FÍSICA HIPER-DIMENSIONAL...

jueves, 26 de agosto de 2010

 





En junio de 2000, el Dr. Lijun Wang,
de la universidad de Princeton, consiguió superar la velocidad de la
luz acelerando un pulso de radiación láser. El resultado del experimento
cuestiona la teoría de la relatividad y parece exigir una nueva física
para explicar ciertos fenómenos, precisamente en un momento histórico
que muchas tradiciones milenarias coinciden en calificar como el
comienzo de una nueva edad de oro. Imaginemos durante un momento como seria el mundo si la energía que consumimos fuera virtualmente gratuita.
Utópico ¿verdad? ¿Y si fuéramos capaces de gobernar el clima,
descomponer y recomponer la estructura fundamental de la materia,
dirigir el curso de nuestra propia biología y, en general, dominar y
controlar cualquier fuerza de la naturaleza? La consecuencia inmediata
que se nos ocurre es que nuestro nivel adquisitivo ascendería hasta
niveles considerablemente más altos que los actuales, es más: ese
proceso se reproduciría a escala mundial haciendo que la pobreza y el
hambre desaparecieran de nuestro planeta. En esta situación, no cabe
duda de que nuestra especie se vería libre de todas las servidumbres.
Viviríamos en un mundo donde no seria necesario trabajar, en el cual
cada persona podría encaminar su vida y su talento por los senderos que
estimase mas oportuno. Ahora, imaginemos que, por algún
acontecimiento cósmico, el ser humano alcanzara estas capacidades, no
por meritos propios, sino porque se viera abocado de forma inevitable a
dar el siguiente paso evolutivo en esa dirección y que el experimento
del Dr. Wang, que parece haber abierto una grieta en la física
relativista, es el primer atisbo publico del nuevo conocimiento. Bonita
historia, ¿Estaríamos nada menos que ante la utopía soñada por los
visionarios de todos los tiempos: el ideal en el cual coinciden las
ideologías de todos los signos, aunque discrepen en los medios para
crear semejante paraíso. Pues bien todo esto no solo es
posible, sino que podría estar empezando a suceder sin que nos
enteremos. Indicios recogidos en todo el mundo nos llevan a pensar que
nos encontramos en vísperas de conocer el gran secreto: la clave de los
mayores enigmas de nuestro mundo y, sobre todo, la fuente de un poder
inimaginable. Para conocer los antecedentes de esta historia debemos
remontamos a una época increíblemente remota, decenas de miles de años
antes de la aparición de nuestro primeros registros históricos. En aquel
tiempo parece haber existido una civilización cuyo recuerdo ha
pervivido en las leyendas y mitos de prácticamente la totalidad de los
pueblos de la tierra en diversos lugares del globo han sobrevivido
vestigios de ella: edificios y artefactos que se han convertido en una
pesadilla para científicos y arqueólogos. No sabemos si sus
artífices fueron seres humanos o algo diferente, si eran originarios de
nuestro planeta o llegaron a.C. como consecuencia de alguna inimaginable
peripecia. Lo que suponemos, porque en esto coinciden todas las
leyendas que sobre ellos se escribieron, es que eran dueños de
conocimientos que les permitían realizar prodigios inaccesibles para
nosotros, haciéndoles aparecer como dioses a los ojos de nuestros
antepasados. Estos enigmáticos seres no eran dioses, sino tan
solo los depositarios de un saber que les otorgaba un poder casi
ilimitado comparado con el de nuestros ancestros. Y estamos seguros de
que no eran dioses porque, en lo que también coinciden esas leyendas es
que ese conocimiento fue la causa de su crepúsculo. La Atlántida, o como
se la quiera llamar, desapareció casi de la noche a la mañana destruida
por la insensatez de sus habitantes que, borrachos de soberbia,
hicieron mal uso del don que se les había otorgado. Los supervivientes
se dispersaron por todo el globo. Con el discurrir de los siglos, la
antigua ciencia trasmitida de maestro a discípulo a través de
generaciones se fue contaminando de superstición. Quedaron los
ritos, pero la explicación de todo ello se había extraviado hacia mucho
tiempo. Axial nacieron las ciencias ocultas, la astrología, la alquimia,
las disciplinas espirituales y hasta la magia. Sin embargo, es posible
que la antigua ciencia no se haya perdido para siempre y ahora mismo
estamos en vísperas de adquirir un conocimiento que, en cuanto a
compresión del Universo, nos colocaría a la misma altura de aquellos
míticos seres a quienes nuestros primitivos antepasados llamaron dioses.
El secreto comienza a dibujarse a partir de una nueva disciplina (o tal
vez no tan nueva) llamada física hiper dimensional. En 1976 el
mundo esperaba expectante las primeras fotografías tomadas por la sonda
espacial Viking. Nadie podía imaginar que esas imágenes enviadas desde
millones de kilómetros de distancia serian las portadoras de secretos
demasiados inquietantes, demasiado desestabilizadores, tanto que la
propia NASA podría haber intentado hacerlos desaparecer. Las imágenes
procedentes de la región conocida como Cydonia mostraban la existencia
de un vasto conjunto de cuerpos de apariencias artificial entre los que
destacaba la bautizada como "esfinge de Marte” una gigantesca cabeza
esculpida en piedra cuyo rostro, orientado hacia el espacio, nos
devolvía la mirada inquisitiva que habíamos dirigido hacia este planeta
vecino durante milenarios. A partir de ese momento, personalidades como
Richard Hoagland, Vincent Diprietro, Gregory Molenaar o Mark Carlotto,
todos ellos provistos de intachables credenciales científicas,
consagraron sus vidas al estudio de lo que creían podía constituir la
primera prueba material de vida inteligente extraterrestre. Las
polémicas imágenes fueron estudiadas hasta el mínimo detalle, se
utilizaron complejos procedimientos informáticos para analizarlas y se
trazaron pormenorizadas cartografías de la zona con ayuda de los métodos
más científicos. Ni la campañíia de desprestigio del caso que llevo
acabo la NASA, recurriendo a científicos tan populares en su momento
como Carl Sagan, fue suficiente para silenciar las voces que reclamaban
un estudio a fondo y oficial de la región de Cydonia. Pero seria en 1988
cuando la investigación sobre las anomalías marcianas tomaría un nuevo
rumbo de la mano de Erol Torun, cartógrafo y analista de sistemas del
servicio cartográfico de la secretaria de Defensa de EEUU. De las
estructuras que se alzan en la llanura de Cydonia, la conocida como
pirámide D&M atrajo especialmente su curiosidad. En la esquina
sur-suroeste de la “esfinge” exactamente igual a 1/360 del diámetro
polar marciano, se encuentra una estructura de un tamaño que resulta
difícilmente concebible. La pirámide D&M recibió este nombre como
homenaje a sus descubridores, Diprietro y Molenaar. Tiene una altura
aproximada de 800 metros y un diámetro de casi 3 kilómetros. Se trata de
una pirámide pentagonal, cuyos lados están dispuestos en ángulos de 30
grados. En su construcción se debieron emplear 1,5 kilómetros cúbicos de
material y su colocación respecto a los otros objetos de Cydonia
dibujan un perfecto triangulo equilátero. Torun, a pesar de sus amplios
conocimientos de geomorfología, no conocía ningún mecanismo natural que
pudiera explicar la formación de semejante estructura. Fue esto lo que
le movió a analizar cuidadosamente su geometría. A pesar de estar
vivamente impresionado por la simetría del objeto, el mismo confeso mas
tarde que no estaba preparado para lo que iba a encontrar. Codificadas
en la estructura de aquel objeto al cual la NASA había calificado como
“formación natural”, descubrió una serie de relaciones matemáticas,
constantes y expresiones sumamente específicas y redundantes, cuya
probabilidad de que se originaran por azar se encontraba cercana a
cero. Números irracionales como “Pi” (la razón de la
circunferencia respecto del diámetro del circulo) y otras constantes
fundamentales en geometría, aparecían repetidamente, combinados de todas
las maneras posibles, tanto en los ángulos como en las relaciones entre
estos y sus respectivas funciones trigonométricas. Esto, que de por si
constituía un asombroso hallazgo, quedo rápidamente empequeñecido por
otro descubrimiento mayor, esas mismas relaciones matemáticas se
repetían con increíble precisión si se trazaba una serie de líneas que
unieran entre si las misteriosas estructuras de la famosa llanura
marciana. Todo formaba parte de un complejo diseño que repetía
insistentemente los mismos números, figuras y ángulos. Estaba claro que
aquello constituía un mensaje dibujado por criaturas inteligentes y
expresado en el lenguaje mas universal que existe; las matemáticas. Si
tantas molestias se tomaron sus constructores, levantando edificios que
había palidecer de envidia a las mayores creaciones del ser humano, algo
de suma importancia habrían querido trasmitirnos. La pregunta era, ¿QUE? Este enigma inquietaba especialmente a Richard Hoagland,
el principal investigador del tema de Cydonia, que no es ningún
advenedizo en el campo científico, entre otros muchos puestos oficiales
ocupo el cargo de asesor para asuntos especiales de la cadena de
televisión norteamericana CBS para el proyecto Apolo, que puso al hombre
en la Luna. Durante meses, Hoagland trabajo con aquellas líneas
misteriosas, buscándoles un sentido, intentando descifrar su mensaje.
Por fin, un buen día, la verdad apareció súbitamente ante sus ojos. Y,
ciertamente, resultaba más increíble que la fantasía mas exaltada. En
la llanura de Cydonia, a 56 millones de kilómetros de nuestro planeta,
olvidados durante miles de años, se encontraban dibujados con absoluta
precisión los postulados teóricos básicos de una ciencia olvidada que
hizo furor a finales del siglo XIX para, mas tarde, caer en el olvido de
la ortodoxia científica, que la considero como algo inaceptable: la
Física Hiperdimensional. Basándose en este conocimiento,
Hoagland pudo establecer varias preediciones que, al ser comprobadas,
resultaron ciertas. Axial descubrió que, según los postulados de la
física hiperdimensional, existe una importante relación entre el
tetraedro (o pirámide) y la esfera donde este poliedro puede ser
inscrito. Considerando a los planetas como esfera y colocando
el vértice de un imaginario tetraedro en uno de los polos, los otros
tres vértices caen a la altura del paralelo 19.5. Pues bien,
curiosamente en esa misma localización geográfica es donde se encuentran
los mayores focos de inestabilidad de cada planeta: en la tierra este
punto coincide con el cinturón volcánico del Pacifico (el volcán Mauna
Kea esta a 19.6 grados Norte), mientras que el gigantesco monte Olimpo
de Marte (el mayor volcán del Sistema Solar) se encuentra a 19.5 grados
Sur, y algo similar ocurre en Neptuno, que tiene una mancha similar a la
de Júpiter, solo que de color azul, y en el sol, donde la mayor
incidencia de las manchas (que son el efecto visible de las erupciones
derivadas de la alta actividad) se observa, precisamente, alrededor del
paralelo 19.5.

LA FISICA HIPERDIMENSIONAL...

La aparición de estos (vortices planetarios) ya había sido predicha a
mediados del siglo XIX por el físico matemático James Clerk Maxwell,
cuyas ecuaciones pusieron la piedra angular de la primera teoría
unificada de las fuerzas naturales. El electromagnetismo, su teoría
supuso un paso ineludible en el camino que condujo a la física moderna:
la relatividad de Einstein y la mecánica quantica, de Planck, Heisenberg
y Schrodinger. Sus postulados fueron propuestos por los científicos mas
notables de la época, y muy poco dados a especulaciones para
científicas como Helmholtz, Lord Kelvin, Faraday y el propio Maxwell.
Estos pioneros llegaron a la conclusión de que nuestra realidad
tridimensional no es sino la parte accesible para nosotros (seres
tridimensionales) de un universo de mas dimensiones, y que en la
interacción entre esas otras dimensiones y las tres que constituyen el
mundo material de nuestra experiencia se encontraría el secreto de
muchos fenómenos hasta ahora inexplicables, e incluso la clave de la
aparición de la vida sobre nuestro planeta. Los padres de la
física hiperdimensional llenaron pizarras con interminables cálculos,
desarrollaron ingeniosos modelos cosmológicos y levantaron un verdadero
edificio de relaciones matemáticas y geométricas. Las mismas que mas
tarde aparecerían en un lugar tan insospechado como la superficie de
Marte. Sabían que, en determinadas circunstancias, tendría que existir
un flujo de energía de esas otras dimensiones hacia la nuestra.
Concretamente, afirmaban que un sistema giratorio de un espacio de
cuatro dimensiones haría surgir una serie de vértices de energía al ser
proyectado en un espacio de tres dimensiones como el nuestro. Ese
fenómeno se produciría, según sus cálculos matemáticos, a 19.5 grados de
ecuador. Sin embargo, lo novedoso de la idea la hizo blanco de
numerosos ataques y termino cayendo en el cajón del olvido científico.
Son celebre, en este sentido, los adjetivos descalificadores “místicos”
“obra del diablo” que el físico Oliver Heaviside dedico a estos trabajos
de Maxwell por tratar con conceptos hiperdimencionales. Sin
embargo, a medidos de la década de los 60, un hallazgo astronómico
aparentemente irrelevante vino a apoyar los planteamientos de aquellos
pioneros de la física del siglo XX. Las observaciones que se realizaron a
través de los primeros espectrógrafos demostraron que el planeta
Júpiter desprende una “radiación infrarroja anómala” esto es, emite
mucha mas energía de la que recibe del sol. Posteriormente, las ondas
Pioneer y Voyager pusieron de manifiesto que el mismo fenómeno
inexplicable se repetía en Saturno, Urano y Neptuno. Esto constituía una
anomalía cósmica de primer orden. Si la cantidad de radiación emitida
al espacio por estos planetas es muy superior a la que correspondería a
la suma del calor interno y al que reciben del Sol, entonces, ¿de donde
procedía esa energía adicional? Para la Física Hiperdimensional la
respuesta es que la combinación entre la masa de los planetas y su
momento angular (la energía de su desplazamiento alrededor del sol)
genera un punto de contacto con otras dimensiones, a través del cual se
produce una transferencia de energía. Esto se puede cuantificar a través
de la formula L = mr 2, en la que “L” es la energía resultante, “m” la
masa y “r” el momento angular. Dicho llanamente: recibimos aportaciones
energéticas de otras dimensiones inaccesibles a nuestra experiencia
tridimensional, y el propio sistema solar funciona como un mecanismo que
genera los portales interdimensionales a través de los cuales penetra
dicha energía. Los parámetros físicos y matemáticos requeridos
para esta transferencia de energía e información procedentes de un
hipotético espacio n-dimensional (donde n es un numero indeterminado)
fueron establecidas en su momento por personalidades científicas del
siglo XIX de la talla del matemático alemán Georg Riemann, el físico
escocés Sir William Thompson, el ya citado Maxwell y el matemático
británico Sir William Rowan Hamilton. Fue concretamente el matemático
Arthur Cayley quien estableció las relaciones geométricas
interdimensionales que aparecen, no solo en la llanura de Cydonia, sino
también en la geometría sagrada que durante milenios ha acompañado a las
practicas esotéricas mas diversas y ha regido la configuración formal
de las construcciones de la arquitectura sagrada. No obstante,
hay una objeción legítima que hacer. Esta muy bien que exista una física
hiperdimensional asociada a la mecánica celeste, pero ¿no hay algo mas
actual, mas tangible, que pueda confirmarnos que estamos ante un indicio
que pueda conducirnos a la antigua ciencia de los dioses?
FUSIÓN FRÍA
Entre el 6 y el 9 de diciembre de 1993 tuvo lugar la cuarta conferencia de fusión fría en Maui, Hawai,
muy cerca del paralelo 19,5. Científicos de todo el mundo se habían
reunido para tratar lo que podía ser el mayor hallazgo de la historia.
Se presentaron más de 150 ponencias del más alto nivel y asistieron los
padres de esta disciplina: Stanley Pons y Martín Fleischmann, que habían acudido desde el laboratorio que en Niza ha montado para ellos Technova, una subsidiaria de Toyota.

La conferencia de Maui fue
el último gran acontecimiento en el campo de la fusión fría, marginado
por la ciencia oficial. A pesar de que en todo el planeta existen
equipos de investigación que continúan trabajando sobre este tema, su
labor solo es recogida por revistas especializadas como Infinite Energy.
Aquellos que, a pesar de la postura oficial al respecto se deciden a
investigar el tema, se ven acosados por sus antiguos colegas. ¿Por que
esta persecución?

Los orígenes de la fusión fría se encuentran
en los trabajos de Pons y Flrischman, que el 23 de marzo de 1989
convocaron una rueda de presa en la universidad de Utah, para realizar
un asombroso anuncio. Según habían comprobado repetidas veces, la
electrolisis de agua pesada empleando electrodos de platino y paladio
tenía como resultado una producción de energía calorífica mayor que la
correspondiente a la electricidad utilizada. Si se encontraba una forma
de aprovechar este calor adicional, habrían encontrado una fuente
inagotable y gratuita de energía. El informe levanto una encendida
polémica. El 1 de mayo de 1.989 la American Physical Society dio
carpetazo a todo el asunto catalogándolo de mera “superchería científica”.
Sin embargo, esto no desalentó a decenas de investigadores que,
patrocinados por empresas multinacionales como Toshiba, Hitachi, Toyota,
Exxon o Caterpillar, mas interesadas en los resultados económicos que
en los prejuicios científicos, continúan trabajando en este terreno.

Los
experimentos originales han sido reproducidos, incluso mejorados, en
incontables ocasiones, pero nadie ha sido capaz de dar el paso
definitivo en la explicación del fenómeno. Técnicos competentes, con
amplia experiencia, se desesperan al comprobar como el mismo
experimento, idéntico hasta el mínimo detalle, arroja resultados
diferentes cada vez que se realiza. A veces no sucede nada en absoluto;
en cambio, la producción de calor es intensísima. Para añadir confusión,
se ha comprobado que determinadas frecuencias acústicas actúan de
catalizador de estas reacciones.

Tal vez, los antiguos
alquimistas (depositarios a fin de cuentas de los vestigios de la
antigua ciencia) pudieran aportar algo de luz a los trabajos de sus
modernos seguidores. Ellos sabían bien que determinados momentos
astrológicos eran más propicios que otros a la hora de llevar a cabo sus
operaciones. Bajo el prisma de la física moderna esto es una
insensatez, pero considero bajo la física hiper-dimensional todo
adquiere un sentido muy claro, ya que es precisamente el curso de los
planetas el que marca la pauta de transferencia de energía entre las
dimensiones; posiblemente esa misma energía que se detecta en los
recipientes de la fusión fría, pero que nadie acierta a explicar de
donde proviene. Por otro lado, resulta curioso que tanto el paladio como
el platino y el aluminio (empleado también en los experimentos de
fusión fría) tenga una estructura cristalina en forma de tetraedro y sus
átomos se organicen formando esta misma figura geométrica, clave en las
formulas de la física hiper-dimensional.

Es muy probable que
estos exploradores en el campo de la fusión fría estén redescubriendo
algunos de los secretos que ya conocían los antiguos alquimistas y puede
que alguien haya llegado un poco más lejos, aunque amparado en las
sombras de un impenetrable secreto. Es posible que estemos otorgando
atributos de máxima novedad algo que determinados grupos podrían haber
conocido y desarrollado en secreto desde hace años. En la comunidad de
los estudiosos de las conspiraciones hace tiempo que existe una creencia
muy extendida respecto a la existencia de un “gran secreto” que explicaría numerosos casos de encubrimiento en los cuales aparece involucrado el gobierno estadounidense.

La
mayor parte de estos estudiosos opina que este secreto podría estar
relacionado con los aparatos que incesantemente viene avistándose en
nuestros cielos, desde que en 1947 comenzara a hablarse de “platillo
volantes”. Pero existe otro sector que, afinando un poco mas, opina que
tras este muro de silencio se oculta toda una nueva rama de la ciencia,
cuyo desarrollo tecnológico durante los últimos 50 años se habría
escamoteado a la opinión publica. La física hiper-dimensional podría muy
bien ser esa ciencia.

a.C. podría encontrarse la explicación
al interés, por supuesto extraoficial, que departamentos gubernamentales
de varios países han mostrado por los trabajos del heterodoxo y genial
inventor Nicola Tesla, plenamente convencido de la existencia de otras
dimensiones y de nuestra capacidad para contactar con ellas. También se
explicaría la implacable persecución que sufrió en vida otro inventor
genial, el psicólogo Wilhelm Reich, cuyo trabajo ha sido
sistemáticamente sometido a campañas de desprestigio por un organismo
con tan pocas atribuciones en el campo científico como el FBI. ¿Porque
mereció un acoso tan cruel un hombre que, Reich, afirmaba haber
descubierto una fuente de energía libre (orgón), a la cual accedía a
través de unos “generadores” en los cuales una serie de formas
geométricas (asociadas al tetraedro) tenían vital importancia?

En
la misma línea, la existencia de un desarrollo tecnológico tan secreto
como apartado de la ciencia convencional explicaría que en el seno de
las altas esferas militares se produzcan casos como el de famoso
Experimento Filadelfia o el HAARP (un proyecto ultra secreto para
controlar el clima con fines militares), pasando por las misteriosas
actividades que se desarrollan en la mítica Área 51 (ANIO / CERO 84).
También quedaría explicada de esta manera la serie de incongruencias y
ocultaciones en las que lleva años incurriendo la NASA en lo tocante al
tema de Cydonia, o el súbito interés que la Ballistic Missile Defense
Organization, dependiente del Pentágono, ha mostrado por la exploración
de nuestro satélite, donde según Hoagland podría haber señales parecidas
a las dejadas en Marte.

Pero, ¿por que suprimir una tecnología que podría suponer el inicio de una edad de oro para la humanidad?
a.C. ya no estamos hablando de mantener una ventaja estratégica sobre
un potencial enemigo o de oscuros intereses económicos asociados a la
gran compañía petrolera. Lo que esta en juego en este tema es algo aun
más importante. Con una fuente de energía virtualmente gratuita y sin
contar con otras insospechadas aplicaciones que pudiera tener la
tecnología hiper-dimensional (viajes espaciales, transmutación de los
elementos, control del clima, etc.) nos encontraríamos ante un cambio
radical de toda la estructura social y política a escala mundial. La
energía libre haría que prácticamente cualquier producto de los que
adquirimos habitualmente tuviera un precio irrisorio.

El
sistema económico mundial se derrumbaría bajo el peso de toneladas de
oro producido en el laboratorio y que ya no tendría ningún valor.
Conceptos como riqueza, pobreza o propiedad se convertirían en meros
recursos retóricos, sin ninguna realidad social que los respaldase. Se
abriría una época de caos, pero también de esperanza. El poder económico
y político caería por su propio peso, despojándolos de los mecanismos
que lo sustentan y que pueden resumirse en una breve frase: “la
capacidad de administrar unos bienes escasos”. Al fin y al cabo, esta es
la razón profunda por la cual en un mundo con 1000 millones de
hambrientos crónicos y decenas de muertos anuales por inanición se
destruyen alimentos, o se suprimen cultivos. La sociedad de la
abundancia, como la del pleno empleo, es incompatible con el sistema.
Sin embargo, si estamos ante un momento en el cual la misma dinámica
inter-dimensional del universo determina a un asalto cualitativo en la
evolución, no habrá manera de impedir el cambio.

Conocedor de los datos que acabamos de exponer, el norteamericano David M. Jinks los ha estudiado cuidadosamente y ha elaborado una impresionante teoría, expuesta en su revelador libro “The monkey and the tetrahedron”
(Glass Moon Press, Seattle, 1999). Jinks llega a una sorprendente
conclusión: los periodos de actividad hiper-dimensional están
íntimamente ligados al ser humano y, en la actualidad, estamos a punto
de acceder a uno de esos saltos evolutivos. Su argumentación no puede
ser más racional. La practica totalidad de los textos espirituales,
antiguos o modernos, insisten en la importancia del amor como llave que
abre las puertas de la evolución humana. El amor es un flujo
completamente libre y sin restricciones de información, que puede tomar
la forma de palabras, pensamientos o pura energía. En un mundo donde la
aceptación incondicional fuera la regla, la energía en todas sus formas
fluiría coherentemente sin ningún tipo de resistencia. El amor, descrito
de esta manera, seria el estado ideal para la transmisión de la
energía. Ahora, consideremos este concepto en términos de física
hiper-dimensional.

En el punto mas alto de uno de estos
periodos en los cuales la transmisión de energía desde otras dimensiones
crece considerablemente, cuando la geometría del sistema esta
perfectamente alineada para permitir el flujo de información procedente
de dimensiones superiores hacia nuestra realidad, ¿que sucede?
Básicamente, que aquellos sistemas que estén dispuestos a aceptar sin
resistencia el flujo energético que les llegue se verán positivamente
transformados por este, mientras que aquellos que opongan resistencia al
nuevo patrón de vibraciones sufrirán una serie de consecuencias
adversas. Pues bien, a través de las predicciones de la física
hiper-dimensional. Jinks nos dice que esos periodos de
máxima transferencia se dan cíclicamente y vienen a coincidir con
aquellos momentos en los cuales se producen grandes convulsiones
evolutivas en nuestro planeta, con extinciones en masa de ciertas
especies y la aparición de otras. Lo más inquietante es que todos los
datos parecen indicar que todos los datos parecen indicar que ahora nos
encontramos inmersos en uno de esos momentos.

Es de justicia
dejar constancia de que estos grandes ciclos ya fueron descritos con
precisión por cosmogonías tan alejadas entre si como la Maya, la Hindú o
la de los indios Hopi norteamericanos, que coinciden en situar en la
actualidad uno de estos periodos (AÑO / CERO 30). Pero, además, existen
pruebas objetivas que vienen a confirmar la veracidad de estas antiguas
profecías. Una es la llamada resonancia de Schumann, que consiste en una
serie de ondas estacionarias de la ionosfera terrestre. La existencia
de estas ondas fue propuesta por el físico alemán. W.O. Schumann en 1952. Simplificando mucho, estas ondas pueden ser descritas como la resonancia electromagnética del planeta.

Es
decir, se puede pensar en esta frecuencia como en el pulso vibratorio
de la Tierra: un patrón electromagnético que afecta a todos sus
habitantes. Este patrón vibratorio es extraordinariamente estable y
comprende un rango de frecuencia de 7, 8, 14, 20, 26, 33, 29 y45 Hz. La
constancia de la resonancia de Schumann es tal que las comunicaciones
militares de todo el mundo se han establecido en base a ella. Pero en
1987, sin razón aparente, el pulso del planeta comenzó a incrementarse.
Según observaciones realizadas en el Instituto de Meteorología y
Geofísica de la universidad de Frankfurt y por universidad de Alaska, en
1994 ese latido estable de 7,8 ciclos por segundo había aumentado casi
un 11% alcanzando los 8.6 Hz.

En noviembre de 1996 ese
incremento era aun mayor y la habitual estabilidad de esta constante se
había perdido, viéndose sometido este ritmo natural a imprevisibles
fluctuaciones. Se trata de un hecho alarmante, no solo porque algo
considerado hasta ahora como constante ha dejado de ser fiable, sino
porque se trata de un fenómeno inexplicable, por mas que los informes
oficiales se afirme que es “consistente con las teorías aceptadas” Se
cree que la vibración se volverá a estabilizar cuando alcance los 13 Hz,
el numero siguiente en la serie de Fibonacci, una progresión numérica
muy significativa para la física hiper-dimensional.
¿Que podría significar todo esto? Básicamente,
que un flujo de energía de origen desconocido no solo esta penetrando
en nuestro planeta, sino haciendo subir su patrón vibratorio y, con
este, el de todo lo que el planeta contiene, incluidos sus habitantes.
El calentamiento del globo, el agujero de la capa de ozono o el
inexplicable fenómeno al que se enfrentan psicólogos de todo el mundo al
comprobar como los coeficientes intelectuales de los niños nacidos
recientemente crecen por encima de la media, sin que haya causa aparente
para ello, pueden ser otros síntomas de que un flujo de
energía-información esta comenzando a transformar nuestro planeta. De
nuestra capacidad para vibrar en armonía con el puede depender nuestra
supervivencia o el que venga a sustituirnos una especie que encaje mejor
con el nuevo patrón.

A pesar de la incomprensión, cuando no el
abierto acoso por parte de las instituciones académicas oficiales,
decenas de personas trabajan actualmente para abrir caminos en un campo
que podría conducir a la humanidad hacia la tan anhelada edad de oro.

En
un momento en el cual la tecnología y la ciencia en que se basa parecen
estar a punto de tocar techo, tal vez haya llegado el momento,
querámoslo o no, de que la humanidad experimente un salto evolutivo que
la conduzca a nuevas formas de organización social, política y
económica. De ser axial, lo más apropiado seria que lo hiciéramos
voluntariamente para evitar que la transición resulte dolorosa y
traumática.

En este contexto, es comprensible que el poder
establecido este dispuesto a todo para evitar que este conocimiento
trascienda, porque acarrearía la crisis definitiva de la actual cultura y
el nacimiento de otra forma de pensar y de vivir, en cuyo marco no
habría espacio para el sistema vigente, vertebrado sobre el trabajo
remunerado. El reino de la necesidad daría paso a un reino de libertad
sin precedentes. Pero en este caso, quienes actualmente ostentan el
privilegio del poder, lo perderían...

PoRqUe NoS oCuLtAn La InFoRmAcIÓn...


Una nueva rama de la ciencia, con su consiguiente tecnología, podría
llevar años de desarrollo en algunos laboratorios, rodeados del máximo
secreto. Sus aplicaciones podrían transformar radicalmente la sociedad
humana y dar paso a una nueva era imprevisible para el poder. Sin
embargo, todos los esfuerzos por encubrir este conocimiento serian
inútiles, dado que la teoría en la cual se basa implica que los saltos
evolutivos son dirigidos por fuerzas Inter dimensionales que ni siquiera
sospechamos....

Retorno Maya.com