BuScAnDo el MaR...

viernes, 10 de septiembre de 2010

 




Si...el Hombre es como un río...Como
todos los ríos, también él se había puesto en movimiento buscando el
mar... No lo conocía. Simplemente lo intuía, como un destino. Como un
llamado.Cuando la primavera de la vida puso su nieve en movimiento, contra lo primero
que chocaron sus aguas alertadas fue precisamente con las rocas que
hasta ese momento le habían cobijado. Tal vez le resultó difícil
encontrar su cauce y ubicar un rumbo. Pero había una fuerza imperiosa
que lo ponía en movimiento. Siempre hacia abajo, siguiendo su instinto
de agua en movimiento, sentía estar respondiendo al misterio de su
existencia, buscando un encuentro.Los
ríos son agua en movimiento que busca el encuentro con el mar. El mar
lejano y aún no conocido los atrae. Y respondiendo a esta profunda y
misteriosa atracción, arrastran su pecho por la tierra, embarran su
caudal, atropellan los obstáculos y abren surcos que serán su propio
cauce.Pero
hay ríos que renunciar a llegar al mar. Hay algunos que lo hacen porque
no les alcanza el caudal y terminan por morir en los arenales. Otros,
en cambio, abandonan su tensión por el mar y se convierten en lagunas:
las lagunas son ríos que olvidaron su tensión por el mar. Cansadas de
andar y vencer obstáculos, prefieren construir su propio océano en el
hueco de alguna hondonada, o en los esteros de la tierra anegadiza. Y
allí se quedan, engañándose a sí mismos, creyendo haber llegado cuando
en realidad simplemente se han detenido. Señal de que no fueron muy
lejos.Pero
hay otro tipo de ríos que tampoco llegan al mar. A éstos ni les ha
faltado caudal, ni han abandonado su tensión por el mar. Al contrario.
Allí donde su cauce se embreta y corres más apasionadamente pudiendo las
rocas, han aceptado un dique los sofrena. Sus aguas tumultuosas, al no
poder seguir su curso normal, se arremolinan acorraladas y comienzan a
trepar lentamente las laderas acumulando toda su energía. Se parecen a
las lagunas. Pero hay algo importante que las diferencia: anidan en la
altura y aceptan una turbina que las desangra.Insisto
que no han abandonado su tensión por el mar. Al contrario. Al sentirse
contenidas por el dique que se interpone en su libre carrera instintiva,
su ímpetu se acumula y se potencializa cada vez más. Incluso su fuerza
puede llegar a ser peligrosa, si el dique cede. Entonces todo su caudal
liberado e golpe se convierte en avalancha de piedras, barro y agua,
asesinando todo lo que encuentra a su paso. Ha habido ciudades
destruidas por las aguas desenfrenadas.Pero
si el dique resiste, porque se ha asentado sobre la roca, entonces la
fuerza acumulada se canaliza a través de la turbina y se convierte en
luz, en energía, en calor. El caudal se desfleca por las acequias y va a
regar los surcos, creciendo por los viñedos hacia el vino, por los
trigales hacia el pan, por los olivares hacia el aceite que alumbra,
suaviza o unge. Gracias a su fuerza acumulada, entra en cada casa para
el humilde servicio de abrevar, refrescar o lavar.Nuestro
río es de este tipo. Aceptando el dique que frena sus instintos de
correr libremente hacia el mar, se hizo lago. No tenía mucho caudal,
pero lo alimentar las nieves de la cordillera patagónica, y tiene cerros
en su camino. Y en los Cerros Colorados su curso fue interceptado.
Encorvó su lomo gredoso al sentir frenado su ímpetu, y actualmente sigue
buscando ansiosamente el mar a través de la turbina que canaliza toda
su energía. Y buscando el mar, llega hasta mi mesa hecho luz. La luz que
alumbra mi celda de monje y me permite escribirles a ustedes su
parábola de tensión y servicio. Porque este río no está esclavizado. De
ninguna manera. Ha sido liberado para ser puesto al servicio...El mar es amar...

Mamerto Menapace...

Fotografía tomada por mi: AtArDeCeR eN La MaNsA...PuNtA dEl EsTe...UrUgUaY...