Cuando los místicos orientales dicen que experimentan todas las cosas como manifestaciones de una unidad básica, no están proclamando la igualdad de todas las cosas. Reconocen la individualidad de cada una, pero al mismo tiempo, son conscientes de que todas las diferencias y contrastes son rela¬tivos, dentro de una unidad todoabarcante. Dado que en nues¬tro estado normal de consciencia, esta unidad de todos los contrastes -y especialmente la unidad de los opuestos ¬resulta extremadamente difícil de aceptar, esto constituye para nosotros, uno de los rasgos más sorprendentes de la filosofía oriental. Pese a ello, es una percepción que está en la misma raíz del concepto oriental del mundo.
Los opuestos son conceptos abstractos, pertenecientes al reino del pensamiento y corno tales, son relativos. Por el simple hecho de centrar nuestra atención sobre cualquier concepto, creamos su opuesto. Como dice Lao Tse: "Cuando todos en el mundo entienden la belleza como bella, están creando la fealdad, cuando todos entienden la bondad como buena, están creando el mal".1 El místico trasciende este mundo de conceptos intelectuales, y al trascenderlo se hace consciente de la relatividad de los opuestos y de la relación polar existente entre ellos. Se da cuenta de que el bien y el mal, el placer y el dolor, la vida y la muerte, no son experiencias absolutas pertenecientes a diferentes categorías, sino que simplemente constituyen dos partes de la misma realidad: partes extremas de una sola unidad. La consciencia de que todos los opuestos son polares y por consiguiente forman una unidad, está considerada en las tradiciones espirituales de Oriente como una de las más elevadas metas del hombre. "¡Mora en la eterna verdad, más allá de los opuestos terre¬nos!" es el consejo que Krishna da en el Bhagavad Gita, e idéntico consejo es dado a los seguidores del budismo. D. T. Suzuki escribe:
La idea fundamental del budismo es trascender el mun¬do de los opuestos, mundo construido con distinciones intelectuales y corrupciones emocionales, y llegar a realizar el mundo espiritual de la no diferenciación, que implica alcanzar un punto de vista absoluto.2
1 Lao Tzu, Tao Te Ching, cap. 1,
2 D. T. Suzuki, The Essence of Buddhism, pág. 18.
Toda la enseñanza budista-y de hecho todo el misticis¬mo oriental- gira en torno a este punto de vista absoluto que se alcanza en el mundo de acintya, o de "no-pensamiento", donde la unidad de todos los opuestos se convierte en una experiencia vívida. Dice un poema Zen:
Al atardecer, el gallo anuncia el alba;
a media noche, el brillo del sol.3
3 Citado por A. Watts en The Way of Zen, pág. 117.
La idea de que todos los opuestos constituyen una pola¬ridad -que la luz y la oscuridad, el ganar y el perder, el bien y el mal, son simplemente aspectos diferentes del mismo fenómeno- es uno de los principios básicos de la vida orien¬tal. Puesto que todos los opuestos son interdependientes, su conflicto nunca podrá terminar con la victoria total de una de las partes, sino que siempre será una manifestación de la inte¬racción entre ambos. Así, en Oriente, una persona virtuosa no es la que emprende la imposible tarea de luchar por el bien y eliminar el mal, sino más bien la que es capaz de mantener un equilibrio dinámico entre lo bueno y lo malo.
Esta idea del equilibrio dinámico es esencial para la forma en que se experimenta la unidad de los opuestos en el misticismo oriental. Nunca es una identidad estática, sino siempre una interacción dinámica entre los dos extremos. Esto fue resaltado por los sabios chinos en su simbolismo de los polos arquetípicos ying y yang. A la unidad existente más allá del ying y del yang la llamaron Tao y la consideraban como un proceso que producía su interacción: “Aquello que deja aparecer ahora la oscuridad, ahora la luz, es el Tao” Que "aquél" y "éste" dejen de ser opuestos, constituye la misma esencia del Tao. Sólo esta esencia, como un eje, es el centro del círculo que responde a los cambios sin fin.
Una de las principales polaridades de la vida es la que existe entre las partes masculina y femenina de la naturaleza humana. Como ocurre con la polaridad del bien y del mal, o de la vida y la muerte, tendemos a sentirnos incómodos con la polaridad masculino-femenina existente en nosotros mis¬mos, y por ello generalmente hacemos destacar uno u otro lado. La sociedad occidental ha favorecido tradicionalmente al lado masculino más que al femenino. En lugar de reconocer que la personalidad de cada hombre y de cada mujer es el resultado de una interacción entre sus elementos femenino y masculino, ha establecido un orden estático, donde se supone que todos los hombres son masculinos y todas las mujeres femeninas, y a los hombres se les han dado los papeles de dirigentes y la mayor parte de los privilegios sociales. Esta actitud ha generado una sobrevaloración de todos los aspectos yang -masculinos- de la naturaleza humana: actividad, pensamiento racional, competencia, agresividad y así sucesivamente. Los modos de consciencia yin -feme¬ninos- que pueden describirse con palabras como intuitivo, religioso, místico, oculto o psíquico, han sido constantemen¬te suprimidos en nuestra sociedad, orientada más hacia lo masculino.
En el misticismo oriental, estos modos femeninos se desarrollan y se intenta buscar la unidad entre ambos aspectos de la naturaleza humana. Un ser humano completamente realizado es el que, según palabras de Lao Tse, "conoce lo masculino y, sin embargo, se mantiene en lo femenino". En muchas tradiciones orientales, el equilibrio dinámico entre los modos de consciencia masculino y femenino constituye la meta principal de la meditación, y muchas obras de arte dan cuenta de ello. Una magnífica escultura de Shiva en el templo hindú de Elefanta muestra tres caras del dios: a la izquierda, su aspecto femenino -amable, encantador, seductor-; a la derecha, su perfil masculino -desplegando virilidad y fuer¬za de voluntad- y en el centro la sublime unión de los dos aspectos en la magnífica cabeza de Shiva Mahesvara, el Gran Señor, que irradia un equilibrio sereno y trascendental. En el mismo templo, Shiva aparece también representado en for¬ma andrógina -mitad hombre, mitad mujer-, el movimien¬to del cuerpo del dios y la serena imparcialidad de su rostro simbolizan de nuevo, la dinámica unificación de lo masculi¬no y lo femenino.
En el budismo tántrico, la polaridad masculino-feme¬nina es ilustrada con frecuencia mediante la ayuda de símbo¬los sexuales. La sabiduría intuitiva es considerada como la pasiva cualidad femenina de la naturaleza humana, el amor y la compasión como la activa cualidad masculina, y la unión de ambas en el proceso de la iluminación se representa mediante abrazos sexuales de deidades masculinas y femeninas. Los místicos orientales afirman que tal unión de los aspectos masculino y femenino de nuestro ser, sólo puede ser experimentada en un plano de consciencia más elevado, donde el reino del pensamiento y del lenguaje es trascendido y en el cual todos los opuestos aparecen como una unidad dinámica.
Ya manifesté que algo similar se ha logrado en la física moderna. La exploración del mundo subatómico reveló una realidad que trasciende repetidamente tanto al lenguaje como al razonamiento, y la unificación de conceptos que hasta ahora habían parecido opuestos e irreconciliables ha resulta¬do ser uno de los rasgos más sorprendentes de esta nueva realidad. Estos conceptos en apariencia irreconciliables no son generalmente los mismos en los que se interesan los místicos orientales -aunque algunas veces sí-, pero su unificación -en un nivel no ordinario de la realidad- gene¬ra un fuerte paralelismo con el misticismo oriental. Así, los físicos modernos, mejorarían su comprensión de las ense¬ñanzas orientales si las relacionaran con las experiencias que tienen lugar en su propio campo. Un pequeño, pero cada vez mayor número de jóvenes físicos se ha dado cuenta de que éste constituye uno de los más valiosos y estimulantes enfoques sobre el misticismo oriental.
Ejemplos de la unificación de los conceptos opuestos se pueden encontrar en la física moderna a nivel subatómico, donde las partículas son a la vez destructibles e indestructi¬bles; donde la materia es continua y discontinua y donde fuerza y materia no son sino aspectos diferentes de un mismo fenómeno. En todos estos ejemplos, que trataremos más ampliamente en próximos capítulos, resulta que el marco de los conceptos opuestos, derivado de nuestra experiencia diaria, es demasiado estrecho para el mundo de las partículas subatómicas. La teoría de la relatividad es crucial para la descripción de este mundo, y, en el marco "relativista", los conceptos clásicos son trascendidos, llegando a una dimen¬sión más elevada, el espacio-tiempo cuatridimensional. El espacio y el tiempo son dos conceptos que siempre habían parecido totalmente diferentes, sin embargo la física relati¬vista los ha unificado. Esta unidad fundamental constituye la base para la unificación de los conceptos opuestos antes mencionados. Al igual que la unidad de los opuestos experi¬mentada por los místicos, también en la física esta unificación tiene lugar en un "plano más elevado", es decir, en una dimen¬sión más alta, y, al igual que lo experimentado por los místi¬cos, se trata de una unidad dinámica, pues la realidad relativista espaciotemporal es una realidad intrínsecamente dinámi¬ca, donde los objetos son también procesos y todas las formas no son sino patrones dinámicos.
Para experimentar la unificación en una dimensión más elevada de entidades aparentemente separadas no necesita¬mos la teoría de la relatividad. También podemos experimen¬tarla yendo de una a dos dimensiones, o de dos a tres. En el ejemplo dado anteriormente de un movimiento circular y su proyección, los polos de la oscilación que en una dimensión (a lo largo de la línea) son opuestos, están unificados en el movimiento circular en dos dimensiones (en el plano).
martes, 13 de abril de 2010
lunes, 12 de abril de 2010
El eterno presente
La quietud tiene muchas dimensiones.
Una es el silencio; es el extremo opuesto al sonido, es la ausencia de sonido. La segunda dimensión es la ausencia de movimiento: es el extremo opuesto al movimiento.
La mente es movimiento del mismo modo que la mente es sonido. El sonido viaja y la mente también. La mente está en movimiento constante, nunca permanece quieta. No puedes imaginarte a una mente quieta. No existe una cosa así, porque cuando hay quietud, la mente deja de existir; cuando existe la mente, hay movimiento.
¿Cuál es pues el movimiento de la mente? Con él podemos concebir la segunda dimensión de la quietud: la ausencia de movimiento.
Exteriormente sabemos lo que el movimiento significa: ir de un lugar a otro, de un sitio a otro. De A a B. Si estás en A y te vas a B, ha tenido lugar un movimiento. Así, exteriormente a la mente, movimiento quiere decir cambiar de lugar en el espacio. Si no hay espacio, no te puedes mover. Necesitas espacio para moverte exteriormente. El movimiento interno no es en el espacio, sino en el tiempo. Si no hay tiempo no puedes desplazarte interiormente.
El tiempo es un espacio interior: de un segundo pasas a otro segundo, de este día a otro día, de aquí para allá, de ahora a después, en el tiempo.
El tiempo es el espacio interno. Analiza tu mente y verás que siempre te estás moviendo desde el pasado al futuro, desde el futuro al pasado. O bien, te vas hacia recuerdos del pasado o te desplazas a deseos en el futuro.
Cuando te vas desde el pasado al futuro o desde el futuro al pasado, solamente entonces empleas el momento presente, pero sólo como un medio. El presente, para la mente, no es nada más que la línea divisoria entre pasado y futuro. Para la mente el presente no es realmente existencial. Solamente es una línea divisoria desde la que puedes desplazarte al pasado o al futuro. La mente nunca está en el presente porque es incapaz de ir al presente.
Compréndelo: eres incapaz de moverte en el presente. En el presente no existe el tiempo. El presente siempre es un único instante. Nunca estás en dos momentos al mismo tiempo. Solamente vives un instante.
No puedes ir de A a B porque solamente existe A. No hay B.
Entiende esa cualidad del tiempo en el presente: siempre vives un solo instante. Tanto si eres un mendigo como si eres un emperador, da igual. Tu depósito temporal es el mismo, solamente de instante a instante, y no puedes moverte en él. No hay lugar dónde moverse y la mente existe únicamente si hay movimiento. Por eso la mente nunca emplea el presente, no puede emplearlo.
Retrocede al pasado. Allí hay muchos lugares a los que puede ir. Existe un gran depósito de recuerdos: todo tu pasado está ahí. O también puede irse al futuro. Puedes imaginártelo porque el futuro es, básicamente, tan sólo el pasado proyectado. Has vivido, has experimentado muchas cosas. Las deseas otra vez o deseas evitarlas: ése es tu futuro. Amaste a alguien: fue hermoso. Entonces deseas que se repita, por eso proyectas en el futuro tu deseo de que se repita. Estuviste enfermo, sufriste y deseas evitarlo en el futuro, por eso proyectas no enfermar de nuevo. De modo que, tu futuro es tan sólo un pasado que has proyectado y así puedes moverte en el futuro. Pero la mente no se encuentra satisfecha con el futuro que pertenece a esta vida. Proyecta cielos, proyecta vidas futuras. No está satisfecha con un pequeño futuro, así que la mente crea tiempo más allá de la muerte.
El pasado y el futuro son vastos territorios; puedes moverte con facilidad en ellos. Con el presente no te puedes mover. La ausencia de movimiento implica estar en el presente. Esa es la segunda dimensión de la quietud. Si puedes permanecer en este instante, tan sólo aquí y ahora, estarás quieto. No puedes estar de ninguna otra forma. No existe ninguna otra posibilidad más que estar quieto.
Vive en el ahora, y el movimiento se detendrá porque la mente se detendrá. No pienses en el pasado y no proyectes en el futuro. Esto que se te está dando es todo lo que tienes. Permanece en ello, conténtate en ello. Este mismo instante es el único tiempo verdaderamente existencial; no hay nada más. El pasado es solamente una memoria. Está solamente en tu mente, es polvo acumulado, experiencias acumuladas. No hay pasado en la existencia, no hay futuro en la existencia. La existencia es el presente.
Si el hombre no estuviera en esta Tierra no habría ni pasado ni futuro. Las flores florecerían, desde luego, pero en el presente. El Sol saldría, pero en el presente. La Tierra no sabría nada del pasado ni soñaría nada en el futuro. No habría ni pasado ni futuro. El pasado está en la mente, en la memoria y debido a este recuerdo es proyectado al futuro. Por eso, generalmente dividimos al tiempo en tres partes: pasado, presente y futuro, pero en realidad el pasado y el futuro no son una parte del tiempo. Son parte de la mente, no partes del tiempo. El tiempo posee una única división, si es que puedes llamarla división, y es la del presente.
El tiempo es siempre presente. Esas tres divisiones no son divisiones del tiempo. El pasado y el futuro pertenecen a la mente, no al tiempo. Al tiempo solamente le pertenece el presente. Pero entonces es difícil llamarlo presente porque, lingüísticamente, para nosotros el presente es algo entre el pasado y el futuro. Se refiere al pasado, se refiere al futuro. Si no hubiera pasado ni futuro entonces la palabra «presente» perdería todo significado.
Se dice que Eckhart dijo que no hay tiempo, solamente el eterno «ahora». Existe un «ahora» eterno y un infinito «aquí». Cuando digo «allí» solamente lo digo en referencia al sitio en que estamos, sino, solamente habría «aquí». Si yo no estuviera aquí, ¿qué lugar sería el «aquí» y qué lugar sería el «allí»? En referencia a mí mismo, llamó al lugar más cercano «aquí», y al que no está cercano lo llamó «allí». ¿Dónde acaba el «aquí» y dónde comienza el «allí»? No podemos delimitarlo. En realidad todo es un «aquí», un «aquí» infinito.
Es debido a la mente que dividimos el tiempo. Entonces, todo lo que hemos vivido se convierte en el pasado y todo lo que esperamos vivir se convierte en el futuro y aquello que está transcurriendo se convierte en el presente.
Pero no hay mente, solamente hay un infinito «ahora», un eterno «ahora». «Aquí, ahora», es la realidad. «Allí» y «después» son partes de la mente, no partes de la realidad.
El concebir la quietud desde una segunda dimensión significa hacer un esfuerzo para vivir momento a momento. Entonces estarás en quietud, estarás en silencio. No habrá agitación interior, ni movimiento, ni oscilaciones internas. Todo se habrá convertido en un remanso de profundo silencio.
¿Por qué esta mente se desplaza al pasado y al futuro? Buda le dio el nombre de “tanha” a “trishna”, el deseo. Buda dice que, debido a que has vivido algo, lo deseas de nuevo. Al desearlo, te vas al futuro. No desees y no habrá futuro. Es difícil, porque cuando la mente experimenta placer, anhela repetirlo y cuando la mente experimenta incomodidad no desea repetirla, desea evitarla. Por esto es natural que se cree el futuro y debido a este futuro nos perdemos el presente.
Es un círculo vicioso. Si tienes deseos, te irás al futuro y esto creará un círculo vicioso. Cuando ese futuro se convierta en el presente, de nuevo te irás al futuro. Hoy pensaré en el mañana; esto se convertirá en un hábito. Y el mañana nunca llega. No puede llegar; es imposible. Cuando llega es de nuevo el hoy y he creado el hábito de irme siempre desde el hoy al mañana.
Por eso cuando el mañana llega, llega como el hoy y luego me voy de nuevo al mañana.
¡Es una cadena! Y cuanto más la elabores, más eficiente te volverás en completarla. Y el mañana nunca llega. Lo que llega siempre es el hoy, y con el hoy tú no tienes ninguna relación. Estableces un mecanismo: debido a que es hoy, te vas. Es un hábito muy fuerte, no solamente de esta vida, sino de muchas otras vidas. Uno tiene que acabar con él, tiene que salir de él. Hagas lo que hagas recuerda solamente una cosa: permanece en el presente mientras lo estés haciendo. Es difícil, arduo, y no vas a lograrlo de inmediato. Has de romper un hábito muy arraigado. Va a ser una dura lucha, pero inténtalo.
El esfuerzo mismo creará una distancia, y por el mismo esfuerzo vas a saborear, a veces, momentos del presente. Y una vez conozcas el sabor, estás en el camino. Pero no conoces el sabor del presente. No lo has probado nunca, nunca has vivido en él, ¡nunca!, te lo digo. Y está siempre aquí.
Es la vida misma; es todo lo que hay en la vida.
Jesús dijo que estamos simplemente muertos, ¡sin vida! Un día pasaba junto a un pescador justo a la salida del sol. El pescador había lanzado sus redes al lago y Jesús puso la mano en su hombro y le dijo, «¿Vas a desperdiciar toda tu vida pescando? Puedo enseñarte algo mejor para pescar. Te haré un pescador de la vida». El pescador miró a Jesús como si un imán le estuviera atrayendo, luego tiró su red y siguió a Jesús.
Cuando acababan de salir del pueblo uno se les acercó corriendo y le dijo al pescador, «Tu padre ha muerto. Acaba de morir, así que vuelve a casa. ¿A dónde vas?» El pescador pidió permiso; le dijo a Jesús, «Déjame que vaya a casa. Volveré pronto. Tengo que enterrar a mi difunto padre». Jesús le dijo, «Deja que los muertos entierren a los muertos. No tienes porqué ir; sígueme. Hay muchos cadáveres en el pueblo. Ellos enterrarán al difunto».
Para Jesús, estamos muertos porque nunca hemos saboreado la vida, nunca hemos saboreado el presente, lo existencial. Vivimos en el muerto pasado y seguimos proyectando este pasado ya muerto en el futuro.
Esto es a lo que Shankara denomina maya, ilusión. Shankara ha sido muy mal entendido. Cuando Shankara dice que el mundo entero es una ilusión, quiere decir que el «mundo del hombre» es una ilusión, no el mundo en sí.
No sabemos nada del mundo. Hemos creado nuestro propio mundo mental. Todo el mundo tiene su propio mundo, este mundo de pasado y de futuro, este mundo de recuerdos y de deseos. Este mundo es falso, ilusorio. Por eso cuando Shankara dice que este mundo es falso, se refiere a «tu mundo», no al mundo. Y cuando «tu mundo» deje de existir, conocerás al verdadero mundo. Y Shankara dice que éste es el Brahmán, que ésa es la Verdad, la Verdad absoluta.
Es como si estuviéramos viviendo en un mundo de sueños, cada uno estando rodeado de sus propios sueños, de una nube de sueños. Todo el mundo va envuelto en sus propios sueños. Y debido a esos sueños no podemos ver lo que es verdadero, lo que es real. Lo real está escondido tras nuestros sueños.
Esta mente soñadora es la mente inquieta; la mente no soñadora es la mente quieta. Pero los deseos crean sueños. Sueñas por la noche porque deseas durante el día. Si no desearas durante el día no soñarías por las noches.
Un Buda no sueña, porque los sueños son deseos y los deseos son sueños.
Cuando surgen durante el día los llamas deseos; cuando aparecen por la noche, los llamas sueños. Pero todo deseo es sueño. ¿Por qué? Porque todo deseo radica en el futuro, el cual no existe. Todo deseo es un deseo futuro que no existe. ¡El futuro no existe!
Y seguimos soñando. Debemos acabar con este soñar. Este soñar es un movimiento, un movimiento continuo. Estás repleto de sueños, sueños destruidos, acabados, que son de nuevo recreados. Cada día hemos de tirar los viejos y crear unos nuevos.
En cualquier momento, en cualquier actividad, trata de estar aquí y ahora.
El esfuerzo mismo es una barrera, pero se ha de empezar con algo. Al principio tendrás que hacer un esfuerzo. Aún el esfuerzo es una barrera porque el esfuerzo te lanza al futuro. Pero al principio uno ha de esforzarse, luego en un segundo nivel uno ha de hacer un «esfuerzo sin esfuerzo», y luego, en el tercer nivel, el esfuerzo desaparece y estás en el presente.
Caminas por la calle: trata simplemente de caminar, no hagas nada más. Parece simple, pero no lo es. Parece que todos lo hacemos, ¡no es así! Cuando caminas, tu mente está haciendo mil cosas más. Acompaña cada paso. Simplemente camina.
A lo largo del tiempo, el término "mago" se ha utilizado para designar al individuo que ejerce la magia, haciendo cosas extraordinarias a través de la manipulación de las fuerzas ocultas de la naturaleza. Sin embargo, los primero magos pertenecieron a la clase sacerdotal de la religión de Zoroastro (legislador persa que basó sus creencias en la contraposición entre las fuerzas del bien y el mal), y éstos, muy poco tuvieron que ver con la fuerza de la magia tal y como hoy la conocemos. Sin lugar a dudas, el mago más legendario de la tradición inglesa, y uno de los personajes más importantes de la literatura caballeresca, es el mago Merlín. Vivió en Bretaña a principios del siglo VI, y se convirtió en uno de los magos más poderosos, practicando la magia (que aprendió en su juventud de su maestro, el mago Blaise de Bretaña) siempre en beneficio del gobierno del país, y llegando a convertirse en el leal consejero del también mítico rey Arturo.
La leyenda nos cuenta el oscuro origen de Merlín, hijo de un íncubo (un diablo que tomaba la forma de un hombre y yacía con una mujer para poder tener descendencia), y de una hermosa princesa. Aunque otra historia distinta cuenta que su madre no era una princesa, sino una monja seducida por ese incubo, y por eso la magia que Merlín poseía desde su nacimiento, sólo podía ser empleada para hacer el bien. A su padre, como es lógico, nunca llegó a conocerle, de ahí que en su niñez y en su juventud se le diese el nombre de "el que no tiene padre". Además de hechicero fue también poeta, y realizó grandes hazañas. Pero no era fácil dar con él, pues aparecía y desaparecía en el momento más inesperado, y se transformaba en pájaro, en lagartija, en niño... tomando los aspectos y formas más diversos gracias a su magia. Tenía poder sobre los metales, sobre el agua, las piedras, y se dice que sobre las fuerzas de la naturaleza. También tuvo el don de las profecías, aunque el mítico rey Arturo nunca hizo demasiado caso de ellas.
Cuando el joven Arturo se desposó con Ginebra, el mago Merlín también se casó, aunque también en éste punto encontramos discrepancias. Unas historias nos dicen que se desposó con la hermosa joven Viviana, a la que convirtió en hechicera. Otras nos cuentan cómo fue seducido por la Dama del Lago, que le convenció para que le enseñara todos sus encantamientos y gran parte de sus hechizos. El caso es que de uno u otro modo, el pobre Merlín no pudo usar su mágico don para ver su propio futuro. Aunque sí vio con claridad el de su amigo Arturo, pues poco antes del fallecimiento del monarca, el mago tuvo la gran tristeza de poder augurar la muerte de su gran amigo : "Y en la llanura de Camaló tendrá lugar la gran batalla, la que dejará al reino huérfano, privado de su legítimo rey". Y en efecto, así ocurrió. Poco tiempo después de la muerte del rey, la esposa de Merlín (que ya se había convertido ya en una gran hechicera), utilizó un conjuro para aprisionar al mago en el tronco de un roble. Y se dice que ahí está desde entonces. Con el paso de los años, y en distintas ocasiones, son muchos los viajeros que al atravesar un viejo bosque, creyeron ver la triste cara de un anciano apresado entre la corteza de un enorme árbol. De cuándo logrará romper el hechizo, nada se cuenta.
Y dentro de la magia y de la hechicería, no podemos dejar de hablar de Morgana. Pues si en la leyenda artúrica tanto el propio rey Arturo como el mago Merlín conforman el lado bueno y noble de la historia, la cara oscura la interpreta, sin duda, Morgana (también llamada Morgan le Fay). Se trata de la mismísima hermana del rey, un personaje perverso y maléfico que emplea todos los medios que están a su alcance, incluida la hechicería, para conseguir la muerte de Arturo y el descrédito de sus caballeros de la tabla redonda. Desempeña el papel del "hada mala" de Arturo, mientras que la Dama del Lago es su "hada buena". El final de la leyenda cuenta cómo Arturo, herido de muerte, ve acercarse a la orilla del mar una hermosa nave plateada de la que desciende la propia Morgana, una de las cuatro reinas hadas que lo conducirán a la mítica isla de Avalon.
Aunque para algunos autores Morgana era realmente un hada, (en versión maléfica), para otros no fue más que una hechicera de terrible poder, que incluso llegó a desarrollar la oscura ciencia de la necromancia, pero que no tuvo relación alguna con el mundo feérico. Otro brujo de gran fama, ésta vez de origen escocés, fue Michael Scot. Mientras asaba un pez que tenía el don de transmitir conocimientos sobre la magia, Michael Scot se quemó los dedos de una mano; y al llevárselos a la boca, adquirió unos poderes y una sabiduría que le resultarían muy útiles a lo largo de su vida. Son muchos los relatos recopilados con sus hazañas y aventuras.
En Irlanda encontramos la historia de Finn, noble guerrero y rey, que tuvo una aproximación a la magia semejante a la de Michael Scot, probando accidentalmente un pescado que atribuía el conocimiento, y consiguiendo así el poder de la profecía. De Gales provienen las historias de Gwydion, hijo de una diosa primitiva de aquellas tierras, que utilizó su magia en las frecuentes luchas que tenían por aquellos tiempos contra los hombres de la Gales del sur.
Hay que tener en cuenta al hablar de los magos, que éstos nunca han tenido un origen sobrenatural, sino todo lo contrario. Los magos eran hombres más o menos corrientes, convertidos en grandes sabios, pues dedicaban su vida al estudio y a la investigación de todo lo que ocurría a su alrededor. Eso hizo que adquiriesen amplios conocimientos sobre astronomía, naturaleza, física, geografía, matemáticas... Estudiaban con atención las leyes de la naturaleza y desarrollaban la magia, formulaban hechizos y se relacionaban con espíritus del más allá. Pero el trabajo era realmente duro, pues exigía una vida sacrificada y dedicada al estudio. Tenían que conocer varios idiomas, pues los mejores y más antiguos libros de magia estaban escritos en otras lenguas (arameo, griego, hebreo, etc.) Como era difícil encontrar esos tratados, lo más frecuente era que los aprendices los copiasen para poder conseguir sus propias bibliotecas. Por eso, los más grandes y expertos magos, eran siempre personas ancianas. Porque la sabiduría y los años de estudio y experiencia, hacían que sus conocimientos fuesen aumentando con el paso del tiempo. Aún así, muchos magos vivieron atormentados durante los años en los que practicaron la magia, y otros muchos tuvieron que abandonarla, pues hay que tener una gran fortaleza de espíritu para poder vivir rodeado de lo "sobrenatural".
La mayor parte de los magos, se limitaron a practicar únicamente la Magia Blanca, realizando encantamientos de efectos extraordinarios, pero siempre positivos y beneficiosos para los demás. Había magos que convocaban a los espíritus de gentes ya fallecidas, y otros que creían en el poder de los ángeles y de las fuerzas divinas, aplicando múltiples oraciones en sus rituales. Pero el peor de los peldaños lo ocupaban aquellos que practicaban la Magia Negra, convocando al demonio o a pequeños diablos. Los efectos de este arte supersticioso eran siempre negativos y causaban grandes males, ya fuese a la pobre víctima del mago, o incluso a él mismo. Intentar encerrar al demonio en un tarro de cristal o en una piedra mágica para utilizar su poder maligno era una tarea tan extremadamente peligrosa, que en muchas ocasiones era el propio mago el que quedaba para siempre sometido al mal, o siendo incluso trasladado en vida al mismísimo infierno. Cuando un mago llegaba a firmar un pacto con el diablo, se convertía en un brujo, y su vida y sus actos estarían ya para siempre encaminados al mal.
Qué extraño es estar aquí. El misterio nunca te deja en paz. Detrás de tu cara, debajo de tus palabras, por encima de tus pensamientos, debajo de tu mente, acecha el silencio de otro mundo. Un mundo vive en tu interior. Nadie más puede darte noticia de este mundo interior. Cada cual es un artis¬ta. Al abrir la boca sacamos sonidos de la montaña que hay debajo del alma. Esos sonidos son palabras. El mundo está lleno de palabras. Son muchos los que hablan al mismo tiempo, en voz alta o baja, en salones, en las calles, en la te¬levisión, en la radio, en el papel, en los libros. El ruido de las palabras conserva para nosotros lo que llamamos «mun¬do». Intercambiamos nuestros sonidos y formamos pau¬tas, vaticinios, bendiciones y blasfemias. Nuestra tribu lin¬güística cohesiona el mundo diariamente. Pero el hecho de pronunciar palabras revela que cada cual crea incesante¬mente. Cada persona extrae sonidos del silencio y seduce lo invisible para que se haga visible.
Los humanos somos aquí unos recién llegados. Las ga¬laxias del cíelo se alejan bailando hacia el infinito. Bajo nuestros pies hay tierra antigua. Fuimos bellamente for¬mados con esta arcilla. Sin embargo, el guijarro más pe¬queño es millones de años más viejo que nosotros. En tus pensamientos busca un eco el universo silencioso.
Un mundo ignoto anhela reflejarse. Las palabras son espejos indirectos que contienen tus pensamientos. Con¬templas estas palabras-espejo y vislumbras significados, raíces y refugio. Detrás de su superficie brillante hay oscu¬ridad y silencio. Las palabras son como el dios Jano, miran a la vez hacia dentro y hacia fuera.
Si nos volvemos adictos a lo exterior, nuestra inte¬rioridad vendrá a acosarnos. Nos dominará la sed y nin¬guna imagen, persona o acto podrá saciarla. Para estar completos, debemos ser fíeles a nuestra compleja vulnera¬bilidad. Para conservar el equilibrio, debemos mantener unido lo interior y lo exterior, lo visible y lo invisible, lo co¬nocido y lo desconocido, lo temporal y lo eterno, lo anti¬guo y lo nuevo. Nadie puede afrontar esta misión por noso¬tros. Cada cual es umbral, único e irrepetible, de un mundo interior. Esta integridad es santidad. Ser santo es ser natu¬ral, acoger los mundos que encuentran equilibrio en ti. De¬trás de la fachada de la imagen y la distracción, cada uno es un artista en este sentido primigenio e inexorable. Cada uno está condenado y tiene el privilegio de ser un artista interior que lleva consigo y da forma a un mundo único.
La presencia humana es un sacramento creativo y tur¬bulento, un signo visible de la gracia invisible. No existe otro acceso a misterio tan íntimo y aterrador. La amistad es la gracia dulce que nos libera para afrontar esta aventura, reconocerla y habitarla. La amistad es una fuerza creadora y subversiva. Asegura que la intimidad es la ley secreta de la vida y el universo. El viaje humano es un acto continuo de transfiguración. Afrontados con amistad, lo desconocido, lo anónimo, lo negativo y lo amenazante nos revelan poco a poco su secreta afinidad. El ser humano, en tanto que ar¬tista, está siempre activo en esta revelación. La imagina¬ción es la gran amiga de lo desconocido. Invoca y libera constantemente el poder de la posibilidad. Por consi¬guiente, no se ha de reducir la amistad a una relación excluyente o sentimental; es una fuerza mucho más ex¬tensa e intensa.
El pensamiento celta no era discursivo ni sistemáti¬co. Pero en sus especulaciones líricas los celtas dieron ex¬presión a la sublime unidad de la vida y la experiencia. El pensamiento celta no estaba lastrado por el dualismo. No dividía lo que propiamente ha de estar unido. La imagina¬ción celta expresa la amistad interior que abarca como un todo la naturaleza, la divinidad, el mundo subterráneo y el mundo humano. El dualismo que separa lo visible de lo in¬visible, el tiempo de la eternidad, lo humano de lo divino, les era ajeno. Su sentido de la amistad ontológica generaba un mundo empírico impregnado de una rica textura de alteridad, ambivalencia, simbolismo e imaginación. Para nuestra separación dolorosa, la posibilidad de esta amistad fecunda y unifícadora es el don de los celtas.
La idea central es aquí el reconocimiento y el despertar de la antigua comunión que hace de los dos amigos uno. Puesto que el nacimiento del corazón humano es un proceso en curso, el amor es nacimiento continuo de creati¬vidad en y entre nosotros. Exploraremos el anhelo en tanto que presencia de lo divino y el alma como casa del arraigo.
El cuerpo es tu casa de arcilla, la úni¬ca que tienes en el universo. El cuerpo está en el alma; este reconocimiento confiere al cuerpo una dignidad sagrada y mística. Los sentidos son antesalas de lo divino. La espiri¬tualidad de los sentidos es la espiritualidad de la transfigu¬ración.
Cuando uno deja de temer a su soledad, una nueva creatividad despierta en su seno. La riqueza interior olvi¬dada o descuidada empieza a revelarse. Uno vuelve a su casa interior y aprende a descansar en ella. Los pensamien¬tos son los sentidos interiores. Infundidos de silencio y sole¬dad, revelan el misterio del paisaje interior...
La cultura Celta: Vínculos entre la historia y la magia
Los celtas se agrupaban en tribus, formadas por clanes, que tenían en común un antepasado: un héroe mítico.
Existen muchas leyendas de los pueblos celtas, en las que el principal elemento no es otro que el agua. A partir del Neolítico, y hasta el término de la Edad del Bronce, Europa occidental se fue llenando de pobladores que provenían del centro de Europa y de las estepas del este. Se trataba de mineros y de agricultores que se asentaban en los lugares desiertos o en regiones poco pobladas. Con el cambio climático que sobrevino, se produjo un brusco descenso de las temperaturas, así como un aumento del frío y de la humedad. Las aldeas se inundaron, aparecieron marismas, y los habitantes tuvieron que irse, dando lugar a una nueva emigración. Estas inundaciones supusieron una catástrofe para los individuos, poblados enteros fueron anegados por el agua y causaron numerosas muertes, más incluso que las producidas por las guerras entre tribus. Ante estas fuerzas de la naturaleza, los celtas consideraron que resultaba inútil tratar de evitarlas, y esperaron a que el mar se los llevara, seguros de que eso suponía un tránsito para reanudar la vida en Otro Mundo, dado que ellos creían en que la vida continúa tras la muerte, y el agua no es otra cosa que la frontera entre dos mundos y una vía de acceso al más allá.
Una de las principales características de los celtas es que no distinguían entre el mundo de lo mágico y los acontecimientos históricos, para ellos lo real y lo mágico estaban vinculados. Esas mismas inundaciones que les hicieron emigrar fueron incorporadas a sus leyendas, y así es como surgió el mito de la ciudad sumergida, que es el símbolo del Otro Mundo.
La organización social de los celtas tiene como base la tribu, nunca llegaron a organizarse y a formar un reino o una especie de Estado que los unificara. Todos ellos descienden de un antepasado común, de un héroe mítico, de ahí que los lazos de unión entre ellos sean fuertes, puesto que forman parte de la naturaleza, se encuentran por encima de la solidaridad del clan. Para un celta una de las cosas más terribles es el ser expulsado de su tribu, dado que el individuo pierde así su honor.
Las tribus se consolidan en un territorio en el que ha de haber las tierras necesarias para que el cultivo asegure las necesidades para el mantenimiento del grupo, y que sea un territorio fácil de defender. La tribu estaba formada por clanes (familias descendientes de un antepasado común), y el sistema de parentesco celta tenía como referencia fundamental a la mujer. El matrimonio se llevaba a cabo por medio de un contrato, a través del cual la mujer era la que aportaba una dote en plata, mientras que el marido tenía que duplicar la aportación que ella hubiera hecho. De todos modos, los compromisos, a excepción de la lealtad a la tribu, siempre se supeditaban a la libertad del individuo y a su propia voluntad de mantenerlos.
Los jefes de los clanes y los jefes guerreros eran los que conformaban la nobleza militar, y la cantidad de guerreros que tuviera un jefe era la que le proporcionaba el prestigio y el poder en su tribu. Luego se elegía de entre ellos al que, por su sabiduría y valor, fuera más adecuado para poder conducir a la tribu hacia el bienestar y hacia la riqueza. Así recibía el título de rey, pero sólo se mantenía en el poder mientras las cosas marcharan bien para la tribu, de lo contrario era eliminado por el asesinato o el sacrificio ritual. Este jefe de la tribu era elegido por el Consejo, que era una especie de asamblea de los hombres libres y mujeres libres de la tribu, aunque finalmente la jefatura se convirtió en algo hereditario. En el caso de que se produjera alguna situación excepcional el Consejo podía estar formado por una asamblea de diversas tribus. En ese caso había un jefe común al que se daba el nombre de “rey supremo”. Cabe apuntar que, en algunas tribus, había verdaderos reyes, con poderes judiciales, militares y religiosos, que eran elegidos por los dioses.
La expansión del pueblo celta se produjo a raíz del desarrollo del comercio que llevaron a cabo los príncipes de Hallstatt. Los vínculos comerciales fueron el detonante para la apertura del mundo celta a las influencias que provenían del Mediterráneo. Nunca llegaron a crear un reino o un imperio, sino que se mantuvieron organizados en tribus independientes, cada una de ellas con su propio nombre, con sus jefes, con su nobleza, y con sus druidas, aunque en ocasiones hacían alianzas y confederaciones, todo ello para asegurar la estabilidad del grupo. Formaron verdaderas colonias, y su gran expansión se convirtió en leyenda dentro de la historia de los celtas, los autores escribieron sobre ella a modo de epopeya en la que hay numerosos elementos mágicos.
Los celtas, aunque guerreros, también obtenían buenas cosechas, criaban al ganado, y conocían las técnicas de la artesanía. Era de estas actividades de donde provenía su riqueza, además de mejorar todas sus actividades económicas debido a su conocimiento de la fundición y del forjado, y fabricar armas, carros de combate y de transporte, construir casas y barcos, y mejorar las técnicas de cultivo. Los utensilios agrícolas de hierro permitieron cultivar las tierras y cavar a mayor profundidad, lo que permitió incrementar la producción de alimentos y a su vez aumentar la población. Así, la cultura celta sustituyó a la cultura de Campos de Urnas, aunque los celtas de Hallstatt gozaban de algo más que la posesión y dominio del hierro, sus tierras y aldeas se encontraban sobre un enorme depósito de sal, lo que hacía posible conservar los alimentos, almacenarlos, disponer de ellos cuando fuera necesario…, en definitiva, la sal fue considerada un verdadero tesoro. Todo el comercio y la minería que se desarrolló alrededor de la sal en Hallstatt dio lugar a un cambio social, la población aumentó y empezó la diversidad del trabajo dentro de la tribu: unos cultivaban las tierras, otros se dedicaban a la artesanía, había un pequeño grupo que se controlaba el comercio…, en muy poco tiempo la minería del hierro y de la sal, así como el comercio, pasaron a ser la riqueza de la región. Los grandes ríos se convirtieron en las vías de comunicación con el área del mediterráneo, aunque las relaciones eran meramente de intercambio comercial.
El comercio también se extendió a la madera, los cereales, el vidrio, y más adelante a la venta de esclavos, y al control de las rutas del estaño que provenía de Britania y al ámbar (importante objeto de intercambio desde la Edad del Bronce) procedente del mar Báltico. Pero todo este poder y prestigio había de ser manifestado externamente, de manera que comenzaron a construirse residencias y fortalezas desde las que se divisaba el territorio circundante para así controlar las vías de comunicación y el comercio. Alrededor de estas construcciones se agrupaban el resto de casas dando lugar al poblado. Estos núcleos de población eran centros de producción y desarrollaban actividades vinculadas con la minería, la agricultura, la artesanía y el comercio en general. Eran como ciudades en las que vivía el príncipe y el grupo de guerreros, los artesanos ricos y los artistas, y un número elevado de hombres libres. Cerca de estos núcleos se encontraban los túmulos funerarios de los príncipes junto con bellos sus bellos ajuares.
Los cambios sufridos por el mundo celta también se vieron reflejados en las construcciones funerarias, en un primer momento, cuando aún carecían del comercio, no se habían enriquecido con la sal, las tumbas eran una fosa con un interior forrado de lajas de piedra, eran pobres enterramientos, algunas tumbas eran planas, otras recubiertas por un túmulo, y se practicaba la incineración. Eran tumbas que manifestaban una cierta igualdad social. Pero, pasado el tiempo, con las transformaciones sociales y el enriquecimiento empezaron a realizarse complicados ritos funerarios en las tumbas de los príncipes, y se construyeron cámaras en madera de roble recubiertas por un túmulo...
domingo, 11 de abril de 2010
Paracelso fue un Médico muy apreciado, curó toda clase de heridas; la lepra, la gota, la hidropesía y otras varias enfermedades del cuerpo, con ciencia maravillosa. Fue el iniciador de la química farmacológica y se adelantó en la marcha de la medicina hacia las ciencias naturales. Se anticipó a todos en la experimentación de vacunas, la descripción de la pneumoconiosis, el descubrimiento de la relación entre cretinismo y bocio y el empleo del hierro y otras substancias inorgánicas en la terapéutica; además, introdujo la noción de enfermedades metabólicas con la idea de enfermedades tartáricas, en que el tártaro, el veneno, aparecía depositado en los órganos, y la idea de substancias químicas como fármacos específicos. Creador de la palabra espagiria: "separar para volver a reunir de una forma nueva" y desarrolló a través de ella: sales, elixires, tinturas, piedras vegetales y otros preparados que apuntan a la sanación en forma holística. Sus remedios nunca operaron solamente sobre los síntomas corpóreos de la enfermedad, sino también sobre las causas espirituales de las enfermedades. Según Paracelso, la naturaleza muestra el proceso de la curación. El médico es sólo un instrumento, su tarea consiste en descubrir las relaciones ocultas, coordinar una parte con otra. "Tan pronto como el hombre llega al conocimiento de sí mismo, no necesita ya ninguna ayuda ajena." 1.- Lo primero es mejorar la salud.-
Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmica, llenando bien los pulmones, al aire libre o asomado a una ventana. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamente, es un hábito que debes a tu propia dignidad.
2.- Desterrar absolutamente de tu ánimo, por mas motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza.
Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento o por tópicos sensualistas que forman la base de sus discursos u ocupaciones.
La observancia de esta regla es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues este depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.
3.- Haz todo el bien posible a todo el mundo.
Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona. Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo.
4.- Hay que olvidar toda ofensa, mas aun: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo.
Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablara así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en si, pero impotente por lo imperfecto del vehículo que le ofreces hoy para manifestarse, la carne flaca.
5.- Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte lo menos por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada.
Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el Espíritu y te pondrá en contacto con las buenas influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos a veces luminosas ideas, susceptibles de cambiar toda una existencia. Con el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente por una voz interior que te guiara en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese es el daimon de que habla Sócrates.
6.- Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales.
Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aun de tus más íntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras. por un largo tiempo al menos debes ser como casa tapiada o jardín sellado. Es regla de suma importancia.
7.- Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el DIA mañana.
Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien. Jamás te creas solo ni débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños. Si elevas tu espíritu no habrá mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a ti mismo. El miedo y desconfianza en el futuro son madres
funestas de todos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el desastre. Si estudias atentamente a las personas de buena suerte, veras que intuitivamente, observan gran parte de las reglas que anteceden. Muchas de las que allegan gran riqueza, muy cierto es que no son del todo buenas personas, en el sentido recto, pero poseen muchas virtudes que arriba se mencionan. Por otra parte, la riqueza no es sinónimo de dicha; Puede ser uno de los factores que a ella conduce, por el poder que nos da para ejercer grandes y nobles obras; pero la dicha más duradera solo se consigue por otros caminos; allí donde nunca impera el antiguo Satán de la leyenda, cuyo verdadero nombre es el egoísmo.
Jamás te quejes de nada, domina tus sentidos; huye tanto de la humildad como de la vanidad. La humildad te sustraerá fuerzas y la vanidad es tan nociva, que es como si dijéramos: pecado mortal contra el Espíritu Santo.
LA FISICA MODERNA... ¿Un camino con corazón?
La influencia que la física moderna ha tenido en
casi todos los aspectos de la sociedad humana es notable. Se ha convertido en
la base de las ciencias naturales, y la combinación de las ciencias naturales y
las ciencias técnicas ha cambiado fundamentalmente las condiciones de la vida
sobre la tierra, tanto para bien copio para mal. En nuestros días, apenas hay
una industria que no utilice de algún modo los resultados de la física atómica,
y la influencia que éstos han tenido en la estructura política del mundo por
sus aplicaciones en el armamento atómico es de sobra conocida. Sin embargo, la
influencia de la física moderna va mucho más allá de la tecnología. Se
extiende al campo del pensamiento y de la cultura, donde ha generado una
profunda revisión de nuestros conceptos sobre el universo y de nuestra relación
con él. La exploración de los mundos atómico y subatómico llevada a cabo
durante el siglo XX ha puesto de manifiesto la antes insospechada estrechez y
limitación de las ideas clásicas y ha motivado una revisión radical de muchos
de nuestros conceptos básicos. Así, el concepto de materia en la física
subatómica, por ejemplo, es totalmente diferente de la idea tradicional
asignada a la sustancia material en la física clásica. Lo trismo ocurre con los
conceptos de tiempo, espacio, causa y efecto. Y dado que nuestra perspectiva
del mundo está basada sobre tales conceptos fundamentales, al modificarse
éstos, nuestra visión del mundo ha comenzado a cambiar.
Estos cambios, originados por la física moderna, han
sido ampliamente discutidos durante las últimas décadas tanto por físicos como
por filósofos, pero en raras ocasiones se ha observado que todos ellos parecen
llevar hacia una misma dirección: hacia una visión del mundo que resulta muy
parecida a la que presenta el misticismo oriental. Los conceptos de la física
moderna muestran con frecuencia sorprendentes paralelismos con las filosofías
religiosas del lejano Oriente. Aunque estos paralelismos no han sido todavía
explorados en profundidad, sí fueron advertidos por algunos de los grandes
físicos de nuestro siglo, cuando con motivo de sus conferencias en la India, China y Japón,
entraron en contacto con la cultura del lejano Oriente. Las tres citas
siguientes son un ejemplo de ello:
Las ideas generales sobre el
entendimiento humano... ilustradas por los descubrimientos ocurridos en la física
atómica, no constituyen cosas del todo desconocidas, de las que jamás se oyera
hablar, ni tampoco nuevas. Incluso en nuestra propia cultura tienen su historia
y en el pensamiento budista e hindú ocupan un lugar muy importante y central.
Lo que hallaremos es un ejemplo, un desarrollo y fin refinamiento de la
sabiduría antigua.1
Julius Robert Oppenheimer
De un modo paralelo a las
enseñanzas de la teoría atómica... al tratar de armonizar nuestra posición
corro espectadores y actores del gran drama de la existencia (tenemos que
considerar) ese tipo de problemas epistemológicos, con los que pensadores como
Buda y Lao Tse tuvieron ya que enfrentarse.2
Niels Bohr
La gran contribución a la física
teórica llegada de Japón desde la Última guerra puede indicar cierta relación
entre las ideas .filosóficas tradicionales del lejano Oriente y la
sustancia filosófica de la teoría cuántica3
Werner Heisenberg
La finalidad del presente libro es explorar esta
relación existente entre los conceptos de la física moderna y las ideas básicas
de las tradiciones religiosas y filosóficas del lejano Oriente. Veremos cómo
los dos pilares de la física del siglo XX -la teoría cuántica y la teoría de la
relatividad- nos obligan a ver el mundo del mismo modo que lo ve un hindú, un
budista o un taoísta, y veremos también cómo esa similitud cobra fuerza cuando
contemplamos los recientes intentos por combinar ambas teorías, a fin de lograr
una explicación para los fenómenos del mundo submicroscópico: las propiedades y
las interacciones de las partículas subatómicas de las que toda materia está
formada. En este campo, los paralelismos y el misticismo oriental son más que
sorprendentes y con frecuencia tropezaremos con afirmaciones que será casi
imposible decir si fueron efectuadas por físicos o por místicos orientales.
Cuando digo "misticismo oriental" me
refiero a las filosofías religiosas del hinduismo, del budismo y del taoísmo.
Aunque éstas comprenden un vasto número de sistemas filosóficos y de
disciplinas espirituales sutilmente entretejidas, los rasgos básicos de su
visión del inundo son idénticos. Tal visión no está limitada a Oriente, sino
que en algún grado podemos hallarla en todas las filosofías con una orientación
mística. El argumento de este libro podría, entonces, ser expresado de una
forma más general, diciendo que la física moderna nos lleva a una visión del mundo
que es muy similar a la de los místicos de todas las épocas y tradiciones. Las
tradiciones místicas están presentes en todas las religiones, y pueden
encontrarse también elementos místicos en muchas escuelas filosóficas
occidentales. Los paralelismos con la física moderna no sólo aparecen en los Vedas,
en el I Ching o en los sutras del budismo, sino también en
fragmentos de Heráclito. en el sufísmo de lbn Arabi y en las enseñanzas del
brujo yaqui Don Juan. La diferencia entre Oriente y Occidente se encuentra en
que en éste último las escuelas místicas siempre han jugado un papel marginal,
mientras que en Oriente constituyen la corriente principal del pensamiento
filosófico y religioso. Por lo tanto, para mayor sencillez, hablaré de la
"visión oriental del mundo' y sólo ocasionalmente mencionaré otras
fuentes del pensamiento místico.
Al conducirnos hoy a una visión del mundo esencialmente
mística, la física está de algún modo volviendo a sus comienzos de hace 2.500
años. Es interesante seguir la evolución de la ciencia occidental a través de
su camino espiral, partiendo de las filosofías místicas de los antiguos
griegos, elevándose y desplegándose con una evolución intelectual
impresionante, separándose cada vez más de sus orígenes místicos hasta llegar a
desarrollar una visión del mundo en total contraste con la del lejano Oriente.
Ahora, en sus etapas más recientes, la ciencia occidental está finalmente
superando esta visión y está volviendo a la de los antiguos griegos y a la de
las filosofías orientales. Esta vez sin embargo, no se basa solamente en la
intuición, sino en un riguroso y consistente formulismo matemático.
Las raíces de la física, corno las de toda la
ciencia occidental, se hallan en el primer período de la filosofía griega, en
el siglo VI antes de Cristo, en una cultura en la que no existía separación
alguna entre ciencia, filosofía y religión. Los sabios de la escuela de Mileto
no se preocupaban de tales distinciones. Su finalidad era descubrir la
naturaleza esencial, la constitución real de las cosas, que ellos llamaron
"físis". El término "física" se deriva de esta palabra
griega, y por lo tanto, inicialmente significaba el empeño por conocer la
naturaleza esencial de todas las cosas.
Esta, desde luego, es también la finalidad central
de todos los místicos y la filosofía de la escuela de Mileto tenía ciertamente
un fuerte aroma místico. Los de Mileto fueron llamados "hylozoístas"
-los que creen que la materia está viva- por los griegos más molemos, porque no
veían diferencia alguna entre lo animado y lo inanimado, entre espíritu y
materia. De hecho, ni siquiera tenían una palabra para designar a la materia,
pues consideraban que todas las formas de existencia eran manifestaciones de la
"físis" dotadas de vida y de espiritualidad. Así, Tales declaró que
todas las cosas están llenas de dioses y Anaximandro vio el universo como una
especie de organismo sostenido por el "neuma" o aliento cósmico, del
mismo modo que el cuerpo humano está sustentado por el aire.
La visión monista y orgánica de los filósofos de
Mileto estaba muy cercana a las antiguas filosofías de China e India, y estos
paralelismos con el pensamiento oriental se acentúan todavía más en Heráclito
de Efeso. Heráclito creía en un mundo en perpetuo cambio, en un eterno "devenir".
Para él todo ser estático estaba basado en un error de apreciación y su
principio universal era el fuego, símbolo del flujo continuo y del cambio de
todas las cosas. Heráclito enseñó que todos los cambios que se producen en el
mundo ocurren por la interacción dinámica y cíclica de los opuestos, y
consideraba que todo par de opuestos formaba una unidad. A esa unidad, que
contiene y trasciende a todas las fuerzas opuestas, la llamó el Logos.
Unidad que comenzó a resquebrajarse con la escuela
de Elea, la cual asumió la existencia de un principio divino que prevalecía
sobre todos los dioses y los hombres. Inicialmente se identificó a este
principio con la unidad del universo, pero luego se consideró que era un dios
inteligente y personal que gobierna y dirige al mundo. Así comenzó una
tendencia de pensamiento que llevó finalmente a la separación entre espíritu y
materia, y a un dualismo que se convirtió en la característica de la filosofía
occidental.
Parménides de Elea, cuyo pensamiento era totalmente
opuesto al de Heráclito, dio un paso decisivo en esa dirección. Llamó a su
principio básico el Ser y sostuvo que era único e invariable. Consideró que el
cambio era imposible y anunció que los cambios que creemos percibir en el mundo
son meras ilusiones de los sentidos. A partir de esa filosofía, el concepto de
una substancia indestructible que presenta propiedades variables fue creciendo,
hasta llegar a convertirse en uno de los conceptos fundamentales del
pensamiento occidental. En el siglo V antes de Cristo, los filósofos griegos
intentaron superar el agudo contraste que existía entre las visiones de
Parménides y Heráclito. A fin de reconciliar la idea del Ser inmutable (de
Parménides) con el eterno Devenir (de Heráclito) asumieron que el Ser se
manifiesta en ciertas substancias invariables y que la mezcla o separación de
las mismas origina los cambios que tienen lugar en el mundo. Esto los llevó al
concepto del átomo, la unidad más pequeña de materia indivisible, cuya más
clara expresión se halla en la filosofía de Leucipo y Demócrito. Los atomistas
griegos trazaron una clara línea divisoria entre espíritu y materia,
representando a la materia como constituida por diversos "ladrillos básicos".
Estos eran partículas puramente pasivas e intrínsecamente muertas que se
movían en el vacío. No se explicaba la causa de su movimiento, pero se solía
relacionar con fuerzas externas que se suponían de origen espiritual y que eran
fundamentalmente diferentes de la materia. En siglos posteriores esta imagen
se convirtió en un elemento esencial del pensamiento occidental, del dualismo
entre mente y materia, entre cuerpo y alma.
Una vez que la idea de la separación entre espíritu
y materia hubo arraigado, los filósofos, en lugar de hacia el mundo material,
volcaron su atención hacia el mundo espiritual, hacia el alma humana y hacia
los asuntos de la ética y la moralidad. Estas cuestiones ocuparon el
pensamiento occidental durante más de dos mil años, a partir de la culminación
de la ciencia y la cultura griegas que tuvo lugar en los siglos V y IV antes de
Cristo. El conocimiento científico de la antigüedad fue sistematizado y
organizado por Aristóteles, quien creó el esquema que serviría de base durante
dos mil años a la concepción occidental del universo. Aristóteles creía que las
cuestiones relativas a la perfección del alma humana y a la contemplación de
Dios eran mucho más importantes que las investigaciones sobre el mundo
material. La razón por la que el modelo aristotélico del universo permaneció
incontestado durante tanto tiempo fue precisamente esa falta de interés en el
mundo material, y también la gran influencia de la Iglesia Cristiana
que apoyó las doctrinas de Aristóteles durante toda la Edad Media.
La ciencia occidental no alcanzó mayor desarrollo
hasta la llegada del Renacimiento. Fue entonces cuando el hombre comenzó a
liberarse de la influencia de Aristóteles y de la Iglesia, mostrando un
nuevo interés en la naturaleza. El estudio de la naturaleza con un espíritu
realmente científico se llevó a cabo por primera vez a finales del siglo XV,
efectuándose experimentos a fin de demostrar las ideas especulativas. Dado que
este desarrollo se dio paralelo a un creciente interés por las matemáticas,
finalmente condujo a la formulación de verdaderas teorías científicas basadas
en la experimentación y expresadas en lenguaje matemático. Galileo fue el
primero que combinó el conocimiento experimental con las matemáticas y es, por
ello, considerado como el padre de la ciencia moderna.
El nacimiento de la ciencia moderna fue precedido y
acompañado por una evolución del pensamiento filosófico que llevó a una
formulación extrema del dualismo espíritu-materia. Esta formulación apareció
en el siglo XVII en la filosofía de René Descartes, quien basó su visión de la
naturaleza en una división fundamental, en dos reinos separados e
independientes: el de la mente (res cogitans) y el de la materia (res
extensa). Esta división cartesiana permitió a los científicos tratar a la
materia como algo muerto y totalmente separado de ellos mismos, considerando
al inundo material corno una multitud de objetos diferentes, ensamblados entre
sí para formar una máquina enorme. Esta visión mecanicista del inundo la
mantuvo también Isaac Newton, quien construyó su mecánica sobre esta base y la
convirtió en los cimientos de la física clásica. Desde la segunda mitad del
siglo XVII hasta finales del siglo XIX, el modelo mecanicista newtoniano del
universo dominó todo el pensamiento científico. Fue paralelo a la imagen de un
dios monárquico, que gobernaba el mundo desde arriba, imponiendo en él su
divina ley. Así, las leyes de la naturaleza investigadas por los científicos
fueron consideradas como las leyes de Dios, invariables y eternas, a las que
el inundo se hallaba sometido.
La filosofía de Descartes no sólo tuvo su
importancia en el desarrollo de la física clásica, sino que además ejerció una
influencia tremenda sobre el modo de pensar occidental, hasta nuestros días. La
famosa frase de Descartes "Cogito ergo sum" -pienso, luego
existo-, llevó al hombre occidental a considerarse identificado con su mente,
en lugar de hacerlo con todo su organismo. Como consecuencia de esta división
cartesiana, la mayoría de los individuos son conscientes de sí mismos como
egos aislados, que existen "dentro" de sus cuerpos. La mente fue
separada del cuerpo y se le asignó la fútil tarea de controlarlo, causando así
un aparente conflicto entre la voluntad consciente y los instintos involuntarios.
Cada individuo fue además dividido en un gran número de compartimentos
separados, de acuerdo a sus actividades, sus talentos, sus sentimientos, sus
creencias y así sucesivamente, generándose de este modo conflictos sin fin,
una gran confusión metafísica y una continua frustración.
Esta fragmentación interna es un reflejo del
"mundo exterior", percibido como una multitud de objetos y acontecimientos
separados. El entorno natural es tratado como si consistiera en partes
separadas, que existen para ser explotadas por diferentes grupos de interés.
Esta visión fragmentada es acentuada todavía por la sociedad, dividida en
diferentes naciones, razas y grupos religiosos y políticos. La creencia de que
todos esos fragmentos -en nosotros mismos, en nuestro entorno y en nuestra
sociedad- están realmente separados, puede considerarse como la razón esencial
de la presente serie de crisis sociales, ecológicas y culturales. Nos ha
separado de la naturaleza y de nuestros congéneres humanos. Ha generado una
distribución enormemente injusta de los recursos naturales creando el desorden
político y económico, una creciente ola de violencia, tanto espontánea como
institucionalizada y un feo y contaminado medio ambiente, en el que la vida se
ha hecho a veces malsana, tanto física como mentalmente.
La división cartesiana y el concepto mecanicista del
mundo han sido al mismo tiempo benéficos y perjudiciales. Fueron benéficos para
el desarrollo de la física y de la tecnología clásica, pero han tenido muchas
consecuencias adversas para nuestra civilización. Es fascinante ver cómo la ciencia
del siglo XX, que tuvo su origen en la división cartesiana y en el concepto de
un mundo mecanicista y que realmente sólo llegó a ser posible a causa de dicho
concepto supera ahora esa fragmentación y vuelve a la idea de unidad, tal como
era expresada en las primitivas filosofías griegas y orientales.
Contrastando con el concepto mecanicista occidental,
la visión oriental del mundo es "orgánica". Para el místico oriental
todas las cosas y los sucesos percibidos por los sentidos están conectadas e
interrelacionadas, y no son sino diferentes aspectos o manifestaciones de una
misma realidad última. Nuestra tendencia a dividir el mundo que percibimos en
cosas individuales y separadas y a vernos a nosotros mismos como egos aislados
se considera como una ilusión, creada por nuestra mentalidad medidora y
clasificadora. En la filosofía budista se le llama avidya o ignorancia,
y es considerada como un estado mental confuso que se debe superar:
Cuando la mente está confusa se
produce la multiplicidad de las corsas, sin embargo, cuando la atente está
tranquila, desaparece la multiplicidad de las cosas.4
Aunque las diversas escuelas de misticismo oriental
difieren en muchos detalles, todas ellas resaltan la unidad básica del
universo, y esto constituye el rasgo central de sus enseñanzas. Para sus
seguidores -ya sean hindúes, budistas o taoístas- la meta más elevada es llegar
a ser conscientes de la unidad e interrelación mutua de todas las cosas,
trascendiendo la noción de ser un individuo aislado, e identificándose a sí
mismos con la realidad última. La aparición de esa consciencia -conocida como
"iluminación"- no es sólo un acto intelectual, sino que se trata de
tina experiencia que afecta a la totalidad de la persona y cuya naturaleza es
definitivamente religiosa. Y ése es el motivo por el cual la mayoría de las
filosofías orientales son esencialmente filosofías religiosas.
Desde el punto de vista oriental, la división de la
naturaleza en objetos separados no es algo fundamental y cualquiera de tales
objetos posee un carácter fluido y siempre cambiante. Así. el concepto oriental
del mundo es intrínsecamente dinámico y entre sus rasgos esenciales están el
tiempo y el cambio. El cosmos es considerado como una realidad inseparable-
siempre en movimiento, vivo, orgánico. espiritual y material al mismo tiempo.
Dado que el movimiento y el cambio constituyen las
propiedades esenciales de las cosas, las fuerzas que causan el movimiento no
están fuera de los objetos, como ocurría en la concepción de los clásicos
griegos, sino que son una propiedad intrínseca de la materia. Del mismo modo,
la imagen oriental de la divinidad no es la de un gobernante que dirige al
mundo desde lo alto, sino la de un principio que controla todo desde dentro:
Aquél que habita en todas las
cosas,
y sin embargo es diferente a
ellas,
a quien ninguna cosa conoce,
cuyo cuerpo son todas las cosas,
que controla todo desde dentro.
El es tu alma, el Controlador Interno,
el Inmortal.
5 Brahad-aranyaka (Upanishad). 3.7.15.
Los siguientes capítulos mostrarán que los elementos
básicos de la concepción oriental del mundo son los mismos que se desprenden de
la física moderna. En ellos, trato de sugerir que el pensamiento oriental, y de
un modo más general, todo el pensamiento místico, ofrece una base filosófica
relevante y congruente con las teorías de la ciencia contemporánea, una
concepción del mundo en la que los descubrimientos científicos pueden estar en
perfecta armonía con las metas espirituales y las creencias religiosas. Los dos
temas básicos de esta concepción son la unidad e interrelación de todos los
fenómenos y la naturaleza intrínsecamente dinámica del universo. Cuanto más
penetremos en el mundo submicroscópico, más nos daremos cuenta de que el
físico moderno, al igual que el místico oriental, ha llegado a ver al mundo
como un sistema de componentes inseparables, interrelacionados y en constante
movimiento, en el que el observador constituye una parte integral de dicho
sistema.
La concepción orgánica y “ecológica” del mundo que
tienen las filosofías orientales es sin duda una de las razones que explican la
inmensa popularidad que han alcanzado estas filosofías en occidente,
especialmente entre los jóvenes. En nuestra cultura occidental, cada vez más
personas consideran que la todavía dominante visión mecanicista y fragmentada
del mundo es la causa del descontento tan generalizado que se da en nuestra
sociedad, pasando a adoptar -muchas de esas personas- las formas orientales de
liberación. Es interesante, y quizás no demasiado sorprendente, que aquellos
que se sienten atraídos por el misticismo oriental, que consultan el I Ching
y practican yoga u otras formas de meditación, tengan en general una
marcada actitud anticientífica. Tienden a ver la ciencia, y la física en
particular, cono una disciplina de estrechas miras, sin imaginación y como la
responsable de todos los males de la tecnología moderna.
Este libro pretende mejorar la imagen de la ciencia,
mostrando la existencia de una armonía esencial entre el espíritu de la
sabiduría oriental y la ciencia occidental. Trata de sugerir que la física
moderna va mucho más allá de la tecnología, que el camino -o Tao- de la
física, puede ser un camino con corazón, un camino hacia el conocimiento espiritual
y hacia la autorrealización.
Cuando miramos un árbol, decimos, "sus hojas son verdes": "mi verde". Es nuestra realidad cotidiana. Sin embargo, no somos conscientes de que el color que manifiesta el árbol es el que refleja, es el que "no quiere", el que "rechaza", pues sólo permite que penetre en su estructura el resto de colores del espectro visible, que es la banda de frecuencias que exige de la radiación solar para llevar a cabo la fotosíntesis . El color que muestra es sólo su autoafirmación de especie frente al ambiente que le rodea. Por tanto, ¿cuál es la realidad?, el verde que vemos o la fracción de frecuencias representadas por el resto de radiaciones del espectro que permiten al árbol seguir viviendo?.
Actualmente, los físicos se preguntan si el mundo que llamamos real es algo concreto, tal como se nos presenta, o por el contrario es la percepcion holográfica de una gran cohorte de partículas elementales que se ordenan ante la inferencia humana. Si no se obtiene una percepción directa de la realidad, ¿existe tal realidad?, y especialmente, ¿si cuando dejamos de percibirla (olerla, saborearla, tocarla, mirarla, ponderarla, evaluarla, etc.), queda sólo como una sensación inconcreta que se desdibuja en el tiempo?. Por ello, las preguntas que se deben hacer, por simple asociación, son:
1. No conozco, no tengo conciencia del fenómeno, ¿luego no existe?;
2. ¿Sólo existe cuando lo percibo?;
3. Lo que percibo, ¿es el mundo real?, o ¿sólo es "mi mundo real"?;
4. Mi mundo real, ¿es solamente "mi presente"?;
5. En cada instante de mi presente, ¿se encuentra la profundidad de la eternidad?;
6.¿Puedo inmovilizar e intemporalizar ese "mi instante"?, y si es así,
7. ¿Puedo tomar conciencia de la eternidad?.
Aparentemente, son preguntas cuyas respuestas parecen ser altamente complejas. En los años 30 del siglo pasado, Einstein, Rosen y Podolsky, afrontan este problema escribiendo:" No cabe esperar ninguna definición mínimamente razonable de la realidad que nos rodea". El rol de la conciencia del observador en la creación de la realidad cuántica, se presenta como uno de los grandes retos de la física actual, ya que este observador al encontrarse aparentemente fuera del sistema cuántico que es abierto e impredecible, es incapaz de definir tal realidad y mucho menos, formularla, por lo que su interpretación no sólo no puede ser objetiva, sino que ni siquiera la alcanza el campo de la subjetividad.
Ante estos hechos, Capra, de la Univ. de California, propone una interpretación intuitiva, metafísica y mística de la esencia de la naturaleza. Anteriormente y en la misma línea, Bohr, al exponer el constructor atómico y por ello ser nombrado caballero, elige como escudo de su blasón el esquema del yin y del yang, oriental. Schrödinger, tras sus investigaciones acaba dando amplio crédito a la religión budista. La física de Newton ya nos permitía entrever la existencia de este problema, sin embargo, es la física cuántica la que nos puede dar algunas respuestas.
La ciencia, tal como se la define actualmente, propone un conocimiento crítico e intenta describir la realidad y explicarla mediante leyes que son proposiciones universales que establecen bajo qué condiciones se producirán ciertos hechos, permitiendo así la predicción de los fenómenos, a condición de estar despojados de sentimientos, sensaciones y emociones. La física, por un lado, nos acerca al conocimiento de los elementos materiales que constituyen la Naturaleza próxima, y por otro, intenta investigar el
La física cuántica establece que las partículas elementales, constituyentes del átomo, no son elementos esencialmente reales dada su imprecisión existencial. Se pueden comportar como partículas en un momento dado y como ondas en el siguiente o en el anterior. Existen en un espacio y un tiempo que no reconoce el presente, saltan del pasado al futuro, y a la inversa. El presente material sólo es reconocido como una necesidad y una arbitrariedad de la observación humana. No obstante, contradictoriamente, las partículas elementales y las ondas exigen su derecho de ser el fundamento de la materia.Paradigma complejo y de difícil solución. La curiosidad estriba en que tanto la física relativista como la cuántica resuelven problemas siempre que no sea simultáneamente. Esta disyuntiva generó el Principio de Incertidumbre propuesto por Heisenberg, que expresa el que no hay ningún elemento que exista en un lugar y en un tiempo determinados. Por tanto, la velocidad y situación de una partícula elemental solamente se puede fijar en un instante dado (por el diagrama de Friedmann), pero nunca se sabrá que sucederá en el instante siguiente, y tampoco si actuará como tal partícula o como función de onda.
La física clásica la erigió Newton como respuesta al sentido común. La materia se puede evaluar, se precisa su posición y su comportamiento, se prevén los movimientos y velocidades, sus energías y sus resultados. Las ondas eran elementos de segundo orden en comparación con las partículas que por sí solas eran suficientes para conformar la materia. La física clásica no intuyó con la perspicacia necesaria, las posibilidades de las ondas actuando como partículas, al no conocer estos elementos subatómicos, a la vez extremadamente cercanos y lejanos, pero vinculados estrechamente a la vida de los átomos. No fue más allá del horizonte molecular.
La física cuántica teoriza sobre la constitución íntima de la "materia real" fundamentándola en dos partículas elementales: fermiones y bosones.
Los fermiones son las partículas que construyen la estructura de la materia, y se encuentran representados por los electrones, protones y neutrones. Son partículas que actúan con cierta independencia y autonomía. Los bosones son los vectores que transportan la esencia y la fuerza de la Naturaleza, facilitando la conjunción del Universo. Son partículas independientes que siempre interactúan entre sí, a veces sincrónicamente, pero que en ciertas condiciones pierden su individualidad. Esta paradoja de la interdependencia e individualidad de estas partículas fue enunciada por Einstein, Podolski y Rosen. Los bosones están constituidos por los gluones, gravitones y fotones, siempre con tendencia unívoca a la reunión dispersa.
La interrelación dinámica entre fermiones y bosones, la fundamenta, especialmente, el fotón, que al no tener carga, es su propia antipartícula. Pares de electrones y positrones pueden ser creados espontáneamente por fotones, y este proceso se puede invertir como consecuencia de su propia aniquilación. La antipartícula del electrón es el positrón. La colisión de un fotón (γ) con un electrón (e-) genera un brusco cambio en la dirección de este. El e- absorbe al γ. Luego, lo emite cambiando de nuevo
Diagrama en el que se describe la colisión de un electrón y un fotón. Obsérvese que entre las dos colisiones A y B, el electrón ha cambiado su trayectoria en el espacio y ha invertido el tiempo.
Fermiones y bosones, son partículas elementales que sostienen y actúan en instantes indeterminados comofunciones de onda.
Por causa de los bosones, los fermiones se mueven y se mantienen coherentes entre sí, aunque independientes, en el proceso de creación. Cuando los bosones se solapan por la afinidad generada por una información compartida resonante (concepto introducido por el autor) conllevan una determinada identidad, pero las probabilidades de existencia como tales partículas individuales, disminuyen, concretándose la materialización. A este proceso se le denomina caída de la función de onda. Esta primigenia afinidad puede hacer suponer la presencia de un inicial estado elemental de conciencia. La pérdida de la cualidad individual de los bosones, es la responsable directa de la aparición de un primer estadio de una estructura material consciente de su propia existencia.
La teoría cuántica sólo es posible expresarla en términos matemáticos y describe a la materia como una abstracción. En este sentido, la materia no ocupa ni un espacio puntual ni un tiempo determinado, se encuentra difundida y en un constante movimiento discontinuo, aleatorio e impredecible, en todo el universo. Las partículas elementales no obedecen a leyes predeterminadas, por lo que para quien las observa en este estado inicial, resultan parecer la consecuencia de una situación caótica.
Primero Minkowski y luego su alumno Einstein, proponen los campos o planos de referencia inercial. Supongamos que un turista, que se encuentra en Sacrè Coeur, París, pregunta dónde se encuentra el edificio número 10, en la Place de Tête. Para un parisino domiciliado en esa zona le será muy fácil explicar, ya sea topológica o matemáticamente, lo que debe hacer el turista para llegar a esa exacta dirección. Sin embargo, a nadie se le ocurrirá preguntar por esa misma dirección si se encuentra a 1.000 kilómetros de altura. En todo caso preguntará dónde se encuentra Europa. Es decir, los hechos responden a determinados planos de referencia inercial. De aquí surge la relatividad, que en todo caso responde a la referencia asociada al propio observador. Es el mundo de las certezas, donde el movimiento es natural pues lo controlamos por el espacio recorrido, por el tipo de velocidad, el tiempo y la energía empleada. Sin embargo, para la teoría cuántica, no pueden existir planos de referencia, excepto los que devienen de un preciso instante dado. Es el mundo de lo impredecible, donde todo fluye, donde las partículas aparecen y desaparecen, sus movimientos son discontinuos y giran sin cesar en todas direcciones, a veces como tales partículas y a veces como funciones de onda. El espacio y el tiempo se difunden en el mundo de las partículas que circulan sin orden cronológico, se diluyen en campos de magnitudes de onda en su propio y aleatorio espacio y se complejifican en ocasiones, permitiendo la materialización, y en otros instantes invirtiendo el curso del tiempo. Las realidades cuánticas son estados potenciales.
Naturalmente, para un observador es más simple desenvolverse en el mundo de la física clásica; no podría hacerlo en el mundo cuántico, pues este observador necesita de hechos entendibles no desde la acronología. Sin embargo, los fermiones, y especialmente los electrones, sí. Es el denominado acontecimiento de reversibilidad temporal, en el que los sucesos ocurren de una manera tal, que permiten adoptar cualquier dirección en el espacio y en el tiempo. Es por esto por lo que el observador influye definitivamente en la creación de la materia, es el que le aporta conciencia a la realidad. Ello permite las dualidades onda-partícula, cuerpo-conciencia y mente-realidad, aspectos todos ellos, indisociables de la existencia. Es el observador el que crea la realidad del instante presente. Si este instante no es observado se puede generalizar diciendo que se difundirá, extinguiéndose en el tiempo. Por tanto, sólo es la conciencia del observador del suceso lo que le aporta realidad. Pero, ¿y si no se tiene conciencia de ese mismo suceso, existe en realidad?.
Las partículas elementales parecen estar aparentemente alejadas en el espacio-tiempo, pero en realidad, en un dominio subyacente, el dominio implícito cuántico, permite que se encuentren vinculadas entre sí. Según Bohm, este dominio se comporta como el patrón de interferencias de un holograma. En el dominio implícito de las frecuencias no existe el espacio, ni las distancias, y por ello, tal como dice Pribiam: "la separatividad es una ilusión construida en nuestro cerebro".
Es conocido el problema de "quién mató al gato" propuesto por Schrödinger. Pensó en quién mataría a un gato dentro de una jaula. Colocó comida en un lado y un tóxico mortal en el otro. Por delante puso un líquido radioactivo que desprendería una partícula que podría subir o bajar. Si esta partícula sube, se destapará la comida, pero si baja, destapará el veneno. Se trata de saber que le sucederá al gato. Según la ecuación del autor de este acertijo, nada físico puede decidir la suerte del gato. Al tratarse de una realidad cuántica se encuentra en un estado potencial. Vivo y muerto al mismo tiempo, en dos estados probables, solapados e interpuestos. Sólo la mirada del observador puede determinar el desenlace final.
La realidad cuántica es diferente según se perciba o no, según se observe o no.
Imaginemos la infinidad de trayectorias de partículas elementales y ondas (los trazos del dibujo de Doré) que se han ordenado en el instante dinámico de la interferencia del observador, ofreciendo a la organización cerebral la proyección del espejo de la realidad. Individualmente, cada línea o trayectoria de una partícula no se traduce en una imagen reconocible, sin embargo, el conjunto ordenado de ellas conforman nuestra realidad cotidiana.
Electrones que antes de la percepción del observador eran partículas u ondas
indefinidas e impredecibles, se transforman, como consecuencia de esa misma observación, en partículas y ondas de carácter formal, mediante unos fotones invisibles que responden a la llamada del observador como consecuencia de su experimento. El gato vivirá o morirá, concretando uno de los dos estados latentes superpuestos en el momento de la observación. Dependiendo del instante de la observación, Schrödinger lo acariciará o lo enterrará.
A partir de aquí se plantea un gran problema. ¿Qué poder virtual tiene el observador sobre la creación de la realidad?. El conocimiento de los elementos que nos rodean, parece ser el eslabón entre el mundo cuántico y la realidad común. Es decir, la conciencia del observador es la que hace realidad lo observado. Por eso, Prigogine dice: "La realidad se nos revela sólo a través de una construcción activa en la que participamos" . La ciencia, tal como se definió anteriormente, no responde a estas características quedando corta en suobjetivos ya que su campo de actuación no contempla a la conciencia.
De acuerdo con Louis de Broglie:
"En la dimensión espacio-temporal, todo lo que para cada uno de nosotros constituye el pasado, el presente y el futuro, se da en bloque... Cada observador, a medida que su tiempo va pasando, descubre nuevas porciones de espacio-tiempo que aparecen ante él como aspectos sucesivos del mundo material, aunque en realidad, el conjunto de sucesos que constituyen el espacio-tiempo, existe con prioridad a su conocimiento de ellos"
La reducción de la probabilidad y su conversión en realidad se encuentra asociada a la actividad y actitud de los bosones, por lo que pueden ser considerados como los antecedentes primarios de la conciencia (Martínez de la Fe, 1991).
La conciencia está en estado latente en la materia, por lo que no es algo extraño al mundo cuántico: las partículas elementales asocian los cambios en su medio a la interferencia del observador. Existe un diálogo inexplicable entre el hombre y la partícula. Tal vez sea este "... el secreto del Viejo", tal como dijo Einstein. La conciencia brota a partir de una relación de fotones virtuales coherentemente ordenados en el sistema cuántico del cerebro.
El observador se convierte de esta manera en el espejo de la realidad, que su conciencia debe conocer y asume la dualidad: onda-partícula, cuerpo-conciencia, mente-realidad, aspectos diferentes pero todos ellos integrados en la existencia. Desde la física cuántica se puede afirmar que la realidad no es más que un holograma constituido por partículas elementales ordenadas en nuestro cerebro.
De esta forma, elhombre cuántico se convierte en la gran paradoja de la física de las partículas cuánticas.
BIBLIOGRAFÍA:
Sergio A. R. Gutiérrez Morales y Victor Smith-Agreda: "Biomedicina: Fundamentos, Práctica Clínica e invetigación", Mandala, Madrid, 2001.
Ortoli, Pharabod: "El cántico de la cuántica", Gedisa, Barna, 1987.
Dennis Flanagan: "La ciencia ante el S XXXI", Temas de Hoy, Madrid, 1989.
Danah Zohar: "La conciencia cuántica", Plaza y Janés, Barna, 1991.
Ilya Prigogine: "Entre le temps et l´eternité", Fayard, París, 1988.
Martínez de la Fe: "¿Existe lo que no vemos?", Heptada edic., Madrid, 1991.
López Royo: "Física General", Catedrático de la Facultad de Física,de Las Palmas, Islas Canarias.
Fritjof capra: "El Tao de la Física", Sirio, Málaga, 2002.
Ph. D. Sergio A. R. Gutiérrez Morales
Med. Bioenergética – Epidemiólogo
~ Taixi ~ (I Parte)
Clásico de la Respiración Embrionaria
胎 息 经
胎从伏气中结,气从有胎中息。
气入身来谓之生,神去离形谓之死。
知神气,可以长生。
故守虚无,以养神气。
神行即气行,神住即气住。
若欲长生,神气相注。
心不动念,无来无去,不出不入,自然常在。
勤而行之,是真道路。 El embrión se forma a partir de la energía interior.
La energía es la respiración del embrión.
La energía penetrando en el cuerpo, esto es la vida.
El espíritu abandonando la forma (física), esto es la muerte.
Quien conozca el espíritu y la energía, podrá vivir mucho tiempo, ...
y aquellos que preserven el vacío y el no-ser, podrán nutrir el
espíritu y la energía.
Cuando el espíritu se moviliza, la energía se moviliza;
si el espíritu se detiene, la energía se detiene.
Si se desea una larga vida, habrá que mezclar espíritu y energía.
Cuando la mente no se ve agitada por pensamientos,
no va ni viene; no sale ni entra:
así se habita permanentemente en la naturalidad.
Practica esto diligentemente, pues este es el auténtico camino del Dao. La respiración del vientre (Taixi) Parte 2
La Unidad Triple dice: "La espiración y la inspiración se nutren
mutuamente; calmando
la respiración, inhalar y exhalar se vuelven marido y mujer .
El Tratado sobre la Respiración del Vientre dice: "El espíritu y la energía se unen y conservan la respiración interna".
Yu Yuwu dijo: "El universo respira dentro; por eso perdura. Si las personas son capaces de respirar internamente como el universo,también ellas pueden durar tanto como el universo".
La Colección de grandes obras de alquimia dice: "Espirando, corazón y pulmones; inspirando, hígado, riñones y genitales. Espirando, te pones en contacto con la raíz del cielo; inspirando, te pones en contacto con la raíz de la tierra. Espirando, el dragón brama y se levantan las nubes; inspirando, ruge el tigre y se levanta el viento".
El Clásico de la Flor del Sur dice: "Las personas completas respirandesde los talones".
El Clásico del Patio Amarillo dice: "Detrás hay una puerta secreta;al frente, está la puerta de la vida. Espirando el sol, inspirando la luna, queda la respiración".
Algunos preguntan dónde está el lugar de la respiración de las personas verdaderas. Liao Zhanhui dijo: "Frente al ombligo por delante y a los riñones por detrás, en el centro está el verdadero crisol de oro; éste es el lugar de la respiración verdadera".
Fan Dezhao el Iluminado dijo: "Cuando no sale la energía interior y no entra la energía exterior, eso no significa que contengáis la respiración".
Actualmente, muchos hablan de afinar la respiración, y algunos enseñan a la gente a descuidar la respiración. ¿Es esto correcto? ¡No!
El Secreto del Embrión Sagrado dice: "Cuando la energía se acumula en el mar de energía, y la energía genital no sube; entonces se estabiliza la respiración".
En general, cuando afinas la respiración durante mucho tiempo, cuanto más tiempo lo hagas, más se asienta tu espíritu y más sutil se vuelve tu respiración. Por fin, no hay respiración en la nariz, sólo un aliento sutil que entra y sale por el ombligo, como un feto en el vientre. Por eso se llama respiración del vientre.
Ésta es una gran estabilización de la energía espiritualizada; se produce de manera natural y no descuidándola deliberadamente ni de forzarla exageradamente, ni por ningún otro medio inconsciente.
Mientras las personas coagulen el espíritu sin pensarlo, no dejarán de concordar.
Si no se olvida la percepción emocional, los pensamientos siguen sin cesar y el espíritu no está estable ni calmado; entonces se producen dificultades incontables y nadie puede alcanzar la maravilla.Por eso dijo el maestro Yuan acerca del Vacío Cósmico: “Lo esencial es trabajar por olvidar las maquinaciones y por cortar los pensamientos. “Mantén la unidad y la respiración...no irá y vendrá”.
El Secreto del Embrión Sagrado dice: “No surge un solo pensamiento;no se agita una sola idea; no existe el menor fallo”.
¿Cómo podría referirse esto al control y a la represión?
El refinado práctico debe llegar a la respiración del vientre antes de
que la energía regrese al mar de lo fundamental: éste es el proceso
de “gestación”. Si cierras los ojos y te mantienes en silencio, pero
respiras por la boca y por la nariz como siempre, entonces todavía
estás perdiendo tu energía espiritual; cuando concluya el período de
gestación, no habrá surgimiento ni florecimiento de la energía y del
crecimiento.
El Maestro de la Primavera Eterna dijo: “Con la menor falta de
estabilidad en la respiración, tu vida no es tuya”.
EL VACÍO EN TAO SIGNIFICA NO SER.
NO SER SIGNIFICA NO MENTE.
NO MENTE SIGNIFICA NO EGO.
NO EGO SIGNIFICA SABIDURÍA.
SABIDURÍA IMPLICA AUSENCIA DE IGNORANCIA.
Y ESTO SE RESUME EN EL WEI WU WEI.
CON WEI WU WEI NO HAY GASTO DE ENERGÍA.
Y QUIEN NO DESGASTA SU ENERGÍA INUTILMENTE
ES UN SABIO ENTRE LOS MORTALES.
LA MAYORÍA D ...E LAS PERSONAS VIVEN MUNDANAMENTE
Y MUEREN SIN HABER COMPRENDIDO EL SIGNIFICADO DE WEI WU WEI.
PARA ASIMILAR ESTE SENTIDO (alquímicamente hablando)
ES NECESARIO VIVIR VACÍO, VIVIR SIN SER,
VIVIR SIN MENTE, VIVIR SIN EGO.
ESTE ES EL PROPÓSITO DE LA MEDITACIÓN Y ALQUIMIA TAOÍSTA.