EL CAMINO TOLTECA HACIA LA LIBERTAD...

domingo, 5 de septiembre de 2010

 




En el sur de México, hace miles de años vivió un pueblo: los toltecas. Los antropólogos han definido a los toltecas como una nación o raza, pero en realidad, fueron un pueblo de artistas y científicos dedicados al estudio y preservación del conocimiento espiritual y las prácticas de sus antepasados. Por eso algunos definen a los toltecas como un pueblo de “mujeres y hombres de conocimiento”.

Los toltecas vivían a las afueras de México en la ciudad de Teotihuacan –que significa lugar en el que el hombre se convierte en Dios- y formaron una comunidad de conocimiento integrada por maestros y estudiantes. Los maestros recibían el nombre de naguales.

Durante milenios, los maestros naguales se vieron forzados a esconder su sabiduría ancestral y a mantener su existencia en secreto. Afortunadamente, el conocimiento esotérico tolteca fue conservado y transmitido de una generación a otra por distintos linajes de naguales hasta llegar a nuestros días. Gracias a ello, hoy podemos conocer y aprovechar las poderosas enseñanzas de los toltecas.

El conocimiento de los toltecas toma como base –al igual que la mayoría de las tradiciones esotéricas del mundo- la unidad esencial de la verdad. Los toltecas no crearon ninguna religión propiamente dicha, aunque se muestran respetuosos con todos los maestros espirituales.

El conocimiento tolteca nos habla del espíritu pero va más allá, pues nos invita a practicar una determinada forma de pensar y actuar. Sus consejos fáciles de practicar en apariencia, tienen un efecto poderosísimo para transformar nuestra realidad y de esa manera, nuestra vida. A través de ellos se nos garantiza el poder transitar con mayor facilidad por el amor y la felicidad.

El conocimiento tolteca se basa en 4 Acuerdos que son los siguientes:

1. Se impecable con tus palabras

Para los toltecas es muy importante lo que decimos. Ellos distinguen entre las buenas palabras y las malas palabras. Las malas palabras son semillas de odio. Las buenas palabras son semillas de amor. Con las palabras hacemos “magia” y es por ello que nos invitan a ser “magos blancos” utilizando bien nuestras palabras para: crear, compartir, dar y amar.

Por el contrario, si empleamos mal las palabras, seremos “magos negros” y de esa manera no haremos sino enviar “veneno emocional” a todos aquellos a los que las dirijamos: culparemos, reprocharemos, mentiremos, destruiremos, expresaremos rabia, celos y envidia. Con malas palabras sembramos vientos y en consecuencia, a la postre, sólo podremos cosechar malos frutos y tempestades.

El término impecable significa actuar “sin pecado”. Es decir, emplear la fuerza y la energía de las palabras hacia los demás atentos para no causarles daño u ofensa. Tenemos que hacer lo posible por emplear las palabras en la buena dirección: la del perdón, la verdad y el amor.

Por eso el consejo es: utiliza tus palabras siempre correctamente: para compartir amor y hacer bien a todos. Las palabras, según las emplees, te liberarán o te esclavizarán. Si no has de decir algún bueno, mejor no lo digas. Porque como bien dice el adagio: “Somos dueños de nuestras silencios y esclavos de nuestras palabras”. (Véase la práctica del silencio por el Taoismo).

2. No te tomes nada personalmente

Nos dicen los toltecas que cuando tomamos las cosas personalmente estamos aceptando de esa manera el “veneno emocional” que nos envían los demás. Al considerar “personal” lo que el otro nos dice, estamos tragando ese veneno y, sólo entonces, es cuando nos hace daño.

La pregunta es ¿y por qué nos tomamos las cosas personalmente? Nos tomamos las cosas de forma personal por nuestro ego. Y, ¿qué es el ego? El ego es “la importancia personal” que te das a ti mismo. Tener ego es pensar que tú eres lo más importante del mundo; considerar que todo gira a tu alrededor, que tú mereces algo diferente a los demás, que eres distinto y mejor.

Cuanto más ego tienes, más personal te tomas lo que los demás dicen u opinan sobre ti.

Sin embargo, debes considerar que lo que otras personas dicen, lo que hacen, lo que piensan y las opiniones que expresan sobre ti, es sólo una proyección de la realidad de sus mentes. Nada de lo que piensan o hacen los otros está causado en realidad por ti. Su punto de vista, su forma de ver el mundo y su actitud frente a ti sólo surgen de sus creencias. Todo es fruto de la “programación” que recibieron durante su educación, a la que los toltecas llaman “domesticación”. El mundo es lo que ellos creen que es. Y algunos tienen una visión muy distorsionada porque están profundamente dormidos.

Si no te tomas nada personal, serás inmune a las acciones y opiniones de los demás, y entonces, te ahorrarás muchísimo sufrimiento.

3. No hagas suposiciones

En muchas ocasiones no hace falta que sean los demás los que digan, hagan u opinen sobre nosotros. A falta de eso somos nosotros mismos los que nos autogeneramos mucho “veneno emocional”. ¿Cómo lo hacemos? Mediante nuestros pensamientos generadores de suposiciones que, a fuerza de repetirnos, llegamos a creer verdaderas. Por eso, para evitarte ese veneno emocional, ¡no hagas suposiciones! ¿Para qué? ¡Evítalas! intentando averiguar la verdad. Es siempre mejor preguntar que hacer suposiciones. Con suposiciones sólo logramos construir grandísimos dramas. Al suponer, la mayoría de las veces, estás representándote una realidad equivocada o distorsionada y de esa manera tú mismo, sin intervención de nadie más te estás generando muchísimo sufrimiento.

Por tanto, ¡no des nada por supuesto! Si tienes dudas, ¡acláralas! Si sospechas, ¡pregunta! Expresa siempre lo que de verdad deseas y comunícate con los demás con la mayor claridad y sinceridad posibles. Suponer, te hace inventar historias sin fundamento que sólo te sirven para “envenenar” y “torturar” tu mente.

4. Haz siempre lo máximo que puedas

El último de los 4 acuerdos toltecas nos dice: “Haz siempre, según las circunstancias, lo máximo que esté en tu mano”. Por tanto, no te exijas siempre de la misma manera. No es posible que hagas o actúes igual cuando estás enfermo que cuando estás sano. No tienes la misma capacidad.

Si actúas siempre de la mejor manera posible y haces todo cuando esté en tu mano, obtendrás un efecto poderosísimo: nadie te podrá culpabilizar, juzgar y condenar. Ni tan siquiera tú mismo, pues tu conciencia estará tranquila: has hecho todo lo que podías según las circunstancias. Si has hecho lo máximo que podías, no caben los reproches.

Ahora bien, si haces las cosas porque te sientes obligado, por el qué dirán los demás, entonces no estás haciendo lo máximo que puedes de forma correcta. Lo máximo que puedas tienes que hacerlo siempre con libertad y por convicción. Si haces las cosas “porque tocan” o de manera forzada, es preferible que no las hagas.

Con la práctica de estos 4 acuerdos, los toltecas nos dicen que transformaremos nuestra vida permitiéndonos sentirnos más felices. Además, estos acuerdos tienen efectos muy poderosos para transformar nuestras realidad y que se incrementan a medida que los ponemos en práctica.

Para los toltecas, los hombres vivimos en un mundo de sueño. Los humanos no sabemos realmente quienes somos pues vivimos entre niebla y humo. El sueño de los humanos, esa niebla o humo, están conformados por todas las reglas de la sociedad: sus creencias; sus leyes; sus religiones; las diferencias culturales y las maneras de ser; los gobiernos; las enseñanzas; los prejuicios culturales; los acontecimientos sociales; sus celebraciones, etc. Estamos en definitiva “programados” para vivir, actuar e interpretar la realidad de una manera muy concreta. La que generación tras generación se ha ido programando en nuestra mente. Y esa manera, no es precisamente la más idónea para ser felices. Todo lo contrario, nos hacemos mucho daño a nosotros mismos, y también generamos mucho sufrimiento a los demás.

Por eso, debemos ser capaces de despertar de ese sueño y una de las maneras es poner en práctica a conciencia esos 4 acuerdos que tienen como elemento fundamental y común en todos ellos la práctica de la verdad.

¡Sigamos a los toltecas y despertemos aplicando sus Acuerdos!

(Este post ha sido elaborado a través de la información obtenida del libro del Dr. Miguel Ruiz que lleva por título los Cuatro Acuerdos).