UnA NuEvA TiErRa...

domingo, 26 de septiembre de 2010

 




Los astrónomos han descubierto evidencia que parece indicar que el
universo comenzó a existir hace quince mil millones de años, nacido de
una explosión gigantesca, y que se ha venido expandiendo desde entonces.
No solamente se ha estado expandiendo sino que su complejidad y su
diferenciación han ido aumentando cada vez más. Algunos científicos
también postulan que este movimiento desde la unicidad hasta la
multiplicidad dará marcha atrás con el tiempo.


Entonces cesará la expansión y el universo comenzará a contraerse
nuevamente para volver a lo inmanifiesto a la nada inconcebible de la
cual se originó, y quizás repita los ciclos de nacimiento, expansión,
contracción y muerte una y otra vez. ¿Con qué fin? "¿Por qué molestarse
el universo en existir?" pregunta el físico Stephen Hawking,
reconociendo al mismo tiempo que no hay modelo matemático alguno que
pueda dar la respuesta.


Sin embargo, si miramos hacia el interior en lugar del exterior
únicamente, descubrimos que tenemos un propósito interno y otro externo,
y puesto que somos un reflejo microcósmico del macrocosmos, debemos
concluir que el universo también tiene un propósito interno y otro
externo inseparables de los nuestros. El propósito externo del universo
es crear la forma y experimentar la interacción de las formas (el juego,
el sueño, el drama, o como queramos llamarlo). Su propósito interno es
despertar a su esencia informe.
Después viene la reconciliación entre ambos propósitos: traer la esencia
(la conciencia) al mundo de la forma y, por ende, transformar el mundo.
El propósito último de esa transformación está más allá de la
imaginación o la comprensión de la mente humana. Y, no obstante, esa
transformación es la tarea que se nos ha asignado en este momento en
este planeta. Es la reconciliación del propósito externo y el interno,
la reconciliación entre Dios y el mundo.


Antes de examinar la relevancia de la expansión y la contracción del
universo para nuestra propia vida, debemos tener presente que nada de lo
que digamos sobre la naturaleza del universo debe tomarse como verdad
absoluta. El infinito no puede explicarse a base de fórmulas matemáticas
o de conceptos. Ningún pensamiento puede encapsular la inmensidad de la
totalidad. Aunque la realidad es un todo unificado, el pensamiento la
corta en fragmentos. Esto da lugar a los errores fundamentales de la
percepción, por ejemplo, que hay cosas y sucesos independientes, o que
esto es la causa de aquello. Todo pensamiento implica un punto de vista,
y todo punto de vista, por su naturaleza, implica limitación, lo cual
significa en últimas que no es verdad, o por lo menos no en términos
absolutos. Solamente el todo es verdad, pero el todo no puede
verbalizarse ni pensarse.


Visto más allá de las limitaciones del pensamiento y, por tanto,
incomprensible para la mente humana, todo sucede en el ahora. Todo lo
que ha sido o será es el ahora y está por fuera del tiempo, que es una
construcción mental.


Para ilustrar lo relativo y lo absoluto, tomemos como ejemplo el alba y
el ocaso. Cuando decimos que el sol sale por la mañana y se oculta por
la tarde, estamos diciendo una verdad relativa. En términos absolutos,
es falso. Es solamente desde la perspectiva limitada de un observador
que esté en la superficie de la Tierra que se puede afirmar que el sol
sale y se oculta. Si estuviéramos lejos en el espacio, veríamos que el
sol no sale ni se oculta, sino que brilla continuamente. Sin embargo,
aún sabiendo ese hecho, podemos seguir hablando del alba y el ocaso,
apreciar su belleza, pintarlos, escribir poemas sobre ellos, a pesar de
saber que es una verdad relativa y no absoluta.

Entonces, sigamos refiriéndonos por un momento a otra verdad relativa:
la manifestación del universo a través de la forma y su retorno a lo
informe, lo cual implica la perspectiva limitada del tiempo, y veamos su
relevancia para nuestra propia vida. Claro está que la noción de
"nuestra propia vida" es otro punto de vista limitado producto del
pensamiento, otra verdad relativa. En últimas, "nuestra propia vida" no
existe, puesto que nosotros y la vida no somos dos sino uno.


UNA BREVE HISTORIA SOBRE NUESTRA VIDA

La manifestación del mundo lo mismo que su retorno a lo inmanifiesto, su
expansión y contracción, son dos movimientos universales que podríamos
considerar como el abandono del hogar y el regreso a él. Estos dos
movimientos se reflejan en todo el universo de muchas maneras, por
ejemplo la expansión y la contracción incesantes del corazón y la
inhalación y exhalación de la respiración. También se reflejan en los
ciclos de sueño y vigilia. Todas las noches, sin saberlo, regresamos a
la Fuente inmanifiesta de toda la vida cuando entramos en la etapa de
sueño profundo donde o soñamos, y emergemos nuevamente renovados en la
mañana.
Estos dos movimientos, la salida y el regreso, se reflejan también en los ciclos de vida de cada persona.

Sin saber cómo ni cuándo aparecemos en este mundo. Después del
nacimiento viene la expansión. No solamente crecemos físicamente sino
también en conocimiento, actividades, posesiones y experiencias. Nuestra
esfera de influencia se expande y la vida se torna cada vez más
compleja. Es la etapa en la cual nuestro interés primordial es hallar y
perseguir nuestro propósito externo. Por lo general hay un crecimiento
concomitante del ego, es decir, la identificación con todas las cosas
anteriores, de tal manera que se acrecienta la definición de nuestra
identidad con la forma. También es la época en la cual el ego tiende a
adueñarse del propósito externo (el crecimiento) y el ego, a diferencia
de la naturaleza, no sabe cuándo
parar en su búsqueda de la expansión y tiene un apetito voraz por más.

Y entonces, justo cuando pensábamos haber logrado nuestro cometido o que
pertenecíamos a este mundo, se inicia el movimiento de retorno. Quizás
comiencen a morir las personas que nos rodean, las personas que formaron
parte de nuestro mundo. Entonces se debilita nuestra forma física y se
contrae nuestra esfera de influencia. En lugar de ser más, nos volvemos
menos, y el ego reacciona ante esa situación cada vez más con mayor
angustia y depresión. Nuestro mundo comienza a contraerse y descubrimos
que ya no lo controlamos. En lugar de actuar en la vida, la vida actúa
sobre nosotros reduciendo gradualmente nuestro mundo. La conciencia que
se identificó con la forma experimenta el ocaso, la disolución de la
forma. Y entonces, un día, también desaparecemos. Nuestro sillón está
todavía allí, pero en lugar de estar sentados en él, no es más que un
espacio vacío. Regresamos al sitio de donde salimos apenas unos cuantos
años atrás.

La vida de cada persona (todas las formas de vida en realidad)
representa un mundo, una forma única en la que el universo se
experimenta a sí mismo. Y cuando nuestra forma se disuelve se acaba un
mundo, uno entre un sinnúmero de mundos.

EL DESPERTAR Y EL MOVIMIENTO DE RETORNO...

El movimiento de retorno en la vida de una persona, el debilitamiento o
la disolución de la forma, ya sea a causa de la edad, la enfermedad, la
incapacidad o alguna otra forma de tragedia personal, encierran un
enorme potencial para el despertar espiritual: suspender la
identificación con la forma. Puesto que es tan escasa la verdad
espiritual en nuestra cultura contemporánea, no muchas personas ven en
el movimiento de retorno una oportunidad, de manera que cuando
sobreviene o le sucede a alguien cercano, piensan que se trata de algo
espantoso que no debería estar sucediendo.

En nuestra civilización hay una enorme ignorancia sobre la condición
humana y, mientras mayor es la ignorancia respecto de las cosas
espirituales, mayor es el sufrimiento. Para muchas personas,
especialmente en Occidente, la muerte no es más que un concepto
abstracto, de tal manera que no tienen la menor idea de lo que le sucede
a la forma humana cuando se aproxima a la disolución. A la mayoría de
las personas decrépitas y ancianas se las encierra en instituciones. Los
cadáveres, los cuales, en algunas culturas se exponen para que todo el
mundo los vea, se ocultan de la vista. Basta con intentar ver un cadáver
para descubrir que es prácticamente ilegal, salvo si el muerto es un
familiar cercano. En las funerarias hasta maquillan el rostro del
cadáver. Lo único que se nos permite ver es una imagen higienizada de la
muerte.
Puesto que la muerte es solamente un concepto abstracto, la mayoría de las personas no están en
absoluto preparadas para la disolución de la forma que les espera.
Cuando se aproxima produce espanto, incomprensión, desesperación y un
miedo enorme. Ya nada tiene sentido porque todo el significado y el
propósito de la vida estaban asociados con la acumulación, el éxito, la
construcción, la protección y la gratificación. La vida se asociaba con
el movimiento de expansión y la identificación con la forma, es decir,
el ego. La mayoría de las personas no conciben que tenga significado
alguno el hecho de que su vida y su mundo se estén derrumbando. Y, sin
embargo, allí hay un significado todavía más profundo que en el
movimiento de expansión.
Era precisamente a través de la llegada de la vejez, de una pérdida o de
una tragedia personal que tradicionalmente solía aparecer la dimensión
espiritual en la vida de una persona. Es decir, el propósito interno
emergía solamente cuando el propósito exterior se desmoronaba y se
quebraba el cascarón externo del ego. Esos sucesos representan el
comienzo del movimiento hacia la disolución de la forma. La mayoría de
las culturas antiguas seguramente comprendían intuitivamente este
proceso, razón por la cual reverenciaban y respetaban a los ancianos.
Eran los depositarios de la sabiduría y representaban la dimensión de la
profundidad sin la cual ninguna civilización puede sobrevivir durante
mucho tiempo. En nuestra civilización, que está totalmente identificada
con lo externo y desconoce la dimensión interna del espíritu, la palabra
"anciano" tiene muchas connotaciones negativas. Es una ofensa decir que
una persona es vieja. Para evitar la palabra, usamos eufemismos como
"personas mayores" o de la "tercera edad". La figura de la "abuela"
entre los pueblos indígenas posee una gran dignidad. La "abuelita" de
hoy es, cuando
más, graciosa. ¿Por qué se considera inútiles a los ancianos? Porque en
la ancianidad, el énfasis ya no está en el hacer sino en el Ser y
nuestra civilización, perdida en el hacer, no sabe nada sobre el Ser.
Pregunta: ¿Ser? ¿Para qué sirve?


En algunas personas, el inicio aparentemente prematuro del movimiento de
retorno, la disolución de la forma, parece perturbar severamente el
movimiento de crecimiento expansivo. En algunos casos, es una
perturbación transitoria mientras que en otros es permanente. Pensamos
que un niño no tiene por qué enfrentar la muerte, pero el hecho es que
algunos niños deben enfrentarse a la muerte de uno de sus padres o de
ambos por enfermedad o accidente, o hasta la posibilidad de su propia
muerte. Algunos niños nacen con una incapacidad que limita severamente
la expansión natural de su vida. O una limitación severa se presenta en
la vida a una edad relativamente temprana.


La NuEvA tIeRrA nO Es UnA eUtOpíA...


¿Acaso la visión de la nueva tierra no es más que otra visión
utópica? De ninguna manera. Todas las utopías tienen en común una
proyección mental de un futuro en el que todo será perfecto, todos nos
salvaremos, habrá paz y armonía y desaparezcan todos nuestros problemas.
De esas utopías ha habido muchas; algunas terminaron en desilusión y
otras en desastre.

Todas las utopías tienen en su centro una de las principales
disfunciones estructurales de la vieja conciencia: aspirar a la
salvación en el futuro. La única forma como el futuro puede existir es
en forma de pensamiento, de tal manera que cuando proyectamos la
salvación hacia el futuro lo que hacemos realmente es buscarla en la
mente. Permanecemos atrapados en la forma, y eso es ego.


"Y vi un nuevo cielo y una nueva tierra"5, escribió un profeta de la
Biblia. Los cimientos de la nueva tierra están en el nuevo cielo, en el
despertar de la conciencia. La tierra (la realidad externa) es solamente
el reflejo externo de ese cielo. El surgimiento del nuevo cielo y, con
él, de la nueva tierra, no son unos sucesos liberadores que hayan de
suceder en un futuro. Nada nos habrá de liberar porque la libertad está
solamente en el momento presente. Ese reconocimiento es el despertar. El
despertar como un suceso futuro carece de significado porque despertar
es reconocer la Presencia. Así, el nuevo cielo, el despertar de la
conciencia, no es un estado futuro al cual aspiramos llegar. El nuevo
cielo y la nueva tierra están emergiendo dentro de nosotros en este
momento y, si no es así, entonces no son más que un pensamiento. ¿Qué
les dijo Jesús a sus discípulos? "El cielo está aquí, en medio de
vosotros".


En el Sermón de la Montaña, Jesús hizo una profecía que pocas personas
han comprendido hasta la fecha. Dijo, "Bienaventurados los humildes,
porque ellos heredarán la tierra"7. ¿Quiénes son los humildes y qué
quiere decir eso de que heredarán la tierra?


Los humildes son quienes carecen de ego. Son las personas que han
despertado a su naturaleza esencial verdadera y reconocen esa esencia en
todos "los demás" y en todas las formas de vida. Viven en el estado de
entrega y sienten su unicidad con el todo y con la Fuente, encarnan la
conciencia despierta que está cambiando todos los aspectos de la vida en
nuestro planeta, incluida la naturaleza, porque la vida en la tierra es
inseparable de la conciencia humana que la percibe y se relaciona con
ella. Es así como los humildes heredarán la tierra.


Una nueva especie comienza a surgir en el planeta... ¡Está surgiendo ahora y es usted!



Fuente: Extractos de último capitulo del libro "Una Nueva Tierra" de Eckhart Tolle