LA NATURALEZA ELEMENTAL...

lunes, 6 de septiembre de 2010

 



En el gran libro cerrado de la Naturaleza, he leído estas palabras:
“En todas las cosas descansa una Presencia absoluta”; en otros libros de los Iniciados, leemos ideas similares. En todas las cosas descansa la presencia del Absoluto o, como Hermanos más desarrollados han escrito: “Si el nombre de un cuerpo de materia se deletrea o se pronuncia correctamente, evocará una respuesta; porque, en toda substancia, se encuentra una inteligencia que responde a la nota de la palabra hablada. Esta inteligencia no es de la misma naturaleza que su materia, sino de la naturaleza de las mentes objetivas que la ligan a la Naturaleza”.
A medida que el estudiante avanza, se familiariza con las inteligencias elementales de la Naturaleza, y es consciente de ellas. Aprende que la Naturaleza está dividida en dos secciones; que el mundo es la contraparte inferior de algo, que existe en la atmósfera más sutil de la Naturaleza, y que tal mundo contiene mucha información para él. Como se lee en los archivos : “Y lo que otros no han observado, ellos lo toman y lo hacen conocer a quienes les siguen”.
En estas atmósferas más sutiles, el estudiante se pone en contacto con las mentalidades del fuego; del agua y de la tierra; si es suficientemente puro, puede penetrar en los reinos y principados de las mismas. Como sabemos, nuestros cuerpos están compuestos de tales elementos.
Más pronto o más tarde, el hombre volverá a su medio ambiente natural y recuperará la
sabiduría, que había alcanzado antes de sumergirse en la materia densa de este mundo.
Al ponerse en contacto con estas grandes fuerzas elementales, el estudiante penetrará en una esfera de sabiduría y de información mucho más amplia que la que poseemos y, si es capaz
de atraerse la confianza y el interés de estas fuerzas, su propia sensibilidad será ampliada y activada.
En nosotros existe una envoltura atmosférica, que es el archivo de nuestra conciencia racial;
el centro de la misma está situado en las rodillas y el hombre está sujeto a su conciencia
racial más de lo que se da cuenta. Esto explica por qué sus rodillas tiemblan, cuando algo pone
en peligro su cuerpo o el poder directriz de su raza.
Debiéramos recordar que somos ofensivos para los seres puros, que moran en las alturas
más elevadas de la Naturaleza.
La mente ha de ser vigorosa y estar alerta, para que pueda conseguir entrada a la contraparte
más elevada de la Naturaleza. Por medio de Yoga, es posible alcanzar tales regiones, si poseemos
valor; pero sin preparación, es dudoso que tengamos éxito. El método que nos pone en contacto
con nuestra naturaleza secundaria también nos pone en contacto con estas esferas elementales.
Al encontrarnos en estas esferas más elevadas estamos por encima de todas las cosas que
perturban nuestras mentes, y no demandamos de la Naturaleza nada que pueda retardar nuestro
crecimiento interior.
En tales regiones, analizamos las cosas desde un punto de vista diferente; es decir, estudiamos
las causas de las cosas, en vez de los efectos y el proceso de levitación; éste es el poder
de pasar del estado denso de la mente-materia a un estado más sutil. En cierto libro (The
White Brother), un estudiante (Michael Juste) relata tales experiencias.
Aunque tales vibraciones están activas interiormente, no se registran objetivamente.
Llega un tiempo en que, el estudiante es sacado de su cuerpo, a plena conciencia, por su
Instructor y aprende a viajar a otras esferas. Esto es parte de su educación; cuando igual que
Pablo de Tarso dirá:
“He encontrado a un tal hombre; si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo puedo decir”.
Téngase presente que la Naturaleza es nuestra gran madre; es ella la que nutre a sus hijos,
cuando éstos vuelven a ella; es muy austera, pero amorosa; su gozo es profundo, cuando se
alcanza su conciencia, porque ella desea que sus hijos recuperen la soberanía perdida, puesto
que el hombre nació para mandar a los elementales.
A medida que pasamos por cada división de la Naturaleza, se nos enseñan las leyes y
costumbres de cada esfera. De estas, aprendemos lo que se conoce como magia de la Naturaleza.
Los elementales, que trabajan con nosotros, pueden manipular la substancia mental y
producir ilusiones, que parecen milagros a quienes lo observan. Estos auxiliares son nuestros
súbditos y pueden transmitirnos las fórmulas secretas de su magia. Deformar la visión
es una.
Sin embargo, aunque el estudiante puede ser instruído en tal conocimiento, existe una
ley, con respecto a la producción de tales fenómenos, la cual se enseña únicamente al iniciado
que no utiliza estos poderes ilegítimamente. Se la considera como ciencia sagrada, impartida
únicamente a quienes poseen la inteligencia de la Naturaleza.
En la literatura sagrada, se llama ángeles a estos seres elementales; ellos son importantes
para la futura evolución del hombre, como lo fueron, una vez, en su pasado. Hay magnitud en
su expresión y dan al hombre la sensación de majestad y de poder, cuando éste se sumerge en
la atmósfera de los mismos.
Ellos nos enseñan a desarrollar nuestra mente, de manera que podamos magnificar una
cosa hasta abarcar el mundo entero. Esto significa que un simple versículo puede ser ampliado
y grabado en muchas mentes, gracias a su poder mágico de enfocarlo, de manera que pueda
ser repetido constantemente. Los grandes poetas, quienes han sido elementales, han dado
este poder a miles de poetas menores. Algo que está cargado de belleza y es el precursor de un
pensamiento virtuoso.
El gran poeta es el dominador de la atmósfera del mundo, y esta regia substancia le ha
dado poder para abrir su propio portal elemental.
Aunque el estudiante llegue a penetrar en los reinos de la naturaleza, ésta no siempre le
descubrirá su faz, después de consultar su pasado. No obstante, pecadores, lo mismo que santos,
han penetrado en tales reinos; el que alcancen o no a su Intimo, depende del material de
sus vestiduras; mientras que los más ignorantes buscarán a tientas la instrucción de las esferas
inferiores de la Naturaleza, en las que puede obtener el conocimiento que les dé poder sobre
las fuerzas elementales inferiores.
Los antiguos profetas enseñaron todos a sus pupilos como ir a la Naturaleza y aprender
los sistemas de gobierno de la misma, para luego transmitir tales leyes a la humanidad. Porque,
si hemos de gobernar sabiamente, hemos de dar la sabiduría que la Naturaleza tiene para
nosotros.
Hemos de ser impersonales; porque la personalidad no puede entrar en tales reinos. La
individualidad nada posee que esté fuera del dominio que, de derecho, corresponde a cada uno;
pero, si somos personales, la naturaleza rechaza nuestras demandas, por cuanto tal cualidad es
temida por sus súbditos. La individualidad real es la luz de nuestra inteligencia, brillante a
través de nosotros.
Somos del linaje de la Naturaleza, si somos productores de verdadera riqueza; pero tal
riqueza no puede ser comprada en los mercados del mundo; la riqueza más grande es la que se
engendra en nosotros, al principio de nuestra creación; es el gran centro en el que situamos
nuestro entero ser; nuestro asiento central del gobierno, que nos devolverá las posesiones que
la Naturaleza guarda.
Pocos estudiantes se dan cuenta de que, si desean ponerse en contacto con sus propios
sistemas de gobierno, necesitan aliarse con la Naturaleza; si prefieren acumular, primero, una
fortuna y tener éxito en los negocios, para después estudiar los secretos de la Naturaleza, ello
les resultará mucho más difícil. Las posesiones más allá de la cantidad que nos proporcione
una vida limpia y sana, en un medio ambiente limpio, con frecuencia acumulan pasiones y deseos
que regirán al cerebro y nos harán perder nuestra soberanía en la contra-parte más elevada
de la Naturaleza.
Se necesita la ley de Proserpina para que el hombre se familiarice, primero, con sus propias
posesiones internas, antes de penetrar en el mundo de Mammon.
La naturaleza nos buscará, si abrimos el camino a su comprensión; pero, como el hombre
destruye la obra de la misma, ella deja de interesarse en él. La destrucción de animales, no
importa cuan adecuadamente los utilicemos, también destruye nuestro acercamiento a estos
elementales superiores. Las diferentes propiedades de la materia bajo la juridicción de los
mismos, se desarrollan y evolucionan, a medida que nosotros evolucionamos.
Quienes son crueles con los animales y los dominan se exponen, con frecuencia, a ataques
concertados de las esferas elementales superiores, y se descargan sobre ellos substancias
que entorpecen el funcionamiento normal de sus mentes.
Al amar a un animal protegemos su inteligencia; pero si, después de haber conseguido su
afecto somos crueles con él, hemos de sufrir la penalidad, porque el animal cuenta con la protección
de un guardián similar al de su amo, y el mal que enviamos, nos es, prontamente, devuelto.
Cuando se nos aparecen seres elementales, lo hacen con vestiduras que representan el
lugar y oposición que ocupan en su propia esfera. Es imperativo, por tanto, que el estudiante
sepa esto, porque los magos negros de los planos elementales inferiores pueden aparecer ante
él revestidos como el sol; aunque si se los desafía debidamente, sus malignas características
son fácilmente desenmascaradas. Todas las cosas tienen su nota y color propios y, al responder,
no pueden ocultarlos. El hombre es conocido por su luz.
En estas esferas superiores, los Seres no tienen en su atmósfera, la tristeza ni las
llamadas virtudes de este mundo. Pertenecen a una creación aparte y nos miran como objetos
de compasión. Cuando penetran en nuestro mundo, es como si vinieran a estados en
descomposición, cuyos olores les son desagradables y la atmósfera repulsiva.
Muchos de los grandes Instructores del mundo fueron patrocinados por los Señores de
las esferas elementales; tales fueron Apolonio de Tiana, Merlín y un reconocido cristiano, nacido
en el siglo v, y otros. Estos poseían cuerpos mezcla de naturaleza elemental y humana;
tales hombres eran magos naturales. Tenemos también magos de naturaleza inferior, patrocinados
por elementales malignos, que persiguen poder personal y que evocan, en las mentes de
los hombres, apetitos anormales.
Hay también personas en quienes las fuerzas elementales predominan, y las cuales son
de naturaleza amoral. No debiéramos juzgar a esas personas demasiado rígidamente, pues están
dominadas por las condiciones inferiores de dichas regiones. Pero los de tipo superior son
los sensitivos de la Naturaleza, y sus cuerpos se retraen al acercarse a una atmósfera contaminada.
Esto lo podemos observar en los niños, antes de que la sensibilidad de los mismos sea
amortiguada por el medio ambiente. Por esta razón, los maestros de la juventud debieran ser
examinados, para comprobar la pureza de su atmósfera mental y corporal; pues sólo éstos
pueden conservar el amor de sus pupilos durante toda la vida. Como es bien sabido, los primeros
siete años de la vida del niño determinan el porvenir y el carácter del mismo.
Las razas reciben estímulo, en las artes y ciencias, de estos mundos elementales. Una
vez, en una conversación con un silfo, que me instruía sobre el medio de alcanzar cierta clase
de pureza, repentinamente se detuvo y dijo: “¿ No te das cuenta de que la conciencia de Cristo
actúa en nuestra esfera, lo mismo que en la vuestra, y nos envía sus instrucciones a nosotros,
lo mismo que a vosotros ?” No obstante, este Ser, al que uno no iniciado tomaría como representante ideal de Jesús, en una resplandeciente vestidura ambarina, era sólo un silfo, al cual,
de acuerdo con la historia eclesiástica, la había sido negado el reino de Dios.
Estos seres elementales tienen gran respeto para los que buscan penetrar en su mundo, y
se expresan con entera franqueza cuando somos aceptados. Pueden darnos información, que
no pueden oir los de las esferas inferiores, que tratan de escuchar, ni tampoco el mago del
Enemigo Secreto.
También nos dejan ver la operación de los órganos internos del cuerpo físico, y nos
muestran como funciona un cuerpo mental contra los deseos de otro cuerpo mental. Pueden
hacer que el mal que un hombre envía retorne al mismo.
Las propiedades de la materia varían de acuerdo con el cambio de las estaciones; lo
mismo ocurre con las substancias que rodean a nuestros cuerpos físicos. Este cambio de estación
debiera advertirnos de que nuestras vestiduras mentales sufrirán también otro cambio.
No nos damos cuenta de lo que belleza y forma pueden llegar a ser, hasta que penetramos
en tales reinos; por cuanto los elementales pueden manipular la substancia mental, hasta
que su hermosura nos deje atónitos. Por ejemplo, un elemental-reina puede revestirse de piedras
preciosas, no sólo de gran belleza en diseño y disposición, sino por la luminosidad oculta
en las joyas.
Una vez recibida la iluminación, con la cual el estudiante se pone en contacto con las
fuerzas superiores de la Naturaleza, es enviado a estudiar estos reinos, empezando por el mineral.
LOS ELEMENTALES GNOMOS
En los reinos minerales, existen inteligencias que aprenden a comunicarse con seres
humanos. Viven, según ellos lo expresan, en los intersticios de las rocas. Los de orden superior
son como azogue en actividad; pero pueden aparecer en cuerpos similares a los nuestros y,
en virtud del poder que poseen sobre la substancia mental, pueden revestirse de manera similar
al de las personas a quienes aparecen. Como viven muchos siglos, adoptan generalmente,
vestimenta de estilo pasado de moda. Las personas, en quienes predominan las propiedades
minerales, son fácilmente impresionadas por la vibración de esos elementales; estos mismos
inspiran a sus inventores las gigantescas obras de ingeniería. Tales personas son industriosas,
inducen a otros a trabajar para ellos y se aprovechan de estas labores. Rara vez responden a
las cosas delicadas de la vida; aunque, con frecuencia, poseen espíritus alegres y atrevidos, y
gran capacidad para la construcción y exactitud en los detalles. Si tales hombres se casan con
mujeres de naturaleza de sílfides, las dominarán y les causarán gran ansiedad y sufrimiento.
No pueden darse cuenta de que, por encima de sus máquinas, hay otro mundo lleno de belleza
y de actividad; son también inclinados a fabricar armas destructivas. Tratan de dominar los
grandes obstáculos de la Naturaleza y serán destruídos sin compasión ni remordimiento, una
vez que ella allane, de nuevo, toda oposición a sus manifestaciones que, periódicamente arrasa
el mundo. Estos hombres son la reencarnación de los ingenieros atlantes y la nueva arquitectura
de América es similar a la que se elevó, una vez, en el continente sumergido; pero los
atlantes cavaron profundamente en la tierra, para ponerse a cubierto de las máquinas de guerra
de sus enemigos. De manera que, la arquitectura americana no ha sido, únicamente, creación
de condiciones económicas.
Los estudiantes se interesan extremadamente en la obra contructiva de los gnomos; pues
las substancias materiales de éstos difieren de las nuestras, como las nuestras difieren de las
de Oriente, y ellos pueden manipular las substancias para armonizarlas. Ellos llaman a esto
destilar el perfume de minerales, y nos dicen que cada mineral tiene su olor diferente. Los
gnomos reconocen nuestra atmósfera individual, de la misma manera que la reconoce el perro;
utilizando esta facultad, en vez de la vista. Los gnomos se parecen al perro en muchos sentidos; como éste, son muy egoístas y les afecta fácilmente el ridículo o la burla. Los gnomos
más ignorantes tienen muchas pretensiones; yo he visto a uno usando anteojos antiguos, plumas
de ave, un cuerno de tinta sujeto a su cinturón y una capucha de doctor. Me trajo un antiguo
volumen, casi tan grande como él.
Aprendemos a amar a estos pequeños compañeros de barbas grises y augusto talante. Nos
dan valiosas informaciones y sus vidas son un ejemplo, que todo hombre limpio puede seguir.
Escuchando nuestras conversaciones se enteran de los tópicos del día; también toman a su
cargo a numerosos niños en sus sueños (usualmente a los niños de los pobres) para unir sus
mentes con las de ellos. De esta manera, los infantes pasan, con frecuencia, su tiempo feliz con
ellos, antes de despertar. Los niños sueñan con los gnomos y nos hablan de ellos. Podríamos relatar
curiosos cuentos acerca de tales seres; pero esperamos ocuparnos de ello en otra obra.
Los gnomos superiores son siempre conscientes de los átomos del Intercesor y, con frecuencia,
piden al estudiante la bendición del suyo y la verdadera sabiduría del mismo estudiante.
Tienen fuertes tendencias religiosas y, como pueden ver y oír mejor durante el crepúsculo,
aprenden mucho acerca de las Escrituras, escuchando a los ancianos leer sus Biblias al atardecer.
A veces, la atracción de los mismos hacia un estudiante se debe a que éste, en alguna vida
anterior, los ha evocado por medio de la magia blanca, y pueden hacerle recordar cosas secretas
que él mismo tiene ocultas del pasado.
Un rey elemental los dirige; poseen gran habilidad constructiva; pero no dejan que sus
obras arquitectónicas perduren, pues las desintegran, cuando desean crear nuevas formas; esto
lo hacen constantemente.
De los gremios masónicos, poseen un conocimiento de la masonería ceremonial, que
tendría gran interés para las logias masónicas de la época. Los judíos primitivos, debido a su
constante asociación con metales y piedras preciosas, estaban también en íntima armonía con
estos interesantes elementales.
Cuando penetramos en nuestra conciencia del pasado, encontramos que también poseemos
naturaleza de gnomo, dentro de nuestros átomos sumergidos, y que podemos ponernos en
contacto con estos pequeños seres del pasado.

ELEMENTALES DEL AGUA
Vamos a ocuparnos ahora de los estados acuosos o variables de la conciencia.
Nuestros cuerpos son, principalmente, fluídicos, y las fuerzas acuosas de la naturaleza están estrechamente vinculadas a ellos. Como los estudiantes saben, estamos entrando en la Era Acuaria, la cual podemos simbolizar por el agua.
A medida que penetramos en nuestro interior, nos ponemos en contacto con estos elementos superiores de agua y penetramos en una nube de densidad singular (la atmósfera en que ellos viven), la cual no es agua, sino un vapor etérico peculiar. Estos elementales pueden manipular nuestra sensibilidad como el músico manipula un instrumento, muy especialmente en la luna llena, y pueden intensificar nuestras impresiones sobre una cosa o estado de ánimo.
Como su sabiduría se relaciona con la de la luna, este estudio requerirá del estudiante
gran preparación, por cuanto la sabiduría más grande, que la tierra ha alcanzado, procede de
un remoto período lunar (diremos de paso que, la esfinge es el símbolo de tal época); en una
esfera interior, podemos visitar el templo de la esfinge y encontrar allí a la gran inteligencia
elemental que guarda sus enseñanzas. Muchos de los monumentos dejados por civilizaciones
antiguas son imágenes grabadas de fuerzas elementales.
Poseemos tantos elementos variables en nuestra naturaleza que, cuando penetramos en
tales regiones, casi perdemos conciencia de nuestra propia individualidad, sumergiéndonos en
los recuerdos de edades pasadas en que hicimos el peregrinaje por la densidad de la materia.
Cuando un elemental del agua aparece por primera vez al estudiante, se presenta como
un grupo de estrellas que va tomando forma lentamente, a medida que manipula la substancia
mental, hasta que toma la de lo que desea representar.
La Naturaleza nos responderá, cuando la amemos, y los reyes elementales nos traerán el recuerdo del tiempo en que la Naturaleza era adorada, y ellos invocados por los pueblos de Arcadia, quienes los llamaban “Hijos de la Mañana”. A estos dioses del agua se les ofrecían los primeros frutos de la tierra, en reconocimiento de su poder de fertilizar el suelo y enviar las anheladas lluvias. El estudiante puede volver a aquellos días, en que vivía de acuerdo con la Naturaleza, y poseía la inteligencia de ésta, que ahora ha perdido. Era el tiempo en que seres semidivinos enseñaron el arte de trabajar la tierra, de dar formas a sus herramientas y a profundizar y utilizar los depósitos de la Naturaleza.
En aquellos días, el suelo era diferente al de la época presente, porque el hombre ha deformado
la Naturaleza, destruyendo la belleza y la paz de ésta.
Que yo sepa, los elementales del agua nunca han sido reproducidos o analizados por el
arte pictórico, salvo en el caso de algunos adeptos artistas chinos y algunos sacerdotes japoneses,
budistas primitivos.
Algunas veces, los elementales del agua aparecen como mujeres, con ricos y maravillosos
adornos y pelo que brilla como la piel de nutria y con destellos eléctricos. Al principio,
pueden desvitalizar al estudiante, pues tienen que absorber de la atmósfera ambiente las propiedades
que les dan densidad. Cuando uno estudia el poder de adornarse de estos elementales,
se da cuenta de cuán limitado es el arte de la presente época. Los materiales y los diseños son
extraños para nosotros. Por ejemplo, emplean un material fluídico que, cuando se mantiene
estacionario, se parece a coral lustrado o piedra arenisca de color gris rosado, de un tono que
parece natural para toda la gama de colores y adornos. A diferencia de los gnomos, estos elementales
mantienen, en sus diseños, armonías suaves y parece que tienen maravilloso dominio
sobre las notas de color.
Los elementales del agua irradian luz de mentes puras, y revelan al estudiante sus cualidades
similares, hasta que éste se da cuenta, de pronto y con gran sorpresa, de la densidad de
su mente y cuerpo propios.
Quienes atraen a los seres inferiores del agua (lo que se recomienda al estudiante que no
haga; pues la curiosidad puede perderlo), con frecuencia son esclavizados por un elemental
gelatinoso, que puede viajar y materializarse parcialmente y ser visto por personas sensitivas.
Aparece durante los estados de sueño de sus víctimas disolutas. Este parásito mora en casas
de mal vivir y en los lugares donde el vicio abunda. Se lo llama pulpo elemental y es creado
por los pensamientos enfermizos y las pasiones de razas diferentes, unidas en un grupo compuesto;
puede también imprimir su peso sobre sus víctimas.
Los elementales superiores sienten poco respeto por nuestras leyes y costumbres; por
cuanto no nos hemos aliado todavía con las enseñanzas de nuestros Iniciados.
Los métodos de comunicación de los mismos tienen la rapidez de una ametralladora. Es
una pantalla, en rápido movimiento, de frases de las que, ciertas palabras se graban particularmente
en la memoria; de manera que, después de oír una docena de frases, notamos que las
palabras acentuadas forman una frase de significado algo diferente y ésta es la clave del significado
de la conversación.
El cutis de estos seres es generalmente rubio y emana de ellos un olor fosforescente. Sus
reyes anuncian, usualmente, su presencia con el símbolo del tridente.
Aunque muchas organizaciones ocultistas emplean símbolos, pocas de ellas entienden el
empleo correcto de los mismos. Pocas personas poseen la sabiduría de utilizar substancias
elementales en formas simbólicas. Los símbolos, que se nos han transmitido, tienen su contraparte
superior y, una vez los empleamos de manera adecuada, pasaremos a escuelas internas
de instrucción. Este conocimiento jamás ha sido dado al no iniciado. Cada división de la
Naturaleza tiene su símbolo clave y los cuidadores de éstos miden las aspiraciones y méritos
de quienes buscan entrar en sus regiones.
Mediante estrecha alianza con estos seres, el hombre tiene, con frecuencia, el privilegio
de darles parte de la substancia de su Intimo; de esta manera, les confiere una inmortalidad
similar a la del hombre.

ELEMENTALES DEL AIRE
Los seres que moran en la contraparte superior del aire de la Naturaleza, desempeñan
una importante función en la evolución del hombre. En esos mundos encontramos la antigua
herencia de nuestras mentes; pues debiéramos tener constantemente presente que, la Naturaleza
es el depósito de nuestros registros pasados; es muy posible, para el hombre de tendencia
literaria o artística, encontrar de nuevo las obras valiosas que creó en tiempos muy lejanos. El
estudiante se dará cuenta, por tanto, del por qué reverenciamos a estas Inteligencias Superiores,
y nunca volverá a interesarse en los fenómenos del espiritismo, en que pululan un enjambre
de espíritus inclinados a la tierra.
Los silfos y sílfides superiores son grandes eruditos y poseen memorias muy notables.
Como prolongan sus vidas durante períodos considerables, tienen acceso a un extensísimo
campo de experiencia e información; pueden recordar lo escrito por los eruditos del mundo y
presentar, de ingeniosa manera, diferentes sistemas de filosofía. Ellos miran estos estudios
desde un punto de vista enteramente diferente al nuestro. Nosotros estudiamos los temas con
el deseo de saber lo que el filósofo tiene que enseñar; pero tales seres nos dirán lo que los filósofos
no enseñan.
Nos dirán cuál es el proceso que se desarrolla en el momento de la muerte; una parte de
ellos se prestan voluntariamente para resguardarnos durante nuestro pasaje por la región de
alucinaciones, conocida como Purgatorio.
Cuando un silfo está a nuestro lado irradia una cualidad solar que nos estimula a pensar
más elevado. El método de instrucción que ellos emplean, es, con frecuencia, de carácter visual,
presentando escenas de la vida pastoral de Arcadia. Es como si uno alcanzara un chispazo
de conciencia cósmica, en que uno llega a verse como parte de un pasado que se hace real.
Nos dan, también, el conocimiento de los rituales de la Naturaleza, cuando rendimos culto a
dioses y estrellas. Podemos, también, aprender cosas relacionadas con los libros de la antigüedad.
Los silfos sólo consideran de valor una cosa, cuando está impregnada de átomos del sol;
de la misma manera que, los seres del agua juzgan el valor de una cosa por las cualidades lunares
o neptunianas que posee. Porque ellos dicen: “Donde se oculta valor real, allí brillan los rayos del Sol”. Es interesante notar que, a veces, refiriéndose a ciertas vestiduras e imágenes
religiosas, dicen que sus poseedores han atraído los rayos del Sol a su atmósfera. También
hablan de la intolerancia y de la crueldad de la humanidad.
Los silfos inculcan en el estudiante la importancia de alcanzar lo que se llama la conciencia
del Conocedor; es decir, conocer una cosa sin pensar. Es un método instantáneo. Por
ejemplo, si preguntáramos a un yogui avanzado dónde nos encontraremos a las diez de la mañana
del día siguiente, el yogui daría de inmediato la contestación correcta, como se comprobaría
después. Cada uno de nosotros posee este principio de dirección repentina; pero es esporádico.
Quien vacila está perdido.
La vida animal utiliza este método; pues, cuando algún peligro la amenaza, sabe qué
hacer sin la acción del pensamiento; tampoco sufre, en su estado natural, ansiedad como el
hombre, una vez que el peligro ha pasado. Los silfos dicen que, cuando amenaza el peligro,
hay que hacerle frente; pero que no se ha de pensar en él hasta que se presente. Ellos han registrado
los dichos de muchos profetas y poseen los secretos de muchas organizaciones ocultas,
que todavía florecen.
La piel de las hermosas sílfides brilla como iluminada por un sol oculto y muestra la
madurez y abundancia de salud. Son de naturaleza caprichosa y piensan que las vanidades de
nuestras mujeres son algo atrasadas. El tipo de silfo o sílfide, con el cual el estudiante se pone
en contacto, es un reflejo de sí mismo. Son maestros viejos en analizar y leer los pensamientos:
nada escapa a su observación y pueden traer a nuestra memoria todos nuestros pensamientos
de durante el día, incluso aquellos que no quisiéramos que fueran conocidos.
Para el artista ocultista, tienen el maravilloso poder de presentar cualquier indumentaria
que desee ver; aunque esto es algo así como el suplicio de tántalo, porque pasan como una
exhalación en todo su esplendor, y dejan en la mente sólo el recuerdo de una sonrisa alucinadora.
Las divisiones inferiores de los elementales del aire componen un mundo, el cual nos interesa
poco; por cuanto nos lleva a los campos de la nigromancía, de la brujería y de la magia.
Estos silfos y sílfides de orden inferior pueden aparecer a los sensitivos como personalidades
de carácter histórico y causar enfermedad y malestar al médium. Pueden destruir la elasticidad
fluídica de la envoltura astral, por medio de lo que los ocultistas llaman sonidos vocales quebrados,
y dotarlo de cualidades minerales. Esto es como la sacudida nerviosa, producida por
una explosión, aunque de clase diferente, y es causa de perturbaciones mentales y, a veces, de
locura. Consideramos que interesará al estudiante saber algo sobre el lugar o posición que el
verdadero médium debiera ocupar en la Sociedad.
En el remoto pasado, tales personas eran tratadas con cuidado y reverencia; porque, a
veces, los dioses elementales hablaban por mediación de ellas; por tal razón, se las consideraba
como semidivinas. En lo futuro, respetaremos a nuestros sensitivos y cuidaremos de su
bienestar moral y social; les daremos oportunidad para desarrollar sus poderes superiores, sin
poner en peligro en la lucha para ganarse la vida, los dones que ya poseen.
La ley de Oriente es que, nadie debiera recibir dinero por ejercitar tales dones. Esta se
conocecomolaGranLey.
El sensitivo es quien ha desarrollado un cuerpo astral y un cuerpo mental inferior, capaces
de responder a vibraciones más elevadas. Es para esto que los silfos se ponen al lado de
los sensitivos, que son puros de corazón y a fin de proteger su preciosa armadura contra las
mentes dominadas por el Enemigo Secreto; compadecemos a la mente que exige del sensitivo
cosas que están más allá de la receptibilidad natural del mismo. Los sujetos en trance son, con
frecuencia, dominados por la mente hipnotizadora de otros, y se ven forzados a investigar
asuntos privados de personas ajenas. Pero, como la mente hipnotizadora trata de infringir las
leyes de la Naturaleza, con el tiempo, encontrará a los guardianes de ésta que demandarán justicia.
Porque los silfos de los planos superiores hablan, con frecuencia, de su propio Intimo,
quien los dirige y agrupa, a fin de que puedan destruir a sus enemigos.
El mundo está lleno de gentes que se aprovechan de la credulidad del público; a veces y
a causa de su pobreza, un sensitivo, digno de grandes cosas, se embrutece por ignorancia. Por
esta razón se debe examinar el valor moral, físico y espiritual de los médiums, para colocarlos
de nuevo como oráculos en sus templos.
En la actualidad, muchas personas, inspiradas por su Enemigo Secreto, piden al sensitivo
que hagan cosas que ellos mismos se niegan a hacer. Esto, por ir contra la ley interna, daña las
membranas astrales, lo mismo que el cuerpo del sensitivo, los que podrían utilizar para enriquecer
la mente con conocimiento mucho más allá de la percepción humana.
Los silfos desdeñan a quienes se alaban de sus poderes y posesiones.
Ellos pueden magnetizar cualquier objeto, ante el cual las mentes devotas hayan orado y,
penetrando en la atmósfera de tal objeto, pueden, a veces, impartirles una radiación y movimiento
de los ojos, cuyas pestañas se abren y cierran; las mentes sensitivas, al ver esto, afirman
que ha ocurrido un milagro. La razón de que los silfos hagan esto es que, el culto rendido
a tales imágenes posee elementos similares a los de su propia naturaleza. Las imágenes parlantes
(de las cuales hay muchas más de las que se cree) son de naturaleza similar.

ELEMENTALES DEL FUEGO
Al penetrar en las regiones del fuego, entramos en un extenso territorio, que tiene que
ver con el desenvolvimiento del hombre, más de lo que éste se da cuenta. Del fuego obtenemos
la fuerza directriz que moldea y conduce a una norma más elevada de iluminación espiritual.
Esta fuerza puede, en forma intermitente, guiar y controlar el bienestar de una nación;
actúa más con masas que con individuos. El estudiante sincero nada tiene que temer, si llega a
ponerse en contacto con esta fuerza; porque ella pone armonía en el mundo. Se ha de saber,
sin embargo, que no hablamos del aspecto físico del fuego, sino de su contraparte superior;
estos señores pueden hacer que el estudiante pase la prueba de enfrentarse consigo mismo;
que su naturaleza superior se enfrente con su inferior. De esta manera, sabrá el grado de desarrollo
que ha alcanzado; se le sugerirá las posibilidades más grandes de su vida y el plano original
de su evolución, a través de la materia; pero será, también, consciente de un vacío, el
cual no podrá trasponer en sus viajes mentales, sino mediante aspiración mucho más intensa
hacia su Intimo. Si el estudiante preguntara qué hay más allá de las esferas de la llama, los seres
del fuego replicarían:
No está en nosotros contestar.
Sentimos su poder dominante y una conciencia mucho más allá de la de los seres humanos.
Nada se les escapa, nada los mueve; los más elevados de ellos muestran una serenidad
Jupiteriana y una austeridad, que se siente especialmente cuando toman la forma de un Faraón
adepto o de un dios griego.
Estas potestades, a las cuales se ha rendido culto como a dioses, han hablado por boca de
los profetas para el mejoramiento de las naciones. En Grecia, el gran elemental del fuego, conocido
como Apolo, guió valiéndose de las pitonisas de Delfos el bienestar espiritual de aquella
nación y de las vecinas. A veces, estos elementales pueden impresionar a algún sensitivo
para que guíe a una nación, en los momentos de peligro. Juana de Arco es un ejemplo.
Los oráculos délficos han moldeado muchas mentes con sus cualidades iluminadoras, y
los Iniciados hablan con gran reverencia de aquellos a quienes llaman Hijos nonatos de la
Llama. Estos son los que se aparecen en este mundo, pero no pertenecen al mismo.
Cuando el estudiante puede evocar el elemento de fuego dentro de su cuerpo, crea un escudo
que lo protege contra su naturaleza inferior; pues, como los elementos inferiores del cuerpo se resisten
a esa llama, son consumidos por la energía de la misma. El despertamiento de esta fuerza es el
instrumento del hombre divino; pero de esto nos ocuparemos en otro capítulo. La razón de su importancia
está en que la Naturaleza conserva, en tales regiones, nuestros registros más elevados.
Cuando el estudiante puede actuar a base de esta conciencia del fuego, se le da un concepto
más amplio de la manifestación de la Realidad en la humanidad; pues, una vez acostumbrado
a la escala vibratoria del fuego, poseerá y comprenderá, entonces, las características
del oráculo. Estos soberanos del fuego podrán, así, unirse en un futuro período, en el cual están
contenidas las leyes que se han de dar al hombre para aproximarse a su propio Intimo.
El estudiante siempre ha de tener presente que, cuando desea penetrar estos reinos, ha de
estar limpio de cuerpo y de mente; de otra manera, será como si un salvaje intentara trasponer
los portales de una universidad.
De la misma manera que el mundo está dividido en continentes y países, así también hay
un mapa que muestra las divisiones y los elementales que, como rey o reina, rigen tales divisiones.
Similarmente, en nuestro mundo, cada nación tiene su protector especial, el cual la
guía y se esfuerza para que se mantenga fiel a su desenvolvimiento prescripto.
Uno de los momentos decisivos, en la vida del estudiante, es cuando sus plegarias y aspiraciones
son contestadas con la aparición de uno de estos grandes Seres. Los ocultistas
avanzados los conocen con nombres tales como El Hombre de Verde Faz, que instruye a uno
en la Sabiduría de la Luna, el Griego Hermoso o el Gran Atlante.
Los estudiantes encuentran agradable comparar notas con sus hermanos, con respecto a
experiencias similares y, aunque cada uno tiene su propia individualidad que desarrollar, existe
similaridad en sus iniciaciones.
Al estallar un incendio, los elementales inferiores del fuego son atraídos con gran rapidez.
Me decía una vez un bombero: “Es sorprendente la manera como se propaga de pronto el
fuego, precisamente cuando uno lo cree dominado”. Las personas impregnadas de este elemento,
con frecuencia, son inducidas por el Enemigo Secreto, a destruir por este medio. Los
piromaniáticos no debieran ser encarcelados, sino tratados como enfermos mentales, a quienes
una atmósfera diferente podría curar, poco a poco, de tales tendencias.
Al penetrar en esas regiones, en vez de experimentar calor, como podría esperarse, el estudiante
se encontrará, precisamente, con lo opuesto. Se nos dice que, la razón por la cual el
sol irradia calor es porque la densidad del mismo se rebela contra su contraparte superior, conocida
por los ocultistas como el Sol tras del sol.
La historia registra muchos relatos sobre la aparición de estos Maestros elementales a los
grandes hombres del pasado.
Incluímos aquí un mensaje de un elemental del fuego a un estudiante: “Antes de que nacieras
yo te conocí en las esferas internas, y convinimos en reunirnos cuando tú volvieras y te
armonizaras con mi inteligencia. Después de este largo período, he venido a ti a fin de instruirte
en la obra que nos interesaba a ambos. El fuego que has percibido hoy, con su sexto
sentido, fué la señal que te daremos siempre que estemos aquí, pues hay quienes me siguen y
que te ayudarán y apoyarán. Una vez hablamos de tu trabajo en una época en que habías nacido
en Egipto, y presencié tu insurrección en cierta provincia. Alcanzaste gran poder en tus esfuerzos
para socavar la autoridad del gobernante, bajo cuyo cetro tenías mando. Fracasaste en
esta conspiración y fuiste decapitado. Pero pudiste ganar el interés de los grandes elementales
de vapor ígneo. Gran parte de tu conocimiento estaba cerrado; pero nosotros podemos abrirlo
y servirte fielmente”.
En el Templo de la Esfinge se encuentra una amplia cámara, en la que cuelgan guirnaldas
de esencias de la Naturaleza, las cuales vibran al ritmo de ésta y dan a la mente el poder
de analizar sus elementos. Pendiente de esta cámara hay una vasija, en forma de cúpula, a la
que se puede llamar caja sonora de la Naturaleza. Los pensamientos son cosas que poseen sonido,
color y forma, y este instrumento los transforma en habla visibles (pues registra los
acordes musicales silenciosos, que dan forma a nuestros pensamientos) y se permite al estudiante
observar cómo se materializan sus pensamientos. Este conocimiento enseñará al estudiante cómo dar a sus pensamientos la actividad, que ha de estimular a otras mentes a pensar,
y lo capacitará para proyectar sus pensamientos hacia cualquier parte del mundo. Como la naturaleza
también posee este poder, se enseña al estudiante la manera de protegerse contra el
aspecto inferior de la creación elemental y del mundo astral. Este es también el método empleado
por los yoguis, cuando desean telefonear a cualquier parte de la tierra.
El Colegio de la Esfinge elemental es la casa, a medio camino hacia la comprensión de
la Naturaleza y allí somos introducidos en sus leyes.
Nuestras mentes no se turban en esta cámara; aspiramos a la gran Realidad, presente
siempre allí, y nos situamos en la multiplicidad de su tiempo. Allí nos damos cuenta de que, el
impulso que hemos sentido, durante toda la vida, ha sido la señal, que nos hace la Naturaleza
desde su propio Intimo, para que ganemos sus atributos. Nadie puede escapar de este fuerte
impulso; o sea, del llamado de la Naturaleza a volver a ella.
Los soberanos elementales dan a los estudiantes sus atmósferas; ello clarifica los desperdicios
de sus auras y los transmuta en otras substancias. Ello despierta a los centinelas dormidos,
los cuales abren sus puertas a las influencias de la energía cósmica, y el estudiante es
elevado a la fuente de aquéllos, de la cual brota la hora inmortal del recuerdo.
El propósito real de la Naturaleza es destruir toda ilusión en nuestras atmósferas e infiltrar
en nosotros su expresión; pues un Instructor nos espera en todos los paraísos elementales.