...Tú MuJeR...ArTe CrEaDoR...

domingo, 3 de octubre de 2010

 


La Madre llama al Amor de sus hijas hacia sí mismas, para que superen sus miedos y creencias limitadoras y desarrollen plenamente sus talentos Sagrados... La Madre llama al amor incondicional en el proceso de compartir y contener con paciencia todos los procesos naturales de la vida, al calor de los círculos Sagrados, al Amor del corazón Uno, honrando toda vida...

Duérmete, mi niña, sobre una hoja fresca. Duérmete, mi niña y déjate mecer como una hoja al viento. Mécete, acúnate y libera tus miedos. Sé libre otra vez. ¿De qué tienes miedo? ¿No ves la luz blanca y violeta que cae sobre ti? Anuncia pasiones irredentas, directas, irreverentes, porque la moralidad encarcela a las pasiones y las guarda en una caja, en una habitación con las ventanas cerradas. Allí sólo han de pudrirse y morir. Y estamos de enhorabuena, porque incluso por ese camino difícil los gases se acumulan y terminan por estallar, salir y renovarse.
Da igual tu tarea, pon la mesa con conciencia y el alimento que sirvas será la nutrición del mundo. El mundo está ahí para ser saboreado y potenciado por tus habilidades, por tus dones. Deja que tu risa se comparta con todos, que el color de tu pintura, tus frases justas, tu canción, tu danza, tu emoción al sentir el frescor de la vida que alimenta tu corazón, sea la puerta abierta a una danza que estremece de belleza a quienes la ejecutan y que estremece de hermosura a aquellos que la presencian. La existencia es un baile de partículas luminosas que se entrecruzan y a veces chocan para crear la música de la vida, el Amor...
Haces de luna habitan tu cuerpo, haces que brillan con el sol de tu espíritu. En tí se entremezclan todas las fibras nobles de la existencia. Y aquellos tejidos un poco más podridos y deteriorados, se transformarán en fibras nobles si insistes en vestirte de amor y consciencia, tejiéndolos de nuevo con compasión infinita, exquisita y suave como la piel de un niño. Ternura y paciencia son las herramientas de una madre acostumbrada a tejer y tejer de nuevo las redes de la existencia. Unas redes continuamente rotas por el espejismo de separación que la mente fabrica. La Gran Madre es un mar de amor incondicional que continuamente riega nuestra alma, la baña con delicadeza, la acuna y la sustenta. Ese amor eres tú, Mujer, hecha de aguas sagradas que alimentan a toda la Creación. Únete a tus hermanas de corazón para alumbrar los caminos de la conciencia.
Déjate arrastrar por esa ternura que inspiran los niños y conmuévete de nuevo con los gestos del Amor, de los tuyos y de los que te regalan aquellos que llevas muy dentro, aquellos que observas en la calle, o en cualquier orilla de la playa de la vida… Ama y déjate llevar, Mujer. Has nacido de las aguas maternas, baila con la cadencia de tu son alejando así el sufrimiento, derramando las aguas puras de tu manantial más profundo. Nace, muere y renace al amor inmenso y salvaje, incondicionado. Estando completa como estás no hay lugar que no se pueda sanar, ni piedra que no se deje arrastrar y amasar y transformar poco a poco por las aguas amorosas de la existencia, aquellas que habitan en el corazón humano y que provienen de las fuentes luminosas que existen en el universo. Fuentes que riegan las almas y las acogen cuando vienen asustadas, que reparan sus oscuridades, sus agujeros, devolviéndolas a la niñez perdida del amor eterno.
Hónrate a ti misma y honra tu tarea Sagrada, compartiendo tu arte hecho de estrellas, de luna, sol y de tierra. Ese arte eres tu. Ese arte es tu amor, tu creación, dale tu aliento para que alimente a las almas. Mujer gozosa y abundante de amor, honra la tierra sagrada de tu cuerpo, el aire de tu espíritu, el fuego de tu pasión, tu inspiración. Mujer que vienes de las aguas, honra tu don y compártelo.