Reflexiones de Rumi...

miércoles, 29 de septiembre de 2010

 





Según el camino sufi, tal como dice Rumi, si vemos el vuelo de una flecha
pero no vemos el arco que la ha disparado, ello no significa que el arco
no exista. En cierta manera pues, la enseñanza sufi se reduce a la
búsqueda de ese arco primigenio y esencial. Pero no lo hace a través de
la acumulación de conocimientos sino por la realización y el
descubrimiento interior de la "presencia viva", ese "pensar con el
corazón" tal como expresa la tradición, la unión con la sabiduría más
profunda.
Un hombre que bebía mucho llegó pronto al punto de perder los sentidos. Un
amigo suyo lo encontró un día tirado en la calle en estado deplorable.
Lo cargó sobre su espalda y se lo llevó a su casa. En el camino apareció
otro borracho apoyado en su compañero para no caerse. En ese momento el
borracho que iba sobre los hombros de su amigo con la cabeza colgando
hacia abajo, se despertó y viendo al otro borracho le reprochó: "Ah
desgraciado toma menos , para que seas capaz de andar como yo, libre y
sin necesidad de apoyarte (??)" Nuestro estado no difiere de este
ejemplo. Vemos las fallas de los otros porque no amamos. Si tuviésemos
la mínima comprensión del amor verdadero, las fallas de las personas que
nos rodean, nos parecería virtudes. ( De la Asamblea de los Pájaros
Farid Ud-Din Attar )
Un
hombre que había cometido diversos pecados, se arrepintió amargamente y
retomo el justo sendero. Pero después de un tiempo, los deseos de cosas
mundanas se le volvieron a presentar con más fuerza que antes y
nuevamente se entregó a malos actos y pensamientos. Luego, la pena
estrujó su corazón y lo redujo a un estado miserable. Nuevamente deseó
cambiar de actitud pero no tenía la fuerza necesaria para hacerlo. Día y
noche, como un grano de trigo en la sartén, su corazón no encontraba
sosiego; sus lágrimas mojaban el polvo del camino. Una mañana, una voz
misteriosa le dijo: "Escucha al Señor del Mundo. Cuando te arrepentiste
por primera vez, acepté tu penitencia. Podría haberte castigado y no lo
hice. Cuando caíste en pecado por segunda vez, te tuve paciencia, y a
pesar de mi cólera no causé tu muerte. Hoy reconoces tu perfidia y
deseas regresar a mí por tercera vez. ¡Hazlo, retoma el Camino, te
abriré la puerta y te esperaré! Cuando tu actitud haya cambiado
verdaderamente tus pecados serán perdonados"., no antes!
( Del Libro "la Asamblea de los Pájaros" de Farid Ud-Din Attar )

El Amante pregunto al Amado :
'¿Te amas más de lo que me amas a mí?'
El Amado contestó: 'He muerto para mí, y vivo para ti...
He desaparecido de mi ser y mis atributos, soy presente solo para
ti. He olvidado todo lo aprendido, pero al conocerte..... me he
convertido en un erudito. He perdido toda mi fuerza, pero por tu poder
......yo puedo.
Me amo a mí mismo,
Te Amo... te amo a Ti, Me Amo.....¨
Los
medios son todos como la pluma en manos del poder de Dios. Dios es
quien guía la pluma y escribe. Mientras El no quiere, la pluma no se
mueve. Ahora miras la pluma y no dices: “Tiene que haber una mano para
esta pluma.” Ves la pluma y piensas en ella, pero no te acuerdas de la
mano. Los santos, por su parte, siempre ven la mano; dicen que tiene que
haber también una pluma, pero al ver la belleza de la mano, ya no se
preocupa de la pluma y dicen que tal mano nunca puede carecer de pluma.
Si no te preocupa la mano por la dulzura que experimentas contemplando
la pluma, ¿cómo van ellos a preocuparse de la pluma si experimentan
tanta dulzura mirando la mano?
En
otros tiempos. dijo el Maestro. cuando yo componía versos, sentía un
gran impulso interior que me empujaba a componerlos y esta inspiración
impresionaba (a los oyentes). Ahora que el impulso declina, las
impresiones, sin embargo, siguen vivas. La costumbre (sunna) del
Altísimo es así: cuida ciertas cosas en el momento de su aparición, y de
estos cuidados provienen grandes influencias y mucha sabiduría. En el
estado de ocultación tal educación también subsiste: "Señor del Oriente y
del Occidente", que quiere decir: "Él educa los impulsos que aparecen y
desaparecen".
Los
motazilíes dicen que el creador de las acciones es la criatura, y que
cada acción que emana de la criatura es una creación propia de esta
criatura. No puede ser así, porque la acción se produce, o bien mediante
instrumentos tales como la inteligencia, el espíritu, la fuerza o el
cuerpo, o bien sin instrumentos. En cualquier caso, la criatura no puede
crear acciones por medio de estas facultades que no es capaz de reunir;
no crea, pues, acciones porque esos instrumentos no le están sometidos y
no puede crear acciones sin instrumentos. Nosotros sabemos con
certidumbre que el creador de las acciones es Dios, no la criatura.
Cada
acción, buena o mala, procede de la criatura; ella la efectúa con un
móvil y una intención, pero el valor de esta acción no está a la altura
de lo que imagina. En todo lo que ha mostrado como sentido, sabiduría y
utilidad a propósito de esta acción, la única ventaja era que procedía
de esta criatura. Pero sólo Dios conoce la utilidad total de esta acción
y sabe qué frutos se pueden sacar de ella. Tú observas la plegaria con
la intención de recibir su recompensa en el más allá, y de adquirir por
medio de ella una buena reputación y seguridad en este mundo; no
obstante. la oración no sólo tiene esta utilidad; puede procurar cien
mil beneficios que ni siquiera has imaginado.
Dios conoce esos beneficios y es Él quien hace realizar esta acción a la criatura.
El
hombre es como un arco en la mano del poder divino; el Altísimo lo
emplea para unas acciones; estas acciones, en realidad, son obra de
Dios, no del arco. El arco es un instrumento y un medio, pero
inconsciente de Dios, para que se mantenga el orden del mundo. ¡Qué
feliz y excelente es el arco que sabe en manos de quién está! ¿Qué
diremos de un mundo cuya naturaleza se basa en la inconsciencia? ¿No ves
que, cuando un hombre está despierto, se hace indiferente y frío para
con el mundo entero? Se funde y perece. Desde su infancia, el hombre ha
crecido por razón de su indiferencia; en otro caso, no habría crecido ni
se habría desarrollado. Ha alcanzado la edad adulta gracias a la
indiferencia. Seguidamente el Altísimo, lo quiera él o no, le envía
sufrimientos y mortificaciones para alejar las indiferencias e instaurar
la pureza: así puede familiarizarse con el otro mundo.
La
existencia del hombre es semejante a un montón de basura, a un montón
de estiércol. Pero, si este montón de basura es precioso, es porque en
él se oculta el anillo del rey. La existencia del hombre se parece a un
saco de trigo. El rey exclama: "¿Adónde llevas ese saco de trigo con mi
copa dentro?". Esta persona ignora la existencia de la copa metida en el
trigo; pero si el hombre descubre la existencia de la copa real, se
despreocupará totalmente del trigo. Pues bien, cada pensamiento recibido
del mundo de lo alto y capaz de hacerte indiferente hacia el mundo de
aquí abajo, es reflejo y resplandor de esa copa que brilla fuera (del
saco) El hombre desea ese mundo. Si siente, por el contrario,
inclinación hacia el mundo de aquí abajo, es que la copa está oculta
bajo unos velos. ( De "El libro interior" )




Hz. Rumi