundante para así controlar las vías de comunicación y el comercio. Alrededor de estas construcciones se agrupaban el resto de casas dando lugar al poblado. Estos núcleos de población eran centros de producción y desarrollaban actividades vinculadas con la minería, la agricultura, la artesanía y el comercio en general. Eran como ciudades en las que vivía el príncipe y el grupo de guerreros, los artesanos ricos y los artistas, y un número elevado de hombres libres. Cerca de estos núcleos se encontraban los túmulos funerarios de los príncipes junto con bellos sus bellos ajuares.
Los cambios sufridos por el mundo celta también se vieron reflejados en las construcciones funerarias, en un primer momento, cuando aún carecían del comercio, no se habían enriquecido con la sal, las tumbas eran una fosa con un interior forrado de lajas de piedra, eran pobres enterramientos, algunas tumbas eran planas, otras recubiertas por un túmulo, y se practicaba la incineración. Eran tumbas que manifestaban una cierta igualdad social. Pero, pasado el tiempo, con las transformaciones sociales y el enriquecimiento empezaron a realizarse complicados ritos funerarios en las tumbas de los príncipes, y se construyeron cámaras en madera de roble recubiertas por un túmulo...