FuEgO SoLaR ...El FuEgO dE lA MeNtE...

domingo, 9 de mayo de 2010

 


¿Qué relación
existe entre
el Hijo y el Sol?
¿Qué es la
evolución y
cómo se desenvuelve?
¿Por qué el
sistema solar
evoluciona como dualidad?
¿Qué es la
conciencia?
¿Qué lugar ocupa en el actual esquema de las cosas? ...
¿Existe una
analogía directa
entre un sistema, un planeta, un hombre y un átomo?

¿Quién es
el aspecto mente?
¿Quiénes son los Masaputras o los Hijos de la Mente?
¿Por qué la
evolución
se desenvuelve cíclicamente?
¿Por qué el
conocimiento
es a la vez exotérico o esotérico?
¿Qué
relación existe entre
los diez
esquemas
planetarios, los siete
planetas
sagrados, las siete
cadenas
de un esquema, los siete
globos
de una cadena, las siete
rondas
de un globo, las
siete razas raíces y sus subrazas?



[e203] [i223]
Antes
de tratar el tema referente al fuego de la mente, de acuerdo
al programa delineado, quizás seria útil explicar ciertos hechos
y aclarar
uno o dos puntos. El tópico que vamos a elucidar es
profundamente misterioso;
constituye la base de todo lo que vemos y conocemos, tanto
objetiva como
subjetivamente. Hemos estudiado en parte el polo de la
manifestación llamado
materia. Lo que entraremos ahora a considerar concierne a
una variedad
de cosas que en términos generales podemos denominar Conciencia
y
en términos específicos, de allí su importancia fundamental,
abarca los
siguientes tópicos: [i224]


La ciencia de la objetividad.
La manifestación
del Hijo
a través del Sol y sus esferas subsidiarias, o sea el sistema
solar
en su totalidad.


El desarrollo evolutivo de la conciencia en tiempo y
espacio, por
lo tanto la evolución del Espíritu y la materia.




[e204]
Si
se estudian los tres fundamentos mencionados, se observará que
son muy
amplios; dada la inmensidad del tema, lo único que se puede
hacer es dar
un concepto claro y general respecto al extenso delineamiento
del proceso
y al desarrollo gradual de la conciencia. Para poder seguir el
tema inteligentemente
será conveniente que puntualicemos las proposiciones, que
(aunque conocidas
y valoradas) servirán, al estudiante, como armazón sobre la que
podrá
erigirse la correspondiente estructura del conocimiento. Si el
que estudia
la Sabiduría es capaz de captar en forma general la naturaleza
del tema
podrá ordenar con más facilidad y exactitud, en el casillero
adecuado,
la información detallada. El mejor plan sería quizás formular
ciertas
preguntas y, de acuerdo a las respuestas, dar forma a las
proposiciones
que se presentarán. Lógicamente todos estos interrogantes surgen
cuando
el que estudia La Doctrina Secreta llega al punto en que
percibe
el gran Plan, pero el cúmulo de detalles a incorporar se halla
todavía
en estado incipiente. Pueden ser formuladas y estudiadas las
preguntas
siguientes:


¿Qué relación existe entre el Hijo y el Sol?

¿Qué es la evolución y cómo se desenvuelve?

¿Por qué el sistema solar evoluciona como
dualidad?

¿Qué es la conciencia? ¿Qué lugar ocupa en
el actual
esquema de las cosas? [i225]
¿Existe una analogía directa entre un
sistema solar,
un planeta, un hombre y un átomo?
¿Qué es el aspecto mente y por qué el
principio manásico
o mental es de tanta importancia? ¿Quiénes son los
Manasaputras o Hijos
de la Mente?
¿Por qué la evolución se desenvuelve
cíclicamente?
¿Por qué consideramos aún ciertos
conocimientos como
esotéricos y en otros aspectos como exotéricos?
¿Qué relación existe
entre

los diez
esquemas planetarios
los siete planetas sagrados
las siete cadenas de un esquema
los siete globos de una cadena
las siete rondas de un globo
las siete razas raíces y sus subrazas?


Cuando hayamos tratado de responder breve y concisamente a estas
nueve preguntas
y captado por medio de sus respuestas, algo de lo que subyace
detrás de
la evolución de la conciencia del Hijo (y todo lo que incluye esta
expresión),
estaremos en condiciones [e205]

de
entrar a considerar el plan en forma más
inteligente, y de entender con mayor exactitud la etapa inmediata
que debemos
alcanzar, partiendo de la base de nuestro actual desarrollo.

Debemos recordar siempre que el interés investigador y una amplia
captación
del plan del Logos no tienen importancia para el hombre, si éste
no correlaciona
el presente con lo que cree que encierra el futuro, a no ser que
esté seguro
del desarrollo alcanzado, y que comprenda en qué consiste el
trabajo inmediato
a realizar durante el proceso gradual de obtener plena conciencia.
[i226]



I. ¿QUÉ RELACIÓN EXISTE ENTRE EL HIJO Y EL SOL?


Esta pregunta nos lleva primeramente a considerar Quién es el
Hijo y cuál
es Su función. Todo [i227]
sistema que merece el nombre de
filosófico reconoce universalmente
dos factores, espíritu y materia, purusha y prakriti. A veces se
tiende
a confundir los términos "vida y forma", "conciencia y vehículo
de la
conciencia", con los términos "Espíritu y materia". Dichos
términos se
relacionan, pero el punto de vista se aclararía si
comprendiéramos que
antes de la manifestación o del nacimiento de un sistema solar
es más
correcto emplear las palabras Espíritu y materia. Cuando ambas
se interrelacionan
durante la manifestación, después que ha cesado el
intervalo praláyico
entre los dos sistemas, entonces la vida y la forma, la
conciencia y sus
vehículos, son términos correctos, porque durante el período de
abstracción
no existe la conciencia ni la forma, y la vida, manifestándose
como principio,
tampoco existe. Sólo existe Espíritu-sustancia pero en estado de
positividad,
de total neutralidad, de negatividad y de pasividad. En la
manifestación
ambos se aproximan; actúan entre sí; la actividad reemplaza a la
pasividad,
la positividad a la negatividad; hay movimiento en vez de
pasividad y
ambos factores primordiales ya no son neutros, sino que se
atraen y rechazan,
se interactúan y se utilizan. Sólo entonces podemos tener la
forma animada
por la vida y la conciencia manifestada a través de vehículos
adecuados.

¿Cómo se puede manifestar esto? En términos de fuego, cuando los
dos polos
eléctricos se unen definitivamente, se observa calor y luz por
medio de
la vista y la sensibilidad esotéricas. Esta relación se
establece y perfecciona
durante el proceso evolutivo. El calor y la luz se producen por
la unión
de los dos polos, o por el matrimonio esotérico de lo masculino y
lo femenino,
Espíritu (padre) y materia (madre). Físicamente dicha unión
produce el
sistema solar objetivo, el Hijo del Padre y de la Madre.
Subjetivamente
produce al Sol, suma total de [i228] las cualidades
de luz y calor. En términos de Fuego, mediante la unión o
unificación
del fuego eléctrico (Espíritu) con el fuego por fricción
(materia energeti
[e206]



IMAGEN




[e207]
zada) se produce el fuego solar. Este fuego solar se distinguirá
de todo
lo demás por su desenvolvimiento evolutivo y por la
intensificación gradual
del calor que se ha de sentir y la luz que se ha de ver.

Para poder llegar a una comprensión más clara de este tema tan
abstracto,
podemos considerar que el microcosmos, el hombre, evoluciona en
los tres
mundos. El hombre es el producto de la aproximación (imperfecta
hoy) de
los dos polos: Espíritu (el Padre en el cielo) y materia (la
Madre). Esta
unión da por resultado un Hijo de Dios individualizado, la
unidad del
Yo divino, y su reproducción exacta, en miniatura, en el plano
más inferior
del gran Hijo de Dios u Omni-Yo, quien constituye en Sí mismo la
totalidad
de todos los hijos, en miniatura, de todos los yoes
individualizados y
de todos y cada uno de los entes. Expresado en otros términos,
el microcosmos,
desde el punto de vista subjetivo, es un sol en miniatura que se
distingue
por las cualidades de luz y calor. En la actualidad esa luz se
halla como
"debajo de un cesto", o profundamente oculta por un velo de
materia; pero
en el proceso evolutivo brillará en tal forma, que los velos se
desvanecerán
ante el resplandor de la excelsa gloria. Actualmente el calor
microcósmico
es mínimo, es decir, la radiación magnética entre los entes
microcósmicos
se siente poco (según el significado oculto del término), pero
con el
tiempo las emanaciones de calor -debido a la intensificación de
la llama
interna, unida a la radiación asimilada por otros entes-
aumentarán y
alcanzarán tales proporciones, que la interacción entre los Yoes
individualizados
traerá como resultado, en cada uno, la perfecta fusión de la
llama y del
calor; esto continuará hasta que exista "una sola llama con
incontables
chispas", y el calor sea general y equilibrado. Cuando ello
ocurra y cada
Hijo de Dios llegue a ser un Sol perfecto, caracterizado por la
luz y
el calor perfectamente expresados, [i229] todo el
sistema solar, el Hijo mayor de Dios, será un Sol perfecto.

El sistema estará entonces caracterizado por un "resplandor de
refulgente
gloria", y por una radiación que lo vinculará con su centro
cósmico; así
logrará la liberación del Hijo y Su retorno a la lejana fuente
de donde
originó el primordial impulso. Por lo tanto téngase en cuenta
que:

Primero, el Hijo es el resultado radiante de la unión del
Espíritu
y la Materia, y se lo puede considerar como la totalidad del
sistema solar:
el Sol y los siete planetas sagrados.

Segundo, el Hijo se manifiesta por medio de Sus cualidades
de luz
y calor, lo mismo que el Sol.

Tercero, el Hijo es el producto de la unión eléctrica del
"fuego por
fricción" y "el fuego eléctrico" y también Él es "fuego solar", [e208]
o sea la manifestación de los otros
dos, por
consiguiente lo que se ve y lo que se siente.

Finalmente, el Hijo es, por lo tanto, la manifestación
intermedia
producida, en sentido oculto, por lo que está arriba y lo que
está abajo.
De manera que el Hijo, en Su propio plano (el mental cósmico),
es el cuerpo
egoico del Logos, en el mismo sentido que el cuerpo egoico del
microcosmos
es el producto de la unión de la Mónada o Espíritu, y la
materia. Así
como el cuerpo egoico del hombre (lo que se llama cuerpo causal)
está
sólo en proceso de formación y aún no es perfecto, lo mismo
puede afirmarse
del sistema solar el expresar la Vida de Dios, pues está en
proceso de
perfeccionamiento. El Hijo, manifestándose por medio del Sol y
su esfera
de influencia, todavía está desarrollándose gradualmente y no
alcanzará
"pleno desenvolvimiento" ni será perfecto hasta que todas las
células
de Su cuerpo tengan plena vida y vibren a un ritmo uniforme; no
alcanzará
Su lugar entre las constelaciones celestes (los Hijos de Dios en
sentido
cósmico) hasta que la radiación y el resplandor de Su luz sean
vistos
y sentidos perfectamente.

[i230] El Hijo en los Cielos no
"resplandecerá" hasta que cada una de las
células de Su cuerpo sea una esfera de radiante gloria o,
expresado esotéricamente,
una llama de fuego y luz y una fuente de radiación magnética o
calor.
Como sabemos, desde el punto de vista cósmico, nuestro Sol sólo
es de
cuarto orden y se encuentra en el plano cósmico inferior. Cuando
el Hijo
haya alcanzado, por medio del Sol, plena expresión (es decir,
perfeccionado
Su despliegue de luz y calor) brillará en otro plano, el mental
cósmico.
Tenemos su analogía en el microcosmos u hombre. Cuando la luz
del hombre
brille plenamente y su radiación magnética haya alcanzado una
vívida interacción
o actividad grupal, habrá logrado la plena autoexpresión e
incluido en
su esfera de influencia y control al plano mental. Entonces se
lo considera
un Maestro, aunque también de cuarto orden, es decir, un
cuaternario.
Físicamente el plano etérico es el centro de su vida, así como
se dice
esotéricamente que el Sol y los planetas existen en materia
etérica. La
ley esotérica expresa "como es arriba es abajo". Por lo tanto,
la relación
entre el Hijo, el Padre y la Madre, en lo que respecta al Sol,
es la misma
que existe entre el hombre y el vehículo por el cual actúa. Es
Su modo
de actuar, Su vehículo de expresión; es la forma que Su vida
anima con
el fin específico de

adquirir experiencia,
hacer contactos,
desarrollar pleno conocimiento de sí
mismo.
alcanzar pleno dominio o control,
llegar cósmicamente a la "madurez .
El Cristo cósmico
[e209] debe llegar
a la estatura del "hombre plenamente maduro", según lo expresa
La Biblia
cristiana."(91)
expandir Su conciencia.

[i231] Estas etapas
se han de alcanzar en los niveles cósmicos, exactamente como el
microcosmos
persigue ideales similares en el sistema.


II. ¿QUE ES LA
EVOLUCIÓN Y COMO SE DESENVUELVE?


1. Ciclos de Vida.

Me limitaré aquí a tratar brevemente el proceso evolutivo y a
indicar que
el método de la evolución consiste simplemente en ajustar el
aspecto materia
al aspecto Espíritu, a fin de que el primero sea adecuado como
cuerpo de
expresión para el segundo. El ciclo de vida del Hijo es de cien
años de
Brahma, así como el ciclo de vida del hombre es de cierto número
de años,
el cual depende de su karma. Durante su ciclo de vida el hombre
expresa
en su etapa particular todo lo que ha adquirido, desarrollándolo
gradualmente
desde el período prenatal en que el Yo influye sobre el aspecto
materia,
hasta el período en que ese Yo superior toma plena posesión de la
forma
ya preparada. Esta etapa varía en cada individuo. Desde ese
momento el hombre
procura desarrollar con mayor plenitud la autoconciencia y (si
progresa
normalmente) expresarse con más propiedad por medio de la forma.
En cada
ciclo menor de vida, dentro del gran ciclo del Ego o Yo, se
completa más
esa expresión, controla más a la forma y desarrolla una
realización consciente
del Yo, hasta que llega un ciclo culminante de vidas en que el Yo
interno
domina rápidamente y asume plena autoridad. La forma llega a ser
totalmente
adecuada; se produce la plena fusión de los dos polos, Espíritu y
materia,
y la luz (fuego) y el calor (irradiación) se ven y se sienten en
todo el
sistema. Entonces se utiliza la forma conscientemente con fines
específicos
o se abandona, y el hombre se libera. El fuego eléctrico y el
fuego por
fricción se fusionan y el consiguiente fuego solar resplandece con
radiante
gloria.

Extendamos esta idea desde el hombre, como unidad individualizada
de [i232]
conciencia, hasta los grandes Hombres
celestiales,
en uno de cuyos cuerpos el hombre es una célula. El cuerpo de
expresión
de cada Hombre celestial es uno de los planetas sagrados;
persiguen el mismo
objetivo que el hombre: lograr en Sus propios niveles la plena
expresión
y el desarrollo de Sus vehículos de conciencia, a tal grado, que
el Espíritu
resplandezca como luz divina y calor. Este calor se irradia
conscientemente
y con intensa atracción magnética entre los siete grupos del
sistema o esquemas
planetarios. Su campo magnético de acción comprenderá el radio
[e210] planetario
de todos y cada uno de ellos. Extendamos esta idea más aún hasta
incluir
al Hijo y a todo el sistema solar que Él anima; Su intento es
expresarse
plenamente dentro de él, para que con el tiempo y conscientemente
se vea
Su luz y se sienta Su calor o radiación magnética, más allá de Su
influencia,
el "círculo no se pasa" logoico. La luz y el calor del Hijo deben
sentirse
en el polo cósmico opuesto, esa constelación que es el opuesto
magnético
de nuestro sistema.

2. Objetivo de las Unidades de Conciencia.

La idea de unión y de fusión subyace en todo el plan
evolutivo; el Hombre,
los Hombres celestiales y el Hombre cósmico (el Hijo del Padre y
de la Madre)
han de: Irradiar calor más allá de su propio "círculo
no se pasa" individual.
Resplandecer esotéricamente y
demostrar luz u objetividad
ígnea.
Expandirse hasta abarcar lo que está
más allá de
sus propias esferas inmediatas.
Fusionar y mezclar los dos fuegos
para producir
perfectamente el fuego central, fuego solar.
Fusionar Espíritu y materia para
producir un cuerpo
que exprese adecuadamente el Espíritu.
Fusionar la esencia de la forma,
esotéricamente
[i233]
cualificada

durante la evolución, con la
esencia de todas las formas -en sentido
humano, planetario y cósmico.
Alcanzar madurez humana,
sistemática y cósmica.
Dominar los tres planos del sistema
solar, hablando
en sentido humano.
Dominar los cinco planos del sistema
solar, en
lo que respecta al Hombre celestial.
Dominar los
tres planos
cósmicos, en lo que respecta a] Cristo cósmico, el Hijo o
Logos al manifestarse
objetivamente. [e211]


3. Unidades de Conciencia en Manifestación.(92)
Si nos detenemos a considerar cuidadosamente los objetivos
mencionados,
veremos que cada uno ocupa su lugar en el plan y que el término [i234]
evolución
se emplea para expresar el desenvolvimiento
gradual, en tiempo y espacio, de la capacidad inherente de [e212]
un ser humano, de un Hombre celestial
y del gran
Hombre de los Cielos. Debe tenerse en cuenta el lugar y la
posición
que todos y cada uno ocupan respecto a otro u otros, pues ninguno
puede
desarrollarse sin los demás. Por lo tanto, ¿qué tenemos?

a. El Hijo, el gran Hombre de los Cielos. Se manifiesta por
medio
del Sol y de los siete planetas sagrados, cada uno de los cuales
personifica
uno de Sus siete principios, de la misma manera que Él, en su
totalidad,
personifica uno de los principios de una Entidad cósmica mayor.

b. Un Hombre celestial. Se manifiesta por medio de un
planeta, personificando
uno de los principios del Hijo, el Logos, y se desarrolla
similarmente por
medio de siete principios, fuente de Su unidad esencial con los
demás Hombres
celestiales. En sentido cósmico, el hijo está desarrollando el
principio
de un Ser cósmico mayor, el principio denominado amor-sabiduría,
característica
fundamental que ha de desarrollar durante su ciclo de vida. Por
consiguiente,
cada Hombre celestial personifica predominantemente un principio
subsidiario
del fundamental. Posee similarmente seis principios subsidiarios,
como el
Hijo.

c. Un Ser Humano, el Hombre. Se manifiesta en
el plano
[i235] físico
por medio de la forma y posee también siete principios; en cada
ciclo de
vida trabaja para desarrollarlos; tiene además una coloración
primaria,
que depende del principio fundamental personificado por el Hombre
celestial
quien es su fuente de origen. Tenemos así:


EL LOGOS


Padre-Espíritu.......................................
.............................................Madre

- Materia


que
producen





El Hijo o
gran Hombre en los Cielos




el Ego
logoico consciente




que
evoluciona por medio de
[e213]
El Sol y los siete planetas sagrados,











cada uno personifica








Un principio cósmico, con seis
diferenciaciones,









por el método de:











Expansión, estimulo
vibratorio, interacción magnética o la ley de
atracción y repulsión.
Progresión cíclica, repetición rotatoria, conjuntamente
con ascensión
en espiral, y desarrollando:



La
cualidad de amor-sabiduría,
utilizando la forma por medio de la inteligencia activa.

Plena
autoconciencia.

Un
perfecto sistema solar o forma, adecuado a las necesidades
del espíritu
inmanente.



La misma clasificación podría aplicarse para demostrar la
similitud del
proceso en el caso del Hombre celestial y del ser humano. Si se
pregunta
por qué hay diez esquemas y, en efecto, diez planetas (siete
sagrados y
tres ocultos), [i236] se nos
dirá que los siete planetas sagrados oportunamente se fusionan en
los tres
y finalmente los tres en uno. Esto tiene su analogía en los siete
Rayos.
Los siete Rayos, que en la manifestación son distintos, con el
tiempo se
sintetizan. Se dice que los cuatro menores se fusionan en el
tercero mayor,
y finalmente los tres mayores en el rayo sintético, Rayo de
Amor-Sabiduría
(el Dragón de Sabiduría, la serpiente(93) oculta mordiendo su
cola) de acuerdo
a H. P. B. Tenemos por lo tanto tres rayos principales, pero se
ven siete
durante el proceso evolutivo. Respecto a los Hombres celestiales
que actúan
por medio de los planetas, tenemos, por consiguiente, tres
planetas que
podríamos considerar sintetizadores y cuatro que oportunamente son
fusionados,
hasta que los tres han absorbido la esencia de los cuatro;
finalmente uno
absorbe la esencia de los tres, y así se completa el trabajo. Este
proceso
tendrá lugar dentro de millones de años; se desarrollará durante
el inevitable
periodo de la gradual oscuración de nuestro sistema. Cuatro de los
Hombres
celestiales encuentran Sus opuestos magnéticos mezclándose y
fusionándose.
Primeramente lo realizan entre Ellos, fusionando y mezclando el
Rayo negativo
y el positivo, luego los cuatro se trasforman en dos. Después los
dos se
fusionan formando así una unidad, y el uno resultante se fusiona
con el
tercer rayo mayor, el aspecto Inteligencia -rayo que en nuestra
Jerarquía
planetaria está representado por el Mahachohan. La fusión
continuará hasta
que se alcance finalmente la unidad del sistema, y el Hijo haya
realizado
Su [e214]
propósito,

Amor-Sabiduría perfectos; Su luz resplandece cósmicamente; Su
radio magnético
toca la periferia de Su opuesto cósmico, llevándose a cabo el
matrimonio
del Hijo. Las dos unidades cósmicas se fusionan.

Si preguntamos, como es lógico, qué unidad cósmica constituye
nuestro opuesto
solar, se nos respondería [i237]
que por ahora es un enigma, aunque se
halla insinuado
en La Doctrina Secreta y en otros libros sagrados. Una
insinuación
velada se encuentra en la relación que existe con las Pléyades de
nuestra
tierra; pero cuando avance más la precesión de los equinoccios se
verá claramente
cuál es la relación exacta implicada.(94)


III. ¿POR QUE EL SISTEMA
SOLAR EVOLUCIONA COMO DUALIDAD?


1. El Problema de la Existencia.

La tercera pregunta involucra uno de los más difíciles
problemas de
la metafísica, y su consideración abarca todo el desconcertante
misterio
de la razón de por qué existe la objetividad.

"¿Por qué razón creó Dios? ¿Por qué se nos impone la existencia?",
son preguntas
formuladas en distintas oportunidades por los hombres de todas las
escuelas
de pensamiento, por los religiosos, por los científicos en su
búsqueda por
hallar la verdad final y en su esfuerzo por descubrir el motivo de
todo
lo visible y obtener la explicación de la vida sensoria; por los
filósofos,
al buscar activamente aquello que anima a la subjetividad, y ha
sido expresado
en toda civilización y en todo tipo de personas por medio de las
ciencias
morales y la ética; por el biólogo, en su persistente empeño por
descubrir
la fuente de la vida y en su ansioso esfuerzo por explicar el
principio
vida, que siempre elude sus investigaciones; por el matemático,
quien al
considerar el aspecto forma de la manifestación en las distintas
ramas de
las matemáticas, llega a la conclusión de que Dios geometriza, que
la ley
y la medida rigen todo el universo y que el uno existe por medio
de los
muchos, pero a pesar de todo es incapaz de resolver el problema
respecto
a quién puede ser esa entidad [i238]
geometrizadora. El problema persiste,
y todas
las vías de acercamiento (para hallar una solución) terminan en el
callejón
sin salida de las hipótesis y en el reconocimiento de un algo
terminante,
tan evadible que los hombres se ven forzados aparentemente a
reconocer que
existe una fuente de energía, de vida, de inteligencia, a la que
dan distintos
[e215] nombres,
de acuerdo a la tendencia de sus mentes (religiosas, científicas o
filosóficas),
Dios, Mente Universal, Energía, Fuerza, lo Absoluto, lo
Desconocido. Estos
y muchos otros términos son los pronunciados por aquellos que, por
medio
del aspecto forma, buscan al Morador de la forma que no han podido
hallar
aún. Este fracaso se debe a las limitaciones del cerebro físico y a
la falta
de desarrollo del mecanismo por el cual se puede conocer lo
espiritual y
oportunamente establecer contacto con el Morador.

El problema de la dualidad es el problema de la existencia misma, y
no puede
resolverlo quien se niegue a reconocer la posibilidad de dos
hechos esotéricos:

1. Que el sistema solar personifica la conciencia de una Entidad,
cuyo origen
está fuera del "círculo se no pasa" solar.

2. Que la manifestación es periódica y la Ley de Renacimiento el
método
evolutivo del hombre, del Logos planetario y del Logos solar. De
allí el
énfasis puesto en el proemio de La Doctrina Secreta sobre
los tres
fundamentos siguientes:

El
Principio Inmutable
e Ilimitado.

La Periodicidad
del Universo.

La
Identificación de todas las Almas con la SuperAlma.



Una vez que los científicos reconozcan los dos hechos mencionados,
sus explicaciones
tendrán un sentido diferente y la verdad, tal cual es, empezará
a
iluminar su razón. Pocos hombres están preparados para recibir la
iluminación,
que simplemente es la luz de la [i239] intuición
que derriba las barreras erigidas por la facultad de razonar. Con
el tiempo
se reconocerá que la dualidad del sistema solar depende de los
siguientes
factores:

De
la existencia misma.
Del tiempo y el
espacio.
De la cualidad
deseo o
necesidad.
De la facultad
adquisitiva
inherente a la vida misma. Esta facultad, por medio del
movimiento,
reúne en sí el material con que satisface su deseo,
construyendo la
forma mediante la cual trata de expresarse, confinándose
ella misma
dentro de la prisión de la envoltura, a fin de adquirir
experiencia.



Es correcta la suposición de que esta teoría admite una poderosa
Inteligencia
que actúa de acuerdo a un plan ordenado; [e216]
conscientemente toma forma y encarna a
fin de cumplir su propio
propósito específico. Esta hipótesis constituye por sí sola el
hecho fundamental
que subyace en las enseñanzas orientales y generalmente es
aceptada por
los pensadores de todas las escuelas de pensamiento del mundo,
aunque lo
expresen y perciban de distintas maneras. Incluso este concepto,
es sólo
una presentación parcial de la Idea real, pero debido a las
limitaciones
que tiene el hombre en la actual etapa de evolución, es suficiente
como
base práctica sobre la que se puede erigir el templo de la verdad.

Esta Entidad denominada Logos solar, de ninguna manera es el mismo
Dios
personal de los cristianos, quien no es más ni menos que el hombre
mismo
que se ha expandido hasta transformarse en un ser de enorme poder,
sujeto
a las virtudes y vicios propios de aquél. El Logos solar es mucho
más que
el hombre, pues es la suma de todas las evoluciones dentro del
sistema solar,
incluyendo la humana, que se encuentra en el punto medio respecto a
las
demás evoluciones. Por un lado se alinean las huestes de seres que
son más
que humanos, quienes en [i240]
kalpas pasados alcanzaron y
traspusieron la etapa en la que se encuentra
ahora el hombre; por otro lado se encuentran las huestes de las
evoluciones
subhumanas, quienes alcanzarán en kalpas futuros la etapa de la
humanidad
actual. El hombre se encuentra en medio de ambas y en el punto de
equilibrio;
aquí reside su problema. No participa totalmente del aspecto
material de
la evolución, ni es la presión total del tercer Logos, el aspecto
Brahma
de la Deidad, esa expresión de la energía pura o inteligencia que
anima
ese algo tenue denominado sustancia. El hombre no es totalmente
Espíritu,
la expresión del primer Logos, el aspecto Mahadeva, una expresión
de la
voluntad pura o necesario deseo que impele a la manifestación.
Constituye
el móvil fundamental mismo o la gran voluntad de ser. Es el
producto de
la unión de ambos y también el lugar de reunión de la materia o
sustancia
inteligente activa con el Espíritu o voluntad fundamental. Es el
hijo nacido
en este matrimonio o unificación. Entra a la objetividad a fin de
expresar
aquello que se halla en los dos opuestos, más el resultado de la
fusión
de ambos dentro de sí mismo.

2. Su Naturaleza y Dualidad.

En términos de cualidad ¿qué tenemos?; tenemos la
Inteligencia
activa que unificada con la voluntad o poder produce el "Hijo de
la necesidad"
(96)(como lo expresa H. P. B.), que personifica inteligencia,
voluntad o
deseo y la conjunta demostración latente, amor-sabiduría.

[e217] En términos de
Fuego ¿cómo podríamos expresar un pensamiento análogo? El
fuego latente
en la materia -efecto de una manifestación anterior de la misma
Entidad
cósmica, o la cualidad relativamente perfeccionada que ha
desarrollado en
una encarnación cósmica anterior- es puesto nuevamente en
actividad por
el deseo de dicha Entidad de volver a girar en la rueda de
renacimiento.
Dicho "fuego por fricción" produce calor e irradiación y evoca una
reacción
de su [i241]
opuesto,
"el fuego eléctrico" o espíritu. Esto nos da la idea del
rayo atravesando la materia, pues la acción del fuego eléctrico se
dirige
siempre hacia adelante como ya se sugirió anteriormente. El Rayo
uno, "fuego
eléctrico", penetra en la materia. En el sistema esto constituye
el matrimonio
del Padre y de la Madre, dando por resultado la fusión de ambos
fuegos y
la producción conjunta de esa expresión del fuego que llamamos
"fuego solar".
Así se produce el Hijo. La Inteligencia Activa y la Voluntad se
han unido
y darán por resultado Amor-Sabiduría cuando se ha perfeccionado
mediante
la evolución.

El Fuego eléctrico o Espíritu, unido al fuego por fricción,
calor,
produce fuego solar o luz.

De allí que, cuando la Entidad cósmica toma forma, se agrega a la
inteligencia
activa, producto de Su encarnación anterior, una nueva cualidad
que es inherente
o potencial, amor-sabiduría. Es primeramente la capacidad de amar
lo objetivo,
el no-yo, y finalmente de utilizar la forma con sabiduría.
La voluntad
pura es todavía una abstracción y será llevada a su pleno
desarrollo en
otra encarnación del Logos. La Mente o Inteligencia no es una
abstracción,
sino algo que ES. Tampoco Amor-Sabiduría es una abstracción, sino
que está
en proceso de desarrollo o de manifestarse, y constituye el
aspecto del
Hijo.

Lo que se ha expuesto no es nada nuevo, pero se han reunido estos
conceptos
sobre la dualidad esencial a fin de inculcar en nuestras mentes la
necesidad
de ver estas cosas desde el punto de vista del lugar que ocupan en
el esquema
cósmico, y no desde el punto de vista de nuestra propia evolución
planetaria
y del hombre mismo. La evolución humana es esa evolución por la
cual
el aspecto Hijo ha de expresarse con la máxima perfección en esta
encarnación
cósmica. El hombre fusiona los pares de opuestos; los tres
fuegos se
unen en él; es la mejor expresión del principio manásico y,
considerado
desde un punto de vista [i242]
muy interesante, dirige la obra de Brahma; es la envoltura para la
vida
de Dios y la conciencia individualizada del Logos, manifestándose
en los
siete Manasaputras divinos u Hombres celestiales, en Cuyos cuerpos
cada
unidad de la familia humana tiene su lugar. El hombre es el
aspecto Vishnu
en proceso de desarrollo por medio de la [e218]
inteligencia de Brahma, impulsado por
la voluntad del Mahadeva.
Por lo tanto, en modo peculiar, el hombre es muy importante,
porque constituye
el punto de unificación de los tres aspectos, pero no lo es puesto
que no
constituye el ápice del triángulo sino simplemente el punto medio,
si miramos
el triángulo de esta manera:

Espíritu-Padre.
El Hijo u hombre.
Materia-Madre.

La evolución del Hijo, la encarnación cósmica del Cristo, es de
gran importancia
para los planes del Ser más grande que el Logos solar, AQUEL SOBRE
QUIEN
NADA PUEDE DECIRSE. Los principios animadores de las
constelaciones y sistemas
afines observan, con aguda atención, el progreso de la evolución
del Hijo.

Así como el planeta llamado Tierra es el punto decisivo o campo de
batalla
entre el Espíritu y la materia y, debido a ello, de gran
importancia, así
nuestro sistema solar ocupa un lugar análogo en el esquema
cósmico. El hombre
cósmico, el Arjuna solar, está luchando por obtener Su
autoconciencia individualizada
perfecta y por liberarse e independizarse de la forma y del no-yo.
También
en este planeta el hombre trabaja para lograr, en su pequeña
esfera, ideales
similares; de la misma manera luchan en el cielo Miguel y Sus
ángeles o
los divinos Hombres celestiales, cuyo problema es el mismo en más
elevada
escala.

La dualidad y la interacción entre ambos producen: [i243]

La
objetividad, el Hijo o Sol manifestado.
La evolución misma.
El desarrollo de la cualidad.

El tiempo y
el espacio.



Las preguntas que estamos respondiendo encierran ciertos aspectos
fundamentales
de la manifestación, contemplados principalmente desde el punto de
vista
subjetivo o síquico.
IV. ¿QUE ES LA
CONCIENCIA? ¿QUE LUGAR OCUPA EN EL ACTUAL ESQUEMA DE LAS
COSAS?


Podemos definir la conciencia como la facultad de captar;
concierne principalmente
a la relación que existe entre el Yo y el no-yo, el Conocedor y
lo conocido,
el Pensador y lo pensado. Estas definiciones involucran la
aceptación
de la idea de la dualidad, de lo objetivo y de lo que está
detrás de la
objetividad.(97)

[e219] La
conciencia expresa lo que puede ser considerado como el punto
medio de
la manifestación. No atañe totalmente al polo del Espíritu; se
produce
por la unión de los dos polos y por el proceso de interacción y
adaptación
que necesariamente resulta. A fin de facilitar su aclaración
podría clasificarse
de la manera siguiente:c[i244]




Primer Polo
Punto de Unión
Segundo Polo


Primer Logos
Segundo Logos
Tercer Logos


Mahadeva
Vishnu
Brahma


Voluntad
Amor-Sabiduría
Inteligencia


Espíritu
Conciencia
Materia


Padre
Hijo
Madre


Mónada
Ego
Personalidad


El Yo
La Relación entre
El No-Yo


El Conocedor
El Conocimiento
Lo Conocido


Vida
Realización
Forma




Podríamos ir acumulando términos, pero los mencionados bastan
para demostrar
la relación que existe entre los tres aspectos del Logos, durante
la
manifestación. Se ha de recalcar lo antedicho: El sistema
solar personifica,
durante la objetividad evolutiva, la relación logoica
mencionada, y toda
la finalidad del desarrollo progresivo es llevar al Hijo del
Padre y de
la Madre, a un punto de plena realización, de total
autoconciencia y de
completo conocimiento activo. Este Hijo es objetivamente el
sistema
solar, inherentemente voluntad o poder y subjetivamente
amor-sabiduría.
Esta última cualidad se está desarrollando mediante el empleo de
la inteligencia
activa.

Las tres Personas manifestadas de la Tríada logoica procuran
obtener un
pleno desarrollo, dependiendo una de la otra. La voluntad de ser
del aspecto
Mahadeva, con la ayuda de la inteligencia [e220]
de
Brahma, trata de desarrollar amor-sabiduría, el aspecto Vishnu
o hijo. En el sistema microcósmico, reflejo del triple Logos, el
hombre
procura, valiéndose de los tres vehículos, alcanzar el mismo
desarrollo
en su propio plano. En los planos superiores, los Hombres
celestiales,
por medio de atma-budi-manas, tratan de lograr una progresión
similar.
Los Hombres celestiales además de los entes de Sus cuerpos,
compuestos
de mónadas dévicas y humanas, forman en conjunto el gran Hombre
celestial.
Cuando el hombre realiza, los Hombres celestiales también
realizan; cuando
Ellos alcanzan Su pleno desarrollo y conocimiento [i245]
y son autoconscientes en todos los
planos, entonces el Hijo realiza
y el sistema solar (Su cuerpo de manifestación y de experiencia)
ha servido
su propósito. El Hijo se libera. Extendiendo la idea del triple
desenvolvimiento
de la conciencia al Logos, en un ciclo aún más amplio (los tres
sistemas
solares de los cuales el nuestro es el punto medio) se repetirá
en los
niveles cósmicos, en conexión también con el Logos, el proceso
del desarrollo
del hombre en los tres mundos.




EL
MACROCOSMOS


El primer sistema solar personificó el principio "Yo soy".
El segundo sistema solar personifica el principio "Yo soy ese
El tercer sistema solar personificará el principio "Yo soy ese yo
soy".


EL
MICROCOSMOS


La primera manifestación, la Personalidad, personifica el
principio
"Yo soy".
La segunda manifestación, el Ego, personifica el principio "Yo soy
Ese".

La tercera manifestación, la Mónada, personificará el principio
"Yo soy
Ese yo soy".

De esta manera los distintos factores desempeñan su parte en el
orden general
de las cosas; todos están interrelacionados, siendo partes
interesadas y
miembros unos de los otros.


V. ¿EXISTE
UNA ANALOGIA DIRECTA ENTRE UN SISTEMA, UN PLANETA, UN HOMBRE
Y UN ÁTOMO?


Si al formular esta pregunta existe el deseo de comprobar una
similitud
exacta, la respuesta es la siguiente: No, la analogía nunca es
exacta en
detalle, sino que sólo ofrece ciertas correspondencias amplias y
fundamentales.
En los cuatro factores mencionados en la pregunta, hay puntos
inmutables
de semejanza; pero, durante su desarrollo las etapas de
crecimiento quizás
no parezcan iguales en los detalles evolutivos, si se los
considera desde
el punto de vista del hombre en los [i246] tres mundos,
pues está obstaculizado por su limitada captación. Los puntos de
semblanza
entre los cuatro se pueden sintetizar de la manera siguiente,
tomando el
átomo del [e221]
plano
físico como punto de partida y desarrollando el concepto por
etapas:
El Átomo (98) El átomo es un esferoide que contiene dentro
de sí mismo un núcleo de vida.
El átomo contiene en si mismo
moléculas diferenciadas
que, en su totalidad, forman el átomo mismo. Se dice, por
ejemplo,
que el átomo físico contiene en su periferia catorce mil
millones
de átomos arquetípicos, sin embargo estos millones se
manifiestan
como uno.
El átomo se distingue por la
actividad, manifestando
las cualidades de
movimiento
giratorio
poder discriminativo
capacidad de desarrollo
Se dice que el átomo contiene en sí mismo tres
espirillas mayores y siete menores,99 las
cuales están en proceso [i247]
de vitalización, pero no han
logrado todavía
plena actividad. En esta etapa actúan cuatro únicamente; la
quinta
está en proceso de desarrollo.
El átomo está regido por la Ley de
Economía;
va siendo [e222] lentamente
gobernado por la Ley de Atracción y, con el tiempo, estará
bajo el
dominio de la Ley de Síntesis.
El átomo encuentra su lugar en todas
las formas,
y el conglomerado de átomos produce la forma.
Un átomo responde al estimulo externo:

Estímulo eléctrico, que afecta su forma objetiva.
Estímulo magnético, que actúa sobre su vida subjetiva.
El efecto combinado de ambos produce el consiguiente
crecimiento y
desenvolvimiento internos.

Por lo tanto, el átomo se caracteriza por:



Su forma esferoidal. Su "círculo no se pasa" es preciso
y perceptible.
Su disposición interna abarca la esfera
de influencia
de cualquier átomo.
Su actividad vital, o la medida en que
la vida de
su centro lo anima, cosa relativa en esta etapa.
Su séptuple economía interna en proceso
de evolución.
Su eventual síntesis interna de los
siete en los tres.
Su relación grupal.
Su desarrollo de conciencia, o
capacidad de responder.



Habiendo establecido los hechos anteriores con respecto al átomo,
podemos
ahora extender la idea al hombre, siguiendo el mismo delineamiento
general:
El Hombre.
Un hombre tiene forma esferoidal. Puede ser visto
como un "círculo no se pasa" esférico, una esfera de materia
con un
núcleo [i248] de
vida en el centro. Al exponer esto estamos considerando al
hombre verdadero
en su posición fundamental como Ego, con su esfera de
manifestación,
el cuerpo causal, punto medio entre Espíritu y materia.
El hombre contiene en sí mismo átomos
diferenciados,
que en su totalidad componen su forma objetiva en los planos
de la manifestación.
Todos los átomos están animados por la vida del hombre, debido
a su
persistente voluntad de ser; todos vibran de acuerdo al grado
de evolución
que él haya alcanzado. Visto desde los planos superiores el
hombre aparece
como una esfera (o esferas) de materia diferenciada, que vibra
a determinado
ritmo, coloreada por determinado color y girando a un ritmo
fijo -el
ritmo del ciclo de su vida.
El hombre se caracteriza por la actividad
que despliega
en [e223]
uno
o más planos de los tres mundos, y manifiesta las cualidades
siguientes:
Movimiento
de rotación, o su determinado período cíclico en la
rueda de la vida, alrededor de su polo egoico.
Capacidad de discriminar, o el poder de elegir y de
adquirir
experiencia.
Capacidad de evolucionar, a fin de acelerar la
vibración y establecer
contactos.
Contiene en sí mismo tres principios mayores
-voluntad,
amor-sabiduría, inteligencia activa o adaptabilidad- y su
diferenciación
en siete principios. Estos, que constituirán eventualmente las
diez
manifestaciones perfectas, están en proceso de vitalización;
pero no
han alcanzado todavía plena expresión. En el hombre sólo
cuatro principios
se hallan activos, y está en proceso de desarrollar el quinto o
principio
manásico. Obsérvese cuán perfecta es la analogía entre el
hombre visto
como el cuaternario inferior, desarrollando el principio de la
mente,
y el átomo con sus cuatro espirillas activas y la quinta en
proceso
de ser estimulada.

El hombre está regido por la Ley de
Atracción;
[i249]
evoluciona

por medio de la Ley de Economía y está entrando bajo el
dominio de la
Ley de Síntesis. La Ley de Economía rige el proceso material,
del cual
el hombre no es muy consciente. La atracción rige su
vinculación con
otras unidades o grupos, y la síntesis es la ley de su Yo
interno, la
vida dentro de la forma.

El hombre tiene su lugar dentro de la
forma grupal.
Los grupos egoicos y los Hombres celestiales están formados
por el conglomerado
de entes humanos y dévicos.

El hombre responde al estímulo externo:
Estímulo eléctrico, que afecta a la forma externa, o
respuesta
pránica.Estímulo magnético, que actúa sobre su vida subjetiva.
Ésta proviene
de su grupo egoico y más tarde del Hombre celestial, de
Cuyo cuerpo
es una célula.El efecto combinado ole ambos estímulos induce al
crecimiento
y desarrollo constantes.


En consecuencia el hombre se caracteriza por: Su forma esferoidal. Su "círculo no se pasa" es preciso
y perceptible.
Su distribución interna; toda su esfera
de influencia
está en proceso de desarrollo. En la actualidad dicha esfera
es [e224]
limitada
y su campo de actividad pequeño. A medida que se desarrolla el
cuerpo
egoico, el núcleo de vida que se halla en el centro aumenta su
radio
de control, hasta dominar y gobernar todo el conjunto.

Su actividad vital, o lo que pueda expresar
en determinados
momentos su autoconciencia, o el control que ejerce sobre su
triple
naturaleza inferior.
Su séptuple economía interna; el
desarrollo de sus
siete principios. [i250]


Su eventual síntesis interna bajo la acción
de las
tres leyes, las siete en las tres y luego en una.
Su relación grupal.
Su desarrollo de
conciencia,
de respuesta al contacto, que implica por lo tanto el
desarrollo de
la percepción.



El Hombre Celestial (1).

a. Cada Hombre celestial debe ser visto también como un
esferoide.
Posee además su "círculo no se pasa", como el átomo y el hombre.
Dicho
círculo abarca todo el esquema planetario; un [e225] globo físico
denso, que corresponde a una cadena, es análogo, en su caso, al
cuerpo
físico del hombre y al átomo en el plano físico. Cada esquema de
siete
cadenas expresa la vida de la Entidad que la ocupa, así como el
hombre
ocupa su cuerpo a fin de manifestarse y adquirir experiencia.

[i251] b.
El Hombre celestial contiene en Sí mismo aquello que es similar a
las
células en los vehículos de expresión del ser humano. Los átomos
o células
de Su cuerpo están formados por conglomerados de entes dévicos y
humanos,
que vibran al ritmo de Su nota clave y responden al compás de Su
vida.
Todas estas unidades se mantienen unidas y animadas por Su
voluntad de
ser y todas vibran de acuerdo al grado de evolución por Él
alcanzado.
Desde el punto de vista cósmico el Hombre celestial se ve como
una esfera
de vida maravillosa, que comprende dentro de su radio de
influencia la
capacidad vibratoria de todo un esquema planetario. Vibra a
cierto ritmo,
que puede ser calculado por la actividad de la vida que palpita
en el
centro de la esfera. El esquema planetario posee determinado
color; gira
a velocidad fija -ritmo cíclico de Su vida dentro del
mahamanvantara o
ciclo logoico mayor.

c. El Hombre celestial se distingue por su actividad en uno u
otro de
los planos denominados Tríada o Atma-Budi-Manas, así como el
hombre se
caracteriza por su actividad en uno de los planos de los tres
mundos mental-astral-físico.
Oportunamente el hombre llega a ser autoconsciente en los tres,
también
el Hombre celestial con el tiempo será plenamente autoconsciente
en los
tres superiores. Todo movimiento progresivo o acrecentada
vitalidad entre
el conglomerado de hombres en los tres mundos, va acompañado de
una actividad
análoga en los tres planos superiores. La acción y la
interacción entre
la vida que anima a los grupos u Hombres celestiales, y la vida
que anima
a los átomos y a los hombres que forman las unidades de los
grupos, son
misteriosas y maravillosas. El Hombre celestial, en los niveles
correspondientes,
manifiesta en forma análoga las cualidades siguiente:

1. Movimiento de rotación o actividad particular cíclica que
efectúa alrededor
de la rueda de Su vida, un esquema planetario y, por lo tanto,
alrededor
de Su polo egoico. [i252]

2. Capacidad discriminadora o poder de elegir, a fin de adquirir
experiencia.
Los Hombres celestiales personifican a manas o facultad
inteligente que
comprende, elige y rechaza (de allí que se los denomine divinos
Manasaputras),
adquiriendo así conocimiento y autoconciencia. Esta facultad
manásica
la han desarrollado en anteriores kalpas o sistemas solares. Su
propósito
ahora consiste en utilizar [e226]
lo que está en desarrollo con el
fin de producir
ciertos efectos específicos y alcanzar determinadas metas.

3. Capacidad de evolucionar, de aumentar la vibración, adquirir
conocimiento
y establecer contactos. Esta creciente vibración es de orden
evolutivo
y gradual, progresa de un centro a otro, como en el caso del
hombre y
de las espirillas del átomo. Su objetivo es lograr la
uniformidad de contacto
entre sí, y fusionar con el tiempo Sus entidades en la Entidad
Una, reteniendo
simultáneamente la plena autoconciencia o autocomprensión
individualizada.

d. El Hombre celestial contiene en Sí tres principios mayores
(voluntad,
amor-sabiduría, inteligencia), que se manifiestan por medio de
los siete
principios tan frecuentemente tratados en la literatura
ocultista, constituyendo
los diez de Su final perfección, pues los siete se resuelven en
los tres
y los tres en el uno.

Cada Hombre celestial tiene, lógicamente, Su coloración primaria
o principio
igual que el hombre y el átomo. El hombre tiene como coloración
primaria
o principio la del Hombre celestial, de cuyo cuerpo es una
unidad. Tiene
también otros dos principios mayores (igual que el Hombre
celestial) y
su diferenciación en los siete, como se ha dicho anteriormente.
El átomo
tiene como principio y coloración primaria la del rayo egoico
del ser
humano, en cuyo cuerpo se encuentra. Esto naturalmente se
refiere al [i253]

átomo físico de un cuerpo humano.
Esta coloración
se manifiesta como vibración, la cual establece el ritmo de las
tres espirillas
mayores y de las siete menores.

En el Hombre celestial, cuatro principios únicamente se
manifiestan en
cierta medida; aunque uno de Ellos se halla más avanzado que los
otros
y su quinto principio vibra adecuadamente, otros están en
proceso de perfeccionar
el cuarto. El Hombre celestial de nuestra cadena vibra, en
cierta medida,
de acuerdo con el quinto principio; mejor dicho, está en proceso
de despertarlo
a la vida. Su cuarta vibración o principio, en esta cuarta ronda
o ciclo
y en este cuarto globo, está despierto, aunque no funciona
todavía como
lo hará en la quinta ronda. Gran parte de las dificultades que
prevalecen
hoy en el planeta se debe a que entra en actividad la quinta
vibración,
la más elevada, la cual se completará y trascenderá en el
próximo quinto
ciclo. Aquí también puede aplicarse la analogía que existe entre
el hombre
y el átomo, aunque no con exactitud.

e. El Hombre celestial está regido por la Ley de Atracción, ha
trascendido
la Ley de Economía y está entrando rápidamente bajo la égida de
la Ley
de Síntesis. Obsérvese, por lo tanto, el gradual y creciente
control en
el hecho siguiente [e227]

Primero. La Ley de Economía es la ley primaria del átomo.
La Ley
de Atracción está asumiendo el control del átomo. La Ley de
Síntesis es
sólo ligeramente sentida por la vida del átomo. Constituye la
ley de la
vida.

Segundo. La Ley de Atracción es la ley primaria del
hombre. La
Ley de Economía es una ley secundaria para éste; rige la materia
de sus
vehículos. La Ley de Síntesis comienza a hacerse sentir
paulatinamente.

Tercero. La Ley de Síntesis es la ley primaria del Hombre
celestial.
La Ley de Atracción Lo domina plenamente y trasciende la Ley de
Economía.

El cuerpo físico denso no es un principio para el Hombre
celestial, de
allí que haya trascendido la Ley de Economía. [i254]
La Ley de Atracción rige el proceso
material
en la construcción de formas. La Ley de Síntesis constituye la
Ley de
Su Ser.

f. El Hombre celestial encuentra Su lugar en los grupos
logoicos, y trata
de comprender cuál es Su posición entre los siete y, mediante Su
realización,
está próximo a constituir una unidad.

g. Responde al estímulo externo. Contemplado desde el limitado
punto de
vista humano, abarca regiones inalcanzables todavía para el
intelecto
humano. Concierne:

Al estímulo eléctrico, la respuesta dada a la irradiación solar y
a la
paralela irradiación planetaria.

Al estímulo magnético, que actúa sobre Su vida subjetiva. Esta
irradiación
emana de fuentes que están fuera del sistema. Podrían observarse
los siguiente
hechos:
El estímulo magnético del átomo físico emana del hombre
en los
niveles astrales y más tarde en los niveles búdicos.

El estímulo magnético del hombre emana del Hombre
celestial en
el plano búdico y más tarde en los nivelas monádicos.

El estímulo magnético del Hombre celestial emana de fuera
del sistema,
el astral cósmico; el efecto unido de dichos estímulos induce al
constante
desarrollo externo.

El Hombre celestial se caracteriza por:

I. Su forma esferoidal. Su "círculo no se pasa" durante la
objetividad
es preciso y perceptible.

II. Su disposición interna y Su esfera de influencia, o esa
actividad
animadora de la cadena planetaria. [e228]

III. El control que ejerce sobre Su vida espiritual en un
período dado,
poder mediante el cual anima Su séptuple [i255]
naturaleza. Obsérvese el
acrecentamiento de
Su influencia, comparada con el triple radio de influencia del
hombre.

IV. Su eventual síntesis final de los siete en los tres y los
tres en
el uno. Esto abarca la oscuración de los globos y la fusión en
la unidad
de los siete principios que cada globo está desarrollando.

V. Su evolución bajo la Ley y el consiguiente desarrollo.

VI. Su relación grupal.

VII. El desarrollo de Su conciencia y de Su percepción.

Finalmente, debemos extender dichas ideas hasta abarcar a un
Logos solar
y ver cómo persiste la analogía. Los párrafos que tratan de los
estímulos
magnético y eléctrico, inevitablemente nos llevan
retroactivamente a la
contemplación del fuego, base y fuente de toda vida.

El Logos Solar.

a. Un Logos solar, el Gran Hombre de los Cielos, es
igualmente de
forma esferoidal. Su "círculo no se pasa" abarca toda la
circunferencia
del sistema solar, y todo lo que se encuentra dentro de la
esfera de influencia
del Sol. El Sol ocupa una posición análoga a la del núcleo de
vida en
el centro del átomo. Esta esfera contiene dentro de su periferia
las siete
cadenas planetarias que, con las tres sintetizadoras, componen
las diez
de la manifestación logoica. El Sol es el cuerpo físico del
Logos solar,
Su cuerpo de manifestación; Su vida circula cíclicamente por los
siete
esquemas, en el mismo sentido que la vida de un Logos planetario
circula
siete veces alrededor de Su esquema de siete cadenas. Cada
cadena mantiene
una posición análoga a la de un globo en una cadena planetaria.
Obsérvese
la belleza de la analogía, a pesar de no ser exactos sus
detalles.(2)

b. El Logos solar contiene en Sí mismo (como el átomo en su
cuerpo de
manifestación) a grupos de todos los tipos, [i256] desde el
alma grupal involutiva hasta los grupos egoicos del plano
mental. Tiene
(como centros animantes de su cuerpo) los siete grupos mayores o
siete
Hombres celestiales, los cuales irradian Su influencia a todas
partes
de la esfera logoica, y personifican en Sí mismos todas las
vidas y los
grupos menores, los entes humanos y dévicos, células, átomos y
moléculas.

Visto desde niveles cósmicos, puede visualizarse la esfera del [e229]
Logos como una vibrante bola de
fuego de gloria
suprema, conteniendo dentro de su círculo de influencia las
esferas planetarias,
también como vibrantes bolas de fuego. El gran Hombre de los
Cielos vibra
a un ritmo constante y creciente; todo el sistema está matizado
por cierto
color, el calor de la vida del Logos, el Rayo Uno divino; el
sistema gira
a cierto ritmo, el ritmo del gran kalpa o ciclo solar, y
alrededor de
su polo solar central.

c. El Logos solar se caracteriza por Su actividad en todos los
planos
del sistema solar; es la suma total de toda la manifestación
desde el
átomo físico más denso e inferior, hasta el más radiante y
cósmico Dhyan
Chohan etéreo. Este séptuple ritmo vibratorio es el ritmo del
plano cósmico
inferior, y su grado de vibración puede ser sentido en el astral
cósmico
conjuntamente con una débil respuesta en el mental cósmico. Así
en la
vida de la existencia logoica, en los niveles cósmicos, puede
observarse
el paralelismo con la vida del hombre en los tres mundos, el
plano más
inferior del sistema.

En sus propios planos el Logos manifiesta igualmente:

1. Movimiento de rotación. Puede observarse que su vida, al
pasar cíclicamente
por un día de Brahma, gira en espiral alrededor de Su rueda
mayor, los
diez esquemas de un sistema solar.

2. Capacidad discriminativa. Su primera acción, como sabemos,
Consistió
en elegir la materia que necesitaba para la manifestación. Esta
elección
fue controlada por el [i257]


karma cósmico,
la capacidad
vibratoria,
el color o
cualidad de respuesta,
los factores
numéricos implicados en las matemáticas
cósmicas.