CUARTA PARTE
Prueba basada en la Teoría de la Reminiscencia
[72b-77a]
-Y además -repuso Cebes interrumpiéndole-, según ese argumento, Sócrates, que tú sueles con tanta frecuencia repetir, de que el aprender no es sino el recordar, resulta también, si dicho argumento no es falso, que es necesario que nosotros hayamos aprendido en un tiempo anterior lo que ahora recordamos. Mas esto es imposible, a no ser que existiera nuestra alma en alguna parte antes de llegar a estar en esta figura humana. De suerte que también según esto parece que el alma es algo inmortal.
-Pero, oh Cebes replicó Simmias, tomando la palabra-, ¿cuáles son las pruebas de esto? Recuérdamelas, pues en este momento no las conservo bien en la memoria.
-Se basan -contestó Cebes- en un único y excelente argumento; al ser interrogados los hombres, si se les hace la pregunta bien, responden de por sí todo tal y como es; y ciertamente no serían capaces de hacerlo si el conocimiento y el concepto exacto de las cosas no estuviera ya en ellos. Asi, pues, si se les enfrenta con figuras geométricas o con otra cosa similar, se delata de manera evídentísima que asi ocurre.
-Mas si con este argumento, Simmias -medió Sócrates-, no te convences, mira a ver si, considerando la cuestión de este otro modo, te sumas a nuestra opinión. Lo que pones en duda es el cómo lo que se llama instrucción puede ser un recuerdo.
-No es que yo lo ponga en duda -replicó Simmias-, lo que yo pido es experimentar en mí eso de que se está hablando, es decir que se me haga recordar. Pero con lo que comenzó a decir Cebes, sobre poco más o menos, recuerdo ya todo y estoy casi convencido. Sin embargo, no por eso dejaré ahora de escuchar con menor gusto cómo planteas tú la cuestión.
-De este modo -respondió Sócrates-. Estamos, sin duda, de acuerdo en que si alguien recuerda algo tiene que haberlo sabido antes.
-En efecto -dijo Simmias.
-¿Y no reconocemos también que cuando un conocimiento se presenta de la siguiente manera es un recuerdo? ¿Cuál es esa manera que digo? Esta. Cuando al ver u oír algo, o al tener cualquier otra percepción, no sólo se conoce la cosa de que se trata, sino también se piensa en otra sobre la que no versa dicho conocimiento sino otro ¿no decimos con razón que se recordó aquello cuya idea vino a la mente?
-¿Cómo dices?
-Por ejemplo, lo siguiente: el conocimiento de un hombre y el de una lira son dos cosas distintas.
-¡Cómo no!
-¿Y no sabes que a los enamorados, cuando ven una lira, o un manto, o cualquier otro objeto que suele usar su amado, les ocurre lo que se ha dicho? Reconocen la lira y al punto tienen en el pensamiento la imagen del muchacho a quien pertenecía. Esto es lo que es un recuerdo. De la misma manera que, cuando se ve a Simmias, muchas veces se acuerda uno de Cebes, y se podrían citar otros mil casos similares.
-Sí, por Zeus, otros mil -replicó Simmias.
-¿Y lo que entra en este tipo de cosas no es un recuerdo? ¿Y no lo es, sobre todo, cuando le ocurre a uno esto con lo que se tenía olvidado por el tiempo, o por no poner en ello atención?
-Exacto -respondió.
-¿Y qué? -continuó Sócrates-. ¿Es posible, cuando se ve un caballo dibujado o el dibujo de una lira, acordarse de un hombre, y recordar a Cebés, al ver un retrato de Simmias?
-Sí.
-¿Y no lo es también el acordarse de Simmias cuando ve uno su retrato?
-En efecto, es posible -respondió.
-¿Y no sucede en todos estos casos que el recuerdo se produce a partir de cosas semejantes, o cosas diferentes?
-Si, sucede.
-Pero, al menos en el caso de recordar algo a partir de cosas semejantes, ¿no es necesario el que se nos venga además la idea de si a aquello le falta algo o no en su semejanza con lo que se ha recordado?
-Si, es necesario - contestó.
-Considera ahora -prosiguió Sócrates- si lo que ocurre es esto. Afirmamos que de algún modo existe lo igual, pero no me refiero a un leño que sea igual a otro leño, ni a una piedra que sea igual a otra, ni a ninguna igualdad de este tipo, sino a algo que, comparado con todo esto, es otra cosa: lo igual en sí. ¿Debemos decir que es algo, o que no es nada?
-Digamos que es algo ¡por Zeus! -replicó Simmias- y - con una maravillosa convicción.
-¿Sabemos acaso lo que es en sí mismo?
-Sí -respondió.
-¿De dónde hemos adquirido el conocimiento de ello? ¿Será tal vez de las cosas de que hace un momento hablábamos? ¿Acaso al ver leños, piedras u otras cosas iguales, cualesquiera que sean, pensamos por ellas en lo igual en el sentido mencionado, que es algo diferente de ellas? ¿O no se te muestra a ti como algo diferente? Considéralo también así: ¿No es cierto que piedras y leños que son iguales, aun siendo los mismos, parecen en ocasiones iguales a unos y a otros no?
-En efecto.
-¿Y qué? ¿Las cosas que son en realidad iguales se muestran a veces ante ti como desiguales, y la igualdad como desigualdad?
-Nunca, Sócrates.
-Luego no son lo mismo-replicó- las cosas esas iguales que lo igual en sí.
-No me lo parecen en modo alguno, Sócrates.
-Pero, no obstante, ¿no son esas cosas iguales, a pesar de diferir de lo igual en sí, las que te lo hicieron concebir y adquirir su conocimiento?
-Es enteramente cierto lo que dices.
-Y esto ¿no ocurre, bien porque es semejante a ellas, bien porque es diferente?
-Exacto.
-En efecto - dijo Sócrates - no hay en ello ninguna diferencia. Si al ver un objeto piensas a raíz de verlo en otro, bien sea semejante o diferente, es necesario que este proceso haya sido un recuerdo.
-Sin duda alguna.
-¿Y qué? -continuó-, ¿no nos ocurre algo similar en el caso de los leños y de esas cosas iguales que hace un momento mencionábamos? ¿Acaso se nos presentan iguales de la misma manera que lo que es igual en sí? ¿Les falta algo para ser tal y como es lo igual, o no les falta nada?
-Les falta, y mucho -respondió.
-Ahora bien, cuando se ve algo y se piensa: esto que estoy viendo yo ahora quiere ser tal y como es cualquier otro ser, pero le falta algo y no puede ser tal y como es dicho ser, sino que es inferior, ¿no reconocemos que es necesario que quien haya tenido este pensamiento se encontrara previamente con el conocimiento de aquello a que dice que esto otro se asemeja, pero que le falta algo para una similitud completa?
-Necesario es reconocerlo.
-¿Qué respondes entonces? ¿Nos ocurre o no lo mismo con respecto a las cosas iguales y a lo igual en si?
-Lo mismo enteramente.
-Luego es necesario que nosotros hayamos conocido previamente lo igual, con anterioridad al momento en que, al ver por primera vez las cosas iguales, pensamos que todas ellas tienden a ser como es lo igual, pero les falta algo para serlo.
-Así es.
-Pero también convenimos que ni lo hemos pensado, ni es posible pensarlo por causa alguna que no sea el ver, el tocar o cualquier otra percepción; que lo mismo digo de todas ellas.
-En efecto, Sócrates, pues su caso es el mismo, al menos respecto de lo que pretende demostrar el razonamiento.
-Pues bien, a juzgar por las percepciones, se debe pensar que todas las cosas iguales que ellas nos presentan aspiran a lo que es igual, pero son diferentes a esto. ¿Es así como lo decimos?
-Es asi.
-Luego, antes de que nosotros empezáramos a ver, a oír y a tener las demás percepciones, fue preciso que hubiéramos adquirido ya de algún modo el conocimiento de lo que es lo igual en sí, si es que a esto íbamos a referir las igualdades que nos muestran las percepciones en las cosas, y pensar, al referirlas, que todas ellas se esfuerzan por ser de la misma índole que aquello, pero son, sin embargo, inferiores.
-Necesario es, Sócrates, según lo dicho anteriormente.
-Y al instante de nacer, ¿no veíamos ya y oíamos y teníamos las restantes percepciones?
-Efectivamente.
-¿No fue preciso, decimos, tener ya adquirido con anterioridad a estas percepciones el conocimiento de lo igual?
-Sí.
-En ese caso, según parece, por necesidad lo teniamos adquirido antes de nacer.
-Eso parece.
-Pues bien, si lo adquirimos antes de nacer y nacimos con él, ¿no sabiamos ya antes de nacer e inmediatamente después de nacer, no sólo lo que es igual en si, sino también lo mayor, lo menor y todas las demás cosas de este tipo? Pues nuestro razonamiento no versa más sobre lo igual en sí, que sobre lo bello en sí, lo bueno en sí, lo justo, lo santo, o sobre todas aquellas cosas que, como digo, sellamos con el rótulo de lo que es en sí, tanto en las preguntas que planteamos como en las respuestas que damos, de suerte que es necesario que hayamos adquirido antes de nacer los conocimientos de todas estas cosas.
-Así es.
-Y si, tras haberlos adquirido, no los olvidáramos cada vez, siempre naceríamos con ese saber y siempre lo conservaríamos a lo largo de la vida. Pues, en efecto, el saber estriba en adquirir el conocimiento de algo y en conservarlo sin perderlo. Y por el contrario, Simmias, ¿no llamamos olvido a la pérdida de un conocimiento?
-Sin duda alguna, Sócrates -respondió.
-Pero si, como creo, tras haberlo adquirido antes de nacer, lo perdimos en el momento de nacer, y despues gracias a usar en ello de nuestros sentidos, recuperamos los conocimientos que tuvimos antaño, ¿no será lo que llamamos aprender el recuperar un conocimiento que era nuestro? ¿Y si a este proceso le denominamos recordar, no le daríamos el nombre exacto?
-Completamente.
-Al menos, en efecto, se ha mostrado que es posible, cuando se percibe algo, se ve, se oye o se experimenta otra sensación cualquiera, el pensar, gracias a la cosa percibida, en otra que se tenía olvidada, y a la que aquélla se aproximaba bien por su diferencia o bien por su semejanza. Asi que, como digo, una de dos, o nacemos con el conocimiento de aquellas cosas y lo mantenemos todos a lo largo de nuestra vida o los que decimos que aprenden después no hacen más que recordar, y el aprender en tal caso es recuerdo.
-Así es efectivamente, Sócrates.
-Entonces, Simmias, ¿cuál de las dos cosas escoges? ¿Nacemos nosotros en posesión del conocimiento o recordamos posteriormente aquello cuyo conocimiento habiamos adquirido con anterioridad?
No puedo, Sócrates, en este momento escoger.
-¿Y qué? ¿Puedes tomar partido en esto otro y decir cuál es tu opinión sobre ello? Un hombre en posesión de un conocimiento, ¿podría dar razón de lo que conoce, o no?
-Eso es de estricta necesidad, Sócrates -respondió.
-¿Y te parece también que todos pueden dar razón de esas cosas de las que hablábamos hace un momento?
-Tal sería mi deseo, ciertamente -replicó Simmias-, pero, por el contrario, mucho me temo que mañana a estas horas ya no haya ningún hombre capaz de hacerlo dignamente.
-Luego ¿es que no crees, Simmias -preguntó Sócrates-, que todos tengan un conocimiento de ellas?
-En absoluto.
-¿Recuerdan, entonces, lo que en su día aprendieron?
-Necesariamente.
-¿Cuándo adquirieron nuestras almas el conocimiento de estas cosas? Pues evidentemente no ha sido después de haber tomado nosotros forma humana.
-No, sin duda alguna.
-Luego fue anteriormente.
-Sí.
-En tal caso, Simmias, existen también las almas antes de estar en forma humana, separadas de los cuerpos, y tenían inteligencia.
-A no ser, Sócrates, que adquiramos esos conocimientos al nacer, pues aún queda ese momento.
-Sea, compañero. Pero, entonces, ¿en qué otro tiempo los perdemos? Pues nacemos sin ellos, como acabamos de convenir ¿o es que los perdemos en el instante en que los adquirimos? ¿Puedes acaso indicar otro momento?
-En absoluto, Sócrates, no me di cuenta que dije una tontería.
-¿Y es que la cuestión, Simmias. se nos presenta así? -continuó Sócrates-. Si, como repetimos una y otra vez, existe lo bello, lo bueno y todo lo que es una realidad semejante, y a ella referimos todo lo que procede de las sensaciones, porque encontramos en ella algo que existía anteriormente y nos pertenecía, es necesario que, de la misma manera que dichas realidades existen, exista tambien nuestra alma, incluso antes de que nosotros naciéramos. Pero si éstas no existen, ¿no se habría dicho en vano este razonamiento? ¿No se presenta así la cuestión? ¿No hay una igual necesidad de que existan estas realidades y nuestras almas antes, incluso, de que nosotros naciéramos, y de que si no existen aquéllas tampoco existan éstas?
-Es extraordinaria, Sócrates, la impresión que tengo -dijo Simmias- de que hay la misma necesidad. Y el razonamiento arriba a buen puerto, a saber, que nuestras almas existen antes de nacer nosotros del mismo modo que la realidad de la que acabas de hablar. Pues nada tengo por tan evidente como el que lo bello, lo bueno y todas las demás cosas de esta índole de que hace un momento hablabas tienen existencia en grado sumo; y en mi opinión, al menos, la demostración queda hecha de un modo satisfactorio.
-¿Y en la de Cebes, qué? -replicó Sócrates-, pues es preciso convencer también a Cebes.
miércoles, 2 de febrero de 2011
TERCERA PARTE
Prueba basada en la existencia de contrarios
[70b-72b]
-Al menos -dijo Sócrates-, no creo que ahora dijera nadie que me escuchase, ni aunque fuera un poeta cómico, que soy un charlatán y que hablo sobre lo que no me atañe. Asi que, si te parece, será menester examinarlo. Y consideremos la cuestión de este modo: ¿tienen una existencia en el Hades las almas de los finados o no? Pues existe una antigua tradición, que hemos mencionado, que dice que, llegadas de este mundo al otro las almas, existen allí y de nuevo vuelven acá, naciendo de los muertos. Y si esto es verdad, si de los muertos renacen los vivos, ¿qué otra cosa cabe afirmar sino que nuestras almas tienen una existencia en el otro mundo?; pues no podrían volver a nacer si no existieran. Y la prueba suficiente de que esto es verdad sería el demostrar de una manera evidente que los vivos no tienen otro origen que los muertos. Si esto no es posible, sería preciso otro argumento.
-Exacto -dijo Cebes.
-Pues bien -prosiguió Sócrates-, si quieres comprender mejor la cuestión, no debes considerarla tan sólo en el caso de los hombres, sino también en el de todos los animales y plantas;en una palabra, tenemos que ver con respecto a todo lo que tiene un origen, si éste no es otro que su contrario en todos los seres que tienen algo que está con ellos en oposición análoga a aquella en que está lo bello con respecto a lo feo, lo justo con lo injusto, y otras innumerables cosas que están en la misma relación. Esto es, pues, lo que tenemos que considerar, si es necesario que todos los seres que tienen un contrario no tengan en absoluto otro origen que su contrario. Un ejemplo: cuando una cosa se hace mayor ¿no es necesario que de menor que era antes se haga luego mayor?
-Sí.
-Y en el caso de que se haga más pequeña, ¿no ocurrirá que de mayor que era primero se hará después menor?
-Así es -contestó.
-¿Y no es verdad que lo más débil procede de lo más fuerte y lo más rápido de lo más lento?
-Por supuesto.
-¿Y qué? ¿Lo que se hace peor, no procede de lo mejor, y lo más justo, de lo más injusto?
-Indudablemente.
-¿Tenemos entonces probado -preguntó Sócrates- de un modo satisfactorio, que todo se produce así, que las cosas contrarias nacen de sus contrarias?
-Sin duda.
-¿Y qué respondes ahora? ¿No hay en eso algo asi como dos generaciones entre cada par de contrarios, una que va del primero al segundo y otra que va, a su vez, del segundo al primero? Entre una cosa mayor y una menor ¿no hay un aumento y una disminución? ¿Y no llamamos, en consecuencia, al primer acto aumentar y al segundo disminuir?
-Sí -contestó.
-¿Y con respecto al descomponerse y al componerse, al enfriarse y al calentarse, y a todas las cosas que ofrecen una oposición semejante, aunque a veces no tengamos nombres para denominarlas, no ocurre de hecho lo mismo en todas ellas necesariamente, que tienen su origen las unas en las otras y que la generación va mutuamente de cada una de ellas a su contraria?
-En efecto -dijo.
-Entonces ¿qué? -replicó Sócrates- ¿Hay algo que sea contrario al vivir de la misma manera que el dormir es contrario al estar despierto?
-Si, lo hay -respondió.
-¿Qué?
-El estar muerto.
-¿Y no se orìgina lo uno de lo otro, puesto que son contrarios? ¿y no son dos las generaciones que hay entre ambos, puesto que son dos?
-Imposible es negarlo.
-Pues bien -prosiguió Sócrates-, yo te voy a hablar a ti de una de esas parejas a las que me referia hace un momento, de ella y de sus generaciones, y tú me vas a hablar a mí de la otra. Se trata del dormir y del estar despierto, y digo que del dormir se origina el estar despierto y del estar despierto el dormir, siendo las generaciones de ambos una el dormirse y la otra el despertarse. ¿Te basta con lo dicho, o no?
-Desde luego que sí.
-Responde tú ahora de igual manera -añadió-, a propósito de la vida y de la muerte. ¿No afirmas que el estar muerto es lo contrario del vivir?
-Sí.
-¿Y que se origina lo uno de lo otro?
-Sí.
-Entonces, ¿qué es lo que se produce de lo que vive?
-Lo que está muerto -respondió.
-¿Y qué se produce -replicó Sócrates- de lo que está muerto?
-Lo que vive, necesario es reconocerlo.
-¿Proceden, entonces, de lo que está muerto, tanto las cosas que tienen vida, como los seres vivientes?
-Es evidente -respondió.
-Luego nuestras almas existen en el Hades.
-Tal parece.
-Y de las dos generaciones que aqui intervienen, ¿no es obvia la una?; pues el morir es cosa evidente sin duda. ¿No es verdad?
-Por compieto.
-¿Qué haremos entonces? ¿No vamos a admitir en compensación la generación contraria, sino que ha de quedar coja en este aspecto la naturaleza? ¿No es necesario más bien conceder al morir una generación contraria?
-De todo punto.
-¿Cuál es esa?
-El revivir.
-Y si existe el revivir, ¿no será eso de revivir una generación que va de los muertos a los vivos?
-Sin duda.
-Luego convenimos aquí también que los vivos proceden de los muertos no menos que los muertos de los vivos, y, siendo esto así, parece que hay indicio suficiente de que es necesario que las almas de los muertos existan en alguna parte, de donde vuelvan a la vida.
-Me parece, Sócrates -respondió-, que, según lo convenido, es necesario que así sea.
-Pues bien, Cebes -dijo Sócrates-, que lo hemos convenido con razón puedes verlo, a mi entender, de esta manera. Si no hubiera una correspondencia constante en el nacimiento de unas cosas con el de otras como si se movieran en círculo, sino que la generación fuera en linea recta, tan sólo de uno de los dos términos a su contrario, sin que de nuevo doblara la meta en dirección al otro, ni recorriera el camino en sentido inverso, ¿no te das cuenta de que todas las cosas acabarían por tener la misma forma, experimentar el mismo cambio, y cesarían de producirse?
-¿Qué quieres decir? -preguntó.
-No es difícil comprender lo que digo -contestó Sócrates-. Por ejemplo: si existiera el dormirse, pero no se produjera en correspondencia el despertarse a partir de lo que está dormido, te das cuenta de que todas las cosas terminarían por mostrar que lo que le ocurrió a Endimión; es una bagatela; y no se le distinguiría a aquél en ninguna parte, por encontrarse todas las demás cosas en su mismo estado, en el de estar durmiendo. Y si todas las cosas se unieran y no se separaran, al punto ocurriría lo que dijo Anaxágoras: "Todas las cosas en el mismo lugar".Y de la misma manera, oh querido Cebes, si muriera todo cuanto participa de la vida, y, después de morir, permaneciera lo que está muerto en dicha forma sin volver de nuevo a la vida, ¿no sería de gran necesidad que todo acabara por morir y nada viviera? Pues aun en el caso de que lo que vive naciera de las demás
cosas que tienen vida, si lo que vive muere, ¿qué medio habría de impedir que todo se consumiera en la muerte?
-Ninguno en absoluto, Sócrates -dijo Cebes-. Me parece enteramente que dices la verdad.
-En efecto, Cebes, nada hay a mi entender más cierto; y nosotros, al reconocerlo asi no nos engañamos, sino que tan realidad es el revivir como el que los vivos proceden de los muertos, y el que las almas de éstos existen [ y a las que son buenas les va mejor; y a las que son malas peor]
SEGUNDA PARTE
FEDÓN
[63b-70b]
-Es justa vuestra observación -replico-, y, según creo, lo que vosotros queréis decir es que yo debo defenderme contra ella como si estuviera ante un tribunal.
-Exactamente -dijo Simmias.
-Pues ¡ea! -agregó-, intentaré defenderme ante vosotros más convincentemente que ante los jueces. En efecto, ¡oh Simmias y Cebes!, si yo no creyera, primero, que iba a llegar junto a otros dioses sabios y buenos, y después, junto a hombres muertos mejores que los de aquí, cometería una falta si no me irritase con la muerte. Pero el caso es, sabedlo bien, que tengo la esperanza de llegar junto a hombres que son buenos; y aunque esto no lo afirmaría yo categóricamente, no obstante, el que he de llegar junto a dioses que son amos excelentes insistiría en afirmarlo, tenedlo bien sabido, más que cualquier otra cosa semejante. De suerte que, por esta razón, no me irrito tanto como me irritaría en caso contrario, sino que tengo la esperanza de que hay algo reservado a los muertos: y, como se dice desde antiguo, mucho mejor para los buenos que para los malos.
-¿Y entonces qué, Sócrates -dijo Simmias-, tienes la intención de marcharte quedándote tu solo con esa idea en la cabeza, y no nos harás participar de ella a nosotros también? Pues es algo común a todos nosotros, según me parece, ese bien; y a la vez tendrás tu defensa, si logras convencernos de lo que dices.
-Está bien, lo intentaré -dijo-. Pero, antes que nada, preguntemos a Critón, que está ahí, qué es lo que da la impresión de querer decirme desde hace rato.
-¿Y qué otra cosa va a ser, Sócrates, sino que desde hace tiempo me está diciendo el que te va a dar el veneno que conviene advertirte que hables lo menos posible? Pues asegura que al charlar se acaloran demasiado, y que no se debe poner un obstáculo semejante al veneno, pues si no, hay casos en que se ven obligados a beberlo hasta dos o tres veces los que obran así.
-Mándale a paseo -le respondió Sócrates--. Que cuide tan sólo de preparar su veneno para darme doble dosis, o triple incluso, si es preciso.
-Ya me suponía yo tu respuesta, pero hace un buen rato que me está molestando.
-Déjale -replicó-. Y ahora es a vosotros, los jueces, a quienes quiero ya rendir cuentas de por qué me parece a mí natural que un hombre que ha pasado su vida entregado a la filosofía se muestre animoso cuando está en trance de morir, y tenga la esperanza de que en el otro mundo va a conseguir los mayores bienes, una vez que acabe sus días. Y cómo puede ser esto así, oh Simmias y Cebes, voy a intentar explicároslo.
-Es muy posible, en efecto, que pase inadvertido a los demás que cuantos se dedican por ventura a la filosofía en el recto sentido de la palabra no practican otra cosa que el morir y el estar muertos. Y si esto es verdad, sería sin duda un absurdo el que durante toda su vida no pusieran su celo en otra cosa sino ésta, y el que, una vez llegada, se irritasen con aquello que desde tiempo atrás anhelaban y practicaban.
Entonces Simmias, echándose a reír, exclamó:
-¡Por Zeus!, Sócrates, a pesar de que hace un momento no tenía en absoluto ganas de reírme, me has obligado a ello. Pues creo que, si el vulgo hubiera oído decir eso mismo, lo hubiera estimado muy bien dicho respecto de los que se dedican a la filosofía. Y con el vulgo estarían de completo acuerdo nuestros compatriotas en que verdaderamente los que filosofan están moribundos. Y dirían, además, que a ellos no se les escapa que son dignos de padecer tal suerte.
-Y dirían la verdad, Simmias, salvo en lo que a ellos no se les escapa eso. Porque efectivamente les pasa inadvertido de qué modo están moribundos, en qué sentido merecen la muerte, y qué clase de muerte merecen los que son filósofos de verdad. Hablemos, pues, entre nosotros mismos -añadió-, y mandemos a aquéllos a paseo. ¿creemos que es algo la muerte?
-Sin duda alguna -le replicó Simmias.
-¿Y que no es otra cosa que la separación del alma y del cuerpo? ¿Y que el estar muerto consiste en que el cuerpo, una vez separado del alma, queda a un lado solo en si mismo, y el alma a otro, separada del cuerpo, y sola en sí misma? ¿Es, acaso, la muerte otra cosa que eso?
-No - respondió - es eso.
-En tal caso, mi buen amigo, mira a ver si eres de la misma opinión que yo, pues a partir de vuestro asentimiento creo que adquiriremos mayor conocimiento sobre lo que consideramos. ¿Te parece a ti propio del filósofo el interesarse por los llamados placeres de la índole, por ejemplo, de los de la comida y la bebida?
-De ningún modo, Sócrates -respondió Simmias.
-¿Y de los placeres del amor?
-Tampoco.
-¿Y qué diremos, además, de los cuidados del cuerpo? ¿Te parece que los considera dignos de estimación un hombre semejante? Asi, por ejemplo, la posesión de mantos y calzados distinguidos y los restantes adornos del cuerpo ¿te da la impresión de apreciarlos o despreciarlos, salvo en lo que sea de gran necesidad participar en ellos?
-A mí me parece que los desprecia -respondió-, al menos, el filósofo de verdad.
-¿Y no te parece -prosiguió- que en su totalidad la ocupación de un hombre semejante no versa sobre el cuerpo, sino, al contrario, en estar separado lo más posible de él, y en aplicarse al alma?
-A mí, si.
-¿Y en primer lugar, no está claro en tal conducta que el filósofo desliga el alma de su comercio con el cuerpo lo más posible y con gran diferencia sobre los demás hombres?
-Resulta evidente.
-Y, sin duda, Simmias, parécele al vulgo que la vida de aquel que no considera agradable ninguna de dichas cosas, ni toma parte en ellas, no merece la pena, y que es algo cercano a la muerte a lo que tiende quien no se cuida en nada de los placeres corporales.
-Es enteramente cierto lo que dices.
-¿Y qué decir sobre la adquisición misma de la sabiduría? ¿Es o no un obstáculo el cuerpo, si se le toma como compañero en la investigación? Y te pongo por ejemplo lo siguiente: ofrecen, acaso, a los hombres alguna garantía de verdad la vista y el oído, o viene a suceder lo que los poetas nos están repitiendo siempre, que no oimos ni vemos nada con exactitud? Y si entre los sentidos corporales éstos no son exactos, ni dignos de crédito, difícilmente lo serán los demás, puesto que son inferiores a ellos. ¿No te parece así?
-Así, por completo -dijo.
-Entonces -replicó Sócrates- ¿cuándo alcanza el alma la verdad? Pues siempre que intenta examinar algo juntamente con el cuerpo, está claro que es engañada por él.
-Dices verdad.
-¿Y no es al reflexionar cuando, más que en ninguna otra ocasión, se le muestra con evidencia alguna realidad?
-Sí.
-E indudablemente la ocasión en que reflexiona mejor es cuando no la perturba ninguna de esas cosas, ni el oído, ni la vista, ni dolor, ni placer alguno, sino que, mandando a paseo el cuerpo, se queda en lo posible sola consigo mismo y, sin tener en lo que puede comercio alguno ni contacto con él, aspira a alcanzar la realidad.
-Así es.
-¿Y no siente en este momento el alma del filósofo un supremo desdén por el cuerpo, y se escapa de él, y busca quedarse a solas consigo misma?
-Tal parece.
-¿Y qué ha de decirse de lo siguiente, Simmias: afirmamos que es algo lo justo en sí, o lo negamos?
-Lo afirmamos, sin duda, ¡por Zeus!
-¿Y que, asimismo, lo bello es algo y lo bueno también?
-¡ Cómo no !
-Pues bien, ¿has visto ya con tus ojos en alguna ocasión alguna de tales cosas?
-Nunca -respondió Simmias.
-¿Las percibiste, acaso, con algún otro de los sentidos del cuerpo? Y estoy hablando de todo; por ejemplo, del tamaño, la salud, la fuerza; en una palabra, de la realidad de todas las demás cosas, es decir, de lo que cada una de ellas es. ¿Es, acaso, por medio del cuerpo como se contempla lo más verdadero de ellas, u ocurre, por el contrario, que aquel de nosotros que se prepara con el mayor rigor a reflexionar sobre la cosa en sí misma, que es objeto de su consideración, es el que puede llegar más cerca del conocer cada cosa?
-Así es, en efecto.
-¿Y no haría esto de la manera más pura aquel que fuera a cada cosa tan sólo con el mero pensamiento, sin servirse de la vista en el reflexionar y sin arrastrar ningún otro sentido en su meditación, sino que, empleando el mero pensamiento en sí mismo, en toda su pureza, intentara dar caza a cada una de las realidades, sola, en sí misma y en toda su pureza, tras haberse liberado en todo lo posible de los ojos, de los oídos y, por decirlo así, de todo el cuerpo, convencido de que éste perturba el alma y no la permite entrar en posesión de la verdad y de la sabiduría, cuando tiene comercio con ella? ¿Acaso no es éste, oh Simmias, quien alcanzará la realidad, si es que la ha alcanzado alguno?
-Es una verdad grandísima lo que dices, Sócrates -replicó Simmias.
-Pues bien -continuó Sócrates-, después de todas estas consideraciones, por necesidad se forma en los que son genuinamente filósofos una creencia tal, que les hace decirse mutuamente algo así como esto: tal vez haya una especie de sendero que nos lleve a término [juntamente con el razonamiento en la investigación], porque mientras tengamos el cuerpo y esté nuestra alma mezclada con semejante mal, jamás alcanzaremos de manera suficiente lo que deseamos. Y decimos que lo que deseamos es la verdad. En efecto, son un sin fin las preocupaciones que nos procura el cuerpo por culpa de su necesaria alimentación; y encima, si nos ataca alguna enfermedad, nos impide la caza de la verdad. Nos llena de amores, de deseos, de temores, de imágenes de todas clases, de un montón de naderías, de tal manera que, como se dice, por culpa suya no nos es posible tener nunca un pensamiento sensato. Guerras, revoluciones y luchas nadie las causa, sino el cuerpo y sus deseos, pues es por la adquisición de riquezas por lo que se originan todas las guerras, y a adquirir riquezas nos vemos obligados por el cuerpo, porque somos esclavos de sus cuidados; y de ahí, que por todas estas causas no tengamos tiempo para dedicarlo a la filosofía. Y lo peor de todo es que, si nos queda algún tiempo libre de su cuidado y nos dedicamos a reflexionar sobre algo, inesperadamente se presenta en todas partes en nuestras investigaciones y nos alborota, nos perturba y nos deja perplejos, de tal manera que por su culpa no podemos contemplar la verdad. Por el contrario, nos queda verdaderamente demostrado que, si alguna vez hemos de saber algo en puridad, tenemos que desembarazarnos de él y contemplar tan sólo con el alma las cosas en sí mismas. Entonces, según parece, tendremos aquello que deseamos y de lo que nos declaramos enamorados, la sabiduria; tan sólo entonces, una vez muertos, según indica el razonamiento, y no en vida. En efecto, si no es posible conocer nada de una manera pura juntamente con el cuerpo, una de dos, o es de todo punto imposible adquirir el saber, o sólo es posible cuando hayamos muerto, pues es entonces cuando el alma queda sola en sí misma, separada del cuerpo, y no antes. Y mientras estemos con vida, más cerca estaremos del conocer, según parece, si en todo lo posible no tenemos ningún trato ni comercio con el cuerpo, salvo en lo que sea de toda necesidad, ni nos contaminamos de su naturaleza,manteniéndonos puros de su contacto, hasta que la divinidad nos libre de él.De esta manera, purificados y desembarazados de la insensatez del cuerpo, estaremos, como es natural, entre gentes semejantes a nosotros y conoceremos por nosotros mismos todo lo que es puro; y esto tal vez sea lo verdadero. Pues al que no es puro es de temer que le esté vedado el alcanzar lo puro. He aquí, oh Simmias, lo que necesariamente pensarán y se dirán unos a otros todos los que son amantes del aprender en el recto sentido de la palabra. ¿No te parece a ti asi?
-Enteramente, Sócrates.
-Así, pues, compañero -dijo Sócrates-, si esto es verdad, hay una gran esperanza de que, una vez llegado adonde me encamino, se adquirirá plenamente allí, más que en ninguna otra parte, aquello por lo que tanto nos hemos afanado en nuestra vida pasada; de suerte que el viaje que ahora se me ha ordenado se presenta unido a una buena esperanza, tanto para mí como para cualquier otro hombre que estime que tiene su pensamiento preparado y, por decirlo así, purificado.
-Exacto -respondió Simmias.
-¿Y la purificación no es, por ventura, lo que en la tradición se viene diciendo desde antiguo, el separar el alma lo más posible del cuerpo y el acostumbrarla a concentrarse; a recogerse en si misma, retirándose de todas las partes del cuerpo, y viviendo en lo posible tanto en el presente como en el después sola en sí misma, desligada del cuerpo como de una atadura?
-Así es en efecto -dijo.
-¿Y no se da el nombre de muerte a eso precisamente, al desligamiento y separación del alma con el cuerpo?
Sin duda alguna -respondió Simmias.
-Pero el desligar el alma, según afirmamos, es la aspiración suma, constante y propia tan sólo de los que filosofan en el recto sentido de la palabra; y la ocupación de los filósofos estriba precisamente en eso mismo, en el desligamiento y separación del alma y del cuerpo. ¿Si o no?
-Así parece.
-¿Y no sería ridículo, como dije al principio, que un hombre que se ha preparado durante su vida a vivir en un estado lo más cercano posible al de la muerte, se irrite luego cuando le llega ésta?
-Sería ridículo. ¡Cómo no!
-Luego, en realidad, oh Simmias -replicó Sócrates-, los que filosofan en el recto sentido de la palabra se ejercitan en morir, y son los hombres a quienes resulta menos temeroso el estar muertos. Y puedes colegirlo de lo siguiente: si están enemistados en todos los respectos con el cuerpo y desean tener el alma sola en sí misma, ¿no sería un gran absurdo que, al producirse esto, sintieran temor y se irritasen y no marcharan gustosos allá, donde tienen esperanza de alcanzar a su llegada aquello de que estuvieron enamorados a lo largo de su vida -que no es otra cosa que la sabiduría- y de librarse de la compañia de aquello con lo que estaban enemistados? ¿No es cierto que al morir amores humanos, mancebos amados, esposas e hijos, fueron muchos los que se prestaron de buen grado a ir en pos de ellos al Hades, impulsados por la esperanza de que allí verían y se reunirían con los seres que añoraban? Y en cambio, si alguien ama de verdad la sabiduría, y tiene con vehemencia esa misma esperanza, la de que no se encontrará con ella de una manera que valga la pena en otro lugar que en el Hades ¿se va a irritar por morir y marchará allá a disgusto? Preciso es creer que no, compañero, si se trata de un verdadero filósofo, pues tendrá la firme opinión de que en ninguna otra parte, salvo allí, se encontrará con la sabiduría en estado de pureza. Y si esto es así, como decía hace un momento, ¿ no sería un gran absurdo que un hombre semejante tuviera miedo a la muerte?
-Sí, por Zeus -dijo Simmias-, un gran absurdo.
-¿Y no te parece que es indicio suficiente de que un hombre no era amante de la sabiduría, sino del cuerpo, el verle irritarse cuando está a punto de morir? Y probablemente ese mismo hombre resulte también amante del dinero, o de honores, o una de estas dos cosas, o las dos a la vez.
-Efectivamente -respondió--, ocurre tal y como dices.
-¿Acaso no es, Simmias -prosiguió- lo que se llama valentía lo que más conviene a los que son así?
-Sin duda alguna -dijo.
¿Y no es la moderación, incluso eso que el vulgo llama moderación, es decir, el no dejarse excitar por los deseos, sino mostrarse indiferente y mesurado ante ellos, lo que conviene a aquellos únicamente que, descuidándose en extremo del cuerpo, viven entregados a la filosofía?
-Necesariamente -respondió.
-En efecto -siguió Sócrates-, pues si quieres considerar la valentía y la moderación de los demás, te parecerá que es extraña.
-¿En qué sentido, Sócrates?
-¿No sabes -prosiguió- que todos los demás consideran la muerte como uno de los grandes males?
-Lo sé, y muy bien -dijo.
-¿Y cuando afrontan la muerte los que entre ellos son valientes no la afrontan por miedo a mayores males?
-Así es.
-Luego el tener miedo y el temor es lo que hace valientes a todos, salvo a los filósofos; y eso que es ilógico que se sea valiente por temor y cobardía.
-Completamente.
-¿Y qué hemos de decir de los que entre ellos son moderados? ¿No les ocurre lo mismo? ¿No es por una cierta intemperancia por lo que son moderados? Aunque digamos que es imposible, sin embargo, lo que les ocurre con respecto a esa necia moderación es algo semejante al caso anterior. Temen verse privados de los placeres que ansían, y se abstienen de unos vencidos por otros. Y pese a que llaman intemperancia al dejarse dominar por los placeres, les sucede, no obstante, que dominan unos, mas por estar dominados por otros. Y esto equivale a lo que se decia hace un momento, que en cierto modo se moderan por causa de una cierta intemperancia.
-Así parece.
-Y.tal vez, oh bienaventurado Simmias, no sea el recto cambio con respecto a la virtud, el trocar placeres por placeres, penas por penas y temor por temor, es decir, cosas mayores por cosas menores, como si se tratara de monedas. En cambio, tal vez sea la única moneda buena, por la cual debe cambiarse todo eso, la sabiduría. Por ella y con ella quizá se compre y se venda de verdad todo, la valentía, la moderación, la justicia y, en una palabra, la verdadera virtud; con la sabiduría tan sólo, se añadan o no los placeres y los temores y todas las demás cosas de ese tipo. Pero si se cambian entre sí, separadas de la sabiduria, es muy probable que una virtud semejante sea una mera apariencia, una virtud en realidad propia de esclavos y que no tiene nada de sano ni de verdadero. Por el contrario, la verdadera realidad tal vez sea una purificación de todas las cosas de este tipo, y asimismo la moderación, la justicia, la valentía y la misma sabiduría, un medio de purificación. Igualmente es muy posible que quienes no instituyeron los misterios no hayan sido hombres mediocres, y que, al contrario, hayan estado en lo cierto al decir desde antiguo, de un modo enigmático, que quien llega profano y sin iniciar al Hades yacerá en el fango, mientras que el que allí llega purificado e iniciado habitará con los dioses. Pues son, al decir de los que presiden las iniciaciones, muchos los portatirsos, pero pocos los bacantes. Y éstos, en mi opinión, no son otros que los que se han dedicado a la filosofía en el recto sentido de la palabra. Por llegar yo tambien a ser uno de ellos no omití en lo posible cuanto estuvo de mi parte, a lo largo de mi vida, sino que me afané de todo corazón. Y si mi afán fue el que la cosa merecía y he tenido éxito, al llegar allí, sabré, si Dios quiere, la exacta verdad, dentro de un rato, según creo. Tal es, oh Simmias y Cebes -dijo-, la defensa que yo hago para demostrar que es natural que no me duela ni me irrite el abandonaros a vosotros ni a mis amos de aquí, puesto que pienso que he de encontrarme allí, no menos que aquí, con buenos amos y compañeros. [Pero éste es un punto que produce sus dudas en el vulgo]. Asi que, si en mi defensa os resulta a vosotros más convincente que a los jueces de Atenas, me doy por satisfecho.
Al acabar de decir esto Sócrates, Cebes, tomando la palabra, dijo:
-Oh Sócrates, todo lo demás me parece que está bien dicho, pero lo relativo al alma produce en los hombres grandes dudas por el recelo que tienen de que, una vez que se separe del cuerpo, ya no exista en ninguna parte, sino que se destruya y perezca en el mismo día en que el hombre muera, y que tan pronto como se separe del cuerpo y de él salga, disipándose como un soplo o como el humo se marche en un vuelo y ya no exista en ninguna parte. Pues, si verdaderamente estuviera en alguna parte ella sola, concentrada en sí misma y liberada de esos males que hace un momento expusiste, habría una grande y hermosa esperanza, oh Sócrates, de que es verdad lo que tú dices. Pero tal vez requiera una justificación y una demostración no pequeña eso de que existe el alma cuando el hombre ha muerto, y tiene capacidad de obrar y entendimiento.
-Verdad es lo que dices -replicó Sócrates-.
-Pero, ¿qué debemos hacer? ¿quieres que charlemos sobre si es verosímil que asi sea, o no?
-Yo, por mi parte -repuso Cebes-, escucharia con gusto qué opinión tienes sobre ello.
Continúa...
Presentamos un extraordinario diálogo de Platón: el Fedón. La lectura de este diálogo debería hacerse en estrecha relación con otros diálogos, presentes en nuestra sección de Textos, como son el Eutifrón, la Apología y el Critón, pues ello nos permite, además de conocer lo que parece que fue el pensamiento más original de Sócrates, el percibir como fueron los últimos días de su vida.
El Fedón es un diálogo que nos muestra de manera extraordinaria como Sócrates se enfrentó con el momento supremo de su existencia: el de la muerte. Por ello, la intención principal de tal diálogo, es la de trazar una filosofía de la muerte, una teoría del buen morir, tomando como base la muerte ejemplar del maestro de Platón.
En el Fedón, Sócrates, hace una apología de sí mismo, pero esta vez no ante los jueces de Atenas, sino ante sus amigos, y no precisamente de su inocencia, sino de su actitud ante la muerte. Ahora, en el momento de emprender un viaje dudoso y definitivo, expondrá cuantos motivos tiene para mostrarse sereno y no mostrar angustia ante la más sincera de las verdades.
Por todo ello, en los momentos anteriores a su muerte, Sócrates y sus amigos, realizan un examen de las opiniones, que en su tiempo, existían sobre la muerte, sometiéndolas al tribunal de la Razón. Es en este contexto, en donde podemos percibir tanto la grandeza de esta facultad como sus límites, lo que hará que, en algunos momentos, Sócrates y su capacidad racional, se muestren impotentes para disipar temores siéndole preciso mitologizar para encontrar así consuelo...
INTRODUCCIÓN
(57a-59b)
Personajes del diálogo
EQUÉCRATES, FEDÓN, APOLODORO, SÓCRATES, CEBES,
SIMMIAS, CRITÓN, EL SERVIDOR DE LOS ONCE.
EQUÉCRATES.- ¿Estuviste tú, Fedón, con Sócrates el día aquel en que bebió el veneno en la cárcel, o se lo has oído contar a otro?
FEDÓN.-Estuve yo personalmente, Equécrates.
EQUÉCRATES.-¿Y qué es lo que dijo antes de morir? ¿y cómo acabó sus días? Con gusto te lo oiría contar, porque ningún ciudadano de Fliunte va ahora con frecuencia a Atenas, ni tampoco, desde hace mucho tiempo, ha venido de allí forastero alguno que haya sido capaz de darnos noticia cierta sobre esta cuestión, a no ser lo de que bebió el veneno y murió. De lo demás no han sabido decirnos nada.
FEDÓN.-¿Ni siquiera os habéis enterado, entonces, de qué manera se llevó a cabo el proceso?
EQUÉCRATES.-Si, eso nos lo ha contado alguien. Y nos extrañamos por cierto de que, acabado el juicio, hace bastante tiempo, muriera mucho después,según es evidente.¿Por qué fue asi, Fedón?
FEDÓN.-Hubo con él, Equécrates, una coincidencia: el día antes del juicio dio la casualidad de que estaba con la guirnalda puesta la popa del navío que envían los atenienses a Delos.
EQUÉCRATES.-Y ese navío, ¿qué es?
FEDÓN.-La nave en la que, según dicen los atenienses, llevó Teseo un día a Creta a aquellas siete parejas, y no sólo las salvó, sino que también él quedó a salvo. Hicieron entonces los atenienses, según se dice, el voto a Apolo de que si se salvaban llevarían todos los años a Delos una peregrinación; peregrinación ésta que desde; entonces envían siempre cada año al dios, incluso ahora. Pues bien, una vez que comienzan la peregrinación, tienen la costumbre de tener libre de impureza a la ciudad durante ese tiempo, y de no dar muerte a nadie por orden estatal, hasta que la nave llegue a Delos y regrese de nuevo a Atenas. Y esto, a veces, cuando por una contingencia los vientos los detienen, lleva mucho tiempo. La peregrinación comienza una vez que el sacerdote de Apolo corona la popa de la nave; y esta ceremonia, como digo, era la que casualmente se había celebrado la víspera del juicio. Por esta razón fue mucho el tiempo que pasó Sócrates en la prisión desde su sentencia hasta su muerte.
EQUÉCRATES.-Y ¿cómo fueron las circunstancias de la muerte? ¿Qué fue lo que se dijo o se hizo? ¿Qué amigos fueron los que estuvieron con él? ¿O no les dejaron los magistrados estar presentes, y acabó sus días solo y sin amigos?
FEDÓN.-No, estaban allí algunos, muchos incluso.
EQUÉCRATES.-Procura, entonces, relatarnos todo con la mayor exactitud posible, si es que no tienes algún quehacer que te lo impida.
FEDÓN.-No, por cierto; estoy libre de ocupaciones, e intentaré contároslo, pues el evocar la memoria de Sócrates, bien hable yo o le oiga hablar a otro, es siempre para mí la cosa más agradable de todas.
EQUÉCRATES.-Pues bien, Fedón, en los que te van a escuchar tienes a otros tantos como tu. Ea, pues, intenta exponernos todo con la mayor precisión que puedas.
FEDÓN.-Por cierto que al estar yo allí me sucedió algo extraño. Pues no se apoderaba de mí la compasión en la idea de que asistía a la muerte de un amigo, porque se me mostraba feliz, Equécrates, aquel varón: no sólo por su comportamiento, sino también por sus palabras. Tan tranquila y noblemente moría, que se me ocurrió pensar que no descendía al Hades sin cierta asistencia divina, y que al llegar allí iba a tener una dicha cual nunca tuvo otro alguno. Por esta razón no sentia en absoluto compasión, como pareceria natural al asistir a un acontecimiento luctuoso, pero tampoco placer, como si estuviéramos entregados a la filosofía tal y como acostumbrábamos; y eso que la conversación era de este tipo. Sencillamente, había en mí un sentimiento extraño, una mezcla desacostumbrada de placer y de dolor, cuando pensaba que, de un momento a otro, aquél iba a morir. Y todos los presentes estábamos más o menos en un estado semejante: a veces reíamos y a veces llorábamos, pero sobre todo uno de nosotros, Apolodoro. Pues ya lo conoces a él y su modo de ser.
EQUÉCRATES.-¿Cómo no voy a conocerle?
FEDÓN.-Encontrábase, es cierto, en completo abatimiento; pero yo también estaba conmovido, y asimismo los demás.
EQUÉCRATES.-¿Y quiénes, Fedón, estaban por ventura allí presentes?
FEDÓN.-Ese que te digo, Apolodoro, que formaba parte del grupo de sus paisanos, juntamente con Critobulo, su padre: Hermógenes, Epígenes, Escluines y Antístenes, y estaban también Ctesipo el Peanieo, Menéxeno y algunos otros del país. Platón estaba enfermo, según creo.
EQUÉCRATES.-¿Y había algún extranjero?
FEDÓN.-Sí, Simmias el tebano, Cebes y Fedonda de Mégara, Euclides y Terpsión.
EQUÉCRATES.-¿Y qué? ¿Se encontraban con ellos Aristipo y Cleómbloto?
FEDÓN.-No, por cierto. Se decía que estaban en Egina.
EQUÉCRATES.-¿Estaba presente algun otro?
FEDÓN.-Si no me equivoco, creo que fueron sólo éstos los que estuvieron.
EQUÉCRATES.-¿Y qué más? ¿Qué conversaciones dices que hubo?
FEDÓN
[59c-63b]
FEDÓN.-Voy a intentar exponerte todo minuciosamente, desde el principio. Te diré, pues, que ya los días anteriores solíamos ir sin falta, tanto yo como los demás, a ver a Sócrates, reuniéndonos al amanecer en el tribunal donde se habia celebrado el juicio, pues estaba cerca de la cárcel. Allí esperábamos siempre a que se abriera la prisión, charlando los unos con los otros, porque no se abría muy de mañana. Una vez abierta, entrábamos a visitar a Sócrates, y las más de las veces pasábamos el día entero con él. Pero en aquella ocasión nos habíamos reunido aún más temprano, porque el día anterior, cuando salimos de la prisión, a la caída de la tarde, nos enteramos de que la nave había regresado de Delos. En vista de ello, nos dimos los unos a los otros el aviso de llegar lo más pronto posible al lugar de costumbre. Llegamos, y saliéndonos al encuentro el carcelero que solía abrirnos nos dijo que esperáramos y que no nos presentáramos allí hasta que él lo indicara.
-Los Once -nos dijo- están quitándole los grilletes a Sócrates y dándole la noticia de que en este día morirá. Mas no tardó mucho rato en volver y nos invitó a entrar. Entramos, pues, y nos encontramos a Sócrates que acababa de ser desencadenado, y a Jantipa -ya la conoces- con su hijo en brazos y sentada a su lado. Al vernos, Jantipa rompió a gritar y a decir cosas tales como las que acostumbran las mujeres.
-¡Ay, Sócrates!, ésta es la última vez que te dirigirán la palabra los amigos y tú se la dirigirás a ellos.
-Sócrates, entonces, lanzó una mirada a Critón y le dijo:
-Critón, que se la lleve alguien a casa. Y a aquélla se la llevaron, chillando y golpeándose el pecho, unos criados de Critón.
Sócrates, por su parte, sentándose en la cama, dobló la pierna, restregósela con la mano, y, al tiempo que la friccionaba, dijo:
-¡Qué cosa más extraña, amigos, parece eso que los hombres llaman placer! ¡Cuán sorprendentemente está unido a lo que semeja su contrario: el dolor! Los dos a la vez no quieren presentarse en el hombre, pero si se persigue al uno y se le coge, casi siempre queda uno obligado a coger también al otro, como si fueran dos seres ligados a una única cabeza. Y me parece - agregó - que si hubiera caído en la cuenta de ello Esopo hubiera compuesto una fábula que diria que la divinidad, queriendo imponer paz a la guerra que se hacían, como no pudiera conseguirlo, les juntó en el mismo punto sus coronillas; y por esta razón en aquel que se presenta el uno le sigue a continuación el otro. Así también me parece que ha ocurrido conmigo: una vez que por culpa de los grilletes estuvo en mi pierna el dolor, llegó ahora en pos suyo, según se ve, el placer.
Interrumpiéndole entonces Cebes, le dijo:
-¡Por Zeus!, Sócrates, que has hecho bien en recordármelo. Sobre esos poemas que has compuesto, poniendo en verso las fábulas de Esopo y el himno a Apolo, ya me han preguntado algunos, pero sobre todo Eveno, anteayer, por qué razón los hiciste una vez llegado aquí, cuando anteriormente jamás habias compuesto ninguno. Si te importa, pues, que yo pueda responder a Eveno cuando de nuevo me pregunte, porque bien sé que me preguntará, dime qué debo decir.
-Pues dile, Cebes -le contestó-, la verdad; que no los hice por querer convertirme en rival suyo ni de sus poemas, pues sabía que esto no era fácil, sino por tratar de enterarme qué significaban ciertos sueños, y también por cumplir con un deber religioso, por si acaso era ésta la música que me prescribían componer. Tratábase, en efecto, de lo siguiente: Con mucha frecuencia en el transcurso de mi vida se me había repetido en sueños la misma visión, que, aunque se mostraba cada vez con distinta apariencia, siempre decía lo mismo: ¡Oh Sócrates, trabaja en componer música! Yo, hasta ahora, entendí que me exhortaba y animaba a hacer precisamente lo que venía haciendo, y que al igual que los que animan a los corredores, ordenábame el ensueño ocuparme de lo que me ocupaba, es decir, de hacer música, porque tenia yo la idea de que la filosofía, que era de lo que me ocupaba, era la música más excelsa. Pero ahora, después de que se celebró el juicio y la fiesta del dios me impidió morir, estimé que, por si acaso era esta música popular la que me ordenaba el sueño hacer,no debía desobedecerle, sino, al contrario; hacer poesía; pues era para mí más seguro no marcharme de esta vida antes de haber cumplido con este deber religioso, componiendo poemas y obedeciendo al ensueño. Así, pues, hice en primer lugar un poema al dios a quien correspondía la fiesta que se estaba celebrando. Mas después de haber hecho este poema al dios caí en la cuenta de que el poeta, si es que se propone ser poeta, debe tratar en sus poemas mitos v no razonamientos; yo, empero, no era mitólogo, y por ello precisamente entre los mitos que tenía a la mano y me sabía - los de Esopo - di forma poética a los primeros que al azar se me ocurrieron. Dile, pues, esto a Eveno, Cebes, y que tenga salud, y que, si es hombre sensato, me siga lo más rápidamente posible. Me marcharé, según parece, hoy, puesto que lo ordenan los atenienses.
Entonces Simmias dijo:
-¡Qué consejo éste que le das a Eveno, Sócrates! Muchas son ya las veces que me he tropezado con ese hombre, y estoy por decir, a juzgar por lo que yo tengo visto, que en modo alguno te hará caso de buen grado.
-¿Y qué? -replicó Sócrates-, ¿no es filósofo Eveno?
-A mí al menos me lo parece -contestó Simmias.
-Pues entonces Eveno se mostrara dispuesto a ello, como todo aquel que tome por esa ocupación un interés digno de ella. Sin embargo, posiblemente no ejercerá sobre sí mismo violencia, pues esto, según dicen, no es lícito. -Y al tiempo que decía esto hizo descender sus piernas hasta tocar el suelo, y así sentado continuó el resto de la conversación.
Preguntóle entonces Cebes:
-¿Cómo es que dices, Sócrates, por un lado esto de que no es lícito ejercer violencia sobre si mismo y por otro que el filósofo estaría deseoso de seguir al que muere?
-¿Y que, Cebes, no habéis oído hablar, tu y Simmias, de tales cuestiones, habiendo sido dicípulos de Filolao?
-Con claridad, al menos, no, Sócrates.
-Pues también yo hablo sobre esto de oídas. Asi que lo que buenamente he oido decir no tengo ningún inconveniente en repetirlo. Es más, tal vez sea lo más apropiado para el que esta a punto de emigrar allá el recapacitar y referir algún mito sobre cómo pensamos qué es esa emigración. Y ¿qué otra cosa se podría hacer en el tiempo que falta hasta que se ponga el sol?
-Entonces, Sócrates, ¿en qué se basan los que dicen que no es lícito darse muerte a sí mismo? Porque yo, como tú me preguntabas hace un momento, ya le oí decir a Filolao, cuando vivia con nosotros, y a algunos otros, que no se debía hacer eso. Pero algo definitivo sobre ello jamás se lo he oído a nadie.
-Pues es menester no desalentarse -dijo-, porque tal vez lo podrías oír. Sin embargo, quizá te parecerá extraño que seá ésta la única cuestión simple entre todas y que jamás se presente al hombre como las demás. Hay casos, sí, e individuos para quienes mejor les sería estar muertos que vivir, pero lo que tal vez parezca chocante es que para esos individuos, para quienes vale más estar muertos, sea una impiedad el hacerse ese beneficio a sí mismos, y tengan que esperar a que sea otro su bienhechor.
Entonces Cebes, sonriendo ligeramente, exclamó, hablando en su propia lengua:
-Sépalo Zeus.
-En efecto -prosiguió Sócrates-, desde este punto de vista puede dar la impresión de algo ilógico. Sin embargo, no lo es y tal vez tenga alguna explicación. Y a propósito,lo que se dice en los misterios sobre esto, que los hombres estamos en una especie de presidio, y que no debe liberarse uno a sí mismo ni evadirse de él, me parece algo grandioso y de difícil interpretación. Pero lo que sí me parece Cebes, que se dice con razón es que los dioses son quienes se cuidan de nosotros y que nosotros los hombres, somos una de sus posesiones. ¿No te parece así?
--A mí, sí -respondió Cebes.
-Y tú, en tu caso -prosiguió-, si alguno de los seres que son de tu propiedad se suicidara, sin indicarle tu que quieres que muera, ¿no te irritarías con él?; y si pudieras aplicarle algún castigo, ¿no se lo aplicarías?
-Sin duda alguna -respondió Cebes.
-Pues bien, quizá desde este punto de vista no sea ilógica la obligación de no darse muerte a sí mismo, hasta que la divinidad envíe un motivo imperioso, como el que ahora se me ha presentado.
-Esto sí -dijo Cebes- es a todas luces verosímil. Pero lo que decías hace un momento de que los filósofos estarían dispuestos con gusto a morir eso, Sócrates, parece un absurdo, si está bien fundado lo que acabamos de decir: que la divinidad es quien se cuida de nosotros y que nosotros somos sus posesiones. Pues el que los hombres más sensatos no sientan enojo por abandonar esa situación de servidumbre en la que tienen por patronos a los mejores patronos que hay, a los dioses, no tiene explicación, porque no cabe que el sabio crea que él cuidará mejor de sí mismo al estar en libertad. En cambio, un hombre insensato posiblemente creería que debe escapar de su amo, sin hacerse la reflexión de que no debe uno huir de lo que es bueno, sino, al contrario, permanecer a su lado lo más posible; de ahí que huyera irreflexivamente. Pero el que tiene inteligencia es muy probable que deseara estar siempre junto a quien es mejor que él.Y según esto, Sócrates, lo lógico es lo contrario de lo que se decía hace un instante: a los sensatos es a quienes cuadra sentir enojo por morir; a los insensatos, en cambio, alegría.
Al oírle, Sócrates me dio la impresión de que se alegraba con las objeciones de Cebes; y dirigiendo la mirada hacia nosotros, dijo:
-Siempre, es verdad, está Cebes rastreando algún argumento, y nunca se muestra dispuesto a aceptar al pronto lo que se diga.
-Pero el caso es, Sócrates -dijo Simmias-, que a mi también me parece que esta vez Cebes no dice ninguna tonteria. Pues ¿por qué razón unos hombres, sabios de verdad, huirían de amos que son mejores que ellos y se apartarían tan a la ligera de su lado? Y me parece que es a ti a quien apunta Cebes en su razonamiento, porque con tanta facilidad soportas el abandonar no sólo a nosotros, sino también a unos amos excelentes, según tú mismo reconoces, a los dioses...
Continúa...
Está claro que, para Platón, conocer la realidad es conocer las ideas. Como estas no son objetos empíricos, la realidad no puede ser conocida por la experiencia que proporcionan los sentidos. Solamente la razón puede acceder a la verdad verdadera.
Pero ¿Cómo es posible tal conocimiento?
Para entender esto es preciso entender como es la concepción platónica del ser humano.
La concepción del hombre en Platón está también inspirada en la teoría de las Ideas. Como no…
El hombre tiene una naturaleza dual: tiene un cuerpo y tiene un alma.
El cuerpo pertenece al mundo empírico de los sentidos, y, por lo tanto, está sujeto al cambio y la destrucción.
Es corruptible y mortal.
El alma, en cambio, hunde sus raíces en el mundo de las ideas: es eterna, y por lo tanto, inmortal y trascendente.
Existía antes y existirá después de nosotros.
El hombre es el resultado de una unión "accidental" entre el alma y el cuerpo, dos realidades distintas que se encuentran unidas en un solo ser de modo provisional, de tal modo que lo más propiamente humano que hay en el hombre es su alma, a la que le corresponde la función de gobernar, dirigir, la vida humana.
Tanto la concepción del alma como la de sus funciones en relación con el cuerpo sufrirán diversas modificaciones a lo largo de la obra de Platón, aunque se mantendrá siempre la afirmación de su unión accidental.
Como hemos dicho, al tener raíces en el mundo de las ideas, el alma debe tener conocimiento de ese mundo del que proviene… pero ese conocimiento parece haberlo olvidado cuando se encarna en este mundo. Pero precisamente por esto, al ser olvidado y no perdido, es posible rescatarlo con el trabajo y la formación adecuada.
Así, el verdadero aprendizaje, el verdadero conocimiento, es un recuerdo.
La idea de que el alma es inmortal y transmigra le viene a Platón, casi con toda seguridad, de los pitagóricos. A su vez éstos la habían tomado con probabilidad del orfismo, movimiento de carácter religioso y mistérico que se desarrolla en Grecia a partir del siglo VIII, y cuya creación fue atribuida a Orfeo. Se trataba, al parecer, de una renovación del culto dionisíaco que se proponía alcanzar la purificación a través de rituales ascéticos, en la creencia de la inmortalidad y transmigración (metempsícosis) de las almas, que se encontrarían encerradas en el cuerpo como en una prisión.
Pero, para quienes no fueran próximos al orfismo o al pitagorismo, la afirmación de la inmortalidad del alma no podía dejar de ser una afirmación sorprendente. De ahí la necesidad de Platón de demostrar dicha inmortalidad.
Las referencias a la inmortalidad del alma, así como los primeros intentos por abordar su demostración, los encontramos en los llamados diálogos de transición; aunque será en los diálogos de madurez, (en el Fedón, Fedro...), en donde se desarrollen las pruebas fundamentales, siendo ratificada la creencia en la inmortalidad del alma en uno de los diálogos de vejez, en el “Timeo”.
El “Menón” tiene por objeto la investigación acerca de si la virtud es enseñable. ¿Cómo podremos saber si la virtud es enseñable, o no, si no sabemos antes lo que es la virtud? Antes de decidir si tal objeto posee o no tal cualidad es necesario saber qué es ese objeto, por lo que la discusión se encamina hacia la búsqueda de la definición universal de virtud. Pero esto es algo muy difícil, que nos lleva a entrar en una espiral en la que nunca podemos alcanzar el conocimiento (pues lo estamos buscando en el mundo de los sentidos). La alternativa que propone Sócrates, y que dice haber conocido a través de una sacerdotisa experta en las cosas divinas, es la de una nueva explicación del conocimiento: la teoría de la reminiscencia.
Aprender no es apropiarse de algo ajeno al alma, sino recuperar lo que el alma ya poseía de alguna manera, es decir, recordar lo que desde luego ya sabía.
¿Cuándo ha conocido el alma lo que recuerda?
Puesto que no ha sido en esta vida ha tenido que ser necesariamente en una vida anterior, de donde se sigue que el alma es inmortal.
En el “Fedón”, diálogo en el que se relata la conversación que tuvo Sócrates con sus amigos el último día de su vida, se discute también el tema de la inmortalidad del alma. Al principio Sócrates afirma dos cosas: a) que estamos en la vida colocados en un lugar por voluntad de los dioses y b) que el filósofo debe aspirar a abandonar, esta vida. Parecen afirmaciones contradictorias, así que Sócrates demostrar que el verdadero filósofo debe afrontar la muerte con valentía y que puede esperar una vida feliz en el otro mundo.
¿Por qué el verdadero filósofo no debe temer la muerte? Porque ella le libera del cuerpo, que es un obstáculo para el alma en la búsqueda de la verdad. Pero, para que el filósofo, liberado del cuerpo, pueda alcanzar la verdad únicamente con su alma, es necesario que ésta sea inmortal.
De ese modo es como Sócrates se halla obligado a demostrar la inmortalidad.
Una vez hecha la demostración, Sócrates saca las consecuencias morales: los buenos serán recompensados y los malos castigados en el otro mundo.
Los argumentos para demostrar la inmortalidad del alma en el Fedón son los siguientes:
1. El argumento de los contrarios está basado en una vieja concepción de la cultura griega según la cual los contrarios proceden unos de otros, combinada con la creencia de que nuestras almas van de aquí a otro mundo y que de ese otro mundo retornan a este. Las almas vivientes procederían, entonces, de almas muertas, y éstas de aquellas.
2. El segundo argumento está basado en la teoría de la reminiscencia, y es similar al que se propone en el "Menón", con la particularidad de que aquí ya hay una referencia clara a la teoría de las Ideas. Si se admite que existen las Ideas y que el conocimiento es el recuerdo de éstas, entonces el alma ha tenido que existir antes de esta vida.
3. El tercer argumento también está basado en la teoría de las Ideas. Si existen las Ideas entonces tenemos dos tipos de existencia: el de las Ideas y el de las cosas. Si la naturaleza del alma le confiere el papel de conocer las Ideas (Formas) y dirigida al cuerpo, ha de ser semejante a las Ideas o Formas, por lo que ha de ser simple y no compuesta. Ahora bien, lo simple es incorruptible, por lo que el alma de ser inmortal.
4. Hay todavía un cuarto intento por demostrar la inmortalidad del alma, apoyándose, esta vez, en la idea tradicional de que el alma es el principio vital de los seres: todo lo que tiene alma tiene, pues, vida, y la vida acompaña necesariamente al alma; sería contradictorio admitir que el principio vital "muere", por lo que la alma ha de ser inmortal.
En el “Fedro” encontramos un nuevo argumento sobre la inmortalidad del alma, basado en la idea de que el alma es el origen de todo movimiento; se establece una equivalencia entre vida y movimiento, siendo el origen de ambos el alma, la única realidad que tiene capacidad de moverse a sí misma sin necesidad de la acción de una fuerza exterior:
"Toda alma es inmortal. Pues aquello que está siempre en movimiento es inmortal. Todo aquello que mueve a otra cosa siendo, a su vez, movido por otra cosa, cuando cesa su movimiento, cesa también su vida. Sólo aquello que se mueve a sí mismo, al no fallar nunca, tampoco cesa nunca de moverse, sino que es la fuente y principio del movimiento para todas las otras cosas que mueve. Pues el principio nunca comenzó a existir.”
martes, 1 de febrero de 2011
Es la fiesta de Lugh, dios sol hijo del dios gwydion y la diosa Arianrhod, la rueda que mueve los ciclos cósmicos. Esta fiesta corresponde al primer dia de la cosecha, en algunos lugares se dejaba un manojo de espigas sin cortar y lo vestian como mujer, dándole el nombre de madre de la cosecha.
Todos los habitantes bailaban alrededor de la madre de la cosecha y luego la dejaban en el campo como acción de gracias. En otras zonas se fabricaban muñequitas de espigas, que eran conservadas todo el año como talisman.
No hay duda que es un momento de abundancia y alegría, ya que se recoge la cosecha en la que hadas y otros seres elementales han ayudado al hombre en forma oculta y mágica.
Al igual que los humanos las hadas convocan una gran fiesta donde todos son invitados y no dejan de bailar!!!
Hemisferio Sur: 2 de Febrero.
Hemisferio Norte: 2 de Agosto.
Nombres alternativos: Lughnasadh, Lammas.
El nombre de esta celebración proviena de la festividad en honor al Dios-Sol de los celtas Lugh.
Lammas representa un momento de sacrificio, cuando el Dios ha utilizado sus últimos recursos de energía para otorgarnos una cosecha abundante.
La Diosa apoya la energía del Dios y nos asegura una cosecha de frutos dorados, vegetales y cereales que emergen de la tierra.
Sin embargo, hay un precio que pagar por toda esa abundancia.
Lammas se celebra el 2 de Agosto (en el hemisferio norte) en honor en la cultura celta al Dios del Sol.Fiesta de Lugh
Este sabbat representa el principio del ciclo de la cosecha y consiste en la recolección del grano joven así como de las frutas y verduras listas para recogerse.
Esta festividad cuando fue cristianizada se la llamó el "día de la hogaza", cuando en el ritual eucarístico se ofrecía el primer grano cosechado.
Lughnasa ó Lammas recibió su nombre por el Dios Lugh, a quien a veces algunos lo comparan con el romano Mercurio.
Era el rey de los Tuatha dé Danaan e introdujo la festividad para conmemorar a su madre adoptiva Tailtu, hija del rey Firbolg y deidad agrícola que expiró tras haber roturado un bosque.
En Lammas tiene lugar una fiesta del hada Aine. ésta, era originariamente una Diosa de la cosecha, y están consagrados a ella el primer viernes, sabado y domingo despues de Lammas.
Se decía que en aquellos días ella reclamaría una vida humana, quizá un recuerdo tradicional de los tiempos en que se llevaba a cabo un sacrificio para garantizar el logro de la cosecha.
Los Sidhes, duendes irlandeses, descienden probablemente de Dioses antiguos como Crom Cruaich ("el encorvado de la colina"), cuya fiesta se celebra el 1° de Agosto. Al igual que los duendes, mora en viejos túmulos funerarios.Lughnasa
Era en un principio una deidad agrícola del mundo inferior que gobernada la maduración de las cosechas y la fertilidad y la producción de la leche del ganado vacuno.
Con tal motivo se le hacían ofrendas para que no secase el trigo y hechara a perder la leche.
Tal como recuerdan quienes todavía viven, se realizaban ofrendas similares a los Sidhes, con la misma finalidad, colocando leche y manteca en los túmulos de esos seres.
Simbolismo de Lammas: es el tiempo de la cosecha, de ver lo bueno que hemos cosechado u obtenido durante este tiempo; y de lo que deseamos para el futuro.
Hierbas, árboles y flores de Litha: cereales de todo tipo, canela, girasol, trigo, centeno ó avena. Tambien las rosas amarillas.
Inciensos y aceites de Litha: incienso, sándalo, canela, jengibre, cedro, mirto y rosa.
Colores y velas que se pueden usar: amarillo, dorado ó naranja.
Comidas de Litha: especialmente los cereales, frutas frescas de la estación como manzanas, peras y uvas. Una hogaza de pan para el festín. Bebidas que se puedan preparar con frutas de la estación ó en su defecto las típicas, agua, cerveza ó sidra.Fiesta de Lammas
A continuación, te ofrezco un Ritual de Lammas, éste es de mi libro de Sombras y puedes tomarlo como guía para crear el tuyo:
RITUAL DE LAMMAS:
Colocar en el altar espigas de trigo, centeno ó avena para decorar, y poner en un plato:pan, leche y frutas para el festín sencillo.
Para decorar también se pueden usar velas amarillas.
* Poner el caldero en el altar para quemar un papel en el que previamente habremos escrito nuestros pedidos.
* Trazar el circulo de protección, llamar a los Guardianes y llamar a los Dioses.
* Encendemos una vela amarilla, que previamente hemos limpiado y consagrado exclusivamente para el ritual, y recitamos el siguiente verso:
"Te saludo, Rey del Roble, Dios luminoso
vengo a hacerte un pedido en este día glorioso,
que tu poder me colme y purifique, para poder entender,
que todo lo que naca y crece ha de morir tambien."
*
Parado frente al altar se quema el papel con el pedido de más prosperidad que hayamos escrito y se agradece por las bendiciones recibidas.
* Dejar que la vela se consuma por completo.
* Despedir a los Dioses y a los Guardianes, y finalmente abrir el círculo de protección.
Deseo que los datos en el artículo sobre esta festividad te sean de utilidad. El ritual es solo un ejemplo para que puedas crear tu propio ritual de Lammas en un futuro.
Que los Dioses te bendigan...
La palabra “Sabbat” viene de la antigua palabra griega “Sabatu” que significa “para descansar”. Es costumbre que en los Sabbat no se realicen trabajos mágicos de ningún tipo a menos de que existiera alguna presión o una necesidad que amenazara la vida. A menudo se realizaban hechizos solamente antes de del Sabbat para tomar ventaja de la energía creciente causada por la anticipación mundial pagana de la celebración, pero se creía que era posible hacer trabajos mágicos sólo en una emergencia. Los Sabbats son para relajarse, disfrutar con los amigos, sentirse parte de la estación y celebrar la vida de nuestras deidades y sus continuas encarnaciones. La mayoría de los paganos modernos adoptaron esta vieja costumbre.
Los ocho Sabbats solares representan los giros de la Rueda del año y honran cada fase en el eterno ciclo de la vida del Dios y la Diosa. Muchos paganos ven el tiempo como un todo eterno que gira para siempre, retornando siempre al inicio y empezando nuevamente. El Dios nace, muere y renace. La eterna Diosa va de la juventud a la maternidad y luego a la vejez y vuelve atrás de nuevo en un interminable ciclo de cambio y renovación.
Los Sabbats y sus tradiciones, como sabemos, sobrevivían gracias a un manojo de paganos sinceros que se negaron a volver la espalda a su religión querida, incluso cuando se enfrentaron cara a cara con la persecución y muerte por parte de las autoridades de la Iglesia de Europa que buscaban eliminar todos los vestigios de la Vieja Religión en favor de la suya. El significado de la palabra "herejía" está alterado; llegó a significar "un crimen castigable con la muerte". La palabra herejía viene del palabra griega "hairesis" que significa "escuela del pensamiento", no "doctrina falsa", como los padres de la Iglesia nos han llevado a creer. Las deidades paganas se identificaron con los diablos y demonios de la nueva religión, y sus imágenes se asociaron con el mal. El mejor ejemplo de esto fue la demonización del Gran Dios Astado de Europa, una de las deidades paganas a la que se le rendía culto ampliamente, se convirtió en el diablo astado y anti-dios de la Cristiandad. Ningún tipo de lógica podría convencer a éstos cazadores de brujas de que los paganos no tenían un diablo y no creían en él; éste es en su totalidad una invención de la teología Cristiana. Pero los paganos que luchaban por la verdad de la fe murieron de maneras horribles.
En este momento de transición en la Iglesia, los paganos se empezaron a esconder. Ellos se reunían en la noche, usaban elementos cotidianos como herramientas mágicas en los rituales, y también iniciaron la tarea de ocultar el folklore antiguo y las historias de las viejas deidades en las rimas infantiles y los cuentos familiares.
Pero no todos podríamos ignorar completamente las viejas fiestas , al igual que los Cristianos. Cuando las distorsiones, amenazas, y coerciones de la iglesia no lograron destruir las viejas prácticas , la Iglesia decretó nuevas fiestas que coincidían con los Sabbats para suplantar su influencia y prominencia en la mente popular. No es ningún secreto que el nacimiento del Dios Cristiano, Jesús, se colocó deliberadamente cerca del tiempo del nacimiento de los Dioses Solares paganos, o el Día de San Juan, celebrado con hogueras en tierras Célticas, tomó el lugar del Sabbat de Pleno Verano.
Incluso ante esta adversidad, las viejas festividades paganas se negaron a morir. Ellas todavía son celebradas por paganos y no-paganos alrededor del mundo, y las antiguas costumbres familiares , historias populares, rimas infantiles, y cuentos de hadas han encerrado y preservado para nosotros las tradiciones ocultas de nuestros antepasados por más de mil años...
Las festividades paganas o Sabbats son unas fiestas muy importantes para la religión Wicca. Nosotros los wiccanos vemos los Sabbats como una rueda que gira durante sus ciclos del año. Se debe celebrar cada una de ellas por respeto a Dios y a la Diosa y porque son parte de la tradición wiccana. A continuación están los Sabbats con su respectiva definición y tipo de celebración:
SAMHAIN:
Samhain significa "Fin del Verano" y se celebra el 31 de octubre, aunque otras tradiciones prefieren celebrarlo el 1 de noviembre. Es una de las dos "noches de espíritus" en todo el año, siendo la otra Beltane. Es una intervención mágica donde las leyes mundanas del tiempo y el espacio están temporalmente suspendidas y la barrera entre los mundos desaparece. Comunicarse con antecesores y amores fallecidos es fácil para este tiempo.
Originalmente la "Fiesta de los Muertos" era celebrada en países célticos, dejando comida ofrecidas en los altares o en la entrada de las puertas para "los curiosos muertos". Hoy en día muchos wiccanos todavía conllevan esa tradición. Simples velas eran encendidas y dejadas en las ventanas para ayudar a guiar a los espíritus de antecesores y de los amados a el hogar. Se ponían más sillas en las mesas y alrededor de las chimeneas para los invitados invisibles. Se ponían manzanas en las aceras y en los caminos para los espíritus perdidos o que no tenían descendientes. En Samhain se abre el portal hacia el mundo de los muertos y es el momento perfecto para trabajar la adivinación y las invocaciones de los muertos.
Otros nombres con que se le conoce a este Sabbat son Fiesta de las Sombras (Strega), Martinmas (Celta/Escocesa), Todos los Santos (Cristiana), Noche de los Muertos, Día de Brujas, entre muchos otros nombres.
SIMBOLISMO DE SAMHAIN:
Los Misterios Obscuros, El Renacimiento por la Muerte, La Tercera Cosecha.
SIMBOLOS DE SAMHAIN:
Manzanas, Gatos negros, Escobas, Calabazas.
HIERBAS DE SAMHAIN:
Mugworth, Mandrágora, Salvia, Paja, Hojas de roble.
COMIDAS DE SAMHAIN:
Calabazas, Manzanas, Nueces, Nabos, Carne de vaca.
INCIENSOS DE SAMHAIN:
Menta.
COLORES DE SAMHAIN:
Negro, Anaranjado, Blanco, Oro, Plata.
PIEDRAS DE SAMHAIN:
Todas las piedras negras, de preferencia obsidiana y azabache.
YULE:
Yule se celebra el 21 de diciembre y es cuando la mitad obscura del año se separa de la mitad de la luz. Comenzando la siguiente mañana al amanecer, el Sol se eleva un poco más alto y se queda un poco más tiempo en el cielo cada día. Es la noche más larga del año, la mayoría de la celebración era para los ancestros que esperaban el renacimiento del Rey Roble, el Dios Sol, el Creador de la Vida que calentaba la Tierra helada y hacía cuidar y criar las semillas protegidas durante el Otoño y el Invierno en sus entrañas.
Las deidades de Yule son todos los Dioses solares, Diosas madres y la Diosa Triple. El mejor conocido sería Dagda y Brighid, la hija de Dagda. Brighid le enseñó a los forjadores el arte de tender el fuego y los secretos para trabajar con el metal. La flama de Brighid, como la flama de la nueva vida, atraviesa la obscuridad del espíritu y de la mente, mientras que el caldero de Dagda asegura que la naturaleza siempre provea para todos los niños.
SIMBOLISMO DE YULE:
Renacimiento del Sol, La Noche más Larga del Año, Planear para el Futuro.
SIMBOLOS DE YULE:
Cactus de Navidad, Acebo.
HIERBAS DE YULE:
Laurel, Pino, Roble, Salvia.
COMIDAS DE YULE:
Frutas, Nueces, Pavo, Té de jengibre.
INCIENSOS DE YULE:
Pino, Cedro, Canela.
COLORES DE YULE:
Rojo, Verde, Oro, Blanco, Plata, Amarillo, Anaranjado.
PIEDRAS DE YULE:
Rubíes, Esmeraldas, Diamantes, Granates.
CLASES DE RITUALES DE YULE:
Paz, Armonía, Amor, Felicidad.
DEIDADES DE YULE:
Diosas- Brighid, Isis, Demeter, Gaea, Diana, La Gran Madre.
Dioses- Apolo, Ra, Odin, Lugh, El Rey Roble, Dios con Cuernos, El Hombre Verde, El Niño Divino, Mabon.
IMBOLC:
Imbolc, también conocido como Oimealg, por los Druidas, es el festival de la oveja lactante (se celebra el 2 de febrero). Es el momento ideal para la Bendición de las semillas y para la consagración de herramientas para la agricultura. Marca el punto central de la obscuridad la mitad del año. Es el festival de la Doncella, desde este día hasta el 21 de marzo, es su estación para prepararse para el crecimiento y la renovación. La serpiente de Brighid emerge desde las entrañas de la Madre Tierra para probar al clima y en muchos lugares las primeras flores de azafrán empiezan a crecer de la Tierra congelada.
Otro símbolo tradicional de Imbolc es el arado. En algunas áreas, este es el primer día para arar para la preparación de la primera plantación de la cosecha. Un surco decorado es llevado de puerta en puerta, con niños siguiéndole pidiendo comida, bebidas o dinero. Ellos se deben reusar, la familia recibirá su pago teniendo su jardín bien arado. En otras áreas, el surco es decorado y entonces Whiskey, La "agua de la vida" es echada sobre ello. Pedazos de queso y pan son dejados por el surco como ofrecimientos a los espíritus naturales.
Otros nombres para este Sabbat lo son Imbolgc Brigantia (Caledonni), Imbolic (Celta), Lapercus (Strega), Candlelaria (México). Todas las Diosas Vírgenes y Docellas son honradas en ese tiempo.
SIMBOLISMO DE IMBOLC:
Crecimiento, Fertilidad, Purificación, La Reunión del Dios y la Diosa.
SIMBOLOS DE IMBOLC:
Escobas, Surcos, Flores blancas.
HIERBAS DE IMBOLC:
Violetas, Todas las flores blancas o amarillas, Iris.
COMIDAS DE IMBOLC:
Té de hierbas, Semillas de calabazas, Semillas de girasoles, Pan.
INCIENSOS DE IMBOLC:
Canela, Vainilla, Violetas.
COLORES DE IMBOLC:
Blanco, Rosa, Rojo, Amarillo, Verde, Marrón.
PIEDRAS DE IMBOLC:
Rubíes, Onix, Turquesa, Granate.
ACTIVIDADES DE IMBOLC:
Encender velas, Decorando surcos, Festejar, Banquetes.
DEIDADES DE IMBOLC:
Todas las Diosas Vírgenes/Docellas, Brighid, Aradia, Gaia, Dioses del amor y de la fertilidad, Aengus Og, Eros, Februus, Atena, Inanna, Februa.
OSTARA:
Cuando la Primavera llega al punto medio, la noche y el día se sitúan en perfecto balance, con la luz incrementando y se celebra el 21 de marzo. El joven Dios Sol celebra una boda sagrada con la joven Diosa Doncella, quien concibe. En nueve meses, ella volverá hacer la Gran Madre. Es el tiempo de gran fertilidad, crecimiento y para animales acabados de nacer.
En la próxima Luna llena (tiempo en que incrementan los nacimientos) es llamado Ostara y es sagrado para Eostre, el Dios Lunar Sajón de la fertilidad. La religión Cristiana adoptó estos emblemas para el Día de Pascuas que se celebra en el primer domingo después de la primera Luna llena seguido del equinoccio.
COMIDAS DE OSTARA:
Nueces como las de las calabazas, Girasoles y Pinos, Vegetales verdes.
HIERBAS DE OSTARA:
Todas las flores de Primavera, Violetas, Iris, Olivo.
INCIENSOS DE OSTARA:
Jazmín, Rosa, Floral (cualquier tipo).
PIEDRAS DE OSTARA:
Jasper.
ACTIVIDADES DE OSTARA:
Plantar semillas o jardines mágicos.
BELTANE:
Beltane se ha celebrado por largo tiempo con festejos, banquetes y rituales (se celebra el 30 de abril). Beltane quiere decir el fuego de Bel; Belinos que es un nombre para el Dios Sol, cual coronación nosotros celebramos. Cuando el Verano comienza, el clima se calienta y el mundo de las plantas florece.
En viejos tiempos Celtas, gente joven podría pasar toda la noche en los bosques. Otras parejas casadas más maduras podían quitarse los anillos de bodas (y las restricciones que implican) esta sola noche. La mañana de mayo es un tiempo mágico para agua salvaje que se recolecta y se usa para darse baños de belleza o se bebe para la salud.
Beltane es la fiesta sagrada de la unión, sea entre el Dios y la Diosa o entre un hombre y una mujer. De hecho, muchas parejas wiccanas se unen de manos en esta fecha. Es la fiesta consagrada al culto de la fertilidad, en el que florecen las semillas que hemos plantado. Es habitual danzar alrededor de hogueras o del palo de Mayo o incluso saltar sobre fuego. En el Cristianismo, el mes de mayo se consagra a la Virgen María y es llamado el mes de las flores.
LITHA:
Es el día más largo del año, la luz y la vida son abundantes (se celebra el 21 de junio). A la mitad del Verano, el Dios Sol alcanza el momento de máxima fuerza y poder. Es la gran época en que es súmamente fácil y sencillo comunicarse con las hadas y los espíritus de la naturaleza. Los hechizos y rituales amorosos funcionan muy bien y el Sol es homenajeado con múltiples hogueras.
Otros nombres con que se le conoce a este Sabbat lo son Solsticio de Verano, Alban Hefin (Caledónica), San Juan (Cristianismo).
COMIDAS DE LITHAS:
Frutas frescas de jardines.
HIERBAS DE LITHA:
Mugwort, Rosa, Roble, Lavanda.
INCIENSOS DE LITHA:
Limón, Pino, Rosa.
MADERA QUEMADA DE LITHA:
Roble.
ACTIVIDADES DE LITHA:
Es el momento ideal para reafirmar tus votos con el Dios y la Diosa o tu dedicación en seguir las viejas tradiciones.
LUGHNASADH:
Lughnasadh quiere decir los juegos de los funerales de Lugh, refiriéndose a Lugh, El Dios Sol de Irish (se celebra el 31 de julio). El funeral no es de él pero los juegos de los funerales que el dá son en honor a su madre Tailte. Cuando el Otoño comienza, el Dios Sol entra a su edad vieja, pero todavía no está muerto. El Dios simbolicamente pierde parte de su fuerza cuando el Sol se eleva más lejos hacie el sur cada día y las noches se hacen más largas.
En esta celebración se toman los primeros frutos de la cosecha. Es un momento de aprendizaje, de sembrar las semillas de lo que queremos aprender en el futuro y de lo que queremos que los demás nos enseñen. Es tradicional amasar barras de pan y tortas para este día.
COMIDAS DE LUGHNASADH:
Manzanas, Pan.
HIERBAS DE LUGHNASADH:
Uvas, Manzanas, Peras.
INCIENSOS DE LUGHNASADH:
Rosa.
MABON:
Mabon es el equinoccio de Otoño (se celebra el 21 de septiembre). El equinoccio de Otoño divide el día y la noche de igual manera y tomamos un momento para dar nuestros respetos a la obscuridad. La Diosa llora a su consorte caído y va abandonando su aspecto de Madre para acercarse a su aspecto de Vieja. Es buen momento para reflexionar y aprender más sobre las hierbas.
A este Sabbat también se le conoce con los nombres de Equinoccio de Otoño, Nacimiento del Invierno (Teutónica), Alban Elfed (Caledónica).
COMIDAS DE MABON:
Manzanas, Nueces, Pan.
HIERBAS DE MABON:
Rosa, Salvia, Vegetales.
INCIENSOS DE MABON:
Salvia.
COLORES DE MABON:
Rojo, Anaranjado, Marrón, Oro.
PIEDRAS DE MABON:
Zafiros, Agatas amarillas.
"The Sabbats: A New Approach To living the Old Ways"
Edain McCoy
lunes, 31 de enero de 2011
La vida no florece sola,
tienes que cuidar las raices y convertirlas en tronco,
el tronco en ramas, las ramas en flores...
y exprimirte el corazón para dar perfume...
La vida no florece sola, tienes que colaborar en ella.
Las cosas no se te dan gratis, tienes que pagar lo que valen.
El fruto no se te da al paso, tienes que abonar y regar.
Los pozos no se llenan solos, tienes que calar hondo, buscar el agua,
ver lo que les cabe... y sentarte a la sombra.
Los frutos no llegan por arte de magia,
tiene que darles el sol, el agua el aire, tierra.
Tienes que cuidarles la semilla,
espantar los pájaros, madurar la cáscara y luego
probar si están a punto para dar sabor
a la vida... y hacer jugoso el mundo.
Como ves, se te da todo, pero solo, en materia prima...
Lo elaborado y valioso lo tienes que hacer tú...
Deseo hacerme sannyasin, pero con la mera idea un gran miedo se apodera de mi corazón. Es algo tan nuevo. Y además, no había venido aquí a hacerme discípulo, sólo había venido a ver a un amigo que es sannyasin.
"Pero te has quedado enganchando, ¡estás atrapado! Ahora te resultará muy difícil escapar. Siempre es difícil elegir lo nuevo, pero sólo viven los que eligen lo nuevo. Elegir lo viejo es elegir la muerte, no la vida. Elegir lo familiar es permanecer en la prisión de lo familiar. Elegir lo conocido es realmente evitar lo desconocido que está llamando a tu puerta...
¿Qué es ese pasado tuyo al que te aferras? ¿Qué tiene para que te aferres a él, excepto que te es familiar? Es todo sufrimiento, es todo tragedia. Pero la gente se aferra incluso a los sufrimientos si le son familiares: parecen amistosos. Incluso si la salud está llamando a tu puerta, no escuchas esa llamada; te aferras a tu tuberculosis, a tu cáncer, porque te son familiares; has vivido con ellos durante tanto tiempo que te parece casi una traición abandonarlos y volverte sano...
Pero recuerda: sólo viven los que eligen lo nuevo. La vida significa estar dispuesto a escuchar siempre el reto que llega de la fuente desconocida. Es peligroso, pero vivir es peligroso. El lugar más seguro y libre de riesgos del mundo es la tumba; ahí nunca sucede nada...
La vida sólo crece eligiendo los retos. La vida sólo crece entrando en las tormentas. La vida sólo crece cuando te arriesgas, cuando te aventuras.
Sannyas requiere valentía. El viejo sannyas no era peligroso... Era sencillo. Te ibas a un monasterio, vivías allí..., sin ser perturbado, sin ser distraído por el mundo. La meditación se volvía toda tu vida, sin ninguna distracción. Era una vida monótona...
Mi sannyas es mucho más complejo. Tienes que vivir en el mercado y, no obstante, vivir como si estuvieras viviendo en un monasterio. Tienes que aceptar todas las distracciones de la vida y, sin embargo, permanecer sin distraerte. Tienes que estar en el mundo y no ser del mundo...
Es la vida la que te da agudeza, de otro modo tu espada nunca estará afilada. Es la lucha con la vida lo que provoca que todas las fuentes de tu talento salgan a la superficie. Tienes que ser inteligente para sobrevivir. En el monasterio estás protegido por el monasterio, por la secta, por la iglesia. No necesitas hacer ningún esfuerzo para sobrevivir. Te dan comida, te dan vestimentas, y sólo tienes que hacer algo de oración, canturrear un poco, y tienes que repetir, como un loro, las palabras de otros...
Mi sannyas es el fenómeno más complicado que ha sucedido nunca en la Tierra, porque no digo que tienes que dejar el mundo. Te digo que vivas en él; date el gusto, ámalo, disfrútalo, profundiza todo lo que puedas para que se agudice tu inteligencia, se provoque tu vida; para que tus energías latentes se vuelvan dinámicas, fluidas. Y sin embargo, mantente centrado en tu ser: un observador desde la colina. Sigue siendo un actor y deja que la vida sea sólo una representación en la que estás desempeñando un cierto papel. Pero no te identifiques con el papel. Recuerda continuamente que es un papel. Que eres un carpintero o un médico o un ingeniero o un profesor, marido, esposa, padre, hijo... Todo eso son papeles, y la Tierra es un gran escenario y hay una gran representación en marcha. Dios es su autor y su director, y vosotros sois sólo actores, participantes. Cuando cae el telón, vuestros papeles desaparecen. Volverás a ser un ser puro, no serás el papel que habías representado.
Hay que transformar el mundo en una oportunidad para recordarte a ti mismo, para el autorecuerdo. Por eso sannyas es arduo. Y sé que todo el mundo duda antes de dar el salto. Pero si ha surgido el deseo, si existe el anhelo, no lo mates, porque eso será suicida. Experimenta con ello, explora esta nueva dimensión. Has vivido de una manera; ¿qué sentido tiene seguir repitiéndola una y otra vez? Vive también este nuevo estilo...".
Osho, El secreto de los secretos. Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada...
El amor es la unión, el encuentro orgásmico de la muerte y la vida. Si no has conocido el amor, te lo has perdido. Naciste, viviste y moriste, pero perdiste la oportunidad. Te has equivocado tremendamente, totalmente, absolutamente, has perdido el intervalo entre las dos notas. Ese intervalo es el pináculo más alto, la experiencia suprema.
Para alcanzarlo, hay cuatro pasos que debes recordar.
El primero: estar aquí y ahora, porque el amor sólo es posible en el "aquí-ahora". No puedes amar en el pasado. Muchas personas viven simplemente de recuerdos, amaron en el pasado. Y hay otros que aman en el futuro; eso tampoco se puede hacer. Estas son formas de evitar al amor. El pasado y el futuro son las formas de evitar al amor.
De modo que amas en el pasado o amas en el futuro y el amor es sólo posible en el presente porque sólo en este momento la vida y la muerte se encuentran... en el oscuro intervalo que está dentro de ti. Ese intervalo oscuro está siempre en el presente, siempre en el presente, siempre en el presente. Nunca es pasado y nunca es futuro. Si piensas demasiado—y pensar es siempre o del pasado, o del futuro—tus energías se separarán de tus sentimientos. Sentir es estar aquí-ahora. Si tus energías se mueven en función del pensar, entonces no tendrás suficientes energías para adentrarte en los sentimientos y el amor no será posible.
Así que el primer paso es estar aquí-ahora. El futuro y el pasado traen pensamientos y el pensar destruye el sentir. Y una persona obsesionada con el pensar, poco a poco se olvida completamente de que también tiene un corazón.
Un hombre que piensa demasiado, avanza de tal manera que, poco a poco, deja de expresar lo que siente. No prestándole atención al sentir, empieza a alejarse de él. Hay millones de personas en este estado sin saber qué significa el corazón. Creen que es sólo un mecanismo. Se concentran exclusivamente en la mente. La mente es un extremo, es necesaria, es un buen instrumento, pero debe usarse como un esclavo. No debe ser el amo. Una vez que la mente se convierta en el amo y dejes en segundo término al corazón, vivirás, morirás, pero no sabrás qué es Dios, porque no sabrás qué es el amor.
Al contactar con él por primera vez ,ese intervalo oscuro parece ser amor y cuando te pierdes en él, se convierte en Dios. Dios comienza con el amor, o Dios es la última cúspide del amor.
El segundo paso hacia el amor es: aprende a transformar tus venenos en miel...
Mucha gente ama, pero su amor está muy contaminado con venenos, con odio, celos, furia, posesividad. Mil y un venenos asedian tu amor. El amor es algo delicado. Detente a pensar en la ira, en el odio, en la posesividad, en los celos. ¿Cómo puede el amor sobrevivir?
En primer lugar las personas utilizan demasiado la cabeza y olvidan el corazón. Son la mayoría. Una minoría, todavía vive un poco en el corazón, pero esa minoría también está equivocada, su pequeña luz de amor está rodeada por celos, odio, ira y mil y un venenos. Así, todo el viaje se vuelve amargo. El amor es la escalera entre el cielo y el infierno, pero la escalera siempre tiene dos caminos: puedes subir o bajar. Si existen venenos, la escalera te llevará hacia abajo. Entrarás en el infierno y no en el cielo. Y en vez de alcanzar una melodía tu vida será un estruendo nauseabundo, contradictorio, como el ruido del tráfico. Un ruido enloquecedor, una multitud ruidosa, sin armonía. Permanecerás al borde de la locura.
Por lo tanto lo segundo a recordar es: aprende a transformar tus venenos en miel.
¿Cómo serán transformados? Hay un proceso simple. De hecho no es correcto llamarlo transformación porque no tienes que hacer nada, sólo necesitas paciencia. Te estoy revelando uno de los mayores secretos. Inténtalo: cuando sientas rabia, no hagas nada, sólo siéntate en silencio y observa. No estés ni a favor, ni en contra. No cooperes con ella, no la reprimas. Sólo obsérvala, ten paciencia, mira lo que sucede... déjala surgir.
Recuerda una cosa: nunca hagas nada cuando el veneno se apodere de tu estado de ánimo, simplemente espera. Cuando el veneno empiece a cambiar...
Esta es una de las leyes básicas de la vida: todo cambia continuamente. Como te había dicho, el hombre se vuelve mujer y la mujer se vuelve hombre, porque periódicamente ocurren cambios en ti. El hombre bueno se vuelve malo y el malo bueno; el santo tiene momentos de pecador y el pecador, de santo... uno sólo tiene que esperar.
No actúes cuando la furia está en su punto más álgido, si no te arrepentirás y entrarás en una reacción en cadena y crearás karma. Es así como entras en el karma. Haz algo cuando estés en un momento negativo y formarás parte de una cadena interminable. Cuando estás negativo y actúas, el otro se vuelve negativo, el otro está dispuesto a hacer algo. La negatividad genera más negatividad. La negatividad provoca más negatividad, la furia crea más furia, la hostilidad crea más hostilidad y las cosas siguen y siguen y siguen. La gente ha estado luchando entre sí, durante vidas enteras. ¡Y aún continúan!
Espera. Cuando estás furioso, éste es el momento de meditar; no desperdicies ese momento. La ira está creando tanta energía en ti... que puede destruirlo todo. Pero la energía es neutral; la misma energía que puede destruir, puede ser creativa. Detente. La misma energía que puede destrozarlo todo, puede ser una lluvia de vida.
Sólo espera. Si esperas y haces las cosas sin prisa, un día te sorprenderás al ver el cambio interno. Estabas lleno de ira y la ira iba aumentando y aumentando hasta que llegaste a un clímax... y entonces el curso de las cosas empezó a cambiar. Y puedes ver que está cambiando y la furia va desapareciendo y la energía liberándose. Entonces estarás en un estado de ánimo positivo: el ánimo creativo. Ahora puedes hacer algo. Hazlo ahora. Espera siempre el momento positivo.
Y no estoy hablando de represión, no estoy diciendo que suprimas lo negativo. Lo que digo es que observes lo negativo. Recuerda la diferencia, existe una tremenda diferencia. No digo que te estanques en lo negativo, que te olvides de lo negativo, que hagas algo en contra de ello, no. No estoy diciendo eso. No digo que sonrías cuando estás furioso, no. Esa sonrisa será falsa, fea, fingida. No sonrías cuando estés furioso. Enciérrate en tu cuarto, coloca un espejo frente a ti y mira tu rostro lleno de rabia. No hay necesidad de mostrárselo a nadie. Es cosa tuya, es tu energía, tu vida y debes esperar el momento oportuno. Sigue mirándote al espejo, mira tu cara enrojecida, los ojos rojos, al asesino en ti. ¿Has pensado alguna vez que cada uno lleva un homicida en su interior? Tú también llevas uno. No creas que el asesino está en otra parte, ni creas que el que comete el asesinato es otro. No, todos tienen la posibilidad de asesinar. Llevas el instinto suicida en ti.
Mírate en el espejo; esos son tus diferentes estados, debes familiarizarte con ellos. Conocerse a uno mismo forma parte del crecimiento.
Desde Sócrates hasta nuestras días se ha oído: "Conócete a ti mismo". Pero ésta es la manera de conocerse a uno mismo. "Conocerte a ti mismo", no significa sentarse silenciosamente y repetir: "Soy Brahma, soy una alma, soy Dios, soy esto..." no tiene sentido. Conocerse a uno mismo quiere decir conocer todos los estados, todas las posibilidades: el asesino, el pecador, el criminal, el santo, lo sagrado dentro de ti, la virtud, el Dios, el Diablo. Conoce todos los estados, toda su gama; conociéndolos descubrirás secretos, llaves.
Verás que la ira no permanecerá para siempre, o ¿sí podrá? No lo has intentado; ¡Inténtalo! No puede permanecer para siempre. Si no haces nada, ¿qué sucederá? ¿Podría la ira quedar suspendida por siempre y para siempre? Nada permanece para siempre. La felicidad viene y se va, la infelicidad viene y se va. ¿Entiendes esta simple ley? Todo cambia, nada permanece. Así que, ¿por qué tener prisa? La rabia ha llegado. Se irá. Sólo espera, ten un poco de paciencia. Mira en el espejo y espera. Déjala correr, deja que tu rostro se vuelva feo y homicida, pero espera y observa.
No reprimas la rabia y no actúes bajo su influencia y pronto verás que tu rostro se suavizará, tus ojos se calmarán; la energía cambia, lo masculino se convierte en femenino... y pronto estarás radiante. La misma rojez que era rabia ahora ha adquirido un cierto resplandor, una belleza en tu rostro, en tus ojos. Ahora puedes salir, el momento de actuar ha llegado. Actúa cuando estés positivo. No fuerces a la positividad, deja que llegue a su tiempo. Este es el secreto. Cuando digo: "Aprende a transformar tus venenos en miel" , eso es lo que quiero decir.
Y tercero: comparte. Cuando tengas algo negativo, guárdalo para ti. Cuando tengas algo positivo, compártelo. La gente, comúnmente, comparte sus negatividades, no comparte sus experiencias positivas. La Humanidad es simplemente estúpida. Cuando están contentos no comparten, son avaros. Cuando se sienten infelices, son muy pródigos. Entonces están mucho más dispuestos a compartir. Cuando la gente sonríe, sonríe muy moderadamente, sin llegar muy lejos, pero cuando están furiosos, lo están totalmente. El tercer paso es compartir la positividad. Esto hará que tu amor fluya como un río y hará que surja de tu corazón. El dilema de tu corazón empezará a cambiar cuando compartas.
He oído un dicho muy extraño de Jorge Luis Borges. Escúchalo:
"Dale aquello que es sagrado a los perros.
Arroja las perlas a los puercos
porque lo que importa es dar".
Has oído lo contrario que dice así: "No arrojes nada a los perros y no des perlas a los puercos, porque no entenderán".
Lo que importa no es lo que estás dando: perlas, santidad y amor, ni a quién se lo estás dando. Eso no es importante. Lo importante es que estés dando. Da cuanto tengas. Gurdjieff solía decir: "Todo lo que acumulé, lo perdí y todo lo que di, es mío. Todo aquello que di aún lo tengo, y todo lo que acumulé se perdió, se fue." Cierto; tienes sólo aquello que has compartido. El amor no es una propiedad para ser guardada; es un resplandor, es una fragancia para ser compartida. Cuanto más compartas, más tendrás; cuanto menos compartas, menos tendrás.
Cuanto más compartas, más surgirá de tu interior. Es infinito; más brotará. Saca agua del pozo y más agua fresca fluirá hacia él. Deja de sacar agua, cierra el pozo, sé un miserable y cesará de manar. Poco a poco las fuentes morirán, se bloquearán y el agua que está en el pozo se corromperá, se volverá rancia y sucia. El agua que corre es fresca... el amor que fluye es fresco.
Así que el tercer paso hacia el amor es compartir tus cosas positivas, compartir tu vida, compartir todo lo que tengas. Todo lo bello que tengas, no lo escondas.
Comparte tu sabiduría, comparte tu oración, tu amor, tu felicidad, tu gozo; comparte. Sí, si no encuentras a nadie, comparte con los perros, pero comparte. Con las rocas, pero comparte. Cuando tengas perlas, espárcelas. No te preocupes si las das a los puercos o a los santos. Lo que importa es dar.
El almacenamiento envenena el corazón. Toda acumulación es venenosa. Si compartes, tu sistema estará libre de venenos. Y cuando des, no te preocupes por si serás correspondido o no, no esperes ni tan siquiera las gracias. Siéntete agradecido a la persona que te permitió compartir algo con ella. No esperes en el fondo de tu corazón que él tenga que sentirse agradecido porque compartiste algo con él. No, siéntete agradecido porque él estuvo dispuesto a escucharte, a compartir un poco de energía contigo, porque estuvo dispuesto a escuchar tu canción, dispuesto a ver tu danza, porque cuando fuiste hacia él a darle no te rechazó... pudo haberlo hecho.
El compartir es una de las virtudes más espirituales, una de las más grandes.
Y la cuarta: no seas "alguien". Una vez que comienzas a pensar que eres alguien, te estancas. Entonces el amor no fluye. El amor sólo fluye de alguien que no es nadie. El amor mora sólo en la nada.
Cuando estás vacío, hay amor.
Cuando estás lleno de ego, el amor desaparece.
El amor y el ego no pueden converger.
El amor puede existir con Dios y no con el ego, porque el amor y Dios son sinónimos. Es imposible que el amor y el ego estén juntos. Así que, sé la nada. El "no ser" es la fuente de todo, el "no ser" no ser es la fuente del infinito... "no ser" es Dios. Ser "la nada" significa nirvana.
Sé "la nada" y al serlo, habrás alcanzado el Todo. Siendo "algo" te perderás; al ser "la nada", llegarás a casa.
Vida, amor, risa...
Osho...