Magos y Hechiceras

lunes, 12 de abril de 2010

 


A lo largo del tiempo, el término "mago" se ha utilizado para designar al individuo que ejerce la magia, haciendo cosas extraordinarias a través de la manipulación de las fuerzas ocultas de la naturaleza. Sin embargo, los primero magos pertenecieron a la clase sacerdotal de la religión de Zoroastro (legislador persa que basó sus creencias en la contraposición entre las fuerzas del bien y el mal), y éstos, muy poco tuvieron que ver con la fuerza de la magia tal y como hoy la conocemos. Sin lugar a dudas, el mago más legendario de la tradición inglesa, y uno de los personajes más importantes de la literatura caballeresca, es el mago Merlín. Vivió en Bretaña a principios del siglo VI, y se convirtió en uno de los magos más poderosos, practicando la magia (que aprendió en su juventud de su maestro, el mago Blaise de Bretaña) siempre en beneficio del gobierno del país, y llegando a convertirse en el leal consejero del también mítico rey Arturo.
La leyenda nos cuenta el oscuro origen de Merlín, hijo de un íncubo (un diablo que tomaba la forma de un hombre y yacía con una mujer para poder tener descendencia), y de una hermosa princesa. Aunque otra historia distinta cuenta que su madre no era una princesa, sino una monja seducida por ese incubo, y por eso la magia que Merlín poseía desde su nacimiento, sólo podía ser empleada para hacer el bien. A su padre, como es lógico, nunca llegó a conocerle, de ahí que en su niñez y en su juventud se le diese el nombre de "el que no tiene padre". Además de hechicero fue también poeta, y realizó grandes hazañas. Pero no era fácil dar con él, pues aparecía y desaparecía en el momento más inesperado, y se transformaba en pájaro, en lagartija, en niño... tomando los aspectos y formas más diversos gracias a su magia. Tenía poder sobre los metales, sobre el agua, las piedras, y se dice que sobre las fuerzas de la naturaleza. También tuvo el don de las profecías, aunque el mítico rey Arturo nunca hizo demasiado caso de ellas.

Cuando el joven Arturo se desposó con Ginebra, el mago Merlín también se casó, aunque también en éste punto encontramos discrepancias. Unas historias nos dicen que se desposó con la hermosa joven Viviana, a la que convirtió en hechicera. Otras nos cuentan cómo fue seducido por la Dama del Lago, que le convenció para que le enseñara todos sus encantamientos y gran parte de sus hechizos. El caso es que de uno u otro modo, el pobre Merlín no pudo usar su mágico don para ver su propio futuro. Aunque sí vio con claridad el de su amigo Arturo, pues poco antes del fallecimiento del monarca, el mago tuvo la gran tristeza de poder augurar la muerte de su gran amigo : "Y en la llanura de Camaló tendrá lugar la gran batalla, la que dejará al reino huérfano, privado de su legítimo rey". Y en efecto, así ocurrió. Poco tiempo después de la muerte del rey, la esposa de Merlín (que ya se había convertido ya en una gran hechicera), utilizó un conjuro para aprisionar al mago en el tronco de un roble. Y se dice que ahí está desde entonces. Con el paso de los años, y en distintas ocasiones, son muchos los viajeros que al atravesar un viejo bosque, creyeron ver la triste cara de un anciano apresado entre la corteza de un enorme árbol. De cuándo logrará romper el hechizo, nada se cuenta.
Y dentro de la magia y de la hechicería, no podemos dejar de hablar de Morgana. Pues si en la leyenda artúrica tanto el propio rey Arturo como el mago Merlín conforman el lado bueno y noble de la historia, la cara oscura la interpreta, sin duda, Morgana (también llamada Morgan le Fay). Se trata de la mismísima hermana del rey, un personaje perverso y maléfico que emplea todos los medios que están a su alcance, incluida la hechicería, para conseguir la muerte de Arturo y el descrédito de sus caballeros de la tabla redonda. Desempeña el papel del "hada mala" de Arturo, mientras que la Dama del Lago es su "hada buena". El final de la leyenda cuenta cómo Arturo, herido de muerte, ve acercarse a la orilla del mar una hermosa nave plateada de la que desciende la propia Morgana, una de las cuatro reinas hadas que lo conducirán a la mítica isla de Avalon.
Aunque para algunos autores Morgana era realmente un hada, (en versión maléfica), para otros no fue más que una hechicera de terrible poder, que incluso llegó a desarrollar la oscura ciencia de la necromancia, pero que no tuvo relación alguna con el mundo feérico. Otro brujo de gran fama, ésta vez de origen escocés, fue Michael Scot. Mientras asaba un pez que tenía el don de transmitir conocimientos sobre la magia, Michael Scot se quemó los dedos de una mano; y al llevárselos a la boca, adquirió unos poderes y una sabiduría que le resultarían muy útiles a lo largo de su vida. Son muchos los relatos recopilados con sus hazañas y aventuras.
En Irlanda encontramos la historia de Finn, noble guerrero y rey, que tuvo una aproximación a la magia semejante a la de Michael Scot, probando accidentalmente un pescado que atribuía el conocimiento, y consiguiendo así el poder de la profecía. De Gales provienen las historias de Gwydion, hijo de una diosa primitiva de aquellas tierras, que utilizó su magia en las frecuentes luchas que tenían por aquellos tiempos contra los hombres de la Gales del sur.

Hay que tener en cuenta al hablar de los magos, que éstos nunca han tenido un origen sobrenatural, sino todo lo contrario. Los magos eran hombres más o menos corrientes, convertidos en grandes sabios, pues dedicaban su vida al estudio y a la investigación de todo lo que ocurría a su alrededor. Eso hizo que adquiriesen amplios conocimientos sobre astronomía, naturaleza, física, geografía, matemáticas... Estudiaban con atención las leyes de la naturaleza y desarrollaban la magia, formulaban hechizos y se relacionaban con espíritus del más allá. Pero el trabajo era realmente duro, pues exigía una vida sacrificada y dedicada al estudio. Tenían que conocer varios idiomas, pues los mejores y más antiguos libros de magia estaban escritos en otras lenguas (arameo, griego, hebreo, etc.) Como era difícil encontrar esos tratados, lo más frecuente era que los aprendices los copiasen para poder conseguir sus propias bibliotecas. Por eso, los más grandes y expertos magos, eran siempre personas ancianas. Porque la sabiduría y los años de estudio y experiencia, hacían que sus conocimientos fuesen aumentando con el paso del tiempo. Aún así, muchos magos vivieron atormentados durante los años en los que practicaron la magia, y otros muchos tuvieron que abandonarla, pues hay que tener una gran fortaleza de espíritu para poder vivir rodeado de lo "sobrenatural".
La mayor parte de los magos, se limitaron a practicar únicamente la Magia Blanca, realizando encantamientos de efectos extraordinarios, pero siempre positivos y beneficiosos para los demás. Había magos que convocaban a los espíritus de gentes ya fallecidas, y otros que creían en el poder de los ángeles y de las fuerzas divinas, aplicando múltiples oraciones en sus rituales. Pero el peor de los peldaños lo ocupaban aquellos que practicaban la Magia Negra, convocando al demonio o a pequeños diablos. Los efectos de este arte supersticioso eran siempre negativos y causaban grandes males, ya fuese a la pobre víctima del mago, o incluso a él mismo. Intentar encerrar al demonio en un tarro de cristal o en una piedra mágica para utilizar su poder maligno era una tarea tan extremadamente peligrosa, que en muchas ocasiones era el propio mago el que quedaba para siempre sometido al mal, o siendo incluso trasladado en vida al mismísimo infierno. Cuando un mago llegaba a firmar un pacto con el diablo, se convertía en un brujo, y su vida y sus actos estarían ya para siempre encaminados al mal.