La PaZ...

miércoles, 29 de septiembre de 2010

 



Uno
de los objetivos más elevados en el viaje de la Página de la Vida es
conseguir transmitir las herramientas para alcanzar la paz; la paz
interior, “la paz que supera toda comprensión”.

Pero
uno de nuestros primeros descubrimientos cuando emprendemos el camino de
la superación es la guerra que mantenemos con nosotros mismos. Nos
enfadamos por nuestros errores; estamos resentidos por nuestras
debilidades; nos resistimos a hacer realidad nuestras aspiraciones más
elevadas. Queremos progresar en todas las áreas de la vida, pero no nos
gusta su precio.




La
resolución de estos conflictos estriba en el discernimiento de “lo que
es” y ello nos lleva ineludiblemente a la Paz Interior.




La
Paz Interior. Vivir conociendo esta cualidad profunda, aunque sutil, es
estar tan bien sintonizado con el poder espiritual de la compasión y del
amor que seamos contados entre los más próximos a vivir la plenitud de
sus posibilidades Divinas. Pero ¿qué es esta paz personal e interior? Y
¿cómo podemos encontrarla?




La
paz personal es ese sentido interior, etéreo, de bienestar emocional y
espiritual, esa tranquilidad profunda que nos llega cuando somos capaces
de desconectarnos de los pensamientos inquietantes, inútiles o
amenazantes, y alcanzar a comprender la realidad de “lo que es”.









La
paz personal subjetiva, pero muy real, es el sentimiento bien fundado y de
unión que tenemos cuando nos liberamos de las preocupaciones, el
sufrimiento, el dolor, el estrés y el miedo y somos conscientes de las
incontables maravillas que nos ofrece la vida.




La
paz interior es el conocimiento de que todo está bien, la compresión de
que el Ser Universal lo tiene todo bajo control, aun cuando nuestro mundo
parezca a punto de explotar. Nos llega cuando nos apartamos mental,
emocional y espiritualmente, y a veces físicamente, de los embrollos
mundanos, de los conflictos o de nuestras responsabilidades mal
comprendidas.





La
paz interior se convierte en una realidad cuando trasladamos nuestro
centro desde los problemas que no podemos resolver hasta una visión más
elevada de compresión del porque. Trascendemos. En este traslado, dejamos
caer la tristeza y las preocupaciones. La dicha que queda es la paz.




Si
queremos recorrer con éxito el camino que nos lleva a la paz interior,
tendremos que desmontar algunos de los obstáculos personales que nos
atenazan; el miedo al futuro y las lamentaciones por el pasado no son más
que los primarios. El viaje completo a la paz interior significa que también
tenemos que superar los baches de la envidia, los desvíos de la
impaciencia, las calles sin salida de la terquedad y los puentes helados
de la rigidez. Pero debemos viajar. El viaje hacia la paz personal no se
realiza en un coche aparcado.




¿El
camino de la paz? Pasa por la meditación trascendental o la oración en
meditación, que es una disciplina olvidada y mal comprendida. La meditación
en oración es una manera excelente de desarrollar la conciencia aumentada
en todas las áreas de la vida. Pero es fundamental para alcanzar la paz
interior y para conservarla.




Cuando
nos atrapan las preocupaciones, o las actitudes de ataque o defensa,
estamos desertando, en la práctica, de nuestras posibilidades de alcanzar
ese bienestar. La persona que está bien no está en casa. Por ejemplo,
podemos estar conduciendo, rabiosos por el tráfico, y perdernos por
completo la hermosa puesta de sol. En lugar de verla, nos centramos en
escenas interiores de preocupación y de miedo.




La
meditación y la meditación en oración nos ayudan a trasladar nuestra
atención al momento presente y al control de nuestra mente y de nuestro
espíritu. Nos vuelve a traer a casa. Podemos soltar nuestras
preocupaciones y estar abiertos y conscientes de la presencia divina. No
conocemos otro medio más eficaz para conseguir la paz interior. Destinar
un rato cada día a esta actividad será el mejor de los remedios para
todos los males que acechan al hombre actual.




Los
avatares de la vida cotidiana consumen un esfuerzo enorme. Los conflictos
interiores agotan nuestros recursos. Se pierde la paz. Nos quedamos tan
inmersos en la resolución de esta guerra interior que nos queda poca
energía para hacer en el mundo algo más que ir tirando. Y existen
momentos en los que incluso ir tirando es difícil.




El
problema no es que falte energía, aunque nos sintamos cansados y
fatigados. Tenemos la energía. El problema es que ésta está
fragmentada. Necesitamos claramente encontrar una base firme para nuestro
bienestar interior. La Paz Personal es esa base.




De
modo que declaramos una tregua interior. Nos permitimos momentáneamente
retirarnos de la batalla encarnizada. Nos tomamos un tiempo de sosiego.
Somos conscientes de nuestras batallas y de nuestro agotamiento




Esta
conciencia nos sitúa en una encrucijada decisiva. Uno de los caminos
conduce de nuevo a la batalla. El otro conduce al distanciamiento, a la
liberación y a la paz interior.




El
camino de la reflexión y la meditación nos lleva a una nueva
perspectiva. Nos damos cuenta de que nuestros conflictos interiores no son
eternos. Pero no debemos mantenernos distanciados de nuestro deber de
obrar. La energía que alimentó antes nuestra encarnizada batalla interna
puede ser utilizada ahora para vivir creativamente. Con la práctica, nos
volvemos centrados y serenos. Nuestra energía emocional y espiritual se
dispara entonces hasta las nubes. Y estamos preparados, recargados,
renovados para prestar servicio a nuestro mundo.




La
paz personal engendra energía. Nuestro incremento eficaz de energía física
y espiritual es consecuencia de nuestro descubrimiento de la paz interior.
Y su empleo más efectivo significa que tenemos menores probabilidades de
derrochar sus preciosos recursos en preocupaciones, lamentaciones,
culpabilidades e indecisiones. Éste es un paso de gigante hacia la paz
interior al nivel espiritual más elevado.




Cuando
avanzamos por el camino de la paz interior ésta nos ayuda a convertirnos
en verdaderos pacificadores; pero no en el sentido habitual de resolver
las contiendas de otras personas o de otros pueblos. Por el contrario, nos
convertimos en pacificadores cuando producimos la serenidad en nuestras
almas. Entonces nos llenamos de un poder positivo, de un espíritu que nos
carga de energía. Y cuando esa energía se utiliza para el bien, aumenta.
Satisfará todas nuestras necesidades, y fluirá para ayudar a otros.




Creemos
que la paz interior, que la paz personal es la energía vibrante que puede
curar al mundo, que puede producir la paz entre las naciones. Creemos que
la paz interior, la paz personal, puede traer al mundo una armonía
duradera.




En
realidad, los actos sencillos son las cosas que cambian nuestras vidas y
nuestro mundo. La búsqueda consciente de la paz es uno de ellos. Si nos
tomamos en serio la búsqueda de la paz interior nos convertiremos en
libertadores.




Liberemos,renovemos...