La DiOsA...

domingo, 15 de agosto de 2010

 




EnTrE lO máGiCo Y Lo MíStIcO....dE La MuJeR cOmO DiOsA....

EstO es parte de una incógnita que nos remonta
al inicio de los tiempos, donde existía sólo el vacío del cual
se produce la vida, el origen del mundo y su evolución.

Desde el nacimiento de la historia ,
cada cultura
ha encontrado una respuesta al misterio de la existencia, y
en muchas de ellas el principio femenino es la fuente de la
creación de todas las formas de vida sobre nuestro
planeta, evidentemente la posición de los
científicos reconoce que en el principio
existía el gran vacío, y lo que desde una
cosmovisión ancestral era el momento inicial del
amor
cósmico, los físicos lo llamaron el "Big
Bang" y desde una perspectiva que entrelaza la teoría creacionista y evolucionista
se establece que hace unos cuatro y medio billones de
años el planeta Tierra
se puso en órbita como el tercer planeta en torno al
sol.

En el transcurso de millones de años de
evolución apareció la vida bajo complejos
sistemas
que requerían diversidad y cooperación con el
fin de garantizar la supervivencia.

Las ancestras y ancestros totémicos y
tribales pertenecían a grupos
específicos. Así existe el "pueblo
serpiente", "el clan del oso", etc... Cada grupo
desciende de una serpiente original universal o de una osa
universal, etc. El clan al que hemos pertenecido en nuestra
primera encarnación en la
Tierra. Las ancestras y ancestros primordiales son
seres sobrenaturales que pertenecen a los distintos
mitos de
creación en el mundo, quienes crearon la Tierra y
las estrellas e influencian y sostienen todas las formas de
vida a través de las eras. Hay tantos mitos de
creación como culturas en el mundo, pero
también hay algunos que son universales.

La Gran Madre promete abundancia, nacimiento,
crecimiento, armonía, comunidad y
relación. Fue la proveedora original, la
socializadora, la madre ?amante- maestra significa el
desarrollo de la agricultura y las primeras civilizaciones
surgidas durante el Neolítico.

La estatua que se muestra a la izquierda fue esculpida en la arcaica ciudad de Catal Hüyuk (actualmente, Turquía), unos 20.000 años más tarde que la Venus de Laussel. Como Marija Gimbutas observa, "la temprana agricultura debe haber crecido alrededor del altar de la Diosa Madre, el que así se convirtió en centro social y económico, al mismo tiempo que lugar sagrado, germen de las futuras ciudades.

En el período de la historia cuando se produce la retirada de los hielos y aparecen nuevas tierras, los grupos
humanos existentes empezaron a emigrar y entremezclarse. En el
mundo antiguo se concebía a la Tierra como un cuerpo vivo, un
ser vivo, reconocido desde el comienzo de los tiempos como la
Madre Tierra. El poder de
la vida tiene su origen en el contenido de la naturaleza.

Hace cincuenta mil años nuestros antepasados comenzaron a dejar
huellas de su linaje, de sus creencias, costumbres, de su forma
de relacionarse en el entorno natural de esa época en el que se
extendían valles cubiertos por plantas
comestibles y variedad de frutos, rebaños grandes y
aves
migratorias, ríos, arroyos puros, llenos de una
variedad de peces.
Pequeños grupos se asentaron en gigantescas cavernas
de Francia, Suiza, España, Palestina, en las que se
protegían de las adversidades del tiempo y posibles
amenazas de animales.

Lo que se puede observar en el Paleolítico es la existencia de una cultura
que se prolongó al menos durante 50.000 años con una figura
central, la Gran Madre, que instituyo una cultura artística,
el amor a la vida, la creencia en el más allá, una relación simbiótica con los animales, las plantas, un profundo respeto
por los ciclos naturales de la Tierra y la mujer que aseguraba la continuidad del grupo, garantizaba y protegía la fecundidad y la abundancia.


Las primeras comunidades primitivas llamados
clanes se asentaron, en medio de la naturaleza la cual les
proveía de todo alimento, las que en gran parte del
mundo no tenían grupos elite, ni propiedad privada, compartían por
igual la tierra, los alimentos,
las mujeres, los hombres e hijos. No tenían la idea
de protegerse contra la violencia o el ataque de otros grupos, en este tiempo se podía tomar libremente los frutos, y la caza era abundante, estas culturas muestran signos
de una convivencia pacifica, sin armas,
no se conocía la guerra,
la violación, la invasión, el robo y en todos
estos grupos la concepción de la Diosa era
fundamental.

Así el ser primitivo tenía una
conciencia sobre su alma, su
cuerpo, sobre los árboles, las estrellas, el trueno, y todos los fenómenos del mundo exterior,
tenían una participación mística, en la que la
fertilidad era imperativa en la vida, era sinónimo de poder y
esto pesó en la importancia de los misterios de una época en la que
la magia de las mujeres dominaba el plano temporal y
también el espiritual.

La relación de respeto que se
establecía entre el
hombre primitivo con la mujer
era por el símbolo que representaba, igualmente como
la tierra era fecunda, la mujer tenía este don de
dar frutos, y ella era la encargada de la supervivencia de
la especie.

Martín-Cano tiene dice al respecto: "En
este proceso evolutivo se puede comprender que el ser humano es un ser social, con capacidad de organización para enfrentar
desafío, es en este momento donde el poder
erótico de la mujer fue uno de los motores
de socialización de los clanes humanos, por el hecho de estar en contacto
con su desarrollo emocional y sexual, daba cohesión y fortaleza
al grupo. Los vínculos sociales estaban ligados al
instinto natural, y se observa una gran organización de las
mujeres para solucionar las dificultades que se les presentaba
en el parto,
el cuidado, la crianza, lo que pone de manifiesto una
especie de hermandad de las mujeres".

FAMILIAS MATRICÉNTRICAS

Los primeros grupos humanos serían familias matricéntricas, grupos estables que se compondrían de madre y sus bebés, igual que las familias de los primates.

Las madres son las que les han procurado la mayor
parte de los alimentos diarios y han creado fuertes vínculos de
manera permanente.
En los grupos prehistóricos humanos, la madre sería de
mucha importancia, ya que tenía la capacidad de crear vida, de
sustentar la vida, de perpetuar la especie humana.

La agricultura primitiva se inicia con las
mujeres, debido a su conocimiento y relación intima con
los ritmos de la naturaleza, y las plantas, esta actividad
marca un
avance radical en la relación con el entorno y los
miembros de las tribus.
Primeros Indicios de organización social en los pueblos del
mundo.El Matriarcado como primera coyuntura de la
mujer en la sociedad.-
Concepciones religiosas, esotéricas y
místicas.


En estas culturas tempranas tanto en el
paleolítico y el neolítico las mujeres
ejercían una importante posición en la estructura
social comunitaria y constituían el elemento
primordial en la familia.
Además el arte
y el modo de subsistencia que se desarrollaba nos muestran un
profundo respeto por la vida, por la deidad femenina que manifestaba
abundancia, fertilidad y prosperidad en todo cuanto tocaba. La estructura social de estas culturas al parecer igualitarias y no jerárquicas, un modelo
armonioso de coexistencia, sin impulsos agresivos ni de competencia se
ligan a las características esenciales de un sistema
matriarcal.

"La era matriarcal, un período en el que nuestros antepasados femeninos influyeron de modo importante sobre la sociedad y sobre las mujeres mismas. Los valores
predominantes eran por entonces los valores de las
mujeres, un tiempo en el que se concebía la armonía
a partir de la naturaleza cíclica interior, un tiempo en
el que se valoraban las intuiciones y los sueños. Era una
de las religiones
más viejas del género humano en donde los valores femeninos y masculinos no estaban polarizados."

En la imagen de la Madre Paz, la Emperatriz como Gran Madre representa a la Tierra desde donde nace toda la vida y adonde retorna al final
del ciclo natural. Las primeras estatuas de este tipo fueron
pequeñas figurinas de "Venus" embarazadas, que pertenecen a la Edad
del Hierro en
Europa y Rusia
(alrededor de 30.000 años a. C.). Estas pequeñas
figuras no poseen rasgos distintivos de cara, manos o pies,
evidenciando claramente que su importancia reside en sus pechos
llenos y en su vientre abultado.

La fertilidad de la Madre y la fertilidad de la Tierra en estas
culturas primitivas siempre están conectadas, desde el Paleolítico
cuando se cazaba y recolectaba el alimento hasta los tiempos de la
agricultura, cuando se cultivaban granos y
se domesticaban animales. Así, el toro representaba tanto a la
antigua domesticación de animales protectores, como el signo
astrológico y la constelación de Tauro. Este, astrológicamente, es
"el signo de las madres" y está vinculado con las Pléyades y Venus, el
planeta regente de la Emperatriz.

La fusión
entre espíritu y materia, la
Diosa dentro del cuerpo. En las civilizaciones primitivas, el
ritual estaba integrado al ciclo de plantación y cosecha,
nacimiento y muerte,
un homenaje ofrecido a la Gran Madre por su regalo de fertilidad.
Como en el caso de Catal Hüyuk, las ciudades fueron construidas sin
fortalezas, sugiriendo que la gente había encontrado caminos pacíficos
para compartir el espacio. La propiedad era de posesión común y
transmitida por línea femenina representada en la sacerdotisa y el
templo, exactamente como hoy día la descendencia matrilineal es
reconocida entre algunas culturas africanas y nativas americanas.

CONCEPCIÓN ESOTÉRICA

Las mujeres, no aceptan la muerte como
un fin, al no concebir un cielo o un infierno en el sentido
cristiano, aceptan como tantas otras religiones de
la antigüedad, el proceso de la
reencarnación.

La autora Mariechild dice: "... Creen en la magia porque
admiten al mundo como algo más que una realidad física. La magia no actúa contra la naturaleza, la magia de las mujeres era el resultado de una profunda comprensión de cómo trabajar y
actuar conforme a ella, la relación con la misma naturaleza permitía
la unión con sus ciclos, tenían la visión y sus facultades abiertas,
los cinco sentidos completamente descongestionados y aperturados
hacia dentro y fuera, además del sexto sentido, el psíquico, el que
les permitía la conexión con el mundo más allá de lo físico. Cuando estas facultades son desplegadas, se tiene acceso a la energía y a la información espiritual y síquica, la
sensibilidad síquica por si sola".

La magia, por aquella época no era sólo un
medio de adivinación del futuro, ni la
comunicación con los espíritus o hacer que la
propia voluntad trabaje siguiendo varios fines, era un arte,
llamada el arte de los sabios, y requería de una mente
integra, de pensamientos, sentimientos e intuición capaz
de proporcionar una conexión significativa entre el mundo
material y el mundo espiritual. Las civilizaciones anteriores a
los dioses eran al mismo tiempo matriarcales y pacifistas,
estaban estructuradas de forma muy distinta al mundo de
hoy.

Sin limitarse al Oriente Medio, la llamada "cuna de la civilización", la Edad de Oro de la
tríada de devoción a la diosa, matriarcado y paz se
extendió por Egipto, el
mundo greco romano, Creta, Persia, Islas Británicas,
Irlanda y norte de África. En estas culturas y en docenas
de otras más mandaba la diosa y las mujeres. Las familias
estaban compuestas por madres e hijas que vivían en grupos
comunales sedentarios dedicándose a la agricultura y el
cuidado de los hijos, participando en los ciclos de la luna y de
las estaciones.

Corroborando el criterio que sostiene este tema la
autora Diane Stein dice que "La herencia y los
niveles de familia se
seguían por orden de nacimiento según la
línea materna. No había paternidad en estas
sociedades, ya que las mujeres no eran monógamas. Un niño pertenecía a su madre y al conjunto de la comunidad".

El pensamiento se
ese momento como deidad suprema era la propia tierra en la forma
de una mujer que da vida a todo, las mujeres que guardaban en sus
propios cuerpos el misterio y el
conocimiento del nacimiento eran las madres y dirigentes de
la civilización. Entre las mujeres había una
progresión joven-madre-anciana a la que se adaptaban las
enseñanzas y las funciones
sociales.

Al principio todas las sociedades
habrían pasado por una primera etapa de matrilinealidad. Al respecto
afirma MORGAN, Lewis H "Allá donde la descendencia se sigue por la
línea femenina como lo era universalmente el período arcaico y
continuó subsistiendo instituciones
matriarcales a principios del
nacimiento de los Estados, entre ellos la herencia al trono por
vía matrilineal, lo que pone de relieve la presencia del matriarcado arcaico".

El clan totémico la concepción de lo
matriarcal se conocía en que la vida de cachorro
salía del vientre de la madre, de ella se alimenta y con
ella se identifica, lo que marcó una diferencia a favor de la mujer y generó una exclusión del hombre del poder.

Han sobrevivido huellas de descendencia matrilineal y
hasta de matriarcado en las civilizaciones egipcia y cretense,
inclusive las primeras civilizaciones neolíticas otorgaron
la mujer la mas alta condición. La influencia femenina en
la sociedad era principal ya que de las mujeres dependía
el desenvolvimiento en todos los campos, en lo económico,
la estructura social y el poder que ejercían, la familia matricéntrica estaba compuesta por la madre y los hijos que formaban una unidad económica autosufieciente.

En la Prehistoria
durante miles de años los núcleos de población se agrupaban ante todo alrededor
de las mujeres, pues las mujeres por su condición ocupaban
un lugar importante en la familia, la sucesión de los
bienes y
posesiones valiosos que heredaban sólo las hijas, las
mujeres cazaban, recolectaban, araban y recogían los
frutos para proveer de alimentos a sus hijos, ellas eran las que
los cuidaban cuando estaban enfermos, celebraban cultos para
pedir a la Madre Naturaleza que los protegiera.

Se puede mencionar el criterio de Pirenne: "En estos
grupos humanos es la madre la que aparece esencialmente como
fuente de toda la vida, de un modo particular en esa época
en que la unión conyugal no existía de modo
estable".

Así en la Prehistoria y en algunas regiones
todavía a principios de los tiempos históricos,
estuvo vigente una sociedad matriarcal pacífica virginal,
entendida como una mujer que es virgen, es completa-en-si-misma,
en la que lo femenino jugaba el papel principal en el mundo
social, las mujeres ejercían su autoridad
sobre sus descendientes matrilineales reunidos en tribus
independientes, este poder era el político,
económico, religioso.

Para la historiadora PÍA LABIOSA ZAMBOTTI, en las
más antiguas culturas agrícolas, mandaban las
mujeres, la Gran Madre tenía a su servicio una corte
de doncellas, hijas, nietas, parientes, etc. constituye una familia
natural similar a la que el mundo de las abejas , en la que la abeja reina dominaba rodeada de una corte de obreras". Vivian en comunidades sin guerras porque
la autoridad era ejercida legítimamente por descendientes
matrilineales de la madre Ancestral, la diosa que había
dado origen al pueblo, de este modo se aceptaba de igual manera
la legalidad del
poder de la mujer.

El rol femenino era concebido como un poder mágico, elevándola a lo divino, la mujer fértil, la de grandes pechos, de vientre robusto paso a ser sacerdotisa y reflejo de la Gran Madre Tierra.

Concepciones místicas

Gran Madre representa a la Tierra desde donde nace toda la vida y
adonde retorna al final del ciclo natural. Las primeras estatuas de
este tipo fueron pequeñas figurinas de "Venus" embarazadas, que
pertenecen a la Edad del Hierro en Europa y
Rusia (alrededor de 30.000 años a. C.). Estas pequeñas figuras no
poseen rasgos distintivos de cara, manos o pies, evidenciando
claramente que su importancia reside en sus pechos llenos y en su
vientre abultado.

La fertilidad de la Madre y la fertilidad de la Tierra
en estas culturas primitivas siempre están conectadas,
desde el Paleolítico cuando se cazaba y recolectaba el
alimento hasta los tiempos de la agricultura, cuando se
cultivaban granos y se domesticaban animales. Así, el toro
representaba tanto a la antigua domesticación de animales
protectores, como el signo astrológico y la
constelación de Tauro. Este, astrológicamente, es
"el signo de las madres" y está vinculado con las
Pléyades y Venus.

Hay numerosos ejemplos de soberanas que ejercieron solas
el poder y la soberanía en todos los continentes, reinas
que también realizaban el sacerdocio, esto se demuestra en
representaciones iconográficas en las que aparecen mujeres
con los atributos de sus funciones políticas, religiosas y judiciales, así se manifiesta en objetos como coronas, collares, tronos, cetros, símbolos de poder legítimos,
recibidos por vía matrilineal y emanado del cielo, ya que
se asociaba el reino de la tierra con el reino de los cielos por
el vinculo que sostenían con las estrellas y el más
allá.

Concepciones religiosas

La espiritualidad traspasa las creencias limitantes de
la religión,
y aparece en los humanos desde los primeros tiempos. Algunos
científicos incluso llaman a nuestra especie animales
religiosos. Como dice la autora Busapest: "Surge la
religión en el proceso que formalizó en el que
parece ser de la comunicación espontánea con los
espíritus que rodean".

A la vez las mujeres se constituían reinas, sacerdotisas que
ejercían un poder teocrático como encarnación viviente de a Diosa,
además de realizar la labor de juezas castigando a los delincuentes en
defensa de sus territorios, administraron sus riquezas y
desempeñaron un papel muy determinante en aquella época en que sus
súbditos las admiraban. Fueron llamadas en diferentes regiones por
nombre que se derivaban de nombres de la Diosa.

La mujer aporta a la evolución de la humanidad
como inventora de numerosos hechos culturales: la agricultura,
diversas técnicas
de transformaciones de productos
alimenticios, farmacológicos, minerales,
cerámica, curtido de pieles, artesanías del tejido, herramientas,... Y el gran papel jugado por la
mujer en los inicios de la cultura humana: como maestra-nodriza,
curandera, sacerdotisa, poetisa, escribana, jueza,... lo que
patentizaría la existencia del matriarcado en la
Prehistoria. Los estudios se apoyan en las nuevas teorías
antropológicas, en estudios de primates y se complementan
con estudios de las creencias y de la sociedad de diversas
regiones y hallazgos arqueológicos.

En las familias el más importante papel lo jugarían las mujeres,
en las primeras sociedades la mujer sería más importante que el varón.
Y las jerarquías se establecerían entre las hembras emparentadas,
al igual que ocurre entre las primates. Las hijas permanecerían en el
grupo femenino y los hijos varones abandonarían el hogar estable femenino, y los adultos entrarían de manera transitoria.

La madre seria la jefe de las bandas y tribus que se desplazaban en la fase
recolectora, depredadora-parasitaria de la Naturaleza; la cabeza de
familia, tendría el papel principal. Era la que protegería a sus hijos
cuando enfermaban; sería el centro.

En el régimen social matriarcal predominaba la
madre e importaban los lazos de sangre. Y en las
familias el más importante papel lo jugarían las
mujeres. Ellas tendrían el mayor status social,
ostentarían el poder político, regirían la sociedad: serían reinas.
"En las más antiguas culturas agrícolas, mandan sin ninguna traba las
mujeres: la gran madre incluso tiene a sus servicio una corte de doncellas, hijas, nietas, parientes, etc." (Laviosa, 1959: 67).

Sin duda, en las primeras edades de la historia humana
el milagro y la fuerza mágica de la mujer fue una maravilla no menor que el universo
mismo, y esto dio a la mujer un poder prodigioso, y una de las
preocupaciones principales de la parte masculina de la
población ha sido destruirlo, controlarlo y emplearlo para
sus propios fines." (Campbell, 1991: 358).El varón en los
primeros grupos ocuparía una posición subsidiaria.
Precisamente esta posición sería la que les
llevó a rebelarse. "

LA MADRE ENSEÑABA EL CONOCIMIENTO

La madre, al igual que la hembra primate, sería
la que enseñaba a sus descendientes: el conocimiento para
la sobrevivencia; a recoger los alimentos adecuados, a cazar; la
que les enseñaban los comportamientos y tradiciones
sociales que ella inventaba. (Pervive el conocimiento de la madre
que enseñaba a sus descendientes en el régimen
matriarcal la idea de "Alma Mater" con que se denomina a la
universidad).

El lenguaje
requiere una forma de cohesión social y sería la
mujer la que como jefa del grupo matricéntrico, con su
necesidad de comunicarse, con su capacidad de crear
vínculos con sus hijos, la que posibilitaría el
desarrollo del lenguaje.

Ella debido a que había de cargar con los hijos y
los había de alimentar, habría desarrollado un
lenguaje verbal que le dejara las manos libres, mientras que en
la caza se desarrollaría el lenguaje
gestual para evitar con los ruidos alertar a la presa (se sabe
que los cazadores bosquimanos sudafricanos hoy día tienen
un lenguaje gestual mientras cazan en grupos).

En el milagro del alumbramiento era y debería
seguir siendo un momento de adquisición de autoridad para
todas las mujeres, pues está estrechamente relacionado con
el misterio de la transformación. El carácter transformativo de lo femenino como
principio creativo abarca el mundo entero, la totalidad de la
naturaleza en su unidad original , a partir de la cual surge y se
despliega la vida, asumiendo en su transformación
más elevada, la forma del espíritu. (Eric
Neumann)".

La autora Guetty dice al respecto: "Al igual el acto de
exprimir la leche de los
pechos representa la continuación de los misterios de la
transformación y un recuerdo de la generosidad de la
diosa, su capacidad para nutrir, proveer, contener y proteger,
así como para hacer que todos vuelvan a su
vientre".

Ellas serían las depositarias de la cultura. Las
creadoras de un código
de comunicación verbal que implicaba la existencia de una
serie de relaciones sociales. Así que en el proceso de
hominización las mujeres tendrían un protagonismo
principal. Por consiguiente es lícito afirmar que la mujer
sería la responsable del proceso de
hominización.

LA MUJER INVENTÓ LA AGRICULTURA

Tras la etapa de la economía recolectora
y depredadora se pasó a otra productiva con la agricultura
y la siembra de los terrenos de cultivo (Neolítico). La
mujer conocedora de los ciclos regulares de las estaciones y su
efecto sobre los vegetales fue la causante del descubrimiento y
la aparición de la agricultura. "Se admite por lo general
que, como derivación de su antigua función de
recolectora de alimentos vegetales, fue la mujer quién
inventó y desarrolló la agricultura"(Hawkes y
Woolley, 1977: 227).

Invento femenino de la agricultura reconocido por muchos
historiadores: "el mérito del descubrimiento de la
agricultura recaería enteramente sobre las mujeres."
(Eliade, 1990: 140). "Los antropólogos atribuyen,
generalmente, el cultivo de las raíces alimentarias a la
mujer, que, de recolectora pasó a ser cultivadora."
(Girard, 1978: 730). "Los mitos atribuyen el hallazgo del
cultivo



original de la yuca a una mujer, sublimada a
categoría divina." "... el matriarcado se debe a la
iniciación de la agricultura por parte de la mujer... El
huerto es propiedad de la mujer, ésta lo transmite a sus
hijos, y de ahí debió derivar el predominio social
femenino." palabras de W. Schmidt, según refiere
(Bagué Garriga, 1958: 50). "Sí, y ahora el poder
pasa a la mujer. Como su magia es la de dar a luz y alimentar, lo mismo que hace la tierra, su magia da base a
la magia de la tierra. En la tradición primitiva, la mujer es la
primera cultivadora." (Campbell, 1991a: 151). "Sobre el origen del
matriarcado en las sociedades humanas se ha discutido y se discutirá
mucho. Hay quién ve en él el signo de la posesión de la tierra por las
mujeres, que inventaron la agricultura; otros piensan que la idea que
de la generación se hacían muchas sociedades primitivas atribuye,
en la fecundidad humana, un papel despreciable al varón." (Fouquer,
1979: 22). "Cunow opina que el matriarcado se desarrolla cuando se
convierte en importante el trabajo
agrícola de la mujer, lo cual aumenta considerablemente el
valor de
ésta." según los enciclopedistas (Espasa, Tomo
33,1988: 1003).

Asimismo la mujer inventaría las técnicas
para fabricar los cestos para la recolección de los
vegetales, etc. En palabras de Eisler "las tecnologías
básicas de la civilización". (Todos trabajos de
mujeres según algunos estudios de los huesos llevados a
cabo por Theya Molleson en algunas culturas
neolíticas).

MUJER INVENTARÍA EL CALENDARIO

Además, al necesitar las recolectoras y las agricultoras, conocer
los alimentos característicos de cada época del año, así como el
momento adecuado para sembrar y realizar las diferentes labores
agrícolas, empezarían a fijarse en las estrellas que sobresalían en el
cielo en diferentes épocas. Y así descubrirían que la desaparición de
ciertos grupos estelares por el cielo vespertino eran coincidentes
con la lluvia o el tiempo adecuado para la siembra o recolección:
inventaron el calendario.

1.3 Definiciones conceptuales sobre el culto a la
diosa y a la mujer estereotipo.

La historia de la Diosa tal y como ha llegado con
el transcurso del tiempo determina que los antepasados más
remotos y el desarrollo de las grandes civilizaciones,
enseñan el papel supremo de lo femenino en calidad de lo
divino.

Desde la perspectiva de Vicki Noble se puede
entender: "La perspectiva mitológica supone un hilo de
toda la historia; las repercusiones políticas para las
mujeres y nuestras actitudes cambiantes hacia la vida y la naturaleza también se encuentran inextricablemente unidas al destino de la Diosa".

Y antes de la era patriarcal, los pueblos de todo
el mundo consideraban los principios del universo como
propios de la diosa y de sus símbolos, la hembra que
produce el nacimiento y la vida. Desde la Grecia
pre-helenística hasta los Hopi nativos americanos,
Africa,
Oriente Medio y Sudamérica se repiten leyendas parecidas como las olas de un mar ,
un mar tan profundo como el propio nacimiento. En principio era la
nada que se convierte en el caos: todas las cosas formando un
potencial infinito, pero sin forma ni orden, el húmedo abismo del
universo. El caos es un concepto de
fertilidad femenina, relacionado con la luna, mientras que el
mar, que evoluciona en la tierra o en el seno gestante de la
mujer, constituye sus paralelos.

"La creadora de este vertiginoso abismo es Gea,
Yemaya, La Mujer Araña, Ishtar o Astoret, Demeter, la
Pacha Mama y tiene otros mil nombres. Surge del caos y lo ordena
para darle forma. Pone las cosas en su lugar y hace que nazcan
los planetas, las
personas y todo tipo de vida como compañeros para su
soledad."

El nacimiento es un acto femenino y las narraciones de la
creación de las culturas anteriores a los dioses masculinos son, actos
de diosas
que dan a luz, aunque su nombre cambia de una cultura a otra, sigue
siendo la gran madre, la que todo lo da, la que produce la vida y
alimenta de su propio cuerpo.

La diosa pre-helénica más antigua es
Gea (la tierra), la babilónia Tiamat (el mar), Yemaya, la
sirena diosa de los yorubas, se la conoce en toda África
occidental y por toda América Central y del Sur, La mujer Araña, la que teje la vida, gran madre de los indios Hopi en la zona
sud-oeste de Norte América, la diosa Ishtar o Astoret tiene sus
orígenes en Babilonia pero su culto se extendió por todo oriente medio
y llegó a convertirse en el prototipo de Isis la diosa egipcia, Kwan
Yin y Nu Kwa en China, Aido
Hwedo y Mawu en África, Inanna la diosa Sumeria,
Démeter, lo mismo Hera surgen de si mismas, del caos.
Girando como un torbellino en la oscuridad, se convirtió
en una galaxia de resplandeciente luz y creó el sol y la luna, el espejo del cielo. Fundiéndose con los cielos, ella misma en el espejo, dio vida los mares y al enfriarse se formó el planeta.

Cada una de estas y otras diosas de la
creación dan forma a la tierra por nacimiento o por
modelado, crean toda la vida. Son al mismo tiempo, la tierra y la
luna. Sus símbolos y leyendas son ejemplos de historias
que se encuentran por todo el mundo y en cualquier época,
estableciendo a una diosa como fuerza creadora del universo. Son
la base de la espiritualidad de las mujeres, de la magia y como
en el culto de la diosa cada mujer es una parte de la madre
creadora, resulta que cada mujer participa en la creación
por sus propios actos de nacimiento y modelado. DIANE STAIN
P64.

La mujer que crea tiene este aspecto del ser de la
diosa, la diosa estaba al principio, lo mismo que estará
en el futuro. La gran diosa madre del universo, es la creadora
del mundo, de todo lo que existe y forma parte del ser de las
vidas de todas las mujeres. DIANE STEIN EL LIBRO DE LA
ESPIRITUALIDAD FEMENINA P64

La Diosa es la madre, la hembra, la tierra fértil. Sus abultados pechos son montañas y sus oscuras aperturas de agua son los
océanos, su piel es el
suelo del que
crecen todas las plantas y todo alimento. Su interior es
nacimiento, muerte y el mundo subterráneo del renacimiento, el
lugar donde se forman los cristales y los volcanes, donde
empieza y termina la vida.

Del mar de su vientre salieron el huevo y la serpiente de toda vida, los peces y los crustáceos, las serpientes y criaturas marinas que evolucionaron después en tierra firme. De su vientre salieron las aves y
los animales, los insectos que vuelan, caminan y reptan por su
cuerpo. Ella es la Diosa que todo lo da, y que todo lo quita. DIANE
STEIN EL LIBRO DE LA ESPIRITUALIDAD FEMENINA P 54 CREACION Y DIOSAS DE
LA CREACION

El ónfalos u ombligo de la Diosa es el oráculo de Delfos, el
delfos significa útero, vigilado por la hija-serpiente de la diosa, la
Pitia y sus sacerdotisas. Sus grutas y santuarios son los lugares
de sabiduría interior, entre la superficie y el mundo subterráneo,
los lugares de la Diosa donde se escuchaba la sabiduría de la diosa
por medio de su sacerdotisa y ella garantiza el don de la profecía.
DIANE STEIN EL LIBRO DE LA ESPIRITUALIDAD FEMENINA P54,55 CREACION Y
DIOSAS DE LA CREACIÓN

"Las imágenes
de la Diosa Madre, principio femenino del Universo y fuente de
toda vida, abundan. Están en arcilla, en piedra, en
herramientas, en pinturas modernas.

"La Diosa tiene diez mil nombre, compartidos por las mujeres alrededor del mundo. Se llama Diana, madre sagrada; se llama Tiamat, Hécate, Isis, Inanna, Belili, la Gran Madre del Maíz,
Artemis, Brigid, Morrigan Cerridwen; su nombre es el de todas las
mujeres ? Ana, Susana, Luly, Catalina, Mariana -. Todos los
nombre propios de mujeres derivan de nombres de la Diosa y todas
nosotras sin excepción somos expresiones de la Madre,
manifestaciones de la Diosa en la Tierra." ZSUZSANA BUDAPEST EL
PODER MÁGICO DE LAS MUJERES P 314-319

"Y lo mismo que hace la diosa arriba, en el
universo, las mujeres abajo, en la tierra, continúan el
misterio de dar y alimentar la vida, el de la
menstruación, el del nacimiento y el de amamantar". DIANE
STEIN EL LIBRO DE LA ESPIRITUALIDAD DELAS MUJERES
P25

"Hallazgos arqueológicos de todo el mundo
representan ala diosa mujer del nacimiento, con los senos, el
vientre abultados y las piernas abiertas en posición de
parto. La veneración por la fuerza vital pasó a ser
veneración por la mujer".DIANE STEIN EL LIBRO DE LA
ESPIRITUALIDAD FEMEININA

Se la honra en calidad de dadora y mantenedora de la
vida: de su vientre surge el gran misterio y todo vuelve a ella.
Toda la vida se mantiene mediante su cuerpo geano, en equilibrio
homeostático, Tanto si fue la Gran Diosa Madre quien
sirvió de guía a nuestros antepasados a la hora de
convertirse en seres concientes como si no, es una mujer la que.
Como madre, nos vigila a todos y a cada uno de nosotros desde los
primeros momentos de nuestra existencia.

Los mitos de la creación de innumerables culturas
dan testimonio, de este fenómeno y del papel que ha
desempeñado el principio femenino en la
conformación del mundo en el que habitamos.

La Diosa es universal y permanente en la
imaginación humana y la fabuladora más importante:
su historia se encuentra entretejida en el mundo entero con las
vidas y las leyendas de los hombres.

Desde siempre se ha reconocido a la Diosa bajo diversas
formas. Es la Madre del mundo, la dadora de vida, la gran
nutridora, sustentadora y sanadora; pero también la que
porta la muerte, la que garantiza la inmortalidad y la
liberación. La Diosa da Y la Diosa quita. Es capaz de
compasión infinita y de total
aniquilación.

En definitiva, es la encarnación de lo que
conocemos como vida y su historia, antigua como la vida misma,
porque ella es la vida. Es el tiempo pasado, presente y futuro,
la forma y la amorfia.

La Diosa aparece en una cultura tras otra con multitud
de denominaciones; su panteón es enorme y sus dominios
amplios. Nuestros antepasados eran politeístas y
panteístas: no existía una deidad todopoderosa que
rigiese la vida de la humanidad, sino una Diosa
polifacética a la que se podía invocar pronunciando
sus nombre para que satisficiera las necesidades de las
gentes.

Sus santuarios se encontraban por todas partes , pues en todas
parte moraba: junto al hogar, en el pozo o el manantial sagrado que
forma la catedral de la naturaleza, en la cueva más profunda, en la montaña más alta.

Las plantas y los animales, la Luna, el Sol las estrellas, el río
que fluye hasta el mar y el océano mismo: todo eran sus dominios.
Todos ellos estaban consagrados a la Diosa. Todo formaba parte de la
Gran Madre y por consiguiente, de la misma familia. Todas las Diosas
son autoridad para traer sexualidad
(fuego) y lenguaje (alfabeto) a sus pueblos como en el caso de
Saraswati en la India; Brigit
en Irlanda e Isis en Egipto.

Donde se rinde culto a la Diosa, ya sea en Europa o en
la india, en la antigüedad, La Diosa proporcionaba la forma
de la iniciación masculina o femenina. Las sociedades de
hombre participaban activa y necesariamente en su culto, la
sabiduría de las cultura en las que se rendía culto
a la Diosa consistía en presentar la necesidad como un
misterio y representarlo como purgación individual y
festividad universal.

Los primeros ritos iniciáticos se basa en lo femenino, los ritos de las mujeres giran en torno a sus ciclos y la iniciación sacraliza los momentos fundamentales de la pubertad la
menstruación, el amor sexual, el alumbramiento y la
maternidad. También incluyen los ciclos, más
amplios, de la Naturaleza y el retorno de las estaciones, que
honran el lugar que ocupa la Diosa en el ciclo
cósmico.

Los misterios primordiales de lo femenino siempre se han
asociado con la vegetación, a través de la intimidad
de las mujeres con el mundo de las plantas. Las flores, las
frutas, el maíz y el trigo no eran únicamente
fuentes de
alimento, sino símbolos de fertilidad.

Ha sido virgen, amante, madre y vieja. Tiene diez mil nombres y
la han llamado Reina de los Cielos, ama de la Oscuridad, Señora de las
Cosa Salvajes, Tejedora de la Tela.

Uno de los múltiples dones de la Diosa es el
poder de transformación, la capacidad para adoptar la
forma de animales, sobre todo de aves y serpientes.

En todo el mundo antiguo se rendía culto al yoni como objeto del
gran misterio: la entrada a las cuevas y a los recintos con puertas y
columnas representa el santuario uterino de lo divino femenino. En la
tradición tántrica de la iNdia, el yoni aparece en los templos, para
que todos lo honren y respeten como fuente de la vida, la belleza y el placer, es otro ejemplo del fluir de la fuerza vital a través de lo femenino.

"Esta misma tradición reconoce que toda mujer
representa el principio divino conocido con el nombre de
Sákti. Mediante la existencia de la fuerza Kundalini, la
mujer puede alcanzar mayor potencial creativo , pues la
inseminación cósmica del poder de la serpiente
despierta en ella la conciencia definitiva de la realidad. Tal
despertar y la proyección de esta fuerza en el mundo suele
manifestarse en el proceso de dar a luz." ADELE GUETTY LA DIOSA
MADRE DE LA NATURALEZA VIVIENTE.

En Egipto, la Diosa constituyó siempre un aspecto fundamental del
panteón. En la época dinástica se dividió a la diosa buitre Nekbet en
Nut, el cielo( una de las predecesoras de la griega atenea), la que
existía desde la eternidad, la que creó el mundo y situó a Ra, el
dios sol, en los cielos. Bajo la más conocida de sus múltiples formas,
era la alada Isis, conmemorada como la Más Vieja entre las Viejas,
que fundó las artes de la curación, la agricultura, el derecho y la justicia,
también la monarquía.

En el arte del mundo entero se nos presenta como
energía omnipotente de la Fuerza Vital. Sin ella no somos
nada; con ella, nuestra capacidad se llena de una energía
vital que nos encamina hacia el futuro.

Representa a corporizada en los arquetipos de Ishtar y
Afrodita, diosas babilónica y griega del amor.
También es Deméter, la diosa griega del trigo,
adorada en los Misterios Eleusinos y más tarde reflejada
en Ceres, la diosa romana.

Esta Diosa entronizada, sentada entre dos leopardos, las bestias de Afrodita, amplía la imagen encinta a una de poder administrativo. Ella sostiene a la raza humana en su amplio regazo y está en cuclillas, lista
para dar a luz. Más tarde, el nombre egipcio "Isis" significó
"trono" o "asiento". Como dice Erich Neumann, "La Gran Madre es el
trono, puro y simple". De alguna manera, esta imagen cambia entre el
Paleolítico y el Neolítico, pero tal como lo había hecho mucho antes,
aparece ahora entre nosotros dispuesta a dar impulso. la Diosa dentro
del cuerpo, la fusión entre espíritu y materia.

En la imagen de la Madre Paz, reclinada en el pasto silvestre
parece esperar a un amante o al oficiante de los misterios,
rememorando figuras encontradas a la entrada de la Magdaleine, en la
Edad del Hielo en Francia. A
ambos lados, la entrada representa una figura femenina reclinada,
grabada en la roca. "Lo que parece tan extraño en estas figuras es su
pose inusual que nada tiene que ver con la de un ídolo. Ambas
figuras yacen tendidas hacia fuera en completo reposo, con un brazo
doblado sosteniendo la cabeza. Se elevan desde la roca como Afrodita,
nacida de la espuma, surgió
del mar". Más tarde, Giedion sugiere que estas esculturas en relieve
anticipan las figuras posteriores de Artemisa reclinada, que
"expresaban los múltiples atributos de la deidad: Diosa Madre, Diosa
Luna, Regente del mundo animal,
Diosa del Amor". También menciona pequeños desnudos similares en
Babilonia del siglo III y II a. C. que, como las figuras de la
Magdaleine, acentúan marcadamente el triángulo púbico.

Al frente, en la parte baja de la imagen de la Madrepaz,
la placa de Deméter está tomada de una escultura en
relieve de la pintura griega
clásica que reproduce los Misterios Eleusinos. Marija
Gimbutas señala que desde el Paleolítico hasta la
Antigüedad clásica, la imagen de la Diosa
comenzó a fragmentarse desde su unidad original. Los
misterios conducidos finalmente por un hierofante o sacerdote, no
pudieron retener la mayor parte de lo que habían sido en
el comienzo los misterios estrictamente femeninos. De todas
maneras, estos antiguos ritos de iniciación celebraban la
reunión de madre e hija, tanto como la cosecha de los
granos sagrados, los que probablemente incluían
algún conocimiento arcaico y tradición oral perdida
hoy.

En su mano, la Deméter griega (o posterior Ceres romana) sostiene
la serpiente de la regeneración y las espigas de trigo que simbolizan
abundancia. Estas imágenes, aunque esotéricas y sacadas de contexto,
todavía aportaban algún poder a los iniciados, aunque a menudo solo
en el plano simbólico. Hoy día, por supuesto, los misterios femeninos
que alguna vez expresaron una forma de vida y más tarde un ritual
esotérico, los conocemos a través de pálidas versiones ofrecidas por
los eruditos. Sin embargo, las bases
de estos misterios permanecen en nuestros cuerpos. Nuestras
iniciaciones modernas tienen lugar en un nivel inconsciente, durante
nuestros sueños y visiones.

La Diosa, en su seductora pose contemporánea
simboliza este conocimiento inconsciente que las mujeres modernas
comparten de los antiguos misterios de sanación y
transformación que aún viven en nuestra atenuada
sexualidad y en nuestro siempre presente deseo de
vivir.

El alma de mujer siente su conexión a la Tierra.
Ella huele la rosa, roja como pasión o sangre menstrual, y
conoce los misterios de la procreación, el potencial de la
vida creciendo y nutriéndose en su útero, seguido
por el acto sagrado del nacimiento. Ella presenta la vida
comunitaria cercana al suelo, un tiempo cuando la gente no
hacía guerras sino que ocupaban su tiempo libre haciendo
arte y amor, concepto desvalorizado por nosotros, en los slogans
de los años 60.

Cuando la agricultura se convirtió en negocio, se perdieron las cualidades de dar vida de la emperatriz y el trabajo
llegó a ser el tedio
que es hoy para la mayoría de la gente, sacado de su contexto
significativo. La desconexión de la humanidad de la verde energía de
sanación de la Diosa, de su tierra fértil fue la caída desde la gracia.
El día que dejamos de amar la Tierra como nuestra Madre y a la mujer
como su representante sagrada, fue el día que abandonamos el Jardín.

La Madre nos hace señas de que regresemos a ella
antes de que nos destruyamos. Como la energía de la diosa
Kundalini durmiente, ella pide ser redespertada en nosotras, de
tal manera que podamos conocer una vez más la
alegría y el propósito de la vida en el
planeta.

Las antiguas culturas de la Diosa pueden despertar en
las mujeres el deseo por una vida comunitaria donde se comparten
las cosas materiales o
por una vida sin guerra. Un mundo deseado donde todos los
niños
sean queridos, o donde se exprese con libertad la
sexualidad, enterrando modelos o
ideas culturales acerca del amor.

"En las culturas en que se reverenciaba a la Diosa, las
sacerdotisas y mujeres mantenían el poder, el poder del
nacimiento y la vida, del conocimiento, la curación y del
culto. El culto a la Diosa mantenía una posición en
que todo marchara bien en la tierra, tenían alegría
de vivir, a la ley natural y a
las mujeres, sus aspiraciones eran pacificas y populares, el
poder era fortalecido desde adentro". DIANE STEIN EL LIBRO DELA
ESPIRITUALIDAD FEMENINA

En esta cultura se encontraban sumas sacerdotisas
y templos dedicados a la Triple Diosa (Isis, Diana,
Hécate), altares sagrados y poder
femenino.



"La mujeres en este tiempo toman conciencia de sus ciclos y sus
energías inherentes a él, también aprenden a percibir un nivel de vida
que más allá de lo visible; mantiene un vínculo intuitivo con las
energías de la vida, el nacimiento y la muerte, y siente la divinidad dentro de la misma tierra y de sí misma.

A partir de este conocimiento las mujeres se relacionan
no sólo con lo visible y terrenal sino con los aspectos
invisibles y espirituales de su existencia. Fue a través
de este estado de
conciencia que tenía lugar todos los meses que las
chamanas/curanderas, y más adelante las sacerdotisas,
aportaron al mundo y a su propia comunidad su energía,
claridad y conexión con lo divino. La curación, la
magia, la profecía, la enseñanza, la inspiración, la superviviencia provinieron de su capacidad de sentir ambos mundos, de viajar entre los dos y de llevar sus experiencias de uno a otro." MIRANDA GRAY LA LUNA ROJA LOS DONES DEL CICLO MENSTRUAL P 75

Chamanas Mujer sabia que conoce cómo conducir las energías
para la sanación del cuerpo, la mente y el espíritu. En las
sociedades primitivas, se recurría a ella no solo en la enfermedad
sino también en busca de consejos para la vida. Su función como parteras era vital para preservar la salud tanto de la
madre como de los nuevos bebés que llegaban a la vida por
sus manos. Del mismo modo, estas mujeres eran "parteras del
espíritu", facilitando el nacimiento de las almas en el
Otro Mundo, asistiendo a las personas en el momento de la muerte.
Algunos de sus sinónimos son "Mujer de Conocimiento" ,
"Mujer de Medicina" o
como señala Clarissa Pinkola Estés en Mujeres que
Corren con los Lobos, "la que Sabe".

Muchas
definiciones coinciden con esta última al determinar que
la palabra "chamana" significa "que sabe". Palabras con la misma
raíz se encuentran en el sánscrito sramana, en el
chino seha-men y en el turco altaico, kam udujan (mujer
sabia).

El chamanismo
supone una maestría sobre el reino de los espíritus
para ser aplicado en la curación física. Al igual
que el sacerdocio, es un arte femenino que fue usurpado por los
varones prácticamente en todas las culturas, a partir del
advenimiento del patriarcado. Vicki Noble señala en su
libro Madrepaz.Un camino hacia la Diosa a través del
mito, arte y
tarot,
que "el chamanismo es la religión más antigua en el mundo y se
remonta a las raíces matrísticas primitivas de la cultura humano". En
la misma obra
cita a Geoffrey Ashe, quien asegura que el chamanismo fue
"antiguamente un culto de mujeres que estaba fusionado mientras lo
estaban los pueblos" y que "después que las tribus se separaron y
dejaron de tener contacto entre sí pasó a manos masculinas". De este
modo, comenzaron a utilizarse dos términos diferentes para definir el
género de quienes ejercen este arte: "chamán" y "bruja". Mientras que
la palabra "chamán", aplicada al varón, tiene connotaciones
positivas, el término "bruja" ha sido utilizado para denigrar a la
mujer sabia y para justificar el asesinato de millones de mujeres,
durante el período de la Inquisición.

La palabra "curandera" es también utilizada para definir a esta
profesión, aunque en la actualidad es un término frecuentemente
asociado a la "ignorancia" y a la "superstición", cuando aún hoy, en
las poblaciones alejadas de los centros médicos "civilizados", son
ellas las responsables de asegurar la buena salud de la comunidad.

"La Mujer es la
Sustentadora del Planeta y no debe permitir que su energía
sea desviada hacia los sistemas masculinos, ya sea que estos
estén dentro de un hombre o de una mujer -afirma en su
libro The Power Deck. The Cards of Wisdom ("El Mazo de Poder. Las
cartas de
Sabiduría")-. Todos (y todas) necesitamos la
armonía del mundo. La Madre Tierra no ha sido bien
comprendida, pero ella es en realidad el Universo. Ella es el
útero por el cual todo viene a la vida. La conciencia
femenina es la energía que corporiza la sabiduría
que necesitamos en este momento".

La función de las chamanas modernas consiste en sanarse a sí
mismas de los milenios que han separado a la mujer de su naturaleza divina (v. Diosa) y que han devastado sus conocimientos y su autoestima, con la consecuentepérdida de poder. Sandra Román Artículo incluido en Diccionario de
Estudios de Género y Feminismos, Susana Gamba(comp.),
Tania Diz (asistente comp), en imprenta

"Sacerdotisas, el papel de sacerdotisas fue tan fuerte
en esta época, adoptando la posición de adivina o
hechicera, que era el vínculo de las primeras religiones
matriarcales, estas mujeres de la aldea eran espertas en magia de
la naturaleza, la curación y las relaciones entre las
personas y tenían la capacidad de interactuar con las
estaciones, su propio ciclo menstrual y su intuición,
ayudaba y guiaba a sus semejantes en lo concerniente a la vida y
la muerte, actuaba como iniciadora y transformadora
valiéndose de los rituales de transición, y
dirigía las ceremonias estáticas que llevaban la
unión, la fertilidad y la inspiración a su pueblo".
MIRANDA GRAY LA LUNA ROJA LOS DONES DEL CICLO MENSTRUAL
P75

"Estas mujeres simbolizaban el equilibrio de la
conciencia y las energías femeninas dentro de la sociedad
y de la religión de la Diosas. Las sacerdotisas,
hechicera, chamanas o brujas tienen la capacidad de transmitir
los poderes de lo divino y esta es una capacidad
típicamente femenina que proviene del propio conocimiento
del ser. Convertirse en sacerdotisa significa bucear
interiormente." MIRANDA GRAY LA LUNA ROJA LOS DONES DE LA
MENSTRUCIÓN P77

De sus conocimientos de la sucesión de las constelaciones y de
las estaciones derivaba su enorme poder, por lo que eran consultadas
para predecir el porvenir, aconsejar el tiempo adecuado para sembrar,
viajar, navegar o realizar otras empresas importantes... inventaron el sacerdocio. (Durante muchos miles de años lo ejercieron en exclusiva y profetizaban basándose en la observación científica de los
fenómenos atmosféricos, que hacían su
aparición coincidentes con una precisa situación
estelar.

La mujer es la conocedora de los misterios de la
reproducción: animal, humana y vegetal (de
ahí las fiestas de "Misterios", celebradas en principio
exclusivamente por mujeres en todas las religiones agrarias
Mistéricas), consecuentemente el poder seguía
estando en manos femeninas, con una organización
igualitaria con vínculos horizontales.

La existencia de festividades exclusivamente femeninas
ha sido explicada de distintas maneras. Una hipótesis es que los cultos femeninos eran
supervivencias de un período matriarcal cuando toda la
religión estaba en manos de mujeres. Otra
explicación es que las mujeres en las sociedades
primitivas tenían a su cargo la horticultura y la
jardinería, y por tanto, estaban implicadas en los cultos
a la fertilidad. (Pomeroy, 1987: 96).

Y así era la oficianta la que llevaba a cabo las
ceremonias mágicas para solicitar favores a la Diosa,
ayudada por músicas, cantantes y bailarinas (de las que
existen múltiples obras de arte arcaicas que las reflejan,
estando ausentes figuras paralelas masculinas).

Aporta Campbell la afirmación de Macculloch "una
de las principales autoridades en este campo", de los celtas de
Irlanda: ...desde el octavo milenio antes de nuestra era en
adelante, fue tomando forma un nuevo orden de existencia humana,
basado no en forrajear y cazar sino en plantar y recolectar
cosechas, con la buena Madre Tierra como principal aportador del
sustento. Fue en esos tiempos, entre esos pueblos, donde se
desarrollaron los ritos de fertilidad que han conformado los
ritos básicos de todas las civilizaciones basadas en la
agricultura desde entonces: rituales que tenían que ver
con el arado y la siembra, la siega, el aventado y los primeros
frutos." (Campbell, 1994: 201).

"La función de las sacerdotisa es la de transmitir, es la
transmisora. La capacidad de la mujer de recibir para poder dar la
convierte en un canal perfecto para lo divino, representando a la
Diosa en su facultad revitalizadora." MANUELA DUNN MASCETTI LA DIOSA CANCIÓN DE EVA P245

LA DIOSA EN CADA MUJER

"Tu eres Diosa"

La Diosa es la fuerza creadora del
universo.

Sus símbolos, mitos, leyendas son
ejemplos de historias que se encuentran por todo el mundo y en
cualquier época.

Cada mujer es parte de la madre
creadora.

Toda mujer participa en la
creación por sus propios actos de tomar en forma activa el
control del
poder, desde su propia vida, cada mujer participa en el SER y la
creación de la DIOSA que hay en todas las
mujeres.

La danza, como un
camino espiritual, permite que el cuerpo recupere sus formas y
movimientos en un acto íntimo de encuentro con nuestro
interior. De esta manera los movimientos son una expresión
que surge de las conexiones con la Diosa que hay en cada
mujer.

Metodológicamente pretendo
demostrar la vía para llegar a este re- encuentro con
la memoria
corporal y su más alta emanación del Ser
Mujer.

La DIOSA es la creatividad individual, crear bellas
formas con sus cuerpos, sus manos, sus mentes, es el reconocimiento
cada vez mayor de la Diosa como planeta, como la tierra misma y de las
mujeres como parte de la tierra y de su ser divino, su evolución, su
personalidad y
su poder.

Lo mismo que hace la Diosa "arriba" en el
universo, la Mujer "abajo" en la tierra, continua el misterio de
dar y alimentar la vida, el de la menstruación , el del
nacimiento y el de amamantar.

El resurgir de la Mujer y la Diosa, la
gran madre como fuente de toda la vida, aceptar y confirmar la
ley natural de la Diosa forma parte de una herencia que
empezó antes del principio de los tiempos y que
continuará cuando este haya terminado.

La Diosa ya no esta dormida, esta
aquí y ahora.

- 4 -

En el proceso de re-in vindicarla,
re-conocerla, re-cordarla y revisar sus técnicas,
conocimientos y rituales, es también un descubrimiento de
las mujeres, una curación de

la humanidad y de la tierra, esta
re-visión, despertar y curación es lo que
constituye la espiritualidad de las mujeres.




LA DANZA ÍNTIMA DEL SER


"la Danza es una de las formas más
perfectas de comunicación con

la divinidad y una ofrenda
sagrada"

La danza intima del ser es un camino, una
conexión con la Diosa, es una curación consigo
misma, con los demás, con el planeta y todo lo que vive en
el que se extiende a todas las mujeres en cualquier sentido y que
esta aquí y ahora.

Las danzas sagradas conservan lenguajes
arcaicos, nos devuelven a la ley universal de la Diosa, al
movimiento
para alcanzar la armonía de uno mismo y en el mundo. En el
corazón
es donde ocurre la danza.

La danza hace posible que cada ser se
sumerja en sus cuerpos para descubrir y dejar surgir, más
allá de las formas establecidas, su propia danza que
emerge de las profundidades del propio cuerpo, de la memoria arcana,
en la unión con la Diosa.



RECUPERANDO MEMORIA

"donde va la mano va la
mirada,

Donde va la mirada va el
espíritu,

Donde esta el espíritu,
allí esta la emoción"

La danza es un medio de recuperar cuerpos
que en occidente han sido desmembrados, las formas cotidianas de
comportamiento
corporal son, en apariencia, naturales, pues están
revestidos de las conductas aprendidas socialmente y sujetas a la
ley de la inercia, cuerpos que han ido perdiendo memoria, han
talado sus raíces.

Es el cuerpo el que guarda cifrado su
lenguaje arcano. Solo hay que tocarlo para despertarlo. Dejar que
el cuerpo hable por si mismo, exige el propio vaciamiento para
poder accionar, revela la forma del alma.

El Ser Mujer es una completa recuperación de
nuestro espíritu, cuerpo, mente como uno solo, la lucha de la mujer a
través de varios siglos es ahora la toma de conciencia de que somos
seres creadores, generadores y sostenedores de la vida misma, ahora
estamos ocupando el puesto que nos corresponde como seres, como
madres, como profesionales, como ejes fundamentales en la reconstrucción de la sociedad y del planeta entero.

Es el compromiso de muchas mujeres y
nuestra responsabilidad de Dar Luz desde nuestra
cotidianeidad, porque somos portadoras de la mas alta tarea de
crear y hacer de la Vida un acto de amor, de unión, de
iluminar y trascender a otro plano de conciencia donde el
respeto, la espiritualidad, las técnicas, el conocimiento,
los rituales serán parte de un que hacer
diario.

Cada Ser es una porción de Dios-Diosa manifestados
y cada Ser en su corazón tiene el mas grande anhelo de que la vida
sea un acto de amor con la belleza y sencillez de todo lo que nos hace
volver simples y bellos a nosotros mismo y que lo encontramos en la naturaleza.

Que seamos capaces de crecer en
conciencia, con profundidad espiritual para hacer de esta vida lo
que deseamos verdaderamente.





DEDICATORIA

A la luz de la Diosa que suavemente se
apodera de mi espíritu y me engrandece...







Sol Johanna Carrillo Robalino

El ToDo En LaS pArTeS...

 


En Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser... Es el mundo de la unidad, de la fusión con el Todo... Es la Iniciación del Aire... No supone, como algunos creen, el volcarse uno en el océano del todo y perder así la propia conciencia; supone, por el contrario, volcar el todo en nuestra propia individualidad, de modo que sentimos que todo está en nosotros, forma parte de nosotros, como debe sentirlo el propio Dios... Así se comprueba que el daño hecho a cualquier hombre, daña a todos y que la felicidad proporcionada a cualquiera, hace felices a todos...

No Te ToMeS NaDa PeRsOnAlMeNtE...

 


No Te ToMeS NaDa PeRsOnAlMeNtE...CuAnDo SeAs InMuNe A LaS OpInIoNeS Y LoS AcToS De LoS DeMáS... DeJaRáS De SeR La VíCtImA De Un SuFrImIeNtO InNeCeSaRiO....AnTeS dE VeStIr Tu CuErPo De BlAnCo...IlUmInA tU aLmA...

Trepó el muro de la miseria humana...
Descolgó soledades abriendo ventanas...
Escaló silencios desmembrados...
Calló recuerdos desharrapados...
Olvidó tristezas desmenuzadas...
Cantó loas al sol,que la iluminaba...
Subió a las nubes desbordada de lluvia...
Buscó la noche...Quedó atrapada en estrellas siderales...
Trastocó el Universo...Regresó en filigranade luna plateada...
Cayó sobre el césped,para rendirse,y ser rocío...en vez de lágrimas...

La armonía, el amor y la luz están donde la vida te lleve... La iluminación de tus días y los colores con que los veas dependen de vos... No lo olvides, vos y sólo vos sos el hacedor de tus sueños y tu destino...

El MiLaGrO dE lA iNtUiCióN...

 



A
veces, la verdad nos llega de lugares inverosí­miles, una respuesta
que buscamos aparece en un periódico tirado en el suelo, o un par de
transeúntes dicen algo que explica claramente lo que pensábamos, un
libro se abre justo en la página donde está puesto en palabras aquella
respuesta tan huidiza, o una película, etc. . esas infinitas formas en
que la vida nos muestra sus cartas, depende de nosotros en última
instancia no estar tan distraí­dos como para no percatarnos de eso que
se nos muestra a todas luces y que solemos llamar coincidencia, esa
hermosa palabrita que oficia de seudónimo del misterio, cuando no
quiere firmar con su nombre...La intuición es uno de nuestros
privilegios de nacimiento, es una indicación que recibimos del Poder
Superior. Su sabiduría nos rodea e inunda en cada momento de nuestras
vidas.La Sabiduría Universal reside en el narciso que sabe florecer
en primavera cuando la tierra está caliente. El amor divino está en el
corazón de mi amigo cuando me trae la cena al volver yo de un largo
viaje. Siento la presencia del Espíritu cuando oigo reír niños en
bicicleta afuera de mi casa. Soy testigo de la protección de la Diosa
cuando mi amiga da a luz a su hijo.A traves de tu intuición,
obtienes iluminación y orientación de Todo-Lo-Que-Existe, es a lo que
llamo Dios. Esta sabiduría forma parte de ti y, aunque no puedes
tocarla ni verla, puedes experimentarla. Está allí y es real.Se ha
dicho que las coincidencias son la manera en que el misterio permanece
anónimo. A menudo un hallazgo se produce en nuestra vida como forma de
mostrarnos que vamos por el camino correcto. La intuición rara vez te
envía el mensaje una sola vez. Si no captas el mensaje la primera
ocasión, seguirás escuchando, sintiendo y viendo lo que llamo avisos
intuitivos, que te señalan el camino correcto a partir de tu sistema de
orientación interna.Creo que el mundo será un lugar mucho mejor
cuando todos sepamos cómo utilizar de manera sistemática el don de la
intuición para mejorar la calidad de nuestra vida.Está escrito por la mano del Misterio...Pondré mi ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré...

Por Janeth Castellón...

El AmOr...

 


El AmOr...

DeL SeXo A La SuPeRcOnCIeNcIa....

El SeXo: El OrIgEn DeL AmOr...

El amor... ¿qué es el amor? Sentirlo es fácil, pero definirlo es en verdad difícil. Si le preguntas a un pez qué es el mar, el pez dirá: «Esto es el mar, mira a tu alrededor... y esto es lo que es». Pero si insistes: «Por favor defínelo», entonces el problema resultará muy difícil.
Las cosas mejores y más bellas de la vida pueden ser vividas, pueden ser conocidas, pero son difíciles de definir, son difíciles de describir.
Esta es la desgracia del hombre: durante los últimos cuatro o cinco mil años el hombre se ha limitado a hablar y hablar del amor, de eso que debiera haber vivido intensamente, de eso que ha de ser vivido desde el interior. Ha habido grandes conferencias sobre el amor; se han cantado canciones de amor, se han entonado himnos devocionales en los templos e iglesias. ¿Qué es lo que no se hace para alabar el amor? Y aun asíno hay lugar para el amor en la vida del hombre. Si examinamos detenidamente el,lenguaje del hombre, veremos que no existe palabra más falsa que «amor».
Todas las religiones
predican el amor, pero la clase de amor que predomina, la clase de amor que ha
envuelto a la Humanidad como una desgracia hereditaria, sólo ha conseguido
cerrar todas las entradas al amor en la vida del hombre. Y las masas idolatran
como creadores del amor a los líderes de las religiones. Estos han sido los que
han falsificado al amor, los que han secado todas las corrientes del amor.
Respecto a esto, no existe diferencia básica en cuanto a actitud entre Oriente y
Occidente, entre la India y América.
El manantial del amor
aún no emerge en la vida del hombre. Esta situación la atribuimos al hombre
mismo. Decimos que el amor no ha surgido, que no hay una corriente de amor en
nuestras vidas debido a que el hombre se halla viciado. Culpamos a nuestra
mente; decimos que la mente es venenosa. La mente no es veneno. Aquellos que
están corrompiendo a la mente han envenenado al amor, no han permitido que el
amor florezca. Nada es venenoso en este mundo. No existe nada que sea malo en
toda la creación de Dios; todo es néctar. Es el hombre quien ha convertido todo
el néctar en veneno. Y los mayores culpables de esto son los llamados
profesores, los denominados santones y santos, los políticos.
Reflexiona
detenidamente sobre esto. Si esta enfermedad no es comprendida, si no es
corregida ahora mismo, ni ahora ni en el futuro habrá posibilidades para el amor
en la vida humana.
La ironía es que
hemos aceptado ciegamente las justificaciones de este hecho, las cuales
provienen de las mismas fuentes que son las culpables de que el amor aún no
brille en el horizonte humano. Si se repiten, se reiteran, siglo tras siglo, los
principios que nos hacen errar el camino, no lograremos ver la falsedad
fundamental oculta tras los principios originales. Y entonces surge el caos,
porque el hombre es intrínsecamente incapaz de convertirse en aquello que esas
reglas antinaturales dicen que debería convertirse. Simplemente aceptamos que el
hombre está errado.
He oído que en
tiempos remotos, un buhonero de abanicos de mano solía pasar a diario frente al
palacio de un rey, vociferando acerca de lo excepcionales y estupendos que eran
los abanicos que tenía a la venta. Proclamaba que nunca nadie había fabricado ni
visto abanicos como estos.
El rey tenía una
colección de todo tipo de abanicos provenientes de todos los rincones del
planeta. Sintió curiosidad y salió al balcón para ver al vendedor de tan
extraordinarios y estupendos abanicos. Sin embargo, le pareció que los abanicos
eran corrientes, a lo más, que valdrían una rupia cada uno, pero hizo llamar al
hombre.
El rey preguntó:
«¿Por qué son tan extraordinarios estos abanicos y cuál es su precio?»
El buhonero
respondió: «Su Majestad, el precio no es muy alto. En comparación con la calidad
de estos abanicos el precio es muy bajo. Cien rupias cada abanico».
El rey estaba
asombrado. «¿Cien rupias? Estos abanicos que valen una rupia cada uno, que no
valen más de diez pesetas, pueden encon-trarse en todas partes... ¿y pides cien
rupias por cada uno? ¿Qué tienen de especial estos abanicos?»
El hombre dijo: «¡La
calidad! Cada abanico está garantizado durante cien años. No se estropearán ni
siquiera en cien años».
«Si me baso en su
aspecto, parece imposible que duren ni siquiera una semana. ¿Estás tratando de
engañarme? ¿Es esto un fraude total? ¿Y además al rey?»
El buhonero replicó:
«¡Mi Señor! ¿Cómo me atrevería? Usted sabe muy bien, Señor, que paso diariamente
bajo su balcón vendiendo abanicos... El precio es de cien rupias por abanico, y
me hago res-ponsable si no dura cien años. Me podéis encontrar todos los días en
la calle. Y además, sois el soberano de estas tierras, ¿cómo podría estar a
salvo si os engaño?»
El abanico fue
comprado por el precio solicitado. Aún cuando el rey no confiaba, se moría de
curiosidad por saber en qué se basaba el buhonero para hacer esas afirmaciones.
Se le ordenó al hombre que se presentara después de siete días.
La varilla central se
desprendió en tres días, y el abanico se desintegró antes de una semana.
El rey estaba seguro
de que el hombre de los abanicos nunca se presentaría nuevamente. Sin embargo,
para su completa sorpresa, el hombre se presentó por su propia voluntad tal como
se le había requerido: a tiempo, al séptimo día.
«¡A su servicio, su
Señoría!»
El rey estaba
furioso: «¡Canalla! ¿Eres un bobo? Mira, ahí está tu abanico, todo roto. Este es
el estado en que se encuentra después de una semana y tú me garantizaste que
duraría cien años. ¿Estás loco o eres un gran timador?»
El hombre replicó
humildemente: «Con las debidas excusas, parece ser que mi Señor no sabe utilizar
un abanico. El abanico debe durar cien años. Está garantizado... ¿Cómo lo
utilizó?»
«El rey le dijo:
«¡Dios mío! ¡Ahora también deberé aprender a utilizar un abanico!»
«Por favor no se
enfade. ¿Cómo llegó el abanico a este estado en siete días? ¿Cómo lo utilizó?»
El rey tomó el
abanico y le mostró la forma según la cual uno se abanica.
Y el hombre dijo:
«Ahora comprendo el error. No ha de abanicarse de esa forma».
«¿Qué otro método
existe para abanicarse?»
El hombre le explicó:
«Sostenga el abanico; manténgalo inmóvil frente a usted y luego mueva la cabeza
de un lado a otro. El abanico durará cien años. Puede que usted muera, pero el
abanico seguirá intacto. El abanico no tiene nada malo. Su forma de abanicarse
es la que está equivocada. Mantenga la cabeza inmóvil y agite el abanico. ¡Qué
culpa tiene mi abanico! La culpa es suya, no de mi abanico».
¡La Humanidad, el
hombre, es acusada de un error parecido! Observa nuestra Humanidad: El hombre se
halla muy enfermo, consecuencia de cinco, seis o diez mil años de acumular
enfermedad. Se afirma una y otra vez que es el hombre el que está mal, y no la
cultura. El hombre se está pudriendo; la cultura es ensalzada. ¡Nuestra
grandiosa cultura! ¡La grandiosa religión!... ¡Todo es grandioso! ¡y observa el
resultado!
Afirman que el hombre
está mal, que el hombre debiera cambiar. Y sin embargo, ningún hombre se pone en
pie y cuestiona si las cosas son como debieran ser debido a que nuestra cultura
y nuestra religión, que no han logrado llenar de amor al hombre desde hace diez
mil años, están basadas en falsos valores. Y si el amor no se ha desarro-llado
en los últimos diez mil años, cree mi palabra de que no existe ninguna
posibilidad futura de un hombre amoroso si nos hemos de basar en esta cultura y
religión. Lo que no pudo lograrse en los últimos diez mil años no puede ser
alcanzado en los próximos diez mil años, porque el hombre de hoy será el mismo
que el de mañana. Aun cuando las capas externas de etiqueta, civilización y
tecnología cambian de una época a otra, el hombre es y será siempre el mismo.

¡No estamos
dispuestos a reexaminar nuestra cultura y nuestra religión, y sin embargo las
ensalzamos a voz en grito y besamos los pies de sus santos y custodios! Ni
siquiera estamos dispuestos a mirar atrás, a reflexionar acerca de nuestra forma
de vida y el curso de nuestro pensamiento para verificar si no nos conducen por
caminos equivocados, si es que no están totalmente errados...
Quiero decir que la
base es defectuosa, que los valores son falsos. Prueba de ello es el hombre
actual. ¿Qué otra prueba podría haber?
Al plantar una
semilla, ¿qué conclusión extraemos si los frutos son venenosos y amargos? Se
deduce que la semilla debe de haber sido venenosa y amarga... Pero, por
supuesto, es difícil vaticinar si una semilla determinada producirá o no frutos
amargos. Puedes observarla, mirarla por todos lados, presionarla, romperla, sin
embargo, no podrás predecir con seguridad si los frutos serán dulces o no lo
serán. Tendrás que esperar la prueba del tiempo.
Planta una semilla.
Una planta brotará. Pasarán los años y crecerá un árbol que se elevará más y
más, sus ramas se extenderán hacia el cielo, dará frutos... y sólo entonces
podrás saber si la semilla que plantaste era o no era amarga. El hombre moderno
es el fruto de estas semillas de cultura y religión que fueron plantadas y
nutridas hace diez mil años. Y este fruto es amargo, lleno de conflictos y
sufrimiento.
Y sin embargo
nosotros somos los que alabamos estas semillas y esperamos que el amor florezca
de ellas. Eso no va a ocurrir, lo repito, porque la posibilidad misma de que el
amor surja ha sido destruida por la religión. La posibilidad ha sido envenenada.
Más que en el hombre, podemos ver el amor en las aves, animales y plantas; en
aquellos que no tienen religión ni cultura. Podemos ver más amor en el hombre
incivilizado, en un montañés subdesarrollado, que el que podemos encontrar en el
mal llamado progresivo, culto y civilizado hombre actual. Y os lo recuerdo, los
aborígenes no han desarrollado civilización, cultura o religión.
¿Por qué el hombre se
está volviendo cada vez más estéril respecto al amor cuanto más civilizado,
culto y religioso es, cuanto más acude a orar a templos e iglesias? Existen
motivos, y quisiera discutirlos. El manantial perenne del amor podrá brotar si
logramos comprender esto. Sin embargo, ahora está cubierto de piedras: no puede
fluir. Está cerrado por todos lados, y el río Ganges no puede salir a
borbotones, no puede fluir libremente.
El amor se halla en
el interior del hombre. No es necesario importarlo desde el exterior. No es una
mercancía que debamos adquirir en algún mercado. Está allí, como la fragancia de
la vida. Está en el interior de todo el mundo. La búsqueda del amor, la
aspiración de alcanzarlo, no es una acción positiva o un acto abierto de acudir
a un lugar determinado y extraerlo...
Un escultor se
hallaba tallando una roca. Alguien que había ido a ver cómo se hacía una
estatua, observó que no había indicio alguno de una estatua. Sólo había una roca
que era tallada aquí y allá con cincel y martillo.
El hombre preguntó:
«¿Qué estás haciendo? ¿No vas a hacer una estatua? He venido a ver cómo se hace
una estatua, pero veo que estás cincelando una roca».
El artista respondió:
«La estatua se halla oculta en su interior. No es necesario hacerla. Sólo hay
que quitar el volumen de piedra inútil que la cubre y la estatua aparecerá. Una
estatua no se fabrica: es descubierta. Es desvelada, es traída a la luz».
El amor se halla
encerrado en el interior del hombre: sólo hay que liberarlo. No se trata de
producirlo: hay que descubrirlo. Sin embargo, ¿con qué nos hemos cubierto, qué
es lo que le impide salir?
Trata de preguntarle
a un médico qué es la salud. Es algo muy ex-traño el hecho de que ningún médico
en el mundo pueda decirte qué es la salud. Aun cuando toda la ciencia médica se
basa en la salud, ¿no hay nadie que pueda decirte qué es la salud? Si le
preguntas a un doctor, te contestará que él puede decirte lo que son las
enfermedades, lo que son los síntomas. Puede que conozca diferentes términos
técnicos para todas y cada una de las enfermedades, y también puede prescribir
la cura... ¿Pero la salud? Acerca de la salud no sabe nada. Sólo puede decir que
la salud es aquello que queda cuando no está presente ninguna enfermedad. Esto
se debe a que la salud se halla oculta en el interior del hombre. Trasciende sus
posibilidades de definición.
La enfermedad
proviene de afuera, y por tanto, puede ser definida; la salud proviene de
nuestro interior, por lo tanto no puede ser definida. Se resiste a la
definición. Sólo podemos decir que la salud es la ausencia de enfermedad. Eso
está bien, ¿pero es ésta la definición de salud? En ella, no se dice nada
respecto a la salud en sí. El hablar acerca de la ausencia de enfermedad nos
dice algo acerca de la enfer-medad, no acerca de la salud. Y la verdad es que no
es necesario crear la salud. O bien se halla oculta por la enfermedad o aparece
si la enfermedad desaparece, si se retira o es expulsada. La salud se encuentra
en nuestro interior; la salud es nuestra naturaleza.
El amor se halla en
nuestro interior. El amor es nuestra naturaleza intrínseca. Es un completo error
pedirle al hombre que dé amor. El problema no consiste en crear amor, sino en
indagar y descubrir los motivos por los cuales no logra manifestarse. ¿Cuál es
el obstáculo, la dificultad? ¿Dónde está el dique que lo refrena?
Si no existen
barreras, el amor aparecerá. No es necesario per-suadirle o guiarle. Cada hombre
se hallará lleno de amor si no existen barreras de falsa cultura o de
tradiciones degradantes y dañinas. Nada puede sofocar al amor. El amor es
inevitable. El amor es nuestra na-turaleza.
El Ganges fluye desde
los Himalayas. Su corriente de agua es fuerte y fluida. No le pregunta a un
sacerdote por el camino hacia el océano. ¿Has visto alguna vez a un río en un
cruce de caminos, soli-citándole a un policía las indicaciones para llegar al
océano? Por muy lejos que el mar se encuentre, por oculto que esté, es seguro
que el río hallará el camino. Eso es inevitable. Tiene el impulso interno. No
tiene ninguna guía, pero es totalmente seguro que llegará a su destino. Socavará
las montañas, cruzará las llanuras y atravesará el campo en su deseo de alcanzar
el océano. Un deseo insaciable, una impre-sionante energía se aloja en lo más
profundo de su corazón.
Sin embargo, ¿qué
pasará si el hombre interpone obstáculos en su camino, si los seres humanos
construyen diques? Un río supera, atraviesa las barreras naturales -que en
realidad no constituyen un verdadero obstáculo para él- pero si el hombre crea
barreras, si ingenieros humanos construyen diques que lo obstaculicen, es
posible que el río nunca llegue al océano. Uno debiera tener presente la obvia
diferencia en esta situación. El hombre, la inteligencia suprema de la creación,
puede impedir, si así lo decide, que el río llegue al mar.
En la naturaleza
existe una unidad fundamental, una armonía. Las obstrucciones, los aparentes
obstáculos que se ven en la natu-raleza, son desafíos para despertar la energía:
cumplen la función de toques de clarinete que despiertan aquello que se halla
latente en el interior. No existe desarmonía en la naturaleza.
Cuando sembramos una
semilla, parece ser que la capa de tierra que se halla sobre la semilla la está
presionando, le está impidiendo crecer. Es así como parece ser; pero en
realidad, esa capa de tierra no constituye una obstrucción. Sin esa capa, la
semilla no puede germi-nar: la tierra presiona a la semilla a fin de ablandarla,
desintegrarla y transformarla en un árbol joven. Aparentemente, la tierra está
sofocando a la semilla, pero la tierra sólo está realizando la labor de un
amigo. Esta es una operación clínica. Si una semilla no se transforma en una
planta pensamos que la tierra puede no ser la apropiada o que la semilla no ha
tenido suficiente agua o suficiente luz solar. No culpamos a la semilla. Sin
embargo, si no se producen flores en la vida del hombre, afirmamos que el hombre
es el respon-sable de ello. Nadie piensa en abonos de mala calidad, en una falta
o de agua o de luz solar, y hace algo en consecuencia. En este caso, todo se
limita a acusar al hombre de «maligno». Y el hecho es que la planta del hombre
se ha quedado subdesarrollada, ha sido reprimida por una actitud hostil, no ha
logrado alcanzar el estado de flo-recimiento.
La naturaleza es una
armonía rítmica, pero la artificialidad que el hombre ha impuesto sobre ella, la
ingeniería que ha llevado a cabo sobre ella, el conocimiento mecánico que ha
arrojado a la corriente de la vida, han creado obstrucciones en muchos lugares,
han detenido el flujo... Y se culpa al río. Dicen: «El hombre es malo; la
semilla es venenosa»...
Quiero atraer tu
atención hacia el hecho de que los principales obstáculos han sido construidos
por el hombre, creados por él mismo; de otro modo, el río del amor podría correr
libremente y llegar al océano de Dios. El amor es algo inherente al hombre. Si
los obstáculos son eliminados con discernimiento, el amor podrá fluir. El amor
podrá elevarse hasta alcanzar a Dios, al Sublime Supremo.
¿Cuáles son estas
imposiciones hechas por el hombre?
En primer lugar, la
obstrucción más obvia ha sido la oposición al sexo, a la pasión. Esta
prohibición ha destruido la posibilidad de que el amor nazca en el hombre.
Y la pura verdad es
que el sexo es el punto de partida del amor. El sexo es el inicio del viaje en
pos del amor. El origen, el Gangotri del Ganges del amor es el sexo, la pasión,
y todo el mundo se comporta como si éste fuese el enemigo. Todas las culturas,
todas las religiones, todos los gurús, todos los profetas y videntes han atacado
a este Gangotri, a esta fuente, y el río se ha quedado detenido allá arriba. El
vocerío público siempre ha dicho que el sexo es un pecado, que es irreligioso:
el sexo es veneno. Nunca nos damos cuenta de que, en último término, es la misma
energía sexual la que viaja y llega al océano del amor. El amor es la
transformación de la energía sexual. El amor florece de la semilla del sexo.
Si ves un trozo de
carbón, no se te ocurriría pensar que ese carbón, si es transformado, se
convertirá en diamante. Los elementos pre-sentes en el carbón son los mismos que
en el diamante. En esencia, no existe diferencia fundamental entre los dos.
Después de ser some-tido a un proceso de miles de años, el carbón se convierte
en dia-mante. Pero al carbón no se le otorga importancia alguna. Si es
alma-cenado en una casa, se le pone en un lugar en que no sea visto por los
visitantes, mientras que los diamantes, se llevan alrededor del cuello, sobre el
pecho, de modo que todo el mundo pueda verlos. El diamante y el carbón son lo
mismo, aun cuando son dos puntos de la jornada del mismo elemento y sin embargo,
¿es acaso obvia en alguna parte del mundo esta afinidad interna entre ellos? Si
te transformas en un enemigo del carbón -lo que sería muy natural, dado que a
primera vista el carbón sólo puede ofrecer hollín negro- la posibilidad de su
transformación en diamante finalizaría en ese punto. Ese mismo carbón podría
haberse transformado en un diamante; sin embargo, odiamos al carbón, y de allí
la anulación de cualquier posibilidad de progreso posterior.
Sólo la energía del
sexo puede florecer en amor; pero todo el mundo, incluyendo a los grandes
pensadores de la Humanidad, están en su contra. La oposición no permite que la
semilla germine. El palacio del amor es saboteado desde sus cimientos. La
hostilidad en contra del sexo ha destruido la posibilidad del amor. Al carbón se
le niega la posibilidad de transformarse en diamante.
Es debido a este
concepto fundamental erróneo que nadie siente la necesidad de atravesar las
etapas de aceptación, desarrollo y transformación del sexo. ¿Cómo podemos
transformar algo de lo cual somos enemigos, ante lo cual nos oponemos, con lo
cual estamos en guerra constante?
Al hombre se le ha
impuesto una lucha constante en contra de su energía. Se le enseña a luchar en
contra de la energía sexual, a oponerse a las tendencias sexuales.
«La mente es veneno;
por lo tanto, lucha contra ella». Pero la mente está en el hombre y el sexo
también. Y sin embargo, se espera del hombre que se encuentre libre de
conflictos internos; se espera de él que tenga una existencia armoniosa. Debe
luchar en contra de los conflictos y también hacer la paz con ellos; esas son
las enseñanzas de sus líderes. Por un lado, hacen que el hombre se vuelva loco,
y por el otro, construyen manicomios para someterlo a tratamiento. Esparcen los
gérmenes de la enfermedad y construyen, paralelamente, los hospitales para
curarla.
Otra consideración
importante es que el hombre no puede ser separado del sexo. El sexo es su
origen: es allí donde nace. Dios ha aceptado la energía del sexo como el punto
de partida de la creación. ¡Y los «grandes hombres» lo consideran un pecado,
mientras que el mismo Dios no lo considera así! Si Dios considerara el sexo como
un pecado, significaría que no hay pecador más grande que Dios en este mundo, en
el universo.
¿Has pensado alguna
vez que el florecimiento de una planta es una expresión de pasión, que es un
acto sexual? Un pavo real danza en toda su gloria, y un poeta hará una canción
de ello. Un santo también se sentirá lleno de júbilo. Pero ¿no se dan cuenta que
la danza es también una expresión abierta de pasión, de que es también, en lo
fundamental, un acto sexual? ¿A quién desea agradar el pavo real con su danza?
El pavo está llamando a su amada, a su pareja. Los pájaros, el cucú, cantan; un
hombre llega a la adolescencia, una muchacha se transforma en una mujer; ¿Qué es
todo esto? ¿Qué juego es éste? Todo eso son indicaciones de amor, de energía
sexual. Esas manifestaciones son formas transformadas del sexo, expre-siones del
amor. Burbujean con energía, reconocen y aceptan al sexo, a la vida. La vida
entera: todos los actos, las actitudes, las tendencias, corresponden al
florecimiento de la energía sexual primaria.
La religión y la
cultura están volcando, en la mente del hombre, veneno en contra del sexo.
Intentan crear un conflicto, una guerra. El hombre se halla luchando en contra
de su energía primaria, y de ese modo se ha vuelto débil y extraño, tosco y
vulgar, falto de amor y lleno de nada.
Debemos ser amigos y
no enemigos del sexo. El sexo debiera ser elevado a alturas más puras.
Un sabio, mientras
bendecía a la pareja de recién casados, le dijo a la novia: «Que seas madre de
diez niños y que, finalmente, tu esposo se transforme en tu décimo primer hijo».

Si la pasión es
transformada, la esposa puede transformarse en una madre; si la lascivia es
trascendida, el sexo puede transformarse en amor. Sólo la energía sexual puede
florecer en una fuerza amorosa, pero hemos llenado al hombre de oposición hacia
el sexo. Y el resul-tado es que el amor no ha florecido. Lo que ha de llegar, lo
venidero sólo puede ser posible si se acepta el sexo. La corriente del amor no
puede crecer debido a la oposición cerrada. Al contrario: el sexo, se mantiene
agitándose en el interior y la consciencia del hombre se halla así enturbiada
por la sexualidad.
La conciencia moral
del hombre se está volviendo más y más sexual. Nuestras canciones, poemas,
pinturas e incluso las figuras de ídolos en el templo están virtualmente
centradas en torno al sexo, porque nuestras mentes también se hallan rotando en
torno al eje sexual. ¡Ninguno de los animales del mundo es tan sexual como el
hombre! El hombre es sexual por donde quiera que se le mire; despierto o
dormido, en sus modales así como en su conducta. Siem-pre está obsesionado por
el sexo.
Debido a este
rechazo, a esta oposición, a esta represión, el hombre se halla arruinado en su
interior. No podrá nunca, debido a sus constantes conflictos internos, liberarse
de aquello que es la raíz misma de su vida. Todo su ser se ha vuelto neurótico.
Está enfermo. Esta sexualidad pervertida que es tan evidente en el hombre se
debe a los mal llamados líderes y santos. Ellos son los culpables de esto. La
posibilidad de que el amor florezca seguirá siendo nula hasta que el hombre se
libere de estos profesores, moralistas y líderes religiosos y de sus falsos
sermones.
Recuerdo una
historia.
Un domingo, un pobre
granjero salía de su casa. Al llegar a la verja, se encontró con un amigo de la
infancia que venía a visitarlo. El granjero dijo: «¡Bienvenido! ¿Dónde has
estado durante tantos años? Entra... pero prometí ir a ver a unos amigos y me es
difícil posponer ese compromiso. Por favor descansa en mi casa. Regresaré en una
hora, más o menos. Volveré pronto y podremos conversar largo y tendido».
El amigo respondió:
«¡Oh, no! ¿No sería mejor que fuera contigo? Mis ropas están sucias... si me
pudieras dar ropa limpia, me podría cambiar e ir contigo».
Mucho tiempo atrás,
el rey le había regalado al granjero unos vestidos muy valiosos y él los había
conservado para alguna gran ocasión. Alegremente los fue a buscar. El amigo se
vistió con el precioso abrigo, se puso el turbante, el dhoti y los
atractivos zapatos. Parecía un rey. Mirando a su amigo, el granjero sintió un
poco de envidia. Comparado con él, el granjero parecía un sirviente. Pensó que
había sido un error haberle prestado su mejor vestido. El granjero se empezó a
sentir inferior. Ahora, pensó, todo el mundo miraría al amigo y él parecería ser
un asistente, un sirviente.
Intentó aquietar su
mente diciéndose a sí mismo que era un buen amigo, un hombre de Dios; que sólo
debía pensar en Dios y en las cosas buenas. «Después de todo, ¿qué importancia
tiene un hermoso abrigo o un buen turbante?»
Sin embargo, mientras
más trataba de convencerse a sí mismo, más se obsesionaba con el abrigo y el
turbante.
En el camino, y
aunque iban juntos, los transeúntes sólo miraban al amigo. Nadie se daba cuenta
de la presencia del granjero. Empezó a sentirse deprimido. Conversaba con su
amigo, pero interiormente sólo pensaba en el abrigo y el turbante.
Llegaron a la casa a
la cual se dirigían y presentó a su amigo: «Este es mi amigo, un amigo de la
niñez. Es un gran hombre...»; pero de pronto explotó, «... y las ropas son
mías». Esto fue debido a que todos los habitantes de la casa tenían la vista
fija en su amigo, observando sus hermosas vestiduras. Y en el interior del
granjero se había iniciado un diálogo: el abrigo, el turbante; mi abrigo, mi
tur-bante... y esto seguía y seguía. Estaba obsesionado con ellos y
na-turalmente, lo que había sido reprimido, escapó de sus labios: «... y las
ropa son mías».
El amigo se quedó
aturdido. Los dueños de la casa también se sorprendieron. También él se dio
cuenta de su impertinente ob-servación, pero ya era tarde. Internamente se
arrepintió del desacierto y se reprochó el patinazo.
Al irse de la casa se
disculpó con su amigo. El amigo dijo: «Me quedé anonadado. ¿Cómo pudiste hablar
así?»
El granjero le
contestó: «Lo siento, es mi lengua. Cometí un error».
Pero la lengua nunca
miente. Las palabras salen de la boca sólo si algo de lo que se dice se halla
presente en la mente. La lengua nunca comete un error.
Dijo: «Perdóname.
¿Por qué lo dije?, no lo sé». Pero él sabía perfectamente cómo la idea había
surgido en su mente.
Encaminaron sus pasos
hacia la casa de otro amigo. Ahora, internamente, él estaba tomando la firme
decisión de no decir que las vestiduras eran suyas. Estaba fortaleciendo su
mente. Al llegar a la verja de la casa, ya había adoptado la firme decisión de
que no iba a mencionar que la ropa era suya. Pero ese tonto no sabía que cuanto
más se imponía a sí mismo el no decir nada, más firmemente se enraizaba su
sentimiento interno de que él era el dueño de esas vestiduras.
Por otra parte, ¿en
qué ocasiones se adoptan las decisiones firmes? El significado del hecho de que
un hombre tome una firme decisión, por ejemplo: un voto de celibato, es que la
sexualidad está intentando desesperadamente salir desde adentro. Un hombre
decide que desde hoy comerá menos o que comerá rápido. Eso implica que tuvo que
decidir eso porque profundamente desea comer más. Y estos esfuer-zos producen,
inevitablemente, un conflicto interno. Somos lo que nuestras debilidades son.
Pero decidimos ponerles freno, resolvemos luchar en su contra. Esto,
naturalmente, se transforma en fuente de conflicto subconsciente.
Así, enfrascado en su
lucha interna, nuestro granjero entró en la casa. Comenzó con mucha cautela. «El
es mi amigo...» Pero mientras decía esto, se dio cuenta de que nadie le prestaba
ninguna atención sino que todos miraban asombrados a su amigo y a su vestimenta.
Y eso le alteró, «Estos son mi abrigo y mi turbante». Se recordó a sí mismo que
no tenía que hablar de la ropa, porque así lo había resuelto.
«Todo el mundo tiene
ropa, de un tipo o de otro, pobres o ricas. Eso es un asunto trivial». Se
explicó a sí mismo, pero las ropas se balanceaban ante sus ojos como un péndulo,
desde afuera hacia adentro y desde adentro hacia afuera
Reanudó la
presentación: «El es mi amigo. ¡Un amigo de la infancia! Es una excelente
persona... y las ropas son suyas y no mías».
Los presentes se
sorprendieron. Nunca habían oído presentar a un amigo de esa forma... «Las ropas
son suyas, y no mías».
Después de salir, se
disculpó por el tremendo desatino que había cometido. Se sentía confundido
acerca de qué hacer y qué no hacer así como respecto a lo que le estaba pasando.
Decía: «Hasta ahora, nunca unos vestidos me habían obsesionado de esta forma.
¡Oh, Dios! ¿Qué me ha ocurrido?»
El pobre individuo no
sabía que la técnica que estaba empleando consigo mismo era tal que incluso si
Dios la pusiera en práctica, las ropas también le obsesionarían.
Indignado, el amigo
le dijo que ya no deseaba ir a ninguna parte con él. El granjero se aferró a sus
pies y le dijo: «Por favor no hagas eso. Me sentiría desgraciado durante el
resto de mi vida por haber sido tan descortés con un amigo. Juro que ya no
mencionaré las ropas. Juro por Dios, de todo corazón, que ya no mencionaré las
ropas».
Pero uno debiera
siempre fijarse en aquellos que juran, porque en su interior albergan un
sentimiento mucho más profundo. La mente superficial adopta una resolución, pero
aquello en contra de lo cual apunta el juramento, sigue estando contenido en los
laberintos de la mente subconsciente. Si la mente se halla dividida en diez
partes, es una parte, la más superficial, la que se compromete con las
reso-luciones, mientras que las restantes nueve partes están en su contra. El
voto de celibato es adoptado por una parte, mientras que la otra parte que está
loca por el sexo, pide llorando aquello que Dios ha implantado en el hombre.
Sea como fuere, se
dirigieron a la casa de un tercer amigo. Ahora, intentó contenerse rigurosamente
a sí mismo. Las personas reprimidas son muy peligrosas porque en su interior hay
un volcán en actividad. Externamente están rígidas y reprimidas, pero la falta
de expresión se halla absolutamente constreñida en su interior.
Y por favor, recuerda
que un logro forzado no puede ser constante ni completo debido al inmenso
esfuerzo que requiere. Por fuerza deberás relajarte en algún momento. Tendrás
que descansar... ¿Por cuánto tiempo puedo mantener el puño
apretado?¿Veinticuatro horas? Cuanto más lo apriete, más me cansaré y más pronto
lo abriré. Esfuérzate más; pon más energía, y más pronto te cansarás y la
reacción será la opuesta e igual de rápida. La palma puede permanecer abierta
todo el tiempo, pero no puede permanecer cerrada todo el tiempo. Algo que te
cansa tanto no puede constituir una forma natural de vida. Siempre que fuerces
algo, necesitarás un lapso de tiempo para descansar. Así cuanto más santo sea el
adepto, más peligroso será. En veinticuatro horas de represión -siguiendo las
normas de las escrituras-, tendrá que relajarse durante una hora; un rato.
Durante este período de descanso, aparecerán en oleada todos los pecados
reprimidos y se encontrará en medio de un infierno.
De modo que el
granjero se había estado reprimiendo riguro-samente a sí mismo para no hablar de
las ropas. Imagina su estado: aunque seas una persona poco religiosa, te podrás
imaginar su condición mental. Si juraste algo alguna vez o tomaste votos o te
reprimiste por uno u otro motivo religioso, debes comprender perfec-tamente bien
el lamentable estado en que su mente se encontraba.
Entraron en la
siguiente casa. El granjero estaba transpirando profusamente; estaba exhausto.
El amigo también estaba preocupado. El granjero estaba muy tenso y ansioso.
Pronunció con lentitud y cautela cada una de las palabras de la presentación:
«El... es... mi... amigo. Es un..., viejo... amigo. Es... un hombre... muy
bueno». Titubeó por un instante. Un gran impulso surgió desde su interior y se
sintió arrastrado. Dijo abruptamente, en voz alta: «Y las ropas... Perdónenme.
No diré nada acerca de ellas, pues he jurado no hablar de su vestido».
Lo que le ocurrió a
este hombre le ha estado ocurriendo a toda la Humanidad. El sexo se ha
transformado en una obsesión, en una enfermedad, en una perversión. Está
envenenado debido a la condena a que ha sido sometido
Desde su más tierna
edad a los niños se les enseña que el sexo es pecado. A las niñas se les dice, a
los niños se les advierte, que el sexo es pecado. Una niña crece. Un niño crece.
Viene la adolescencia. Contraen matrimonio. Y así se inicia un viaje hacia la
pasión, con la convicción establecida de que el sexo es pecado. A la muchacha
también se le dice que su esposo es un dios. ¿Cómo puede reverenciar como a un
dios a alguien que la conduce al pecado? Al muchacho se le dice que ella es su
esposa, su pareja, su compañera. Las escrituras afirman que la mujer es la
entrada al infierno, una fuente de pecado. El muchacho siente que tiene a un
demonio viviente como compañero en la vida. El muchacho piensa: «¿Es ésta mi
amada mitad; mi amada e infernal y pecaminosa mitad?» ¿Cómo va a haber armonía
en su vida?
Las enseñanzas
tradicionales han destruido la vida conyugal en el mundo entero. Cuando existen
prejuicios acerca de la vida conyugal, cuando ésta se halla envenenada, no
existe la posibilidad del amor. Si marido y mujer no pueden amarse libremente el
uno al otro -lo cual es inherente y muy natural- ¿quién va a amar a quién? Esta
angustiosa situación, este amor enturbiado, puede ser purificado, puede ser
elevado a alturas tan sublimes que puede romper todas las barreras, resolver
todos los complejos y sumergirlos en regocijo puro y divino. Esta sublimación es
posible. Pero si la semilla misma es destruida, si es secada, envenenada, ¿qué
puede brotar de ella? ¿Cómo podrá llegar a ser una rosa de amor supremo?
Un asceta errante
estaba acampado en un pueblo. Un hombre se le acercó y le dijo que deseaba
conocer a Dios. El asceta le preguntó: «¿Has amado a alguien alguna vez?»
«No, no he caído en
cosa tan mundana. Nunca me he rebajado tanto, porque es a Dios a quien deseo
alcanzar».
El asceta le preguntó
de nuevo: «¿Nunca has experimentado las congojas del amor?»
El buscador le
respondió enfáticamente: «Te estoy diciendo la verdad».
El pobre hombre decía
la verdad porque en el ámbito de la religión, el amor es motivo de
descalificación. Tenía la seguridad de que si respondía que había amado a
alguien, el asceta le pediría que se deshiciera del amor de inmediato, que
renunciase a ese apego, que dejara atrás las emociones mundanas antes de
solicitar su guía. Así que, aunque pudiera haber amado a alguien alguna vez,
tuvo que responder negativamente. ¿Cómo puedes encontrar a un hombre que ni
siquiera haya amado un poco?
El monje preguntó por
tercera vez: «Dime algo. Revisa cuidadosamente. ¿No has amado ni un poco
siquiera, a alguien, a quien fuera?»
El aspirante le
contestó: «Perdóname, pero ¿por qué insistes en la misma pregunta? No tocaría
siquiera al amor con una vara de tres metros porque deseo alcanzar la
autorealización. Deseo la cualidad divina».
A esto, el asceta
replicó: «Tendrás que disculparme. Por favor vete y acude a otro, pues mi
experiencia me dice que si hubieras amado a alguien, a alguna persona, poco o
mucho, si tan sólo hubieses tenido un atisbo del amor, yo podría ayudarte a
expandirlo, yo podría guiarte para hacerlo crecer y probablemente llegarías a
Dios. Sin embargo, si nunca has amado, no posees nada en tu interior. No tienes
una semilla que pueda convertirse en un árbol. ¡Así que ve y busca a otro, amigo
mío! Si no hay amor, no veo abertura alguna para que Dios entre».
Del mismo modo, si no
hay amor entre marido y mujer... Cometerás un lamentable error si crees que el
marido que no ama realmente a su esposa puede amar a sus hijos. A la esposa le
será posible amar a su hijo en el mismo grado en que ame a su esposo, porque el
niño es el reflejo de su esposo. Si no hay amor por el esposo, ¿cómo podrá haber
amor hacia el hijo? Y si al hijo no se le da amor -nutrir y criar no es amar-
¿cómo esperas que ame a su madre o a su padre?... Una familia es una unidad de
vida. El mundo mismo es también una gran familia. Pero la vida familiar se halla
envenenada debido a la condenación del sexo, y luego nos quejamos diciendo que
el amor no está presente por ningún lado. En estas circunstancias, ¿cómo puedes
esperar que haya amor?
Todo el mundo afirma
que ama: la madre, la esposa, el hijo, el hermano, la hermana, el amigo; todos
dicen que aman. Pero si ob-servas la vida en su totalidad, no verás amor en
ella. Si tanta gente estuviera llena de amor tendría que haber una lluvia de
amor, habría un jardín lleno de flores; flores y más flores. Si hubiese una
lámpara de amor encendida en cada hogar, ¿cuánta luz de amor no habría en el
mundo? En vez de eso, descubrimos una persistente atmósfera de aversión. No hay
ni un solo rayo de amor en este lamentable estado de cosas.
Es un esnobismo el
creer que el amor se halla presente en todas partes y mientras permanezcamos
sumergidos en esta ilusión, ni si-quiera podrá iniciarse la búsqueda de la
verdad. Aquí nadie ama a nadie, y mientras el sexo natural no sea aceptado sin
reservas, no podrá haber amor. Hasta entonces, nadie podrá amar a nadie.
Lo que deseo decir es
esto: que el sexo es divino. La energía básica y primaria del sexo tiene en sí
el reflejo de Dios. Esto es evidente, pues tiene la energía para crear una nueva
vida. Y ésta es la fuerza más grande y misteriosa. Deja de ser su enemigo. Si
anhelas una lluvia de amor en la vida, renuncia al conflicto con el sexo. Acepta
el sexo con alegría, reconoce su cualidad sagrada. Recíbelo con gra-titud y
acéptalo más y más profundamente. Te sorprendería el descubrir cuán sagrado se
revela el sexo cuanto más le brindas una sagrada aceptación. Y cuanto más
pecaminosa e irreverente sea tu actitud, más feo y pecaminoso se reflejará el
sexo. Cuando uno se acerca a la esposa, debería albergar una actitud sagrada,
como si estuviera acudiendo a un templo. Y cuando la esposa se acerca al esposo,
debiera sentirse llena de reverencia, como si se acercara a Dios. Pues en el
sexo los amantes viven el acto sexual, y esa etapa se halla muy cercana al
templo de Dios, en donde El se manifiesta en una creativa ausencia de formas.

Y mi conjetura es que
el hombre obtuvo el primer luminoso vislumbre del samadhi - la
contemplación no cognitiva - en la historia humana, durante la relación sexual.
Unicamente durante el acto sexual el hombre se dio cuenta de que es posible
experimentar un amor tan profundo, una dicha tan luminosa. Y aquellos que
meditaron en esta verdad, en la actitud mental correcta - en este fenómeno del
sexo y la relación sexual- llegaron a la conclusión de que en los instantes del
clímax la mente se vacía de pensamientos. Todos los pensamientos se van en esos
instantes, y este vacío mental, esta vacuidad, esta nada, esta congelación de la
mente es la causa de la lluvia de pura alegría divina.
Habiendo descifrado
el secreto hasta este punto, el hombre profundizó aún más, para saber si la
mente puede ser liberada de los pensamientos; si las ondas de pensamiento, de la
consciencia, pueden ser aquietadas por algún otro proceso y obtener igualmente
un éxtasis tan grandioso y puro.Y es así cómo se desarrolló el yoga, la
meditación y la oración.
El nuevo enfoque
probó que, incluso sin unión sexual, la consciencia puede ser aquietada y los
pensamientos evaporados. El deleite de prodigiosas proporciones que se obtiene
durante el acto sexual también puede ser experimentado sin ese acto sexual. Sin
embargo, el acto sexual, debido a la misma naturaleza del proceso, sólo puede
ser momentáneo, puesto que en él se consume el vigor, el flujo de la energía.

Así entonces, deseo
deciros que el goce puro, el amor más refinado, la paz beatífica en que un yogi
se encuentra todo el tiempo, una pareja lo obtiene sólo por un instante. Sin
embargo, no existe diferencia básica u oposición entre los dos estados. Y es así
que aquél que afirmó que el vishyanand y el brahmanand -aquél que
se deja llevar en los placeres sensuales y aquél que se complace en Brahma- son
hermanos, dijo involuntariamente una verdad. Ambos crecen del mismo útero; la
única diferencia es la distancia que hay entre el cielo y la tierra.
Ahora, en esta etapa,
deseo entregarosel primer principio. El primer requisito, la primera condición
si deseas conocer la verdad elemental del amor, es aceptar la cualidad sagrada,
la divinidad del sexo de la misma forma que aceptas las existencia de Dios: con
un corazón abierto, Cuanto mayor sea la aceptación del sexo con una mente y un
corazón abiertos, más te liberarás de él. Cuanto mayor sea la represión, más
atado estarás a él, tal y como ese granjero que se enredó con las ropas. Cuanto
más aceptas, más te liberas. ¡La aceptación total de la vida, lo natural de la
vida, lo que Dios ha dado a la vida, te llevará al dominio más alto de la
Divinidad! ¡A alturas desconocidas de lo sublime!
A esa aceptación, yo
la llamo teísmo. Y esa confianza en Dios es una puerta hacia la emancipación.
Considero como ateísmo a aquellos mandamientos que impiden que el hombre acepte
lo que es natural en la vida y en el divino plan. «Oponte a esto en la vida,
suprime esto en la vida. Lo natural es pecado, es malo, es lascivia; deja esto,
deja eso otro». Todo esto constituye ateísmo, tal y como yo lo entiendo.
Aquellos que predican la renuncia son ateos.
Acepta la vida en su
forma pura y natural, sumérgete en su ple-nitud. Esa plenitud te elevará poco a
poco. La mismísima aceptación eleva al hombre a aquellas serenas alturas que no
imaginó ni en el sexo ni en sus actos. Si el sexo es carbón, es seguro que
vendrá el día en que se convierta en un diamante... y ése es el primer
principio. La segunda cosa fundamental que deseo decirte se refiere a lo que,
hasta ahora, la civilización, la cultura y la religión del hombre ha forzado en
nuestro interior. Y eso es la consciencia de «yo soy», el ego.
El primer principio
incita a la energía sexual a fluir hacia el amor, pero la valla del «yo» le ha
acordonado como un muro. El amor no puede fluir. El «yo» es muy poderoso, tanto
en el hombre bueno como en el malo, en lo no sagrado y en lo sagrado. La gente
mala impone el «yo» de muchas formas, pero la gente buena también hace
ostentación de su «yo». Desean ir al paraíso, desean ser liberados, han
renunciado al mundo, han construido templos, no cometen pecados, tienen que
hacer esto, desean hacer eso otro, etcétera. Pero ese «yo», ese indicador guía,
se halla omnipresente. Y cuanto más fuerte es el ego de una persona, más difícil
le resulta unirse con alguien, porque el ego se interpone; el «yo» aparece. Es
un muro. Proclama, «Tú eres tú y yo soy yo». Y por eso sucede que la
expe-riencia más íntima no puede acercar a las personas entre sí; los cuerpos
están muy cerca, pero las personas están separadas. Mientras haya un «yo» en
nuestro interior, la sensación del «otro» no puede ser evitada.
Sartre ha dicho algo
estupendo en alguna parte: «El otro es el infierno». Pero no explica por qué el
otro es el infierno o por qué el otro es el otro. El otro es el otro porque yo
soy yo; y mientras yo sea yo, todo el resto del mundo que me rodea será «el
otro», diferente y separado, segregado, sin afinidad entre los dos. Y mientras
exista esa sensación de separación, el amor no podrá volverse una realidad. El
amor es la experiencia de unidad. La experiencia del amor es la demolición de
los muros, la fusión de dos energías. El amor es el éxtasis en que los muros
ambos se desmoronan, en donde las vidas se encuentran y se unen. Cuando una
armonía tal se da entre dos personas, la llamo amor; si se presenta entre una
persona y las masas, la llamo comunión con Dios.
Si puedes sumergirte
conmigo en una experiencia tal que todas las barreras se derritan y tenga lugar
una ósmosis en un nivel espiritual, entonces, eso es amor. Y si como
consecuencia de un entendimiento directo, tal unidad se produce entre mi persona
y todos, de modo que yo pierda mi identidad en el Todo, entonces ocurre ese
logro, entonces allí se da la fusión con Dios, el Todopoderoso, el Omnisciente,
la Consciencia Universal, el Supremo, o como quiera que Lo llames.
Por tanto, afirmo que
el amor es el primer paso y que Dios es el último paso: el destino final...
¿Cómo es posible
entonces olvidarme a mí mismo? A menos que me disuelva a mí mismo, ¿cómo podrá
el otro unirse conmigo? El otro es creado como reacción a mi «yo». Cuanto más
alto encumbre mi «yo», más fuerte se vuelve la existencia del «otro», el eco del
«yo».
¿Y qué es este «yo?»
¿Alguna vez has pensado en esto con detenimiento? ¿ Está en tu pierna o en tu
mano, o en tu cabeza o en tu corazón? ¿O es simplemente el ego?
¿Qué es y dónde está
tu «yo»? La sensación de que existe está allí, pero no está en ningún lugar
preciso.
Siéntate en silencio
por unos instantes y busca ese «yo». Te sor-prenderá el descubrir que, a pesar
de buscar intensamente, no podrás encontrar ese «yo» en ninguna parte. Cuanto
más profundamente busques en tu interior, más te convencerás de que no hay
ningún «yo», de que no hay un ego como tal. ¡Ah! El «yo» no se encuentra allí
donde reside la verdad acerca del Yo.
El emperador Malind
envió a buscar al muy respetado monje Nagsen para agraciar a la corte.
El mensajero llegó
donde Nagsen y le dijo: «¡Monje Nagsen! El emperador desea verte. He venido a
invitarte».
Nagsen le contestó:
«Si deseas que vaya, iré; pero deberás per-donarme, pues no hay ningún Nagsen
aquí. Es sólo un nombre, un nombre temporal».
El mensajero informó
al emperador de que ese hombre era un hombre muy extraño. Había contestado que
vendría, pero que allí no había ningún Nagsen. El emperador quedó atónito.
Nagsen llegó a la
hora convenida en un carruaje real, y el emperador le recibió en la entrada.
«¡Monje Nagsen, te
doy la bienvenida!», exclamó.
Al oír esto, el monje
comenzó a reír: «Acepto tu hospitalidad como Nagsen; pero por favor recuerda que
no hay nadie que se llame Nagsen».
El emperador dijo:
«Estás hablando en forma enigmática. Si tú no eres tú, ¿quién ha aceptado la
invitación? ¿Quién está respondiendo a esta bienvenida?»
Nagsen miró hacia
atrás y dijo: «¿No es éste el carruaje en el que vine?»
«Sí, éste es».
El monje dijo: «Por
favor, soltad los caballos». Así se hizo.
El monje preguntó,
señalando a los caballos: «¿Es éste el ca-rruaje?»
El emperador
respondió: «¿Cómo pueden los caballos ser llamados un carruaje?»
A una señal del monje
los caballos fueron desenganchados y a otra señal suya, las varas utilizadas
para atar a los caballos fueron también retiradas.
«¿Son estas varas el
carruaje?»
«¿Cómo pueden estas
varas ser llamadas un carruaje?»
Entonces fueron
desmontadas las ruedas.
«¿Son estas ruedas tu
carruaje?»
«Por supuesto que no;
éstas son las ruedas y no el carruaje».
El monje siguió
ordenando que desensamblaran todas las partes, una por una, y respecto a cada
una de ellas el emperador tuvo que decir que no eran el carruaje. Finalmente, no
quedó nada. El monje preguntó: «¿Dónde está tu carruaje ahora? Respecto a todas
y cada una de las partes que fuimos quitando, afirmaste que no eran tu
carruaje... Entonces dime, ¿dónde está ahora tu carruaje?»
El emperador quedó
asombrado ante esta revelación.
El monje prosiguió:
«¿Me entiendes? El carruaje era un montaje. Era un conjunto de cosas. El
carruaje no tenía un ser propio. Por favor, ve donde está tu ego, tu «yo». Verás
que el «yo» no está en ninguna parte: es una asociación de muchas energías, y
eso es todo. Piensa en cada uno de tus miembros, en cada uno de tus aspectos.
Todo será eliminado, una cosa tras otra y, finalmente, sólo quedará la nada. El
amor surge de esa nada, pues tú no eres esa nada. Esa nada es Dios».
En un pueblo, un
hombre instaló una gran tienda para vender pescado, con un gran cartel: «Aquí se
vende pescado fresco».
El primer día llegó
un hombre a la tienda y leyó: «Aquí se vende pescado fresco».
«¿Pescado fresco?
¿Acaso se vende pescado rancio en alguna parte? ¡Para qué escribir «Pescado
fresco»!
El tendero vio que
tenía razón. Y por otra parte, «fresco» también sugería la idea de «rancio» a
los clientes. Eliminó «Fresco» del cartel. El cartel ahora decía: «Aquí se vende
pescado».
Una anciana llegó a
la tienda al día siguiente y leyó en voz alta: «Aquí se vende pescado. ¿Acaso
vendes pescado en alguna otra parte?»
El tendero respondió:
«No». «Aquí» fue eliminado; el cartel ahora decía: «Se vende pescado».
Al tercer día, otro
cliente fue a la tienda y dijo: «Se vende pescado? ¿Acaso alguien obsequia
pescado?»
Las palabras «Se
vende», fueron también eliminadas. Ahora sólo quedaba «Pescado».
Un hombre de edad
llegó y le dijo al tendero: «¿Pescado?». Incluso desde muy lejos, hasta un ciego
sabe que aquí venden pescado, debido al olor.
«Pescado», fue
también eliminado. El cartel estaba ahora en blanco.
Alguien que pasaba
dijo: ¿Para qué tener un cartel en blanco? El cartel fue quitado.
Después del proceso
de eliminación, no quedó nada. Se eliminó una cosa después de la otra, y lo que
quedó fue la nada, un vacío.
El amor puede nacer
de esa vacuidad. Un vacío puede fundirse con otro vacío. Un cero puede unirse
con otro cero, en forma total. Dos individuos no pueden encontrarse, pero dos
vacíos sí pueden, pues ahora ya no hay barrera. Todo tiene paredes, pero el
vacío no las tiene.
Así que la segunda
cosa que hay que recordar es que el amor nace sólo cuando la individualidad
desaparece, cuando el «yo» y el «otro» ya no existen. Sea lo que sea que
permanece entonces, es el Todo, lo Ilimitado, pero no el «yo».
Cuando eso se logra,
las barreras se rompen, y ocurre el desbor-damiento del Ganges, que se halla
siempre presto a desbordarse.
Cavamos un pozo. El
agua se encuentra allí dentro, no hay que traerla de alguna otra parte. Sólo
cavamos y quitamos tierra y piedras. ¿Qué estamos haciendo? Creamos un vacío.
Cavar un pozo significa crear un vacío, de modo que el agua que se halla oculta
debajo encuentre un espacio para emerger, para aparecer. Aquello que está
adentro desea espacio; anhela un vacío - que no tiene - para salir, para manar a
chorros. El pozo está lleno de arena y piedras. Apenas quitemos la arena y las
piedras, el agua emergerá. En forma similar, un hombre se halla lleno de amor,
pero éste requiere espacio para aflorar a la superficie. Mientras tu alma, tu
corazón, se hallen afirmando al «yo», serás un pozo lleno de arena y piedras, y
mientras tanto, el flujo del amor no emergerá en tu pozo...
He oído contar la
historia de un antiguo y majestuoso árbol, cuyas ramas se extendían hacia el
cielo. Cuando llegaba la estación de las flores, mariposas de todas las formas,
tamaños y colores, bailaban a su alrededor. Las aves de países lejanos venían y
cantaban cuando sus flores maduraban y fructificaban. Las ramas, como manos
extendidas, bendecían a todos los que acudían a sentarse bajo su sombra.
Un niñito solía venir
a jugar junto a él y el gran árbol se encariñó con el pequeño.
El amor entre lo
grande y lo pequeño es posible, si el grande no es consciente de su grandeza. El
árbol no sabía que era grande, sólo el hombre tiene ese tipo de ideas. La
prioridad de lo grande siempre es el ego, pero para el amor no hay grande o
pequeño; el amor abraza a quienquiera que se le acerque.
Así, el árbol comenzó
a amar a ese pequeño que solía venir a jugar cerca de él. Las ramas eran altas,
pero las inclinaba hacia el niño, de modo que pudiera coger sus flores y frutos.

El amor siempre cede;
el ego nunca está dispuesto a inclinarse. Si te acercas al ego, sus ramas se
estirarán aún más arriba, se pondrá rígido para que no puedas alcanzarlo. El
niño juguetón se acercaba a él, y el árbol inclinaba sus ramas. El árbol se
alegraba mucho cuando el niño cogía algunas flores; todo su ser se llenaba con
la alegría del amor.
El amor siempre está
feliz cuando puede dar algo; el ego siempre está contento cuando puede obtener
algo.
El niño creció. A
veces dormía en el regazo del árbol, comía sus frutos y en ocasiones lucía una
corona con sus flores y actuaba como un rey de la jungla.
Uno se vuelve como un
rey dondequiera que haya flores de amor; y uno se vuelve pobre y lleno de
sufrimiento siempre que las espinas del ego están presentes.
Ver al niño danzando
con una corona de flores, llenaba al árbol de emoción, de alegría. Asentía con
amor, cantaba con la brisa...
El niño creció aún
más. Comenzó a trepar por el árbol para balancearse en sus ramas. El árbol se
sentía muy contento cuando el niño descansaba en sus ramas.
El amor se siente
feliz dándole comodidad a alguien; el ego se siente feliz incomodando a todo el
mundo.
Con el paso del
tiempo, el niño recibió el peso de nuevas tareas. También surgió la ambición;
tuvo que pasar exámenes; tenía amigos con los cuales solía conversar y
curiosear; por tanto, no acudía con frecuencia. Pero el árbol le esperaba
ansiosamente. Desde su alma le llamaba «¡Ven, ven! Te estoy esperando».
El amor espera día y
noche. Y el árbol esperaba. Se sentía triste cuando el niño no acudía. El amor
se siente triste cuando no puede compartir; el amor se siente triste cuando no
puede dar. El amor se siente agradecido cuando puede compartir. El amor está
contentísimo cuando puede entregarse totalmente.
A medida que crecía,
el niño visitaba cada vez menos al árbol. El hombre que se vuelve mayor, cuyas
ambiciones crecen, encuentra menos y menos tiempo para el amor. El muchacho se
hallaba ahora absorto en los asuntos mundanos.
Un día que pasaba por
allí, el árbol le dijo: «Te espero siempre, pero no vienes. Te espero todos los
días»El muchacho lecontestó: «¿Qué quieres? ¿Por qué debo venir? ¿Tienes dinero? Ando en busca de dinero».
El ego siempre actúa
según razones. El ego acudirá sólo si con ello se cumple algún propósito. Pero
el amor es inmotivado. El amor es su propia recompensa.
El árbol,
sorprendido, dijo: «¿ Vendrás únicamente si te doy algo?» Aquello que posee, no
es amor. El ego acumula, pero el amor da en forma incondicional.
«No sufrimos esa
enfermedad, y por eso estamos alegres», dijo el árbol. «Los capullos florecen en
nosotros, muchos frutos crecen en nosotros. Damos una sombra tranquilizadora,
sedante. Danzamos con la brisa y cantamos canciones. Las aves inocentes saltan y
trinan en nuestras ramas, aunque estemos sin dinero. El día en que nos
involucremos con el dinero, tendremos que ir a los templos como hacen tus
débiles hombres para aprender a obtener la paz, y para aprender a encontrar el
amor. No, no tenemos ninguna necesidad de dinero».
El muchacho dijo:
«Entonces, ¿para qué tengo que visitarte? Iré donde haya dinero. Necesito
dinero».
El ego pide dinero
porque necesita poder.
El árbol pensó unos
instantes y dijo: «No vayas a ningún otro lado. Recoge mis frutos y véndelos.
Obtendrás dinero con ello».
El niño se
entusiasmó, inmediatamente trepó y cogió todas las frutas, incluso las que no
estaban maduras El árbol se sintió contento, aun cuando algunas ramas y brotes
resultaron quebrados, aun cuando cayeron algunas hojas al suelo. Incluso el
recibir heridas hace feliz al amor, pero aunque obtenga algo, el ego no está
contento, el ego siempre desea más.
El árbol no se dio
cuenta de que el muchacho ni siquiera se volvió una sola vez a darle las
gracias. El que hubiera aceptado su oferta de recoger y vender los frutos era
suficiente agradecimiento para él.
Durante mucho tiempo
el muchacho no regresó. Ahora tenía dinero y estaba ocupado generando más dinero
con ese dinero. Había olvidado totalmente al árbol.
Pasaron los años. El
árbol estaba triste. Anhelaba el regreso del muchacho, como una madre cuyos
pechos se hallan llenos de leche, pero cuyo hijo se ha perdido. Todo su ser está
anhelando al niño, busca enloquecidamente al niño para que la alivie. Tal era el
grito in-terno de ese árbol. Todo su ser estaba en agonía.
Después de muchos
años, el muchacho, que ahora era un hombre, fue a ver al árbol.
El árbol le dijo:
«Ven, mi niño. Ven, abrázame». El muchacho le contestó: «Deja el
sentimentalismo. Eso era cosa de la niñez. Ya no soy un niño».
El ego toma al amor
por locura, por una fantasía infantil. Pero el árbol le invitó: «Ven, balancéate
sobre mis ramas. Danza. Juega conmigo».
El hombre respondió:
«Deja la charla inútil. Deseo construirme una casa. ¿Puedes darme una casa?»
El árbol exclamó:
«¿Una casa?... Yo vivo sin una casa. Sólo los hombres viven en casas. Nadie más
vive en casas; solamente el hombre. ¿Te das cuenta del estado en que se
encuentra debido a su confinamiento entre cuatro paredes? Cuanto más grandes son
los edificios que construye, más pequeño se vuelve el hombre. No vivimos en
casas... pero puedes cortar y llevarte mis ramas y con ellas podrás construirte
una casa».
Sin perder tiempo, el
hombre trajo un hacha y cortó todas las ramas del árbol. El árbol era ahora un
mero tronco desnudo. Pero al árbol no le importaban estas cosas. Aunque sus
miembros fueran amputados para aquellos a los que amaba.
El amor es dar;
siempre está dispuesto a dar.
El hombre no se
molestó en mostrar su agradecimiento al árbol. Construyó su casa... Los días se
convirtieron en años. El tronco esperó y esperó. Deseaba gritar, pero ni
siquiera tenía ramas u hojas que le dieran fuerza. El viento soplaba, pero no
podía entregar al viento ningún mensaje. Pero aun así, en su alma sólo había una
oración: «Ven, ven, querido. Ven». Pero nada ocurría.
El tiempo pasó, y el
hombre era ahora un anciano. Una vez pasó por allí y se detuvo junto al árbol.

El árbol le preguntó:
«¿Qué más puedo hacer por ti? Has venido después de mucho, mucho tiempo.»
El hombre le dijo:
«¿Qué más puedes hacer? Quiero viajar a países distantes para ganar dinero.
Necesito un bote para poder viajar».
Con alegría el árbol
dijo: «Pero, eso no es un problema, querido. Corta mi tronco y haz un bote con
él. Estaré muy contento de ayudarte a que viajes a países lejanos a ganar
dinero... Pero, por favor recuerda que siempre estaré esperando tu regreso.
El hombre trajo una
sierra, cortó el árbol, fabricó un bote y se fue. Ahora el árbol era una pequeña
cepa. Y sigue esperando, a que su amado regrese. Espera, espera y espera.
El hombre nunca
regresará; el ego sólo va allí donde puede obtener algo, y ahora el árbol no
tiene nada, no tiene nada absolutamente que ofrecer. El ego no acude allí donde
no puede lograr algún beneficio. El ego es un eterno mendigo, siempre pidiendo,
exigiendo algo.
El amor es bondad. El
amor es un rey, un emperador. ¿Existe acaso un rey más grande que el amor?
Una noche yo me
encontraba descansando cerca de esa cepa. La cepa susurró: «Ese amigo mío aún no
ha regresado. Estoy muy preo-cupado: puede que se haya ahogado, que se haya
perdido. Pudo haberse extraviado en uno de esos países lejanos. Puede que haya
muerto. ¡Cuánto deseo tener noticias suyas! A medida que me acerco al fin de mi
vida, me sentiría satisfecho al menos con las noticias de su bienestar. Entonces
podría morir contento. Pero él no vendría ni aunque le llamase, porque ya no me
queda nada que dar, y él sólo entiende el lenguaje del obtener, del recibir.»

El ego sólo comprende el lenguaje de obtener. El amor es el lenguaje del dar.
No puedo decir más que eso. ¡Ah! Además, no hay nada más que decir que esto.
Si la vida pudiese ser como ese árbol, extendiendo ampliamente sus ramas, de modo que todos y cada uno pudiéramos guarecernos bajo su sombra, entonces podríamos comprender lo que es el amor.
No existen escrituras, mapas o diccionarios para el amor. Tampoco existe un conjunto
determinado de principios.
Yo estaba preguntándome acerca de lo que podría decir respecto al amor. Es difícil
describirlo. El amor está simplemente presente. Probablemente puedes verlo en
mis ojos, si vienes y los miras. Me pregunto si se le puede sentir como cuando
mis brazos se extienden para abrazarte.
El amor. ¿Qué es el amor? ... Si no lo sientes en mis ojos, en mis brazos, en mi silencio, nunca podrás entenderlo con mis palabras...

oShO...
Agradezco vuestra
paciente escucha y me postro ante el Supremo que está en todos vosotros.
Aceptad por favor mis
respetos.

Primera charla
Bharatiya Vidya
Bhavan Auditorium
Bombay, agosto 28,
1968