LAS SIETE REGLAS DE PARACELSO...

domingo, 11 de abril de 2010

 


Paracelso fue un Médico muy apreciado, curó toda clase de heridas; la lepra, la gota, la hidropesía y otras varias enfermedades del cuerpo, con ciencia maravillosa. Fue el iniciador de la química farmacológica y se adelantó en la marcha de la medicina hacia las ciencias naturales. Se anticipó a todos en la experimentación de vacunas, la descripción de la pneumoconiosis, el descubrimiento de la relación entre cretinismo y bocio y el empleo del hierro y otras substancias inorgánicas en la terapéutica; además, introdujo la noción de enfermedades metabólicas con la idea de enfermedades tartáricas, en que el tártaro, el veneno, aparecía depositado en los órganos, y la idea de substancias químicas como fármacos específicos. Creador de la palabra espagiria: "separar para volver a reunir de una forma nueva" y desarrolló a través de ella: sales, elixires, tinturas, piedras vegetales y otros preparados que apuntan a la sanación en forma holística. Sus remedios nunca operaron solamente sobre los síntomas corpóreos de la enfermedad, sino también sobre las causas espirituales de las enfermedades. Según Paracelso, la naturaleza muestra el proceso de la curación. El médico es sólo un instrumento, su tarea consiste en descubrir las relaciones ocultas, coordinar una parte con otra. "Tan pronto como el hombre llega al conocimiento de sí mismo, no necesita ya ninguna ayuda ajena." 1.- Lo primero es mejorar la salud.-
Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmica, llenando bien los pulmones, al aire libre o asomado a una ventana. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamente, es un hábito que debes a tu propia dignidad.

2.- Desterrar absolutamente de tu ánimo, por mas motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza.
Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento o por tópicos sensualistas que forman la base de sus discursos u ocupaciones.
La observancia de esta regla es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues este depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.

3.- Haz todo el bien posible a todo el mundo.
Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona. Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo.

4.- Hay que olvidar toda ofensa, mas aun: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo.
Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablara así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en si, pero impotente por lo imperfecto del vehículo que le ofreces hoy para manifestarse, la carne flaca.

5.- Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte lo menos por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada.
Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el Espíritu y te pondrá en contacto con las buenas influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos a veces luminosas ideas, susceptibles de cambiar toda una existencia. Con el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente por una voz interior que te guiara en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese es el daimon de que habla Sócrates.

6.- Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales.
Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aun de tus más íntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras. por un largo tiempo al menos debes ser como casa tapiada o jardín sellado. Es regla de suma importancia.

7.- Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el DIA mañana.
Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien. Jamás te creas solo ni débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños. Si elevas tu espíritu no habrá mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a ti mismo. El miedo y desconfianza en el futuro son madres
funestas de todos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el desastre. Si estudias atentamente a las personas de buena suerte, veras que intuitivamente, observan gran parte de las reglas que anteceden. Muchas de las que allegan gran riqueza, muy cierto es que no son del todo buenas personas, en el sentido recto, pero poseen muchas virtudes que arriba se mencionan. Por otra parte, la riqueza no es sinónimo de dicha; Puede ser uno de los factores que a ella conduce, por el poder que nos da para ejercer grandes y nobles obras; pero la dicha más duradera solo se consigue por otros caminos; allí donde nunca impera el antiguo Satán de la leyenda, cuyo verdadero nombre es el egoísmo.
Jamás te quejes de nada, domina tus sentidos; huye tanto de la humildad como de la vanidad. La humildad te sustraerá fuerzas y la vanidad es tan nociva, que es como si dijéramos: pecado mortal contra el Espíritu Santo.

...El TAO de la Física...- Frijot Capra.

 


LA FISICA MODERNA... ¿Un camino con corazón?



La influencia que la física moderna ha tenido en
casi todos los aspectos de la sociedad humana es notable. Se ha convertido en
la base de las ciencias naturales, y la combinación de las ciencias naturales y
las ciencias técnicas ha cam­biado fundamentalmente las condiciones de la vida
sobre la tierra, tanto para bien copio para mal. En nuestros días, apenas hay
una industria que no utilice de algún modo los resultados de la física atómica,
y la influencia que éstos han tenido en la estructura política del mundo por
sus aplicaciones en el arma­mento atómico es de sobra conocida. Sin embargo, la
influen­cia de la física moderna va mucho más allá de la tecnología. Se
extiende al campo del pensamiento y de la cultura, donde ha generado una
profunda revisión de nuestros conceptos sobre el universo y de nuestra relación
con él. La exploración de los mundos atómico y subatómico llevada a cabo
durante el siglo XX ha puesto de manifiesto la antes insospechada estrechez y
limitación de las ideas clásicas y ha motivado una revisión radical de muchos
de nuestros conceptos básicos. Así, el concepto de materia en la física
subatómica, por ejemplo, es totalmente diferente de la idea tradicional
asignada a la sustancia material en la física clásica. Lo trismo ocurre con los
conceptos de tiempo, espacio, causa y efecto. Y dado que nuestra perspectiva
del mundo está basada sobre tales con­ceptos fundamentales, al modificarse
éstos, nuestra visión del mundo ha comenzado a cambiar.

Estos cambios, originados por la física moderna, han
sido ampliamente discutidos durante las últimas décadas tanto por físicos como
por filósofos, pero en raras ocasiones se ha observado que todos ellos parecen
llevar hacia una mis­ma dirección: hacia una visión del mundo que resulta muy
parecida a la que presenta el misticismo oriental. Los concep­tos de la física
moderna muestran con frecuencia sorprenden­tes paralelismos con las filosofías
religiosas del lejano Orien­te. Aunque estos paralelismos no han sido todavía
explorados en profundidad, sí fueron advertidos por algunos de los gran­des
físicos de nuestro siglo, cuando con motivo de sus confe­rencias en la India, China y Japón,
entraron en contacto con la cultura del lejano Oriente. Las tres citas
siguientes son un ejemplo de ello:



Las ideas generales sobre el
entendimiento humano... ilustradas por los descubrimientos ocurridos en la físi­ca
atómica, no constituyen cosas del todo desconoci­das, de las que jamás se oyera
hablar, ni tampoco nue­vas. Incluso en nuestra propia cultura tienen su histo­ria
y en el pensamiento budista e hindú ocupan un lugar muy importante y central.
Lo que hallaremos es un ejemplo, un desarrollo y fin refinamiento de la
sabiduría antigua.1



Julius Robert Oppenheimer









De un modo paralelo a las
enseñanzas de la teoría ató­mica... al tratar de armonizar nuestra posición
corro espectadores y actores del gran drama de la existencia (tenemos que
considerar) ese tipo de problemas episte­mológicos, con los que pensadores como
Buda y Lao Tse tuvieron ya que enfrentarse.2



Niels Bohr










La gran contribución a la física
teórica llegada de Ja­pón desde la Última guerra puede indicar cierta rela­ción
entre las ideas .filosóficas tradicionales del lejano Oriente y la
sustancia filosófica de la teoría cuánti­ca3



Werner Heisenberg








La finalidad del presente libro es explorar esta
relación existente entre los conceptos de la física moderna y las ideas básicas
de las tradiciones religiosas y filosóficas del lejano Oriente. Veremos cómo
los dos pilares de la física del siglo XX -la teoría cuántica y la teoría de la
relatividad- nos obligan a ver el mundo del mismo modo que lo ve un hindú, un
budista o un taoísta, y veremos también cómo esa similitud cobra fuerza cuando
contemplamos los recientes intentos por combinar ambas teorías, a fin de lograr
una explicación para los fenómenos del mundo submicroscópico: las propiedades y
las interacciones de las partículas subatómicas de las que toda materia está
formada. En este campo, los paralelismos y el misticismo oriental son más que
sorprendentes y con frecuencia tropezaremos con afirmacio­nes que será casi
imposible decir si fueron efectuadas por físicos o por místicos orientales.

Cuando digo "misticismo oriental" me
refiero a las filo­sofías religiosas del hinduismo, del budismo y del taoísmo.
Aunque éstas comprenden un vasto número de sistemas filo­sóficos y de
disciplinas espirituales sutilmente entretejidas, los rasgos básicos de su
visión del inundo son idénticos. Tal visión no está limitada a Oriente, sino
que en algún grado podemos hallarla en todas las filosofías con una orientación
mística. El argumento de este libro podría, entonces, ser expresado de una
forma más general, diciendo que la física moderna nos lleva a una visión del mundo
que es muy similar a la de los místicos de todas las épocas y tradiciones. Las
tradi­ciones místicas están presentes en todas las religiones, y pueden
encontrarse también elementos místicos en muchas escuelas filosóficas
occidentales. Los paralelismos con la fí­sica moderna no sólo aparecen en los Vedas,
en el I Ching o en los sutras del budismo, sino también en
fragmentos de Heráclito. en el sufísmo de lbn Arabi y en las enseñanzas del
brujo yaqui Don Juan. La diferencia entre Oriente y Occidente se encuentra en
que en éste último las escuelas místicas siempre han jugado un papel marginal,
mientras que en Oriente cons­tituyen la corriente principal del pensamiento
filosófico y religioso. Por lo tanto, para mayor sencillez, hablaré de la
"visión oriental del mundo' y sólo ocasionalmente mencio­naré otras
fuentes del pensamiento místico.

Al conducirnos hoy a una visión del mundo esencial­mente
mística, la física está de algún modo volviendo a sus comienzos de hace 2.500
años. Es interesante seguir la evolu­ción de la ciencia occidental a través de
su camino espiral, partiendo de las filosofías místicas de los antiguos
griegos, elevándose y desplegándose con una evolución intelectual
impresionante, separándose cada vez más de sus orígenes místicos hasta llegar a
desarrollar una visión del mundo en total contraste con la del lejano Oriente.
Ahora, en sus etapas más recientes, la ciencia occidental está finalmente
superan­do esta visión y está volviendo a la de los antiguos griegos y a la de
las filosofías orientales. Esta vez sin embargo, no se basa solamente en la
intuición, sino en un riguroso y consistente formulismo matemático.

Las raíces de la física, corno las de toda la
ciencia occi­dental, se hallan en el primer período de la filosofía griega, en
el siglo VI antes de Cristo, en una cultura en la que no existía separación
alguna entre ciencia, filosofía y religión. Los sabios de la escuela de Mileto
no se preocupaban de tales distinciones. Su finalidad era descubrir la
naturaleza esen­cial, la constitución real de las cosas, que ellos llamaron
"físis". El término "física" se deriva de esta palabra
griega, y por lo tanto, inicialmente significaba el empeño por conocer la
naturaleza esencial de todas las cosas.

Esta, desde luego, es también la finalidad central
de todos los místicos y la filosofía de la escuela de Mileto tenía ciertamente
un fuerte aroma místico. Los de Mileto fueron llamados "hylozoístas"
-los que creen que la materia está viva- por los griegos más molemos, porque no
veían dife­rencia alguna entre lo animado y lo inanimado, entre espíritu y
materia. De hecho, ni siquiera tenían una palabra para designar a la materia,
pues consideraban que todas las formas de existencia eran manifestaciones de la
"físis" dotadas de vida y de espiritualidad. Así, Tales declaró que
todas las cosas están llenas de dioses y Anaximandro vio el universo como una
especie de organismo sostenido por el "neuma" o aliento cósmico, del
mismo modo que el cuerpo humano está susten­tado por el aire.

La visión monista y orgánica de los filósofos de
Mileto estaba muy cercana a las antiguas filosofías de China e India, y estos
paralelismos con el pensamiento oriental se acentúan todavía más en Heráclito
de Efeso. Heráclito creía en un mundo en perpetuo cambio, en un eterno "devenir".
Para él todo ser estático estaba basado en un error de apreciación y su
principio universal era el fuego, símbolo del flujo continuo y del cambio de
todas las cosas. Heráclito enseñó que todos los cambios que se producen en el
mundo ocurren por la interac­ción dinámica y cíclica de los opuestos, y
consideraba que todo par de opuestos formaba una unidad. A esa unidad, que
contiene y trasciende a todas las fuerzas opuestas, la llamó el Logos.

Unidad que comenzó a resquebrajarse con la escuela
de Elea, la cual asumió la existencia de un principio divino que prevalecía
sobre todos los dioses y los hombres. Inicialmente se identificó a este
principio con la unidad del universo, pero luego se consideró que era un dios
inteligente y personal que gobierna y dirige al mundo. Así comenzó una
tendencia de pensamiento que llevó finalmente a la separación entre espíritu y
materia, y a un dualismo que se convirtió en la caracte­rística de la filosofía
occidental.

Parménides de Elea, cuyo pensamiento era totalmente
opuesto al de Heráclito, dio un paso decisivo en esa dirección. Llamó a su
principio básico el Ser y sostuvo que era único e invariable. Consideró que el
cambio era imposible y anunció que los cambios que creemos percibir en el mundo
son meras ilusiones de los sentidos. A partir de esa filosofía, el concepto de
una substancia indestructible que presenta propiedades variables fue creciendo,
hasta llegar a convertirse en uno de los conceptos fundamentales del
pensamiento occidental. En el siglo V antes de Cristo, los filósofos griegos
intentaron superar el agudo contraste que existía entre las visiones de
Parménides y Heráclito. A fin de reconciliar la idea del Ser inmutable (de
Parménides) con el eterno Devenir (de Herá­clito) asumieron que el Ser se
manifiesta en ciertas substan­cias invariables y que la mezcla o separación de
las mismas origina los cambios que tienen lugar en el mundo. Esto los llevó al
concepto del átomo, la unidad más pequeña de mate­ria indivisible, cuya más
clara expresión se halla en la filoso­fía de Leucipo y Demócrito. Los atomistas
griegos trazaron una clara línea divisoria entre espíritu y materia,
representan­do a la materia como constituida por diversos "ladrillos bási­cos".
Estos eran partículas puramente pasivas e intrínseca­mente muertas que se
movían en el vacío. No se explicaba la causa de su movimiento, pero se solía
relacionar con fuerzas externas que se suponían de origen espiritual y que eran
fun­damentalmente diferentes de la materia. En siglos posterio­res esta imagen
se convirtió en un elemento esencial del pen­samiento occidental, del dualismo
entre mente y materia, entre cuerpo y alma.

Una vez que la idea de la separación entre espíritu
y materia hubo arraigado, los filósofos, en lugar de hacia el mundo material,
volcaron su atención hacia el mundo espiri­tual, hacia el alma humana y hacia
los asuntos de la ética y la moralidad. Estas cuestiones ocuparon el
pensamiento occi­dental durante más de dos mil años, a partir de la culminación
de la ciencia y la cultura griegas que tuvo lugar en los siglos V y IV antes de
Cristo. El conocimiento científico de la antigüe­dad fue sistematizado y
organizado por Aristóteles, quien creó el esquema que serviría de base durante
dos mil años a la concepción occidental del universo. Aristóteles creía que las
cuestiones relativas a la perfección del alma humana y a la contemplación de
Dios eran mucho más importantes que las investigaciones sobre el mundo
material. La razón por la que el modelo aristotélico del universo permaneció
incontestado durante tanto tiempo fue precisamente esa falta de interés en el
mundo material, y también la gran influencia de la Iglesia Cristiana
que apoyó las doctrinas de Aristóteles durante toda la Edad Media.

La ciencia occidental no alcanzó mayor desarrollo
hasta la llegada del Renacimiento. Fue entonces cuando el hombre comenzó a
liberarse de la influencia de Aristóteles y de la Iglesia, mostrando un
nuevo interés en la naturaleza. El estu­dio de la naturaleza con un espíritu
realmente científico se llevó a cabo por primera vez a finales del siglo XV,
efectuán­dose experimentos a fin de demostrar las ideas especulativas. Dado que
este desarrollo se dio paralelo a un creciente interés por las matemáticas,
finalmente condujo a la formulación de verdaderas teorías científicas basadas
en la experimentación y expresadas en lenguaje matemático. Galileo fue el
primero que combinó el conocimiento experimental con las matemá­ticas y es, por
ello, considerado como el padre de la ciencia moderna.

El nacimiento de la ciencia moderna fue precedido y
acompañado por una evolución del pensamiento filosófico que llevó a una
formulación extrema del dualismo espíritu-­materia. Esta formulación apareció
en el siglo XVII en la filo­sofía de René Descartes, quien basó su visión de la
naturale­za en una división fundamental, en dos reinos separados e
independientes: el de la mente (res cogitans) y el de la materia (res
extensa). Esta división cartesiana permitió a los científi­cos tratar a la
materia como algo muerto y totalmente separa­do de ellos mismos, considerando
al inundo material corno una multitud de objetos diferentes, ensamblados entre
sí para formar una máquina enorme. Esta visión mecanicista del inundo la
mantuvo también Isaac Newton, quien construyó su mecánica sobre esta base y la
convirtió en los cimientos de la física clásica. Desde la segunda mitad del
siglo XVII hasta finales del siglo XIX, el modelo mecanicista newtoniano del
universo dominó todo el pensamiento científico. Fue parale­lo a la imagen de un
dios monárquico, que gobernaba el mundo desde arriba, imponiendo en él su
divina ley. Así, las leyes de la naturaleza investigadas por los científicos
fueron conside­radas como las leyes de Dios, invariables y eternas, a las que
el inundo se hallaba sometido.

La filosofía de Descartes no sólo tuvo su
importancia en el desarrollo de la física clásica, sino que además ejerció una
influencia tremenda sobre el modo de pensar occidental, hasta nuestros días. La
famosa frase de Descartes "Cogito ergo sum" -pienso, luego
existo-, llevó al hombre occi­dental a considerarse identificado con su mente,
en lugar de hacerlo con todo su organismo. Como consecuencia de esta división
cartesiana, la mayoría de los individuos son cons­cientes de sí mismos como
egos aislados, que existen "den­tro" de sus cuerpos. La mente fue
separada del cuerpo y se le asignó la fútil tarea de controlarlo, causando así
un aparente conflicto entre la voluntad consciente y los instintos involun­tarios.
Cada individuo fue además dividido en un gran núme­ro de compartimentos
separados, de acuerdo a sus activida­des, sus talentos, sus sentimientos, sus
creencias y así sucesi­vamente, generándose de este modo conflictos sin fin,
una gran confusión metafísica y una continua frustración.

Esta fragmentación interna es un reflejo del
"mundo exterior", percibido como una multitud de objetos y aconte­cimientos
separados. El entorno natural es tratado como si consistiera en partes
separadas, que existen para ser explota­das por diferentes grupos de interés.
Esta visión fragmentada es acentuada todavía por la sociedad, dividida en
diferentes naciones, razas y grupos religiosos y políticos. La creencia de que
todos esos fragmentos -en nosotros mismos, en nuestro entorno y en nuestra
sociedad- están realmente separados, puede considerarse como la razón esencial
de la presente serie de crisis sociales, ecológicas y culturales. Nos ha
separado de la naturaleza y de nuestros congéneres humanos. Ha genera­do una
distribución enormemente injusta de los recursos naturales creando el desorden
político y económico, una creciente ola de violencia, tanto espontánea como
institucionalizada y un feo y contaminado medio ambiente, en el que la vida se
ha hecho a veces malsana, tanto física como mental­mente.

La división cartesiana y el concepto mecanicista del
mundo han sido al mismo tiempo benéficos y perjudiciales. Fueron benéficos para
el desarrollo de la física y de la tecnología clásica, pero han tenido muchas
consecuencias adver­sas para nuestra civilización. Es fascinante ver cómo la cien­cia
del siglo XX, que tuvo su origen en la división cartesiana y en el concepto de
un mundo mecanicista y que realmente sólo llegó a ser posible a causa de dicho
concepto supera ahora esa fragmentación y vuelve a la idea de unidad, tal como
era expresada en las primitivas filosofías griegas y orientales.

Contrastando con el concepto mecanicista occidental,
la visión oriental del mundo es "orgánica". Para el místico oriental
todas las cosas y los sucesos percibidos por los senti­dos están conectadas e
interrelacionadas, y no son sino dife­rentes aspectos o manifestaciones de una
misma realidad última. Nuestra tendencia a dividir el mundo que percibimos en
cosas individuales y separadas y a vernos a nosotros mis­mos como egos aislados
se considera como una ilusión, crea­da por nuestra mentalidad medidora y
clasificadora. En la filosofía budista se le llama avidya o ignorancia,
y es conside­rada como un estado mental confuso que se debe superar:



Cuando la mente está confusa se
produce la multiplici­dad de las corsas, sin embargo, cuando la atente está
tranquila, desaparece la multiplicidad de las cosas.4









Aunque las diversas escuelas de misticismo oriental
difieren en muchos detalles, todas ellas resaltan la unidad básica del
universo, y esto constituye el rasgo central de sus enseñanzas. Para sus
seguidores -ya sean hindúes, budistas o taoístas- la meta más elevada es llegar
a ser conscientes de la unidad e interrelación mutua de todas las cosas,
trascen­diendo la noción de ser un individuo aislado, e identificándo­se a sí
mismos con la realidad última. La aparición de esa consciencia -conocida como
"iluminación"- no es sólo un acto intelectual, sino que se trata de
tina experiencia que afec­ta a la totalidad de la persona y cuya naturaleza es
definitiva­mente religiosa. Y ése es el motivo por el cual la mayoría de las
filosofías orientales son esencialmente filosofías religiosas.

Desde el punto de vista oriental, la división de la
natura­leza en objetos separados no es algo fundamental y cualquiera de tales
objetos posee un carácter fluido y siempre cambiante. Así. el concepto oriental
del mundo es intrínsecamente diná­mico y entre sus rasgos esenciales están el
tiempo y el cambio. El cosmos es considerado como una realidad inseparable-
siempre en movimiento, vivo, orgánico. espiritual y material al mismo tiempo.

Dado que el movimiento y el cambio constituyen las
propiedades esenciales de las cosas, las fuerzas que causan el movimiento no
están fuera de los objetos, como ocurría en la concepción de los clásicos
griegos, sino que son una propie­dad intrínseca de la materia. Del mismo modo,
la imagen oriental de la divinidad no es la de un gobernante que dirige al
mundo desde lo alto, sino la de un principio que controla todo desde dentro:



Aquél que habita en todas las
cosas,

y sin embargo es diferente a
ellas,

a quien ninguna cosa conoce,

cuyo cuerpo son todas las cosas,

que controla todo desde dentro.

El es tu alma, el Controlador Interno,

el Inmortal.



5 Brahad-aranyaka (Upanishad). 3.7.15.





Los siguientes capítulos mostrarán que los elementos
básicos de la concepción oriental del mundo son los mismos que se desprenden de
la física moderna. En ellos, trato de sugerir que el pensamiento oriental, y de
un modo más gene­ral, todo el pensamiento místico, ofrece una base filosófica
relevante y congruente con las teorías de la ciencia contempo­ránea, una
concepción del mundo en la que los descubrimien­tos científicos pueden estar en
perfecta armonía con las metas espirituales y las creencias religiosas. Los dos
temas básicos de esta concepción son la unidad e interrelación de todos los
fenómenos y la naturaleza intrínsecamente dinámica del universo. Cuanto más
penetremos en el mundo submicroscó­pico, más nos daremos cuenta de que el
físico moderno, al igual que el místico oriental, ha llegado a ver al mundo
como un sistema de componentes inseparables, interrelacionados y en constante
movimiento, en el que el observador constitu­ye una parte integral de dicho
sistema.

La concepción orgánica y “ecológica” del mundo que
tienen las filosofías orientales es sin duda una de las razones que explican la
inmensa popularidad que han alcanzado estas filosofías en occidente,
especialmente entre los jóvenes. En nuestra cultura occidental, cada vez más
personas consideran que la todavía dominante visión mecanicista y fragmentada
del mundo es la causa del descontento tan generalizado que se da en nuestra
sociedad, pasando a adoptar -muchas de esas personas- las formas orientales de
liberación. Es interesan­te, y quizás no demasiado sorprendente, que aquellos
que se sienten atraídos por el misticismo oriental, que consultan el I Ching
y practican yoga u otras formas de meditación, tengan en general una
marcada actitud anticientífica. Tienden a ver la ciencia, y la física en
particular, cono una disciplina de estrechas miras, sin imaginación y como la
responsable de todos los males de la tecnología moderna.

Este libro pretende mejorar la imagen de la ciencia,
mostrando la existencia de una armonía esencial entre el espíritu de la
sabiduría oriental y la ciencia occidental. Trata de sugerir que la física
moderna va mucho más allá de la tec­nología, que el camino -o Tao- de la
física, puede ser un camino con corazón, un camino hacia el conocimiento espi­ritual
y hacia la autorrealización.

Hablemos del Tiempo...(fÍsica Cuàntica)

 


Cuando miramos un árbol, decimos, "sus hojas son verdes": "mi verde". Es nuestra realidad cotidiana. Sin embargo, no somos conscientes de que el color que manifiesta el árbol es el que refleja, es el que "no quiere", el que "rechaza", pues sólo permite que penetre en su estructura el resto de colores del espectro visible, que es la banda de frecuencias que exige de la radiación solar para llevar a cabo la fotosíntesis . El color que muestra es sólo su autoafirmación de especie frente al ambiente que le rodea. Por tanto, ¿cuál es la realidad?, el verde que vemos o la fracción de frecuencias representadas por el resto de radiaciones del espectro que permiten al árbol seguir viviendo?.

Actualmente, los físicos se preguntan si el mundo que llamamos real es algo concreto, tal como se nos presenta, o por el contrario es la percepcion holográfica de una gran cohorte de partículas elementales que se ordenan ante la inferencia humana. Si no se obtiene una percepción directa de la realidad, ¿existe tal realidad?, y especialmente, ¿si cuando dejamos de percibirla (olerla, saborearla, tocarla, mirarla, ponderarla, evaluarla, etc.), queda sólo como una sensación inconcreta que se desdibuja en el tiempo?. Por ello, las preguntas que se deben hacer, por simple asociación, son:

1. No conozco, no tengo conciencia del fenómeno, ¿luego no existe?;

2. ¿Sólo existe cuando lo percibo?;

3. Lo que percibo, ¿es el mundo real?, o ¿sólo es "mi mundo real"?;

4. Mi mundo real, ¿es solamente "mi presente"?;

5. En cada instante de mi presente, ¿se encuentra la profundidad de la eternidad?;

6.¿Puedo inmovilizar e intemporalizar ese "mi instante"?, y si es así,

7. ¿Puedo tomar conciencia de la eternidad?.

Aparentemente, son preguntas cuyas respuestas parecen ser altamente complejas. En los años 30 del siglo pasado, Einstein, Rosen y Podolsky, afrontan este problema escribiendo:" No cabe esperar ninguna definición mínimamente razonable de la realidad que nos rodea". El rol de la conciencia del observador en la creación de la realidad cuántica, se presenta como uno de los grandes retos de la física actual, ya que este observador al encontrarse aparentemente fuera del sistema cuántico que es abierto e impredecible, es incapaz de definir tal realidad y mucho menos, formularla, por lo que su interpretación no sólo no puede ser objetiva, sino que ni siquiera la alcanza el campo de la subjetividad.

Ante estos hechos, Capra, de la Univ. de California, propone una interpretación intuitiva, metafísica y mística de la esencia de la naturaleza. Anteriormente y en la misma línea, Bohr, al exponer el constructor atómico y por ello ser nombrado caballero, elige como escudo de su blasón el esquema del yin y del yang, oriental. Schrödinger, tras sus investigaciones acaba dando amplio crédito a la religión budista. La física de Newton ya nos permitía entrever la existencia de este problema, sin embargo, es la física cuántica la que nos puede dar algunas respuestas.

La ciencia, tal como se la define actualmente, propone un conocimiento crítico e intenta describir la realidad y explicarla mediante leyes que son proposiciones universales que establecen bajo qué condiciones se producirán ciertos hechos, permitiendo así la predicción de los fenómenos, a condición de estar despojados de sentimientos, sensaciones y emociones. La física, por un lado, nos acerca al conocimiento de los elementos materiales que constituyen la Naturaleza próxima, y por otro, intenta investigar el origen del universo y su evolución mediante analíticos teóricos, y todo ello, recurriendo a la abstracta razón de la útil herramienta de las modelos matemáticas. Los físicos se valen de la investigación en su vertiente fundamental o aplicada, dependiendo de si son teóricos o experimentadores. En cualquier caso, el objetivo último, tal vez utópico, es el de construir un modelo capaz de resolver todas y cada una de las cuestiones que se pueden plantear desde la relatividad general y la física cuántica, unificándolas en una sola teoría. En este momento, sin embargo, no parece posible un modelo físico-teórico que contenga a la vez, las fuerzas que interrelacionan la materia con la energía (electromagnetismo, gravedad,fuerza débil o de Fermi y fuerza nuclear) y las ondas y partículas elementales cuánticas.

La física cuántica establece que las partículas elementales, constituyentes del átomo, no son elementos esencialmente reales dada su imprecisión existencial. Se pueden comportar como partículas en un momento dado y como ondas en el siguiente o en el anterior. Existen en un espacio y un tiempo que no reconoce el presente, saltan del pasado al futuro, y a la inversa. El presente material sólo es reconocido como una necesidad y una arbitrariedad de la observación humana. No obstante, contradictoriamente, las partículas elementales y las ondas exigen su derecho de ser el fundamento de la materia.Paradigma complejo y de difícil solución. La curiosidad estriba en que tanto la física relativista como la cuántica resuelven problemas siempre que no sea simultáneamente. Esta disyuntiva generó el Principio de Incertidumbre propuesto por Heisenberg, que expresa el que no hay ningún elemento que exista en un lugar y en un tiempo determinados. Por tanto, la velocidad y situación de una partícula elemental solamente se puede fijar en un instante dado (por el diagrama de Friedmann), pero nunca se sabrá que sucederá en el instante siguiente, y tampoco si actuará como tal partícula o como función de onda.

La física clásica la erigió Newton como respuesta al sentido común. La materia se puede evaluar, se precisa su posición y su comportamiento, se prevén los movimientos y velocidades, sus energías y sus resultados. Las ondas eran elementos de segundo orden en comparación con las partículas que por sí solas eran suficientes para conformar la materia. La física clásica no intuyó con la perspicacia necesaria, las posibilidades de las ondas actuando como partículas, al no conocer estos elementos subatómicos, a la vez extremadamente cercanos y lejanos, pero vinculados estrechamente a la vida de los átomos. No fue más allá del horizonte molecular.

La física cuántica teoriza sobre la constitución íntima de la "materia real" fundamentándola en dos partículas elementales: fermiones y bosones.

Los fermiones son las partículas que construyen la estructura de la materia, y se encuentran representados por los electrones, protones y neutrones. Son partículas que actúan con cierta independencia y autonomía. Los bosones son los vectores que transportan la esencia y la fuerza de la Naturaleza, facilitando la conjunción del Universo. Son partículas independientes que siempre interactúan entre sí, a veces sincrónicamente, pero que en ciertas condiciones pierden su individualidad. Esta paradoja de la interdependencia e individualidad de estas partículas fue enunciada por Einstein, Podolski y Rosen. Los bosones están constituidos por los gluones, gravitones y fotones, siempre con tendencia unívoca a la reunión dispersa.

La interrelación dinámica entre fermiones y bosones, la fundamenta, especialmente, el fotón, que al no tener carga, es su propia antipartícula. Pares de electrones y positrones pueden ser creados espontáneamente por fotones, y este proceso se puede invertir como consecuencia de su propia aniquilación. La antipartícula del electrón es el positrón. La colisión de un fotón (γ) con un electrón (e-) genera un brusco cambio en la dirección de este. El e- absorbe al γ. Luego, lo emite cambiando de nuevo su direcciσn.


Diagrama en el que se describe la colisión de un electrón y un fotón. Obsérvese que entre las dos colisiones A y B, el electrón ha cambiado su trayectoria en el espacio y ha invertido el tiempo.

Fermiones y bosones, son partículas elementales que sostienen y actúan en instantes indeterminados comofunciones de onda.

Por causa de los bosones, los fermiones se mueven y se mantienen coherentes entre sí, aunque independientes, en el proceso de creación. Cuando los bosones se solapan por la afinidad generada por una información compartida resonante (concepto introducido por el autor) conllevan una determinada identidad, pero las probabilidades de existencia como tales partículas individuales, disminuyen, concretándose la materialización. A este proceso se le denomina caída de la función de onda. Esta primigenia afinidad puede hacer suponer la presencia de un inicial estado elemental de conciencia. La pérdida de la cualidad individual de los bosones, es la responsable directa de la aparición de un primer estadio de una estructura material consciente de su propia existencia.

La teoría cuántica sólo es posible expresarla en términos matemáticos y describe a la materia como una abstracción. En este sentido, la materia no ocupa ni un espacio puntual ni un tiempo determinado, se encuentra difundida y en un constante movimiento discontinuo, aleatorio e impredecible, en todo el universo. Las partículas elementales no obedecen a leyes predeterminadas, por lo que para quien las observa en este estado inicial, resultan parecer la consecuencia de una situación caótica.

Primero Minkowski y luego su alumno Einstein, proponen los campos o planos de referencia inercial. Supongamos que un turista, que se encuentra en Sacrè Coeur, París, pregunta dónde se encuentra el edificio número 10, en la Place de Tête. Para un parisino domiciliado en esa zona le será muy fácil explicar, ya sea topológica o matemáticamente, lo que debe hacer el turista para llegar a esa exacta dirección. Sin embargo, a nadie se le ocurrirá preguntar por esa misma dirección si se encuentra a 1.000 kilómetros de altura. En todo caso preguntará dónde se encuentra Europa. Es decir, los hechos responden a determinados planos de referencia inercial. De aquí surge la relatividad, que en todo caso responde a la referencia asociada al propio observador. Es el mundo de las certezas, donde el movimiento es natural pues lo controlamos por el espacio recorrido, por el tipo de velocidad, el tiempo y la energía empleada. Sin embargo, para la teoría cuántica, no pueden existir planos de referencia, excepto los que devienen de un preciso instante dado. Es el mundo de lo impredecible, donde todo fluye, donde las partículas aparecen y desaparecen, sus movimientos son discontinuos y giran sin cesar en todas direcciones, a veces como tales partículas y a veces como funciones de onda. El espacio y el tiempo se difunden en el mundo de las partículas que circulan sin orden cronológico, se diluyen en campos de magnitudes de onda en su propio y aleatorio espacio y se complejifican en ocasiones, permitiendo la materialización, y en otros instantes invirtiendo el curso del tiempo. Las realidades cuánticas son estados potenciales.

Naturalmente, para un observador es más simple desenvolverse en el mundo de la física clásica; no podría hacerlo en el mundo cuántico, pues este observador necesita de hechos entendibles no desde la acronología. Sin embargo, los fermiones, y especialmente los electrones, sí. Es el denominado acontecimiento de reversibilidad temporal, en el que los sucesos ocurren de una manera tal, que permiten adoptar cualquier dirección en el espacio y en el tiempo. Es por esto por lo que el observador influye definitivamente en la creación de la materia, es el que le aporta conciencia a la realidad. Ello permite las dualidades onda-partícula, cuerpo-conciencia y mente-realidad, aspectos todos ellos, indisociables de la existencia. Es el observador el que crea la realidad del instante presente. Si este instante no es observado se puede generalizar diciendo que se difundirá, extinguiéndose en el tiempo. Por tanto, sólo es la conciencia del observador del suceso lo que le aporta realidad. Pero, ¿y si no se tiene conciencia de ese mismo suceso, existe en realidad?.

Las partículas elementales parecen estar aparentemente alejadas en el espacio-tiempo, pero en realidad, en un dominio subyacente, el dominio implícito cuántico, permite que se encuentren vinculadas entre sí. Según Bohm, este dominio se comporta como el patrón de interferencias de un holograma. En el dominio implícito de las frecuencias no existe el espacio, ni las distancias, y por ello, tal como dice Pribiam: "la separatividad es una ilusión construida en nuestro cerebro".

Es conocido el problema de "quién mató al gato" propuesto por Schrödinger. Pensó en quién mataría a un gato dentro de una jaula. Colocó comida en un lado y un tóxico mortal en el otro. Por delante puso un líquido radioactivo que desprendería una partícula que podría subir o bajar. Si esta partícula sube, se destapará la comida, pero si baja, destapará el veneno. Se trata de saber que le sucederá al gato. Según la ecuación del autor de este acertijo, nada físico puede decidir la suerte del gato. Al tratarse de una realidad cuántica se encuentra en un estado potencial. Vivo y muerto al mismo tiempo, en dos estados probables, solapados e interpuestos. Sólo la mirada del observador puede determinar el desenlace final.

La realidad cuántica es diferente según se perciba o no, según se observe o no.

Imaginemos la infinidad de trayectorias de partículas elementales y ondas (los trazos del dibujo de Doré) que se han ordenado en el instante dinámico de la interferencia del observador, ofreciendo a la organización cerebral la proyección del espejo de la realidad. Individualmente, cada línea o trayectoria de una partícula no se traduce en una imagen reconocible, sin embargo, el conjunto ordenado de ellas conforman nuestra realidad cotidiana.

Electrones que antes de la percepción del observador eran partículas u ondas

indefinidas e impredecibles, se transforman, como consecuencia de esa misma observación, en partículas y ondas de carácter formal, mediante unos fotones invisibles que responden a la llamada del observador como consecuencia de su experimento. El gato vivirá o morirá, concretando uno de los dos estados latentes superpuestos en el momento de la observación. Dependiendo del instante de la observación, Schrödinger lo acariciará o lo enterrará.

A partir de aquí se plantea un gran problema. ¿Qué poder virtual tiene el observador sobre la creación de la realidad?. El conocimiento de los elementos que nos rodean, parece ser el eslabón entre el mundo cuántico y la realidad común. Es decir, la conciencia del observador es la que hace realidad lo observado. Por eso, Prigogine dice: "La realidad se nos revela sólo a través de una construcción activa en la que participamos" . La ciencia, tal como se definió anteriormente, no responde a estas características quedando corta en suobjetivos ya que su campo de actuación no contempla a la conciencia.

De acuerdo con Louis de Broglie:

"En la dimensión espacio-temporal, todo lo que para cada uno de nosotros constituye el pasado, el presente y el futuro, se da en bloque... Cada observador, a medida que su tiempo va pasando, descubre nuevas porciones de espacio-tiempo que aparecen ante él como aspectos sucesivos del mundo material, aunque en realidad, el conjunto de sucesos que constituyen el espacio-tiempo, existe con prioridad a su conocimiento de ellos"

La reducción de la probabilidad y su conversión en realidad se encuentra asociada a la actividad y actitud de los bosones, por lo que pueden ser considerados como los antecedentes primarios de la conciencia (Martínez de la Fe, 1991).

La conciencia está en estado latente en la materia, por lo que no es algo extraño al mundo cuántico: las partículas elementales asocian los cambios en su medio a la interferencia del observador. Existe un diálogo inexplicable entre el hombre y la partícula. Tal vez sea este "... el secreto del Viejo", tal como dijo Einstein. La conciencia brota a partir de una relación de fotones virtuales coherentemente ordenados en el sistema cuántico del cerebro.

El observador se convierte de esta manera en el espejo de la realidad, que su conciencia debe conocer y asume la dualidad: onda-partícula, cuerpo-conciencia, mente-realidad, aspectos diferentes pero todos ellos integrados en la existencia. Desde la física cuántica se puede afirmar que la realidad no es más que un holograma constituido por partículas elementales ordenadas en nuestro cerebro.

De esta forma, elhombre cuántico se convierte en la gran paradoja de la física de las partículas cuánticas.

BIBLIOGRAFÍA:

Sergio A. R. Gutiérrez Morales y Victor Smith-Agreda: "Biomedicina: Fundamentos, Práctica Clínica e invetigación", Mandala, Madrid, 2001.

Ortoli, Pharabod: "El cántico de la cuántica", Gedisa, Barna, 1987.

Dennis Flanagan: "La ciencia ante el S XXXI", Temas de Hoy, Madrid, 1989.

Danah Zohar: "La conciencia cuántica", Plaza y Janés, Barna, 1991.

Ilya Prigogine: "Entre le temps et l´eternité", Fayard, París, 1988.

Martínez de la Fe: "¿Existe lo que no vemos?", Heptada edic., Madrid, 1991.

López Royo: "Física General", Catedrático de la Facultad de Física,de Las Palmas, Islas Canarias.

Fritjof capra: "El Tao de la Física", Sirio, Málaga, 2002.

Ph. D. Sergio A. R. Gutiérrez Morales

Med. Bioenergética – Epidemiólogo

 


~ Taixi ~ (I Parte)
Clásico de la Respiración Embrionaria
胎 息 经

胎从伏气中结,气从有胎中息。

气入身来谓之生,神去离形谓之死。

知神气,可以长生。

故守虚无,以养神气。

神行即气行,神住即气住。

若欲长生,神气相注。

心不动念,无来无去,不出不入,自然常在。

勤而行之,是真道路。
El embrión se forma a partir de la energía interior.
La energía es la respiración del embrión.
La energía penetrando en el cuerpo, esto es la vida.
El espíritu abandonando la forma (física), esto es la muerte.
Quien conozca el espíritu y la energía, podrá vivir mucho tiempo, ...
y aquellos que preserven el vacío y el no-ser, podrán nutrir el
espíritu y la energía.
Cuando el espíritu se moviliza, la energía se moviliza;
si el espíritu se detiene, la energía se detiene.
Si se desea una larga vida, habrá que mezclar espíritu y energía.
Cuando la mente no se ve agitada por pensamientos,
no va ni viene; no sale ni entra:
así se habita permanentemente en la naturalidad.
Practica esto diligentemente, pues este es el auténtico camino del Dao.
La respiración del vientre (Taixi) Parte 2

La Unidad Triple dice: "La espiración y la inspiración se nutren
mutuamente; calmando
la respiración, inhalar y exhalar se vuelven marido y mujer .

El Tratado sobre la Respiración del Vientre dice: "El espíritu y la energía se unen y conservan la respiración interna".

Yu Yuwu dijo: "El universo respira dentro; por eso perdura. Si las personas son capaces de respirar internamente como el universo,también ellas pueden durar tanto como el universo".

La Colección de grandes obras de alquimia dice: "Espirando, corazón y pulmones; inspirando, hígado, riñones y genitales. Espirando, te pones en contacto con la raíz del cielo; inspirando, te pones en contacto con la raíz de la tierra. Espirando, el dragón brama y se levantan las nubes; inspirando, ruge el tigre y se levanta el viento".

El Clásico de la Flor del Sur dice: "Las personas completas respirandesde los talones".

El Clásico del Patio Amarillo dice: "Detrás hay una puerta secreta;al frente, está la puerta de la vida. Espirando el sol, inspirando la luna, queda la respiración".

Algunos preguntan dónde está el lugar de la respiración de las personas verdaderas. Liao Zhanhui dijo: "Frente al ombligo por delante y a los riñones por detrás, en el centro está el verdadero crisol de oro; éste es el lugar de la respiración verdadera".

Fan Dezhao el Iluminado dijo: "Cuando no sale la energía interior y no entra la energía exterior, eso no significa que contengáis la respiración".

Actualmente, muchos hablan de afinar la respiración, y algunos enseñan a la gente a descuidar la respiración. ¿Es esto correcto? ¡No!
El Secreto del Embrión Sagrado dice: "Cuando la energía se acumula en el mar de energía, y la energía genital no sube; entonces se estabiliza la respiración".

En general, cuando afinas la respiración durante mucho tiempo, cuanto más tiempo lo hagas, más se asienta tu espíritu y más sutil se vuelve tu respiración. Por fin, no hay respiración en la nariz, sólo un aliento sutil que entra y sale por el ombligo, como un feto en el vientre. Por eso se llama respiración del vientre.

Ésta es una gran estabilización de la energía espiritualizada; se produce de manera natural y no descuidándola deliberadamente ni de forzarla exageradamente, ni por ningún otro medio inconsciente.
Mientras las personas coagulen el espíritu sin pensarlo, no dejarán de concordar.

Si no se olvida la percepción emocional, los pensamientos siguen sin cesar y el espíritu no está estable ni calmado; entonces se producen dificultades incontables y nadie puede alcanzar la maravilla.Por eso dijo el maestro Yuan acerca del Vacío Cósmico: “Lo esencial es trabajar por olvidar las maquinaciones y por cortar los pensamientos.
“Mantén la unidad y la respiración...no irá y vendrá”.

El Secreto del Embrión Sagrado dice: “No surge un solo pensamiento;no se agita una sola idea; no existe el menor fallo”.

¿Cómo podría referirse esto al control y a la represión?

El refinado práctico debe llegar a la respiración del vientre antes de
que la energía regrese al mar de lo fundamental: éste es el proceso
de “gestación”. Si cierras los ojos y te mantienes en silencio, pero
respiras por la boca y por la nariz como siempre, entonces todavía
estás perdiendo tu energía espiritual; cuando concluya el período de
gestación, no habrá surgimiento ni florecimiento de la energía y del
crecimiento.
El Maestro de la Primavera Eterna dijo: “Con la menor falta de
estabilidad en la respiración, tu vida no es tuya”.

La Alquimia del Tao...El Vacío...

 


EL VACÍO EN TAO SIGNIFICA NO SER.

NO SER SIGNIFICA NO MENTE.

NO MENTE SIGNIFICA NO EGO.

NO EGO SIGNIFICA SABIDURÍA.

SABIDURÍA IMPLICA AUSENCIA DE IGNORANCIA.

Y ESTO SE RESUME EN EL WEI WU WEI.

CON WEI WU WEI NO HAY GASTO DE ENERGÍA.

Y QUIEN NO DESGASTA SU ENERGÍA INUTILMENTE

ES UN SABIO ENTRE LOS MORTALES.

LA MAYORÍA D ...E LAS PERSONAS VIVEN MUNDANAMENTE

Y MUEREN SIN HABER COMPRENDIDO EL SIGNIFICADO DE WEI WU WEI.

PARA ASIMILAR ESTE SENTIDO (alquímicamente hablando)

ES NECESARIO VIVIR VACÍO, VIVIR SIN SER,

VIVIR SIN MENTE, VIVIR SIN EGO.

ESTE ES EL PROPÓSITO DE LA MEDITACIÓN Y ALQUIMIA TAOÍSTA.

Así el Ser humano de honda Sabiduría sabe que,cuando algo se mueve,es porque algo se encuentra quieto,y cuando algo está quieto,es a causa de lo que está en movimiento.Por eso,quien tiene en claro el Arte de la Quietud en el Movimiento y del Movimiento en la quietud,es sin duda alguna,UNA VERDADERA CONCIENCIA EXPANDIDA.Porque asimilas el vacío,es como el mismo centro de un ciclón y hacerse UNO con él,conforma una de las vivencias taoístas de mayor reputación,ya que alcanzar este estado de vacío,y y centralización,es la médula del Tao.De este modo se dice:Sin abrir una ventana,se puede contemplar la verdadera naturaleza,y sin salir por la puerta,se puede recorrer el universo entero.Puesto que es la cualidad principal del espacio interior,de todos los Seres.Alegoricamente,este espacio es semejante,al centro vacìo de la rueda,que hace que ésta cumpla la función de rueda,tanto como el ambiente vacío,conformado entre las paredes,es lo que hace que sea una verdadera vivenda,o bien,el receptáculo vacío de un cántaro,lo que realmente puede ser llenado.Del mismo modo,el Ser humano que descompone su propio centro,y nada sabe de ese espacio vacío interior,no es un Ser humano completo.Pués porque eso,inmaterial,es lo verdaderamente esencial.Porque el no contenido,o el contenido esencial de todo contenedor,es lo que manifiesta al Tao trascendente.Por lo tanto,solo en el profundo y elevado silencio interior,palpita la verdadera existencia,solo en el inescrutable vacío interior,de cada Ser,mora lo esencial,y solo en la total quietud,se percibe el vasto movimiento siquico de la conciencia.Es entonces.solo a partir de este estado,subliminal,del movimiento y la quietud,que se suscita una nueva actitud integral...

Libro esoterismo y la alquimia Grillot de Givry: LA ARTIS subjectum.

sábado, 10 de abril de 2010

 


NICOLAS alquimista Valois, dijo: "La ciencia de los filósofos es el conocimiento del poder universal de las cosas."

En la noche oscura de tu alma, a veces te criaron, mi discípulo, diciéndote que una luz inmensa vendría, un día lejano e indefinido, a iluminar tu angustia.

Soñaste, confundido la visión, de la alegría, la omnisciencia,la armonía sobrehumana, el poder ilimitado.

Usted percibió - después de la oscuridad y la tristeza sombría del caos - El esplendor.

Y ahora el horizonte de tu vida se vuelve púrpura, y te permiten ver algo mejor y más perfecto.

Apresúrate a ti mismo hacia la luz ,si aún no estás decidido. Estoy disponible, en la estrella de los Reyes Magos que se enfrentan a tí y que te llevará, si lo decides,a salir de tú mirada hacia el Maestro del Mundo.

Entrégate a tí mismo, ustedes se han caracterizado por el desorden y la confusión en las ideas y en los actos.

El trastorno es específico para el regreso a ti mismo.

La vuelta a sí mismo requiere un esfuerzo continuo de la voluntad duradera.

El esfuerzo se requiere de manera continua y sostenible de la vida.

La regla de la vida es una serie de actos espirituales que se deben realizar escrupulosamente.

La primera norma, que resume todos los demás es el desinterés de los dichos y hechos de los hombres.

Déjate envolver por la indiferencia como una capa que es la clave de la vida mágica. Olvídate de las contingencias. Entregate a tí mismo de y deja de escuchar a cualquier ignorante. Bloquéate a ti mismo en tus pensamientos y tu sabiduría. ¡Sé el solitario, la construcción verdadera de una célula en su propio corazón.

Aceptar una vida oscura, cuando uno tiene hambre de gloria es la perfección alquímica final, con tanto rigor, los santos han logrado la Gran Obra.

Lo ideal es que crearás un reino en el que reinará como Señor soberano,serás tú ¿qué quieres más?

Tú eres el rey, cuando los tronos se derrumban! Eres Sacerdote el hierofaníte sin tropiezo!

Persiguiendo a la multitud, te darás cuenta del desprecio de las personas, desprecia a lo que puedan decir las masas y concéntrate en tú interés.

La expansión es considerada popular y jerárquica. Una multitud disciplinada ha construido el monumento,que oculta la excelencia el monumento que no proyecta sombra: la Pirámide; la multitud rebelde nunca supo que es accesible a todos, lo que deseen unirse, Renunciaron a la Gran Obra, entonces es simple,el Camino del Absoluto no se abre para ellos.

El querer tener la sabiduría y al mismo tiempo, la aprobación popular, es ridículo.

"La actuación no es actuar", dijo Lao-tsé; recordad esto. Cuando la multitud grita ,que la batallen sin ti, mi discípulo, el atanor víspera de tu alma,te espera.

Si Tú no sientes dolor al ignorar lo que la gente piensa y lo que dicen de ti, ¡ánimo! ya ha avanzado en el camino hacia el Absoluto.

La reputación no es nada, sólo el testimonio de la conciencia es importante. Lo que usted utiliza para llegar a ser santo, si lo es,solo tienes que sellar la paz en tu corazón.

Por lo tanto, de acuerdo a Scala Philosophorum, empieza a trabajar cuando el sol está en Aries y la Luna en Tauro.

Lo que ofrecemos toma un año de la piedra filosofal en toda su estabilidad y en cuanto a su firmeza ,Trevisan agregó siete días.

Comprende estas palabras y medita. Esfuérzate por desarrollar las fuerzas latentes que permanecen en vosotros. Ordena tu vida de acuerdo a las normas ocultas. TÚ eres el asunto de la Gran Obra: espiritualizarte, purificar tu astral, y a ti mismo te hace salir de las sombras .


Libro esoterismo y la alquimia- Grillot de Givry: INTRODUCCIÓN.

 



Por encima de nosotros en las esferas eternas de las que emana la luz y la vida, el misterio reinado, insondable y magnífico, el Absoluto.

El Absoluto rodea nuestro ser como una [involucro, Y delimita el círculo estrecho de nuestros conceptos precisos en todo lo que ha impreso su commonéfaction.

La oscuridad, sin que los que no son la ciencia, es un velo que cubre la causa primera, que se eleva a los iniciados.

¡Bendito el que se han conocido antes de rasgar tiempo! Luz, ya que no sabe ya que no deslumbran con su visión inesperada.

Pero los que se deleitaban en el temor de que no existe para ellos, el guardián del umbral está obligado a retirar por sí mismo!

Luego, al ver que nunca había sospechado que había contemné Puede ser, caen en las profundidades del abismo aniquilado, donde ya no es consciente de sí mismos, van a perder su entidad y pueden verse más!

O la escasez Y [parvité De los sabios, en este momento decisivo! Lo que lamenta los actos no se logra, los proyectos no ejecutados! ¿Cómo se puede reparar las omisiones y errores, la voluntad, imperfecta, incompleta, impuro, aceptar su conclusión final!

Sígueme Así que, mi discípulo en la Vía del Absoluto que le enseñará; síguemeY te prometo que un día te ceñirá su frente la corona de la luz, la diadema de oro de Wise reservado para aquellos que durante su vida, han hecho que resume el trabajo de trabajo.

Muchos han oído hablar de la Gran Obra. Algunos proponen que les gusto, pero poco para abordar la cuestión.

Todos dicen "Más tarde, cuando hemos conquistado el ocio y la calma." Pero el ocio y la tranquilidad por venir, mientras que el Absoluto te reclamará sin culpa, desde que llegó de él.

Oh pasar en esta tierra sin haber descifrado el enigma, sin haber penetrado en el [inexsupérable secreto Que algunos de nuestros antepasados conocían la has podido, que ya han pidió sabiduría de tantos hombres que no poseen?

La Gran Obra! La Gran Obra! palabra de prestigio! Deslumbrante esplendor! Algunos, en épocas pasadas, se han visto esta maravilla, habría pasado a tener en su totalidad, y usted, se lo permite, sin explicación, en los libros!

Y en la otra vida, tan dotado con la plenitud de su claridad de percepción, verías la falange triunfal de Sapient, una inundación de alegría radiante, desconcertada con la felicidad y el gozo, el deleite en la piedra de los filósofos, s en la alimentación para toda la eternidad y que no tienen parte en la fiesta!

Y oía el blanco teorías Inicia gritar como Dante:

Guai voi un anime pravi Veder No isperate de mayo a cielo!

mientras que se marcharía para siempre, triunfante en la luz, y te dejará solo, en la creciente oscuridad, su diazoma Siniestro se extiende alrededor!

Ese pensamiento es suficiente para inspirar a continuación, lamentar la negligencia del Magisterio de los Sabios.

Ojalá no sea demasiado tarde, y usted se encuentra ya demasiado tarde en la vida seguir para completar!

Porque si el ascetismo no ha comenzado saliendo de la adolescencia, es dudoso que pueda alcanzar la perfección. Es en este sentido que Nicolás Valois, dijo: "La primavera adelante el trabajo". Y Santo Tomás de Aquino: "En los primeros días, es importante levantarse temprano y ver si la vid está en flor.

Libro Esotérico y La Alquimia-Grillot de Givry:Meditación IV Disolución.

 



Roger Bacon dijo: "Es necesario que el cuerpo se convierte en el espíritu y el espíritu se convierte en el cuerpo." Esta es la solución de la obra.

Para lograrlo, su propio cuerpo, quemaduras con fuego filosófico corroídos por la quema de agua de la contrición, debe llegar a tal nivel de pureza que s'immatérialise realmente.

Luego, mediante la transformación de sí mismo como un Tabor, se convertirá inalterable ya no será una [impedancia] En la vida espiritual, sino al cuerpo igualmente gloriosa, va a participar en ella y ayudar a sí mismo, - ¡Oh maravilla! - En el trabajo.

Corporéifie entonces su mente, es decir, proyecta una mirada escrutadora de los que te sustancia impalpable que tal vez nunca has pensado en la naturaleza misteriosa, sin embargo, constantemente, que apoya su cuerpo.

Estudiado cuidadosamente todos los secretos de su funcionamiento a conocer la iniciativa, para preservar su poder y mantener el alimento intelectual que se adapte a él.

Tú, mi discípulo, un inmenso tesoro fuerzas ocultas que no lo sé, una fuerza considerable e invencible, se inclinó en ti, que superan todas las fuerzas corporales; aprender a utilizarlas para hacerlas obedecer a tu voluntad, en el instante t «que hagan absoluta maestría.

Y para ello primero debe eliminar de su mente todo lo que es superfluo y obsoleto. Emond enérgicamente dosel de su vulgar pensamientos. Tamaño audazmente en el bosque de clichés y banalidades que aún puede hacerse cargo. Pode cualquier cosa que no representa la fuerza y la fuerza se produce la pérdida de vegetación insalubres sólo de la energía espiritual.

El pensamiento es una sustancia de naturaleza casi líquido. Una vez emitido, es que existe.

La idea es inmutable. Provoca en el ámbito de la pura existencia un eco que resuena en la eternidad. Mirad, pues el infierno cogitaciones puede crear, que se unirá a usted para su condenación.

Sé puro, porque es su propia virtud que debe planear el atanor animar. Evita indiferente actos en sí mismos. Nunca deje que su mirada se extravía en los objetos que no valen un momento de su atención ; es un dibujo de tu ser que nunca pierda el poder de nuevo.

Entonces, cuando se les liberó de la carga de inútiles, recoger tesoros lo que usted quiere mantener a las fuerzas, y los dirige a la Obra con vehemencia. Observe cuidadosamente los colores del Magisterio, y hacer converger hacia la meta final, el más pequeño acto.

Algunos le dirán que el miraculaire poder adquirido y transmitido por un aliento, una palabra susurrada al oído cabalística, leer unas pocas páginas en un libro de hechizos o hacer una varita.

Sabe, sin embargo, que tal poder no se le concede únicamente por un lento y laborioso cultivo de fuerzas psíquicas que permanecen en ustedes en un estado latente.

Debemos t'abstraire en la vida superior, exaltando poderosamente tu, hacen una verdadera segregación de ti mismo con el mundo físico y el exterior.

Estudiantes a tu alrededor como un muro que retiene que emana de ti a las cosas sensibles y enciérrate en la ciudadela hermética en la que salen un día, invulnerable.

Sin duda, ya ver amanecer de luz que te prometí, y se regocijan usted.

Paciencia! pensar en su incompetencia! Estás en el cuarto nivel de la Vía de lo Absoluto. Tienes más de la mitad del camino por recorrer, y todavía se puede tropezar en el camino, y el otoño.

Más hábiles que has caído, que casi tocaba la meta.

Un dedo en los labios, como Harpócrates, y rezar, mi discípulo, en el silencio de tu alma.

XII Meditaciones sobre el camino de lo esotérico y lo Absoluto...Mysterium Magnum, la gran obra, Grillot de Givry.

 


Mysterium Magnum, la gran obra, Grillot de Givry.

XII Meditaciones sobre el camino de lo esotérico y lo Absoluto.

TEAEYTH

I. El Absoluto es la síntesis de la perfección universal.

II. El ser que posee en sí el sentimiento de perfección, es en el camino hacia el Absoluto.

III. El ser que ha traído consigo un elemento de auto-perfección, ha caminado el camino hacia el Absoluto.

IV. El Camino del Absoluto conduce a la absorción de la Primera Causa.

V. La primera causa es la perfección abstracta. Es el Absoluto mismo.

VI. La primera causa es una, infinita, eterna.

VII. El ser que lo ha exaltado a los tres conceptos de unidad, infinitud y la eternidad como para asimilarlos a la exclusión de todos los demás, fue absorbida por la causa primera, que ha alcanzado la perfección Suprema caminaba el camino de lo Absoluto.

VIII. El movimiento respondió a la calma y la quietud en el movimiento se manifiesta en todas las cosas visibles.

IX. El movimiento es la perfección y la quietud es la perfección.

X La primera causa es inmutable y es el motor universal. Es el movimiento y la quietud.

XI. La destrucción, en el ser, esta dualidad, el rechazo de la binaria por la unión de estos dos principios, a imitación de la causa primera, por lo tanto, conduce a la perfección. Este es el camino hacia el Absoluto.

XII. La causa principal tiene una existencia pura.

XIII. Cualquier cosa que se aparta de la causa primera es, por etapas sucesivas, hacia la no-existencia.

XIV. Esto no tienden a la pura existencia no está en el camino hacia el Absoluto.

XV. Todo tiene su arquetipo en el ideal absoluto.

XVI. La restauración de cada cosa en su verdadera efigie se corresponden con este arquetipo, es la redención universal.

XVII. Buscar lo universal Redentor es caminar en el camino hacia el Absoluto. Este trabajo de manera efectiva en la Gran Obra.

XVIII. Las claves se muestran en las cifras absolutas, porque piensan que la economía de la causa primera y el plano de la pura existencia.

XIX. Pero el camino hacia el Absoluto no está en números, porque el infinito no es ni la suma, ni el límite de los números.

XX. La reducción de todos los números de la primera unidad deberá realizarse antes de la posesión de lo infinito.

XXI. Por la unidad y el infinito son los dos nombres de una sola cosa, y el Camino de lo Absoluto no es un aumento real, sino un asceta, y esta es la Gran Obra que los filósofos enseñado.

Este es mi discípulo, todas las Magisterio.
Comprender y encontrar la clave vigésimo segundo, misterioso Tau no se puede escribir.
Sostener: Sólo hay un trabajo, hay dos trabajos, tres regímenes, cuatro operaciones, siete grados en cada uno de los regímenes y doce casas celestes que se realizan en las cuatro operaciones.

La fórmula de la Piedra es el siguiente:

Formule Pierre Philosophale

A continuación, los cuatro elementos, o bohu Tohu va-, cerró la Athanor clanes magnetizado por el Ruach Elohim, todo por un año y siete días.
Cuando se conoce el diámetro espagírica, usted puede lograr lo imposible filosófico. He aquí la unidad y su logaritmo, lo infinito y su logaritmo, cero y su logaritmo, y usted posee la clave del Universo. Aquí se le proporciona, mi discípulo, el supremo Sacramento de la Ciencia.

Usted ha recibido maestros la imposición de manos.
Vestido con unción sacerdotal esto, usted va ahora, ¡ay! de vuelta en niebla y vasto mundo, desde sus días de antes! Tienes que perderse en la multitud de hombres, que sus oídos oyen, como antes, las vulgaridades, las vulgaridades y la blasfemia.
Sin duda la amargura peculiar de este evento trae un poco de tristeza que aquí, pero es fácil de superar, porque usted es la antigua sabiduría de hiéracophore; llevas en tu corazón un tesoro que en caso de que el confort en cualquier dolor terrestres una luz para iluminar tu vida para siempre.
La misión nos sitúa por encima de todo el mundo y su felicidad es inconfundible, porque para usted las palabras de Hermes ha hecho: "Lo que era secreto y oculto se manifiesta."
Y no hay angustia, no puede aceptar lo que se ha enseñado el Camino Real de lo Absoluto!

Escucha a San Pablo t'énonçant el gran secreto: Patres nostri biberunt omnes de spiritalis, EOS compatibles, Petra: Petra autem erat CHRISTUS (I Cor., X, 4).

Myster

Parisiorum Lutetiae de 1906, el día de la Epifanía.

Mysterium Magnum, Le Grand OEuvre, Grillot de Givry.

 



XII Méditations sur la Voie de l’Esotérique et de l’Absolu.

TEAEYTH

I. L’Absolu est la synthèse de la perfection universelle.

II. L’être qui possède en soi le sentiment de la perfection, est sur la Voie de l’Absolu.

III. L’être qui a introduit en soi un élément de perfection, a cheminé sur la Voie de l’Absolu.

IV. La Voie de l’Absolu conduit à l’absorption dans la Cause Première.

V. La Cause Première est la perfection abstraite. Elle est l’Absolu lui-même.

VI. La Cause Première est une, infinie, éternelle.

VII. L’être qui a exalté en lui les trois notions d’unité, d’infinité et d’éternité au point de se les assimiler à l’exclusion de toute autre, s’est absorbé dans la Cause Première ; il a réalisé la perfection suprême ; il a parcouru la Voie de l’Absolu.

VIII. La réaction du mouvement sur l’immobilité et de l’immobilité sur le mouvement se manifeste en toutes les choses perceptibles.

IX. Le mouvement est la perfection et l’immobilité est la perfection.

X. La Cause Première est immuable et elle est l’universel moteur. Elle est à la fois le mouvement, et l’immobilité.

XI. La destruction, en l’être, de cette dualité, le rejet de ce binaire par l’union de ces deux principes, à l’imitation de la Cause Première, conduit donc à la perfection. C’est la Voie de l’Absolu.

XII. La cause première possède l’existence pure.

XIII. Tout ce qui s’éloigne de la Cause Première tend, par des degrés successifs, vers la non-existence.

XIV. Ce qui ne tend pas vers l’existence pure n’est pas dans la Voie de l’Absolu.

XV. Toute chose possède dans l’Absolu son archétype parfait.

XVI. La restauration de chaque chose en sa véritable effigie suivant cet archétype, constitue la rédemption universelle.

XVII. Chercher le Rédempteur universel, c’est cheminer dans la Voie de l’Absolu. C’est travailler efficacement au Grand OEuvre.

XVIII. Les clefs de l’Absolu sont inscrites dans les nombres, car ceux-ci réfléchissent l’économie de la Cause Première et du plan de l’existence pure.

XIX. Mais la Voie de l’Absolu n’est pas dans les nombres, car l’infini n’est ni la somme ni la limite des nombres.

XX. La réduction de tous les nombres à l’unité doit donc être préalablement opérée avant la possession de l’infini.

XXI. Car l’unité et l’infini sont les deux noms d’une seule et unique chose, et la Voie de l’Absolu n’est pas une progression véritable, mais une ascèse ; et c’est là le Grand OEuvre que les Philosophes ont enseigné.

Tel est, mon Disciple, tout le Magistère.
Comprends et trouve la vingt-deuxième clef, le Tau mystérieux qui ne s’écrit pas.
Retiens : Il n’y a qu’un seul oeuvre ; il y a deux travaux, trois régimes, quatre opérations, sept degrés dans chacun des régimes et douze maisons célestes dans lesquelles s’accomplissent les quatre opérations.

La formule de la Pierre s’établit ainsi :

Formule Pierre Philosophale

Puis les quatre éléments, ou Tohou-va-Bohou, enfermés clans l’Athanor aimanté par le Ruach Ælohim, le tout pendant une année et sept jours.
Lorsque tu connaîtras le diamètre spagyrique, tu pourras accomplir la quadrature du cercle philosophique. Contemple l’unité et son logarithme, l’infini et son logarithme, le zéro et son logarithme, et tu possèdes la Clef de l’Univers. Te voilà donc muni, mon Disciple, du viatique de la Science suprême.

Tu as reçu des maîtres l’imposition des mains.
Revêtu de cette onction sacerdotale, tu vas maintenant, hélas ! rentrer dans le monde brumeux et morne, de tes jours antérieurs ! Il faut que tu te perdes de nouveau dans la foule des hommes, que ton oreille entende, comme autrefois, les vulgarités, les lieux communs et les blasphèmes.
Sans doute l’amertume singulière de cette épreuve apporte ici quelque tristesse : mais il est aisé d’en triompher, car tu es le hiéracophore de l’antique Sapience ; tu portes en ton coeur un trésor qui doit te consoler de toute douleur terrestre, une lumière qui doit illuminer éternellement ta vie.
Ta mission te place au-dessus de tous les hommes et ton bonheur est incomparable, car pour toi la parole d’Hermès s’est réalisée : " Ce qui était occulte et caché deviendra manifeste ".
Et nulle angoisse ne saurait étreindre celui auquel a été enseignée la Voie Royale de l’Absolu !

Écoute Saint Paul t’énonçant le grand arcane : Patres nostri omnes biberunt de spiritali, consequente eos, petra : PETRA autem erat CHRISTUS (I Cor., x., 4).

Myster

Lutetiae Parisiorum,1906, le jour de l’Epiphanie.

Fulcanelli:El Misterio de las Catedrales...

 


Cuando escribió El misterio de las catedrales, en 1922, Fulcanelli no había recibido El don
de Dios, pero estaba tan cerca de la Iluminación suprema quejuzgó necesario esperar y
conservar el anonimato, el cual por lo demás, había observado constantemente, acaso más
por inclinación de su carácter que por obedecer rigurosamente la regla del secreto. Porque
hay que decir que este hombre de otro tiempo, por su apariencia extraña, sus maneras
anticuadas y sus ocupaciones insólitas, llamaba, sin pretenderlo, la atención de los
desocupados, los curiosos y los tontos, mucho menos, empero, de la que había de suscitar, un
poco más tarde, la desaparición total de su personalidad común.
Así desde la compilación de la primera parte de sus escritos el Maestro manifestó su
voluntad absoluta y sin apelación de que su identidad real permaneciese en la sombra, de que
desapareciese su marbete social definitivamente trocado por el seudónimo impuesto por la
Tradición y conocido desde hacía largo tiempo. Este nombre célebre ha quedado tan
firmemente grabado en la memoria, hasta las generaciones futuras más lejanas, que es
ciertamente imposible que sea sustituido jamás por cualquier patronímico, por muy
verdadero, brillante o famoso que fuese.
Sin embargo, no debemos pensar que el padre de una obra de tan alta calidad la
abandonase, inmediatamente después de haberla engendrado, sin razones adecuadas, por no
decir imperiosas, y profundamente meditadas. Éstas, en un plano muy distinto, condujeron a
un renunciamiento que no deja de causar admiración, cuando incluso los autores más puros,
entre los mejores, se muestran siempre sensibles al oropel de la obra impresa. Cierto que, en
el reino de las letras de nuestro tiempo, el caso de Fulcanelli no se parece a ningún otro,
porque emana de una disciplina ética infinitamente superior, según la cual el nuevo Adepto
ajusta su destino al de sus raros predecesores, aparecidos sucesivamente, como él en su época
determinada, jalonando, como faros de salvación y de misericordia, el camino infinito.
Filiación sin tacha, prodigiosamente perpetuada, a fin de que se reafine sin cesar, en su doble
manifestación espiritual y científicta la Verdad eterna universal e indivisible. A semejanza de
la mayoría de los Adeptos antiguos, Fulcanelli al arrojar a las ortigas de la zanja el gastado
despojo del hombre viejo, no dejó en el camino más que la huella onomástica de su fantasma,
cuya altiva enseña proclama la aristocracia suprema.
Quienes posean algún conocimiento sobre los libros de alquimia del pasado sabrán que la
enseñanza oral de maestro a discípulo prevalece sobre cualquier otra, lo cual tiene fuerza de
aforismo. Fulcanelli recibió su iniciación de esta manera, como la recibimos nosotros después
de él aunque tengamos que declarar, por nuestra parte, que Cyliani nos había abierto ya de
par en par la puerta del laberinto, en el curso de aquella semana de 1915 en que su opúsculo
fue reeditado.
En nuestra Introducción a Las doce llaves de la Filosofía, insistimos deliberadamente en
que Basilio Valentín fue el iniciador de nuestro Maestro, y lo hicimos, entre otras razones,
para tener ocasión de cambiar el epíteto del vocablo, es decir, de sustituir -por prurito de
exactitud-, con el adjetivo numeral primero, el calificativo verdadero que habíamos utilizado
antaño, en nuestro prólogo a las Moradas filosofales. En aquella época, ignorábamos la
conmovedora carta que transcribiremos un poco más adelante y que debe su impresionante
belleza al aliento de entusiasmo, al acento fervoroso que inflama a su autor, sumido en el
anónimo por el raspado de la firma, como se borra el nombre del destinatario por falta de
señas. Éste fue indudablemente el maestro de Fulcanelli el cual dejó entre sus papeles la
epístola reveladora cruzada por dos franjas oscuras en el lugar de los pliegues, por haber
pertenecido largo tiempo guardada en la cartera, adonde iba, empero, a buscarla el polvo
impalpable y graso del hornillo en continua actividad. El autor de El Misterio de las
catedrales conservó, pues, durante muchos años, como un talismán la prueba escrita del
t7iunfo de su verdadero iniciador, que nada nos impide que publiquemos hoy, tanto más
cuanto que nos da una idea elocuente y justa del terreno sublime en que se sitúa la Gran Obra
No creemos que nadie nos reproche 1a longitud de la extraña epístola de la que sin duda sería
lamentable suprimir una sola palabra:
Mi viejo amigo,
Esta vez, ha recibido usted verdaderamente el don de Dios, es una Gracia grande, y, por primera
vez, comprendo la rareza de este favor. Considero, en efecto, que, en su abismo insondable de
sencillez, el arcano es imposible de encontrar por la sola fuerza de la razón, por muy sutil que ésta
sea y por mucho que se haya ejercitado. En fin, posee usted el Tesoro de los Tesoros, demos
gracias a la Divina Luz por haberle hecho partícipe de él. Por lo demás, lo tiene justamente
merecido por su fe inquebrantable en la Verdad, por su constancia en el esfuerzo, por su
perseverancia en el sacrificio, y también, no lo olvidemos... por sus buenas obras.
Cuando mi mujer me anunció la buena nueva, me quedé aturdido de gozosa sorpresa y no cabía en
mí de felicidad. Tanto, que me decía: ojalá no paguemos esta hora de embriaguez con un terrible
mañana. Pero, por muy breve que sea mi información sobre la cosa, creí comprender, y esto en mi
certeza, que el fuego sólo se apaga cuando la obra se ha cumplido y toda la masa tintórea
impregna el vaso, que, de decantación en decantación, permanece absolutamente saturado y
se vuelve luminoso como el sol.
Ha llevado usted su generosidad hasta el punto de asociarnos a este alto y oculto conocimiento que
le pertenece de pleno derecho y de un modo absolutamente personal. Mejor que nadie,
comprendemos todo su precio, y, también mejor que nadie, somos capaces de guardarle por ello
eterno reconocimiento. Sabe usted que las más bellas frases y las más elocuentes protestas no valen
lo que la sencillez emocionada de estas solas palabras: es usted bueno, y, por esta gran virtud, ha
colocado Dios sobre su frente la diadema de la verdadera realeza. Él sabe que hará usted un uso
digno de este cetro y de los inestimables gajes que lleva consigo. Nosotros le conocemos desde
hace tiempo como el manto azul de sus amigos en desgracia; pero el manto caritativo se ha
ensanchado de pronto, pues ahora todo el azul del cielo y su gran sol cubren sus nobles hombros.
Ojalá pueda gozar mucho tiempo de esta grande y rara dicha, para satisfacción y consuelo de sus
amigos, e incluso de sus enemigos, pues la desdicha lo borra todo y usted posee, a partir de hoy, la
varita mágica que hace todos los milagros.
Mi mujer, con la inexplicable intuición de los seres sensibles, había tenido un sueño
verdaderamente extraño. Había visto a un hombre envuelto en todos los colores del prisma,
elevándose hasta el sol. La explicación no se hizo esperar. ¡Qué maravilla! ¡Qué bella y victoriosa
respuesta a mi carta cargada, sí, de dialéctica y -teóricamente- exacta, pero muy distante aún de lo
Verdadero, de lo Real ¡Ah! Casi puede decirse que el que saluda a la estrella de la mañana pierde
para siempre el uso de la vista y de la razón, pues queda fascinado por su falsa luz y es precipitado
en el abismo... A menos que, como a usted, no venga un gran golpe de suerte a arrancarle del borde
del precipicio.
Ardo en deseos de verle, mi viejo amigo, de oírle contar sus últimas horas de angustia y de
triunfo. Pero, créalo, jamás podré traducir en palabras la gran alegría que experimentamos y toda la
gratitud que sentimos hacia usted en el fondo de nuestro corazón. ¡Aleluya!
Le abrazo y le felicito,
Su viejo...
El que sabe hacer la Obra con sólo el mercurio ha encontrado lo que hay de más perfecto; es
decir, ha recibido la luz y realizado el Magisterio.
Tal vez un pasaje habrá chocado, sorprendido o desconcertado al lector atento y ya
familiarizado con los principales datos del problema hermético. Es cuando el íntimo y sabio
correspondiente exclama:
«¡Ay! Casi puede decirse que el que saluda a la estrella de la mañana pierde para
siempre el uso de la voz y de la razón pues queda fascinado por su falsa luz y es precipitado
en el abismo. »
¿No parece esta frase contradecir lo que afirmamos, hace más de veinte años en un
estudio sobre el Vellocino de Oro (1), es decir, que la estrella es el gran signo de la Obra, -
que sella la materia filosofal- que le dice al alquimista que no ha encontrado la luz de los
locos, sino la de los sabios, que consagra la sabiduría y que la llamamos estrella de la
mañana? Pero, ¿s e ha señalado que concretábamos brevemente que el astro hermético es
ante todo admirado en el espejo del arte o mercurio, antes de ser descubierto en el cielo
químico, donde alumbra de manera infinitamente más discreta? Si nos hubiéramos
preocupado más del deber de la caridad que de la observancia del secreto, y aun a costa de
pasar por fervientes adeptos de la paradoja habríamos podido insistir entonces en el
maravilloso arcano y, con este fin, copiar algunas líneas escritas en un viejísimo carnet,
después de una de aquellas eruditas charlas con Fulcanelli que, acompañadas de café
azucarado y frío, hacían nuestras profundas delicias de adolescente asiduo y estudioso,
ávido de un saber inapreciable:
Nuestra estrella es única y, sin embargo, es doble. Aprenda a distinguir su huella real de su
imagen, y observará que brilla con mayor intensidad a la luz del día que en las tinieblas de la noche.
Declaración que corrobora y completa la de Basilio Valentín (Doce llaves), no menos
categórica y solemne:
(1) Alchimie, pág. 137. J. -J. Pauvert, editor.
«Los dioses han otorgado al hombre dos estrellas para que le conduzcan a la gran Sabiduría,
obsérvalas, ¡oh, hombre!, y sigue con constancia su claridad, porque en ella se encuentra
la Sabiduría.»
¿Acaso no son estas dos estrellas las que os muestran una de las pequeñas pinturas
alquímicas del convento franciscano de Cimiez, acompañada de la inscripción latina que
expresa la virtud salvadora inherente al resplandor nocturno y estelar. «Cum luce saluten;
con la luz la salvación»?
En todo caso, por poco sentido filosófico que uno tenga y por poco trabajo que se tome en
meditar las anteriores frases de Adeptos incontestables, poseerá la llave con ayuda de la cual
abre Cyliani 1a cerradura del templo. Pero, si todavía no comprende, que relea a Fulcanelli y
no vaya a buscar en otra parte una enseñanza que ningún otro libro podría darle con tanta
precisión
Hay, pues, dos estrellas, las cuales, a pesar de que parezca inverosímil forman en realidad
una sola La que brilla sobre la Virgen mística -a la vez nuestra madre y el mar herméticoanuncia
la concepción y no es más que el reflejo de 1a otra, que precede al advenimiento
milagroso del Hijo. Pues si la Virgen celestial es todavía llamada stella matutina, estrella de
la mañana; si es posible contemplar en ella el esplendor de una señal divino; si el
descubrimiento de esta fuente de gracias pone gozo en el corazón del artista, no es, empero,
más que una simple imagen reflejada por el espejo de la Sabiduría. A pesar de su importancia
y del lugar que ocupa en los autores, esta estrella visible, pero inalcanzable, da testimonio de
la realidad de la otra, de la que coronó al Niño divino en el momento de nacer. El signo que
condujo a los Magos a la cueva de Belén, nos dice san Crisóstomo, fue a colocarse, antes de
desaparecer, sobre la cabeza del Salvador, rodeándole de un halo luminoso.
Insistimos en ello, porque estamos seguros de que algunos nos lo agradecerán: se trata
verdaderamente de un astro noctumo cuya claridad resplandece sin gran fuerza en el polo del
cielo hermético. Importa, pues, instruirse, sin dejarse engañar por las apariencias, sobre este
cielo terrestre de que habla Wenceslao Lavinius de Moravia y sobre el cual insiste tanto
Jacobus Tollius:
«Comprenderás lo que es el Cielo leyendo el pequeño comentario que sigue y por el cual el
Cielo químico habrá sido abierto. Pues este cielo es inmenso y viste los campos de luz purpúrea,
donde se han reconocido sus astros y su sol.»
Es indispensable meditar bien que el cielo y la tierra aunque confusos en el Caos cósmico
original no son diferentes en sustancia ni en esencia, sino que llegan a serlo en calidad, en
cantidad y en virtud ¿Acaso la tierra alquímica, caótica, inerte y estéril no contiene el cielo
filosófico? ¿Ha de ser, pues, imposible al artista, imitador de la Naturaleza y de la Gran Obra
divina, separar en su pequeño mundo, con ayuda del fuego secreto y del espíritu universal las
partes cristalinas, luminosas y puras, de las partes densas, tenebrosas y groseras? No, por lo
tanto, debe realizarse esta separación que consiste en extraer la luz de las tinieblas y en
efectuar el trabajo del primero de los Grandes Días de Salomón. Gracias a ella podremos
saber lo que es la tierra filosofal y lo que los Adeptos han llamado cielo de los Sabios.
Philaléthe, que, en su Entrada abierta al Palacio cerrado del Rey, es quien más se extendió
sobre la práctica de la Obra, señala la estrella hermética y llega a la conclusión de la magia
cósmica de su aparición:
«Es el milagro del mundo, la reunión de las virtudes superiores en las inferiores; por esto el
Todopoderoso la marcó con un signo extraordinario. Los Sabios 1a vieron en Oriente, se
llenaron de admiración y comprendieron en seguida que un Rey purísimo había nacido en el
mundo.
»Tú, cuando hayas visto su estrella, síguela hasta la Cuna; allí verás al hermoso Niño.»
« Tómese cuatro partes de nuestro dragón ígneo que oculta en su vientre nuestro Acero
mágico, y nueve partes de nuestro Imán mézclese todo por medio de Vulcano ardiente, en
forma de agua mineral donde sobrenadará una espuma que debe ser quitada. Arrójese la
costra, tómese el núcleo, purifíquese tres veces, por el fuego y la sal cosa que se hará
fácilmente si Saturno ha visto su imagen en el espejo de Marte. »
Por último, añade Philaléthe.
« Y que el Todopoderoso estampe su sello real en esta Obra y la adorne con él
particulannente. »
La estrella a decir verdad, no es un signo especial de la labor de la Gran Obra. Podemos
encontrarla en multitud de combinaciones arquímicas, de procedimientos particulares y de
operaciones espagíricas de menor importancia; sin embargo, ofrece siempre el mismo valor
indicativo de transformación parcial o total de los cuerpos sobre los cuales se ha fijado. Juan
Federico Helvetius nos dio un ejemplo típico de ello en el pasaje de su Becerro de Oro (Vitulus
Aureus) que traducimos a continuación:
«Cierto orfebre de La Haya (ciu nomen est Grillus), discípulo muy ejercitado en alquimia,
pero hombre muy pobre según la naturaleza de esta ciencia pidió hace algunos años (2) a mi
mejor amigo, es decir, a Juan Gaspar Knbtter, tintorera, espíritu de sal preparado de manera
no vulgar. Al preguntar Knótter si este espíritu de sal especial sería o no utilizado para los
metales, Gril respondió que para los metales, seguidamente vertió este espíritu de sal sobre
plomo que había colocado en un recipiente de vidrio utilizado para confituras o alimentos.
Pues bien, al cabo de dos semanas, apareció, flotando, una muy curiosa y resplandeciente
Estrella plateada, que parecía trazada con un compás por un artista muy hábil Por lo que
Gril lleno de inmensa alegría, nos manifestó que había visto ya la estrella visible de los
Filósofos, sobre la cual probablemente, se había informado en Basilio (Valentín). Yo y otros
muchos hombres honorables contemplamos con suma admiración esta estrella flotante en el
espíritu de sal, mientras que, en el fondo, permanecía el plomo de color de ceniza e hinchado
a la manera de una esponja. Sin embargo, en un intervalo de sie te o nueve días, fue
desapareciendo la humedad del espíritu de sal absorbida por el grandísimo calor del aire
(2) Hacia 1664, año de la edición príncipe e imposible de encontrar en Vitulus Aureus.
del mes de julio, y la estrella llegó al fondo, depositándose sobre aquel plomo esponjoso y
terroso. Fue un resultado digno de admiración y no para un reducido número de testigos. Por
último, Gril copeló en una vasta la parte de este plomo ceniciento a que se había adherido la
estrella y obtuvo, de una libra de este plomo, doce onzas de plata de copela y, además, de
estas doce onzas, dos onzas de oro excelente. »
Tal es el relato de Helvetius. Sólo lo damos para confirmar la presencia del signo estrellado
en todas las modificaciones intemas de cuerpos tratados filosóficamente. Sin embargo, no
quisiéramos ser causa de trabajos infructuosos o engañadores que sin duda emprendedan
algunos lectores entusiastas, fundándose en la reputación de Helvetius, en la probidad de los
testigos oculares y, tal vez también en nuestro constante afán de sinceridad Por esto
queremos observar, a quienes quisieran repetir el ensayo, que faltan en esta narración dos
datos esenciales: la composición química exacta del ácido clorhídrico y las operaciones
efectuadas previamente sobre el metal. Ningún químico será capaz de contradecirnos si
afirmamos que el plomo ordinario, sea cual fuere, no tomará jamás el aspecto de la piedra
pómez sometiéndolo en frío, a la acción del ácido muriático. Varios preparativos son, pues,
necesarios para provocar la dilatación del metal separar de él las impurezas más groseras y
los elementos inestables, y producir en fin, mediante la fermentación necesaria, la hinchazón
que le hace adquirir una estructura esponjosa, blanda y que manifiesta ya una marcadísima
tendencia al cambio profundo de las propiedades especí ficas.
Blaise de Vignére y Naxágoras, por ejemplo, han escrito largamente sobre la conveniencia de
una prolongada cocción previa. Pues, si es cierto que el plomo común está muerto -porque ha
sufrido la reducción, y una gran llama, dice Basilio Valentín, devora un fuego pequeño-, no es
menos verdad que el mismo metal pacientemente alimentado con sustancia ígnea, se
reanimará, reanudará poco a poco su actividad abolida y, de masa química inerte se
convertirá en cuerpo filosóficamente vivo.
Tal vez alguien se asombrará de que hayamos tratado tan prolijamente de un solo punto
de la Doctrina hasta dedicarle la mayor parte de este prólogo, lo cual en consecuencia, nos
hace temer que hayamos rebasado la finalidad corrientemente asignada a los escritos de este
género. Se advertirá, no obstante, que era lógico que desarrollásemos este tema que nos
introduce, a pie llano podríamos decir, en el texto de Fulcanelli. Efectivamente, ya en su
umbral se entretiene largamente nuestro Maestro en el papel capital de la Estrella, en la
Teofanía mineral que anuncia, con certeza, la elucidación tangible del gran secreto enterrado
en los edificios religiosos. El misterio de las catedrales: así se titula precisamente esta obra de
la que hoy ofrecemos -después de la tirada de 1926, compuesta únicamente de trescientos
ejemplares- la segunda edición aumentada con tres dibujos de Julien Champagne y varias
notas originales de Fulcanelli recogidas tal cual sin la menor adición ni el más pequeño
cambio. Estas se refieren a una cuestión muy angustiosa que ocupó largo tiempo la pluma del
Maestro y de la que diremos unas palabra a propósito de las Moradas filosofales.
Por lo demás, si hubiera que justificar el mérito de El misterio de las catedrales, bastaría
señalar que este libro ha sacado de nuevo a plena luz la cábala fonética cuyos principios y su
aplicación habían caído en el más absoluto olvido. Después de esta enseñanza detallada y
precisas tras las breves consideraciones apocadas por nosotros con ocasión del centauro, del
hombre-caballo del Plessis-Bourré, de Dos mansiones alquímicas, será ya imposible confundir
la lengua matriz, el enérgico idioma fácilmente comprendido aunque jamás hablado y,
siempre según de Cyrano Bergerac, el instinto o la voz de la Naturaleza, con las
transposiciones, los trastocamientos, las sustituciones y los cálculos no menos abstrusos que
arbitrarios de la kábala judía. Por eso importa distinguir los dos vocablos, cábala y kábala, a
fin de utilizarlos como se debe: el primero, como derivado de xaj3a>,>,ni o del Latín
caballus, caballo; el segundo, del hebreo kabbalah que significa tradición. En fin, no se podrá
ya, a pretexto de los sentidos figurado admitidos por analogía, de corrillo, manejo o intriga,
negar al sustantivo cábala la función que sólo él es capaz de desempeñar y que Fulcanelli lo
confirmó magistralmente, al encontrar la llave perdida de la Gaya ciencia, de la Lengua de
los dioses o de los pájaros. Las mismas que Jonathan Swift, el singular deán de San Patricio,
conocía a fondo y practicaba a su manera, con tanto saber y virtuosismo.

«Vale más vivir con grandes agobios
pobre, que haber sido seiíor
y pudrirse en una rica tumba.
¡Que haber sido señor! ¿Qué digo?
Señor, ¡ay! ¿acaso ya no lo es?
Según dicen los davídicos,
jamás conoceréis su lugar.»
FRANCOIS VILLON.