El mundo al revés: todo lo que usted pensaba, derrumbado...

viernes, 3 de septiembre de 2010

 





A partir de la teoría cuántica nuestra visión del mundo
cambió. Antes de ella, veíamos al mundo como una máquina
estática, predecible, objetiva. Ahora vemos al universo como un
sistema dinámico, no predecible, subjetivo y auto-organizado.

Y para ésta visión necesitamos desarrollar otra manera de...
a) mirar b) pensar c) sentir d) conocer e) actuar f) confiar y ser...



La base de ésta, está en tres principios:



La percepción
es un proceso altamente subjetivo. La experiencia pasada, las creencias,
el pasado regula lo que vemos en el mundo.
Los pensamientos
no racionales favorecen enormemente la resolución de problemas.
El pensamiento racional, lineal, hemisferio izquierdo tiene muchas limitaciones
creativas.
Los sentimientos
no están causados por estímulos externos. Son el producto
de la interpretación que le damos a nuestras percepciones. A
nuestros sentidos llega mucha más información de lo que
podemos procesar.

Para
ello, nuestro cerebro está preparado para filtrar, reducir la
cantidad de información. Esto lo hace a través de la selección
perceptiva.


Después
de que nuestros sentidos toman la materia prima (vibraciones energéticas)
el proceso neurológico de la percepción selecciona, organiza
e interpreta estas sensaciones. Todo esto es muy subjetivo.
Tanto
el QUÉ selecciona como el CÓMO lo decodifica, lo etiqueta,
como el CÓMO lo interpreta. Las investigaciones muestran que el
ochenta por ciento de la información utilizada para crear una percepción
viene de dentro del cerebro: lo que asumimos, creencias, pensamientos,
sentimientos.
El
ojo humano está diseñado como para sostener necesidades
psicológicas. La pupila se dilata cuando está presente algo
que uno quiere ver y se contrae cuando enfrenta algo que no quiere ver.
Esto lleva a que trabaje como una pantalla que filtra.
De
todos modos, uno puede regular esto intencionalmente, rompiendo condicionamientos
y registrando estímulos que previamente no se veían.
La
realidad es lo que suponemos que es verdad. Esto es lo que creemos.
Lo
que creemos está basado en nuestras percepciones.
Lo
que percibimos depende de lo que buscamos.
Lo
que buscamos depende de lo que pensamos.
Lo
que pensamos depende de lo que percibimos, y esto determina lo que creemos.
Lo que creemos determina lo que tomamos por verdadero y esto es lo que
consideramos LA REALIDAD.
Se
convierte en un círculo vicioso. Pero a través de una clara
intención, podemos quebrar éste círculo, de modo
de alinear nuestra percepción a nuestros deseos. Y de éste
modo tener nuevas elecciones perceptibles.
Esto
se consigue a través de focalizar (sin forzar). Cuando nos tomamos
tiempo para clarificar nuestros deseos y conscientemente focalizamos nuestra
atención, comenzamos a descubrir nuestra habilidad de crear a través
de intención.
Utilizando
ésta habilidad podemos diseñar nuestra vida artísticamente:
imaginar cómo queremos vivir más que proponernos meta tras
meta. Podemos soñar lo que podría haber mas que contentarnos
con lo que hay.
Una
vez que imaginamos lo que queremos, nuestra percepción VE nuevas
oportunidades y recursos que nos permiten realizar nuestros deseos. Después
tenemos que ordenar los pensamientos y permitirnos pensar sólo
aquello que nos lleva hacia donde queremos ir.
Solemos
tener sesenta mil pensamientos por día. El noventa por ciento son
iguales a los del día anterior. Por eso la vida parece siempre
estarse repitiendo. Para esto es importante seleccionar qué vamos
a permitir llame nuestra atención.
Para
pensar creativamente, tenemos que tolerar el caos. Si queremos todo ordenado
caemos el modo habitual de pensar. Pero los dos cerebros inferiores, el
reptil y el mamífero, solo pueden reaccionar binariamente: sí
o no. No toleran la ambigüedad. En cambio la corteza puede sobreimponer
muchas combinaciones, aún opuestas. Con la corteza podemos imaginar
muchas posibilidades. Para ello debemos postergar la necesidad de soluciones
URGENTES y permitirnos ser ridículos por un rato y ver dónde
éste tipo de pensamiento nos lleva.
Para
sentir creativamente hay que cambiar el foco de atención. Si nos
sucede algo estresante (cosa inevitable) podemos centrarnos en lo negativo
que nos sucede o reencuadrarlo y ver qué podría tener de
positivo para nosotros, qué lección nos ofrece la vida,
qué tenemos que aprender.
Esto
está basado en que no son las circunstancias que nos rordean las
que producen nuestra emoción sino la interpretación que
le damos. La idea es no tanto buscar felicidad como mantener la vitalidad
y no permitir que un episodio externo se transforme en una aspiradora
de energía. Y cuando no aceptamos un sentimiento, huimos de él
buscando otro, se nos consume toda la energía en esa huida.
Un
recurso terapéutico consiste en cambiar el foco: en vez de analizar
cuál es el problema analizamos que pasaría si un milagro
lo resolviera. Con esto cambiamos la visión: de focalizar el problema
comenzamos a focalizar en la solución. Esto lleva a que uno no
se sienta vaciado (cosa que producen los sentimientos negativos) sino
energizado (los positivos).
Los
sentimientos van y vienen. También es importante no tomárselos
como situaciones defnitivas. Se requiere cierto desapego: dejar que las
cosas sean, mirarlas, sin identificarse con ellas, sabiéndolas
transitorias.
Para
conocer creativamente no nos alcanza con el pensamiento lineal. Actualmente
nuestra vida se ha convertido en demasiado compleja. Hay demasiada información
como para procesarla lógicamente. Por lo tanto, conocer creativamente
consiste en sintonizar con la frecuencia universal adecuada, resonar,
convertirse en UNO con el campo energético. Para esto necesitamos
de algún elemento, alguna ayuda del universo, algún sistema
de señales. Y necesitamos de nuestra intuición. Tenemos
que funcionar como una antena que recibe la información que flota
en el universo. Este modo de conocer requiere una respuesta relajada,
una actitud pasiva. Un instalarse cómodamente en el contexto a
recibir. Silenciar la mente racional y permitir que aparezca la información.
El
modo de aprehender intuitivo, no racional, permite procesar mucha mayor
cantidad de información que el analítico, lógico,
lineal. Y permite salidas más creativas. La música, el movimiento,
la poesía, el arte nos ayudan en ésta tarea.
También
el silencio y la contemplación.
Actuar
creativamente está basado en el principio de no separabilidad Cuando
dos partículas subatómicas interactúan, se mantienen
conectadas sin que importe la separación espacial en el futuro.
Del mismo modo, si dos personas están muy conectadas, por ejemplo,
meditando juntas, por espacio de 30 o 40 minutos, cuándo se separan
quedan conectadas: si colocamos un electroencefalograma y cambiamos a
uno de ellos de habitación, en el trazado de uno salen las luces
intermitentes que se le pasan al otro en otro cuarto. No tiene conciencia
y sin embargo registra las misma ondas electroencefalográficas.
Esta
comunicación se interrumpe si uno de ellos se conecta intensamente
con alguna otra persona.
La
teoría Gaia demuestra que todo el universo esta correlacionado,
influenciado mutuamente por todo lo demás.
Pero
a veces vivimos bajo la ilusión de que estamos separados del universo
físico y de los otros seres humanos. Esto llevó a la sensación
de aislamiento, de estar cada uno en su burbuja. Tal vez llegó
el momento el que para ocuparme de mi, me tendré que ocupar del
NOSOTROS.
Para
actuar creativamente, por lo tanto, tengo que preguntarme: que va a producir
esto- Quiero hacerme cargo de las consecuencias que se producirán
si actúo de ésta manera.
La
elección no puede ser espontánea, debe ser elegida a través
de una clara INTENCION, observándonos a nosotros mismos y alineando
nuestras acciones a la idea de que planetariamente haga bien a los demás.
El
viejo paradigma de competencia y supervivencia del más apto no
tiene más sentido en un mundo de tanta interconexión e interdependencia.
Por lo tanto, cada vez es más necesario que uno se ocupe del bienestar
económico de uno mismo Y del bienestar de los demás. La
habilidad de confiar en la vida: el orden es libre.
El
cambio es el principio básico que opera permanentemente en el universo.
Y sin embargo o lo estamos resistiendo o lo estamos intentando controlar,
evitando a todo costo el caos.
Y
sin embargo, el caos es el pre-requisito para que un sistema cambie. Que
pasaría si empezáramos a ver el caos más positivamente
Dejaríamos de tratar con tanto empeño de manejar el cambio
y empezaríamos a confiar que el cambio solo se orienta hacia un
proceso ordenado y que lleva a niveles mas altos de organización.
Todo
el tiempo hay energía que se mezcla y cambia hacia un nuevo orden.
Siempre hay puntos de bifurcación en los que una pequeña
fluctuación en alguna parte del sistema puede producir un cambio
en el total.
Potencialidad
que no puede predecirse; el universo muestra tanto el caos como el orden
predecible, a diferentes niveles.
Pero
no lo pensamos así sino que pensamos que tanto nosotros como el
universo funcionamos como una máquina de la que somos operadores
responsables. Enderezados de caos. Esto nos lleva a sentirnos permanentemente
inadecuados. Y la inadecuación lleva a miedo. Este lleva a protegernos.
Queremos tener el control.
Sin
embargo, la vida es mayormente incontrolable y siempre que queramos controlarla
en vez de vivenciarla, nos vamos a sentir fracasando. Podemos apreciarla,
ver lo armónico del interjuego de caos y orden que siempre se está
produciendo.
Si
lo vemos de ésta manera, una constante alternancia de caos y orden,
nos relajamos y dejamos fluir, dejamos de resistirnos a los inevitables
cambios.
Todas
las frustraciones que experimentamos se originan en esta resistencia al
cambio. El sufrimiento se produce cuando intentamos quedarnos aferrados
a viejas formas e interrumpimos el proceso de cambio. Y nos aferramos
porque tememos al futuro y porque nos disgusta el desorden de las transiciones.
Si empezamos a mirar al caos por lo que realmente es, el progenitor de
un orden mayor, dejamos de temerle. Cuando hay suficiente desorden, las
viejas estructuras se deshacen, el caos se reorganiza y se generan nuevas
estructuras.
El
orden QUIERE SUCEDER.
Si
comprendemos esto, empezamos a CONFIAR en el proceso de la vida. Y no
paramos la corriente sino que la seguimos, la acompañamos. En vez
de dominarla, disfrutamos de ver el misterio de lo que va sucediendo.
Visualizamos
el universo como un lugar amigable.
Si
es un lugar amigable, estamos abiertos a que suceda lo que tiene que suceder
y resonamos con lo que nos rodea. En éste estado de alta conexión,
registramos las señales de lo que hace falta y lo juntamos con
nuestros recursos: entendemos qué hacer y cómo. Estamos
en un estado de coacreedores.
Pero
para esto primero necesitamos hacernos amigos del miedo que nos produce
elegir. Entender que lo que la oruga llama el fin del mundo es lo que
la mariposa llama del comienzo del mismo.
Desorden
no es sinónimo de sin sentido. Si confiamos en nosotros mismos,
si sabemos quiénes somos, nos podemos meter en el desorden sin
perder el sentido, confiando que vamos a salir enteros del desorden.
Entonces
dejamos de focalizar tanto en el futuro y nos sumergimos en el ahora.
Esto produce serenidad.
Para esto necesitamos confiar en que el universo solo se va a organizar
y nos va a llevar por el camino adecuado... Y pasar de ser anclas a ser
corchos que nos dejamos llevar por el cambio...

por Beatriz Frederickz...