LA CONSPIRACIÓN ELOHIM...

martes, 14 de septiembre de 2010

 






Al comienzo era la Singularidad. Era la Nada y era el Todo. Había terminado un Ciclo y el Absoluto no se encontraba manifestado. Luego, en un nanosegundo, se manifestó a través de diversas creaciones. Hubo un Big Bang donde comenzó nuevamente el espacio-tiempo para dar cabida al universo físico y a los suprauniversos espirituales.
El Absoluto crea entonces a los elohim (o dioses menores), que son los que continúan la tarea creadora en los distintos universos. Deriva la tarea principal a 72 elohim.
Los elohim crean entonces a los distintos seres angélicos (serafines, querubines, tronos, dominaciones, potestades, virtudes, principados, arcángeles y ángeles), a los elementales de la naturaleza (gnomos, sílfides, salamandras, ondinas, hadas, ninfas, trasgos, sátiros, faunos, peris, vestiglos, sirenas, etc.) y a los espíritus, que encarnan en el plano físico para comenzar su evolución.

De El Cielo responde I
Pasaron los milenios y en el planeta Tierra fueron quedando atrás las distintas eras. El ser humano ya poseía un lenguaje escrito. La historia estaba en sus comienzos. De esos 72 elohim originales, había seis de ellos que pusieron atención en nuestro mundo. Coincidió con la época en que el eloah Jehová fue nombrado Logos del planeta Tierra.

Esos seis elohim estaban en contacto telepático con los Ha, seres de Vega V. Los Ha eran despóticos, crueles, manipuladores. Uno de esos elohim o dioses menores era el logos de ese planeta. Se llamaba Elyón, que significa Supremo, y consentía la conducta equivocada de los Ha. Los otros cinco elohim eran Hashem, Shadai, Quadosh, Ramahan y Adonai. Salvo este último, todos los demás gozaban como propia las ansias de poder de la raza Ha. Durante milenios, estos elohim observaban la conducta de los Ha de la misma forma como nosotros miramos una obra de teatro. A pesar del plano elevado de los elohim, el ego había hecho presa de algunos de ellos. Y su espejo físico eran los Ha.

Esta raza desarrolló tempranamente su tecnología y comenzó primero con exploraciones dentro de su sistema estelar y más tarde con viajes interestelares. Así fue como llegaron a la Tierra, donde luego se gestó la Gran Conspiración.
La Biblia contiene varios episodios que hablan sobre la crueldad de los Ha, supervisados por los elohim. Y Jehová, el logos planetario, permisivo con el mal, no se opuso a la crueldad de los extraterrestres, aunque no aceptaba el compartir su poder con otros elohim, pues era celoso de sus posesiones. Algunos escritos prueban que Elyón igual impuso su dominio real en el planeta Tierra.

El Deuteronomio, en su versión más antigua, dice que cuando Elyón repartió las naciones, cuando distribuyó a los hijos de Adán, fijó las fronteras de los pueblos según el número de sus habitantes, reservando para Jehová uno de esos pueblos (Deuteronomio 32, 8-9). O sea, Jehová, aún siendo logos planetario, permitía que otros elohim tomaran decisiones sobre la raza humana. Según esa versión, esos elohim o dioses menores se reunían periódicamente en un lugar llamado la montaña de la Asamblea o el monte de la Reunión, ubicado en los confines del monte Safón (Isaías 14,13). Obviamente, los que se reunían en esa Asamblea no eran los elohim, pues éstos no necesitan de un lugar físico, sino los Ha, la raza extraterrestre venida de Vega V.

Las pruebas están en los escritos bíblicos, pues en el Salmo 82 hay constancia de una de esas reuniones Elyón se yergue en la Asamblea Divina, en medio de los dioses juzga ¿Hasta cuando juzgaréis injustamente y a los malvados mimaréis... Yo he dicho ¡Dioses sois, e hijos de Elyón todos vosotros! Sin embargo, como hombres moriréis, y como cualquiera de los príncipes caeréis.

Es obvio que los Ha obedecían a Elyón, y allí Jehová no tenía parte. Los antiguos escritos daban a entender que los dioses se corporizaban. En Génesis 32,25 y ss. Jacob luchó cuerpo a cuerpo contra un ser extraño y éste reconoció finalmente ser uno de los elohim. Eso atemorizaba más que si dijera que era un ser de otro mundo.
No cabe duda que Jehová pactó con Elyón, pues los Ha también se pusieron a su disposición. En Éxodo 33,11 Moisés conversaba en la tienda de la Reunión cara a cara con Jehová y no cabe duda que un ser de Vega V era el que caracterizaba a un dios, pues el escrito dice que están frente a frente como conversa un hombre con su amigo.

En ocasiones, incluso paseaba de incógnito por el campamento, por lo que exigía que todas las deyecciones de su pueblo estuviesen debidamente enterradas (Deuteronomio 23, 13-15), como si él fuera un hombre como los otros, sensible a la suciedad. Lo que diferenciaba a los Ha de los humanos, más que su aspecto físico, era el poder que poseían y que las tribus apodaban la Gloria de Jehová.
Esa columna de nube que se transformaba en columna de fuego durante las noches de travesía por el desierto y a la que con tanto detalle se refiere el Éxodo, se trataba, obviamente, de la nave estelar de los Ha.

La denominada Gloria de Jehová tenía dos caras una de ellas, conocida como el rostro de Jehová, era especialmente peligrosa, pues según cuenta la Biblia ningún hombre podía verla y sobrevivir. Sin embargo, Moisés logró ver la cara posterior tras refugiarse en la hendidura de una roca, haciendo caso a los consejos de Jehová (Éxodo 33,20).

Es evidente que la cara anterior de Jehová se trataba de la parte inferior de la nave de los Ha, donde estaban sus motores, ya que cuando la Gloria se situaba sobre la Tienda de la Reunión, Moisés no podía entrar en ella (Éxodo 40, 34-35), pero cuando aterrizaba al lado, no había peligro (Éxodo 33,9).

En razón del peligro que significaba el tipo de propulsión que empleaba la nave, había severas órdenes de que nadie del pueblo se acercara a las inmediaciones donde ésta operaba (Éxodo 19, 12). Dicha nave tenía poderoso armamento, pues era capaz de escupir un fuego que podía abrasar de golpe a 250 hombres (Números 16, 35) o de destruir ciudades enteras” (Génesis 19).

La mayoría de las personas, debido a la desinformación de las religiones tradicionales, siguen creyendo que Jehová es el Absoluto, pero los escritos demuestran que era un dios tribal, no universal, y que su mayor obsesión era repoblar su territorio con gente que le fuera fiel. De esa manera se aseguraba de que en el futuro no surgiera ningún foco de idolatría a otros dioses, pues consideraba a ese pueblo de su propiedad personal (Deuteronomio 7, 6).

¿Cómo lograba eso? Allí comienza la conspiración de los elohim. Debía vaciar previamente ese territorio de sus anteriores pobladores. Así que Jehová dio órdenes de conquistarlo. Y para asegurarse de que no habría futuras contaminaciones religiosas, decretó muchas veces la muerte de sus habitantes De las ciudades de esos pueblos que Jehová, tu elohim, te da en herencia, no dejarás viva alma alguna; sino que consagrarás a completo exterminio al Hitita, al Amorreo, al Cananeo, al Perezeo, al Jivveo y al Yebuseo, conforme Jehová, tu elohim, te ha ordenado; a fin de que no os enseñen a imitar todas las abominaciones que han cometido en honor de sus dioses y pequéis contra Jehová, vuestro elohim (Deuteronomio 20, 16-18).

O sea, Jehová no quería prisioneros... ni siquiera mujeres o niños, tal era su crueldad. Por eso tampoco tuvo dudas en aplicar el mismo remedio entre los habitantes de su pueblo cuando éstos sentían que Jehová no era el dios de bondad que ellos esperaban y comenzaron a adorar de nuevo a sus antiguos dioses Así ha dicho Jehová, dios de Israel ‘¡Ponga cada uno su espada al costado! ¡Pasad y repasad por el campamento de puerta en puerta y matad cada uno al propio hermano, al propio compañero, al propio pariente!’ (Éxodo 32, 27). Esa orden dejó como consecuencia que tres mil hombres fueran víctimas de tan drástica medida, muriendo a manos de sus seres más queridos.

Con respecto a los Ha, los seres de Vega V, tenían trajes resplandecientes. Una de las pruebas es que en el Libro de Enoch se habla de unos seres que normalmente eran tan refulgentes como el fuego, pero que, cuando lo deseaban, podían adoptar la forma de hombres corrientes. Los elohim se aprovechaban del temor que inspiraban los Ha a las tribus de aquella época y se servían de los veganos para someter por el terror a los ignorantes pobladores del Medio Oriente antiguo.

Moisés se hizo cómplice de Jehová para provocar asesinatos en masa. Por ejemplo, cuando Coré se rebeló contra Moisés, éste le ordenó presentarse con 250 de sus hombres, portando incensarios ante Jehová en la puerta de la Tienda del Encuentro. Cuando todos acudieron, Moisés dijo En esto conoceréis que Jehová me ha enviado para hacer todas estas obras y que no es ocurrencia mía Si mueren estos hombres como muere cualquier mortal, alcanzados por la sentencia común a todo hombre, es que Jehová no me ha enviado. Pero si Jehová obra algo portentoso, si la tierra abre su boca y los traga con todo lo que les pertenece, y bajan vivos al Seól (profundidades de la tierra), sabréis que esos hombres han rechazado a Jehová. Y sucedió que, nada más terminar de decir estas palabras, se abrió el suelo debajo de ellos; la tierra abrió su boca y se los tragó, con todas sus familias, así como a todos los hombres de Coré, con todos sus bienes (Números 16, 28-32). Añadiéndose más adelante que brotó fuego de Jehová, que devoró a los 250 hombres que habían ofrecido el incienso (Números 16, 35).

Es obvio que las armas de los Ha causaban estragos en las filas de los pobres israelitas que se rebelaban ante Jehová y Moisés, su cómplice. Hay otro detalle de la extrema crueldad Hubo judíos que se impacientaron ante la larguísima travesía por el desierto y se lo hicieron saber a Moisés, manifestándole su inquietud. La reacción de Jehová no fue precisamente comprensiva Envió entonces Jehová contra el pueblo serpientes abrazadoras que mordían a la muchedumbre; y murió mucha gente de Israel (Números 21, 6). Esas serpientes abrasadoras” eran rayos calcinadores provenientes de las armas de los Ha y provocaron cientos de muertos.

También había mucha competencia entre todos los elohim y la prueba es que Jehová era muy celoso y posesivo de su pueblo. Siempre manifestaba el temor de que decidieran dejarlo e irse con otros dioses, y los sometía con amenazas que, llegado el caso, cumplía inexorablemente. Así como en Éxodo 32, 27 no dudó en ordenar la muerte de tres mil hombres, en Deuteronomio 7, 9-10, Jehová le advierte a Moisés Has de saber, pues, que Jehová tu Dios verdadero, el dios fiel que guarda la alianza y el amor por mil generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos, pero que da su merecido en su propia persona a quién le odia, destruyéndole. Advirtiéndole luego en Deuteronomio 8, 19-20 Pero si llegas a olvidarte de Jehová, tu Dios, si sigues a otros dioses, si les das culto y te postras ante ellos, yo certifico hoy ante vosotros que pereceréis. Lo mismo que las naciones que Jehová va destruyendo a vuestro paso, así pereceréis también vosotros por haber desoído la voz de Jehová, vuestro Dios. Es importante aclarar que Jehová hacía caso omiso del servilismo de Moisés, pues no dudaba en amenazarlo si notaba que su poder se debilitaba. Y así Moisés obedecía en todo al cruel eloah, bajo el temor de una represalia personal.
En un capítulo, el pueblo de Israel se estableció en Sittim y muchos de sus hombres se pusieron a fornicar con las hijas de Moab. Quedaron prendados con las muchachas y se postraron ante otro de los elohim, que era contactado por ese pueblo. La reacción de Jehová no se hizo esperar Dijo a Moisés. ‘Toma a todos los jefes del pueblo y empálalos en honor de Jehová cara al sol; así cederá el furor de la cólera de Jehová ante Israel’. Dijo Moisés a los jueces de Israel ‘Matad cada uno a los vuestros que se hayan adherido a Baal de Peor´ (Números 25, 4-5). El resultado de esos crímenes trajo aparejado una tremenda peste que asoló a un altísmo porcentaje de personas. En Números 25, 9 se describe Los muertos por la plaga fueron 24.000. Moisés fue el ejecutor terrenal de las órdenes de Jehová. Jehová semejaba a un animal cebado en sangre. En Números 31, 2 le dice a Moisés Haz que los israelitas tomen venganza de los madianitas. Así fue que mataron a todos los varones e hicieron cautivas a las mujeres de Madián y a sus niños, y saquearon su ganado, sus rebaños y todos sus bienes. Dieron fuego a todas las ciudades en que habitaban y a todos sus campamentos (Números 31, 9-10). Y no conforme con eso, Moisés ordenó matar a todos los niños varones y a toda mujer que haya conocido varón (Números 31,17).
Posteriormente, bajo las órdenes de Moisés, el pueblo elegido se repartía el botín, tras los saqueos. En esa ocasión, parte del botín eran las 32.000 mujeres que no habían dormido con varón (Números 31, 28). Los Ha, sin que los remordiera ninguna conciencia, participaban en el nombre de Jehová, de una gran tajada En el texto bíblico se especifica que a Jehová le correspondieron 675 cabezas de ganado lanar, 72 de vacuno y 61 de asnal, así como 32 prisioneros (Números 31, 32-40). El total del oro que reservaron para Jehová, de parte de los jefes de Millar y de Cien, fue de 16.750 siclos (Números 31, 52). Aun para los menos escépticos cuesta aceptar que un dios precise ganado, dinero y esclavas... ¡salvo que los supuestos dioses fueran extraterrestres!

Los magnicidios de Jehová, con Moisés y los Ha como cómplices, se pueden encontrar en distintas partes de la Biblia Al relatar la conquista del reino de Sijón, Moisés comenta cómo Jehová le ordenó apoderarse de ese territorio y la batalla que tuvo lugar en Yahás, confesando Nos apoderamos entonces de todas sus ciudades y consagramos al anatema toda ciudad hombres, mujeres y niños, sin dejar sobreviviente (Deuteronomio 2, 34). Ese hecho se reiteraría con la conquista del reino de Og, reconociendo el texto bíblico igualmente que mataron a todos sus habitantes sin dejar ni un sobreviviente (Deuteronomio 3, 3).

El exterminio se repite cuando el pueblo israelita ataca a los benjaminitas por orden expresa del perverso eloah Jehová derrotó a Benjamín ante Israel y aquel día los israelitas mataron en Benjamín a veinticinco mil cien hombres, todos ellos armados de espada (Jueces 20, 35), añadiendo a continuación que después pasaron a cuchillo a los varones de la ciudad, al ganado y a todo lo que encontraron (Jueces 20, 48).

Moisés no era el único cómplice de la crueldad del eloah, pues en otro de los escritos bíblicos, Samuel le transmite a Saúl por orden de Jehová, en relación a la guerra que entablaron con los amalecitas Ahora vete y castiga a Amalec, consagrándolo al anatema con todo lo que posee; no tengas compasión de él, mata hombres y mujeres, niños y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y asnos (I Samuel 15, 3). Saúl obedeció a Samuel y capturó vivo a Agag, rey de los amalecitas, y pasó a todo el pueblo a filo de espada en cumplimiento del anatema (I Samuel 15, 8).

Uno de los más grandes exterminios se produjo en la batalla celebrada entre los israelitas comandados por Asá y Judá, y el millón de etíopes dirigidos por Zeraj, que finalizaría con la muerte de todos ellos hasta no quedar uno vivo (II Crónicas 14, 12).
Cabe destacar de El libro de Enoch dos capítulos bastantes ilustrativos. Recuérdese que San Agustín afirmaba que la Iglesia lo rechazaba de su canon debido a que lo consideraba muy antiguo, y que, sin embargo, fue aceptado por los primeros cristianos, entre ellos, San Clemente de Alejandría. Enoch (el que caminó en compañía de los Ha y éstos lo arrebataron al Cielo) nos habla sin tapujos de la unión entre los veganos y las hijas de los hombres, y completa algunos datos que se calla el Génesis. En el capítulo VI, versículos 1-8 y capítulo VII, versículos 1-6, dice Así pues, cuando los hijos de los hombres se hubieron multiplicado y les nacieron en esos días hijas hermosas y bonitas, y los ángeles, hijos de los cielos, las vieron y las desearon, se dijeron entre ellos ‘Vamos, escojamos mujeres entre los hijos de los hombres y engendremos hijos’. Entonces, Semyaza, su jefe, les dijo ‘Temo que quizás no queráis (realmente) cumplir esa obra, y seré, yo solo, responsable de un gran pecado’. Pero los otros le contestaron ‘Hagamos todos juntos un juramento y prometámonos todos con un anatema no cambiar de destino, sino ejecutar realmente (ese destino)...’ .

Los Ha participan en varios episodios de la Biblia. Algunos de los personajes bíblicos fueron arrebatados a los cielos por misteriosos torbellinos y carros de fuego. Era evidente que los veganos abducían a los terrestres para algún tipo de estudio o experimentación. El profeta Elías fue arrebatado por un torbellino ante los ojos de 50 profetas y de su compañero Eliseo. Enoch también fue llevado a los cielos en un carro de fuego. El profeta Isaías también fue subido a los cielos, acompañado de varios ángeles.

En el Nuevo Testamento se relata otro arrebatamiento Felipe también fue llevado por un carro y transportado cerca de 40 Km. Las “visiones” de Ezequiel son narradas en otro de los libros OVNIs (Pluralidad de Mundos habitados).

En resumen La crueldad de los elohim, en complicidad con los Ha y Moisés, no tiene parangón en la historia.

Afortunadamente, cuando Jesús desencarnó fue nombrado por los Lípikas nuevo Logos planetario, y la Conspiración elohim pasó a la historia.

Los Lípikas

Los Lípikas son Espíritus de Luz que guardan los registros kármicos en los archivos akáshicos. Estos anales son custodiados por El Cristo, el actual Logos Dimensional.

Encarnación:
Son los encargados de mantener el equilibrio y que saben en qué planeta debe encarnar cada espíritu. El espíritu tiene libre albedrío para elegir su encarnación. Los espíritus conceptuales elevados pueden elegir dónde, cuándo y en qué familia encarnar, e incluso también pueden elegir pasar por determinados problemas para evolucionar, siempre con el riesgo de involucionar si fracasan. Pero el espíritu conceptual de una gallina −por ejemplo − no puede elegir dónde encarnar porque su concepto es muy elemental. Entonces son los Lípikas los que envían al 10 % de ese espíritu a encarnar, por ejemplo en el organismo de una gallina. Entonces, aunque el espíritu conceptual tiene libre albedrío para elegir, los Lípikas les proponen encarnaciones con características ideales para su Evolución. Pero el espíritu luego es libre de seguir esta propuesta, o no encarnar, o encarnar donde a él le venga en gana...

Extraído de Pequeño Universo Druida...