La AlQuImIa SeGúN FuLcAnElLI...

sábado, 24 de abril de 2010

 




El presente trabajo no pretende ser una
explicación
clara y concisa de la Alquimia, sino la de indicar ciertos aspectos
tratados
en la obra del personaje que se esconde tras el apodo de FULCANELLI. Las
citas y extractos están sacados de sus dos obras EL MISTERIO DE
LAS CATEDRALES y LAS MORADAS FILOSOFALES.
Respecto al título del presente artículo:
LA ALQUIMIA SEGÚN FULCANELLI, debo decir que lo he elegido por razón
de que existen muchos autores que han escrito sobre ALQUIMIA y que
existen
muchas interpretaciones sobre este saber oculto: desde la simple
Espagiria
(aspecto químico) a interpretaciones basadas en el Tantrismo. Ante
ello, solo debo afirmar que, como siempre, el que más habla de la
Alquimia es el que menos sabe de ella. Yo voy a mantenerme en el Ar-Got
y, como dicen las Sagradas Escrituras, el que tenga oídos que oiga.
Primeramente, debo decir cuál es la
personalidad
que se esconde bajo el apodo de Fulcanelli y su origen y relaciones
secretas
con ciertas Órdenes Esotéricas:
Nombre: Dubois
Escuelas: Hermandad de Heliópolis y Sociedad
Alquímica de Francia
Otro nombre de la Alquimia: Arte Real (Ars
Regia)
Fulcanelli: De Vulcano (el fuego secreto)
Se han añadido algunos pequeños cometarios
o aclaraciones, algunos sacados de la Biblia y otros sacados de otras
fuentes,
para poder aclarar algo el sentido de las frases.
LAS MORADAS FILOSOFALES
Extractos de la obra:
Dice Eugéne Canseliet en su prefacio a la
obra:
La Piedra Filosofal se divide en Medicina
Universal
y en Polvo transmutatorio. Una y otra aseguran al Adepto el triple
patrimonio:
conocimiento, salud y riqueza, que exalta la estancia terrestre a la
absoluta
felicidad del Paraíso del Génesis.
Libro Primero:
LA CÁBALA HERMÉTICA
El libro de Tiphaigne de la Roche lleva el
título
de "Amilec ou la graine d’hommes" y se debe leer "Alquimia o la crema de
AUM". Este tratado se relaciona con la extracción del espíritu
incluído en la Materia Prima o Virgen Filosófica, que tiene
el mismo signo que la Virgen Celeste: el monograma A.V.M. (Ave
María).
Libro Segundo:
LA SALAMANDRA DE LISIEUX
Esta palabra de Dios, que es el Verbum
Dimissum
de Trevisano y la palabra perdida de los masones medievales, designa el
secreto material de la Obra, cuya revelación constituye el don de
Dios y sobre cuya naturaleza, nombre vulgar o empleo, todos los
filósofos
conservan un impenetrable silencio.
AZOT:



Alfabeto latino: A -> Z
Alfabeto griego: Alfa -> Omega
Alfabeto hebreo: Aleph ->Tau



"Juan respondió a todos, diciendo: os bautizo
en agua, pero llegando está otro más fuerte que yo, a quien
no soy digno de soltarle la correa de las sandalias: Él os bautizará
en el Espíritu Santo y en fuego"
El cuerpo de este Ángel está cubierto
por el Sello del Libro Abierto, ornado con la Estrella Cabalística
y la divisa en 7 palabras del Vitriol: VISITA INTERIORA TERRAE,
RECTIFICANDO
INVENIES OCCULTUM LAPIDEM
Cuando gritó con poderosa voz como león
que ruge. Cuando gritó hablaron los 7 truenos con sus propias voces.
La Salamandra es el jeroglífico del fuego
secreto de los sabios.
Filaleteo nos asegura que se encuentra
escondido
en el vientre de Aries o del Carnero, constelación que recorre el
Sol en el mes de marzo.
Cada uno de los frutos del jardín de las
Hespérides es el resultado de una condensación progresiva
del fuego solar por el fuego secreto, verbo encarnado.
Ahí está el rubí mágico,
agente provisto de la energía y sutileza ígneas, y revestido
del color y de las múltiples propiedades del fuego. Y ahí
está también, el Óleo de Cristo, o cristal.
Y como el Adepto debe aportar a la Obra
Divina lo
mejor de sus cualidades, si quiere llevarla a buen término, parece
justo y equitativo que recoja los frutos del Árbol de la Vida y
se aproveche de las manzanas maravillosas del jardín de las Hespérides.
Aprended que todos nuestros lavados son
ígneos,
que todas nuestras purificaciones se hacen el fuego, por el fuego y con
el fuego.
Y la estrella terrestre, antorcha oculta de
nuestra
Natividad, será la marca probatoria de la feliz unión del
cielo y la tierra.
El nombre griego del pez está formado por
las siglas de esta frase: Jesús Cristo, Hijo de Dios, Salvador:
ICQUS. Se ve con frecuencia esta palabra
grabada en las catacumbas romanas, y figura, asimismo, en el mosaico de
San Apolinar de Rávena, colocado en lo alto de una cruz constelada,
elevada sobre las palabras latinas SALUS MUNDI, que presenta en la
extremidad
de los brazos las letras A y W.
Dijo Jesucristo: "Yo Soy el Alfa y Omega, el
principio
y el fin"
Tal es el Graal, que contiene el vino
eucarístico,
licor de fuego espiritual, licor vegetativo, vivo y vivificante
introducido
en las cosas materiales.
Pués, al igual que los Templarios, los
Ofitas
practicaban dos bautismos: uno, el de agua, o exotérico; el otro,
esotérico, el del espíritu o del fuego. San Justino y San
Ireneo lo llaman la iluminación. Es el bautismo de luz de los masones.
"Convertíos y que cada uno de vosotros se haga
bautizar en el nombre de Jesucristo para obtener el perdón de los
pecados, y así recibir el don del Espíritu Santo" (Hechos
de los Apóstoles: 38)
"Entonces, aparecieron unas lenguas como de
fuego,
que se distribuían y se colocaban sobre cada uno de ellos" (Hechos
de los Apóstoles: 3)
Sin embargo, el famoso mito del Graal tiene su origen en
esta
alegoría.
Nadie ignora que, en la antigua leyenda germánica, Titurel
eleva un templo al Santo Graal en Montsalvat, y confía su custodia
a 12 caballeros templarios.
Los 12 custodios recuerdan los 12 signos del Zodíaco que
recorre el Sol, arquetipo del fuego vivo.
El Graal es el más alto misterio de la Caballería
mística y de la masonería. Es el velo del Fuego Creador,
el Deus absconditus en la palabra INRI, grabada sobre la cabeza de Jesús
en la Cruz. (IGNE NATURA RENOVATUR INTEGRA)
Y ese Dios Fuego, ese Dios Amor se encarna eternamente en
cada
ser, ya que todo en el Universo, tiene su chispa vital. Es el Cordero
Inmolado
desde el comienzo del mundo, que la Iglesia Católica ofrece a sus
fieles bajo las especies de la Eucaristía conservada en el copón
como el Sacramento de Amor.
El Pan y el Vino del sacrificio místico es el espíritu
o el fuego en la materia que, por su unión, producen la vida. He
aquí por qué los manuales iniciáticos cristianos,
llamados Evangelios, hacen decir alegóricamente a Cristo: Yo soy
la Vida, soy el Pan vivo; he venido a prender fuego en las cosas.
EL MITO ALQUÍMICO DE ADÁN Y EVA
Según Filolao el pitagórico, los filósofos
antiguos decían que el alma estaba encerrada en el cuerpo, como
en una tumba, como castigo por algún pecado.
En el Yucatán, en América, se llevaba al niño
al templo, donde el sacerdote derramaba sobre su cabeza el agua
destinada
a ese uso y se le daba un nombre.
En la India, cuando se da un nombre al niño, después
de haber escrito este nombre en su frente y de haberlo sumergido por 3
veces en el agua, el brahmán o sacerdote exclama en voz alta: "Dios
puro, único, invisible y perfecto, te ofrecemos a este niño,
nacido de una tribu santa, ungido por un aceite incorruptible y
purificado
con agua".
Esta creencia universal en la caída del primer hombre iba,
además, acompañada de la esperanza de un MEDIADOR, personaje
extraordinario que debía llevar la salvación a los hombres
y reconciliarlos con Dios.
Adamus, nombre latino de Adán, significa hecho de tierra
roja. Es el primer ser de naturaleza, el único entre las criaturas
humanas que ha sido dotado con las dos naturalezas del andrógino.
El primer Adán tuvo que borrarse, se especificó
al perder su constitución original y se convirtió en el segundo
Adán, imperfecto y mortal.
La filosofía hermética está fundada en el
conocimiento perfecto del Mercurio, en griego Hermes.
Baco, divinidad emblemática del mercurio de los sabios,
encarna un significado secreto parecido al de Eva, madre de los vivos.
Por su intermedio, los metales vulgares, verdaderos y
únicos
agentes de la piedra, se cambian en metales filosóficos, y gracias
a ella son disueltos y purificados. En ella encuentran y prosiguen su
actividad
perdida, y de muertos como estaban, vuelven a la vida.
Los metales, licuados y disociados por el mercurio,
encuentran
de nuevo el poder vegetativo que poseían en el momento de su aparición
en el plano físico. El disolvente hace para ellos, en cierto modo,
el oficio de una verdadera fuente de Juvencia. Los reanima, les da un
vigor
nuevo y los rejuvenece.
LOUIS D’ESTISSAC
No es raro encontrar en los textos medievales la alquimia
calificada
de arte de música.
En las hermosas láminas que ilustran el Amphitheatrum
Sapientiae
Aeternae, de Heinrich Khunrath (1610), hay una que representa el
interior
de un suntuoso laboratorio. En medio hay una mesa cubierta de
instrumentos
de música y de partituras.
Esta sustancia doble, este compuesto perfectamente maduro,
aumentado
y multiplicado, se convierte en el agente de transformaciones
maravillosas
que caracterizan la piedra filosofal, Rosa Hermética.
Se sabe que la Virgen Celeste lleva una corona de rosas
blancas
y tampoco se ignora que la rosa roja es la firma reservada a los
iniciados
de la orden superior o Rosa Cruz.
La rosa central, en efecto, aparece en la mitad de una cruz
de
San Andrés.
Así está el gran símbolo de la Luz manifestada
que se indica por la letra griega C.
También se ha convertido en el sello y
marca
de la iluminación y, por extensión, de la revelación
espiritual. El Espíritu Santo es siempre figurado por una paloma
en pleno vuelo, con las alas extendidas según un eje perpendicular
al del cuerpo, es decir una cruz. Pues la cruz griega y la de San Andrés
tienen, en hermética, un significado exactamente parecido. Se encuentra,
con frecuencia, la imagen de la paloma completada por una gloria que
viene
a precisar su sentido oculto.
La cruz de San Andrés es el número
completo de la Obra, pues la Unidad, las Dos naturalezas, los Tres
principios
y los Cuatro elementos dan la doble quintaesencia, las dos V, fundidas
en la cifra romana del número diez (X).
Es la traducción del fuego celeste o del
fuego terrestre, del fuego potencial o virtual que compone o disgrega,
engendra o mata, vivifica o desorganiza. Hijo del Sol que lo genera,
servidor
del hombre que lo libera, el fuego divino, caído, decadente, aprisionado
en la materia, determina su evolución y dirige su redención,
es Jesús en su Cruz, imagen de la irradiación ígnea,
luminosa y espiritual encarnada en todas las cosas. Es el Agnus Dei
inmolado
desde el comienzo del mundo y es, también, el Agni, dios védico
del fuego.
La esvástica o cruz gamada es el signo del
espíritu divino, inmortal y puro, el símbolo de la vida y
del fuego.
Quienes reciben así al espíritu celeste
del fuego sagrado, que lo llevan en sí y son marcados por su signo
son los elegidos, discípulos de Elías e hijos de Helios,
modernos cruzados.
¿Cuántos saben más que el asno
que vió nacer, en Belén, al humilde Niño Dios, que
lo transportó en triunfo a Jerusalén y que recibió,
como recuerdo, del Rey de Reyes, la magnífica Cruz Negra que lleva
en el espinazo?
Se trata del crisol, matraz de tierra.
Las catedrales góticas tienen su fachada
construída según las líneas esenciales del símbolo
alquímico del Espíritu, y su plano, calcado de la huella
de la cruz redentora.
Ella sola permite a quién posee su sentido,
abrir la puerta del jardín cerrado de las Hespérides y tomar
sin miedo para su salvación, la Rosa del Adeptado.
De cuanto acabamos de decir de la cruz y de
la rosa
que está en su centro o, más exactamente, el corazón
– ese corazón sangrante, radiante y glorioso del Cristo-materia
-, es fácil deducir que Louis d’Estissac llevaba el título
elevado de Rosa-Cruz, marca de iniciación superior, brillante testimonio
de una ciencia positiva, concretada en la realidad sustancial de lo
absoluto.
Respecto a los Rosa-Cruz, son invisibles
porque
son desconocidos. Nada les caracteriza sino la modestia, la simplicidad
y la tolerancia.
Ya la palabra griega que sirve para
designar la
cabeza, nos aporta una indicación útil, puesto que señala
igualmente el lugar del Calvario, el Cólgota, donde Jesús,
Redentor de los hombres, tuvo que sufrir la Pasión en su carne antes
de transfigurarse en espíritu. Pues bien, nuestros dos principios,
uno de los cuáles lleva la Cruz y el otro la Lanza que le atravesará
el costado, son una imagen, un reflejo de la Pasión de Cristo. Al
igual que Él, deben resucitar en un Cuerpo nuevo, claro, glorioso
y espiritualizado.
Longino, en la Pasión de Jesucristo,
desempeña
el mismo papel que san Miguel y san Jorge. Cadmo, Perseo y Jasón
hacen oficio parecido entre los paganos. Atraviesa de un lanzazo el
costado
de Cristo. Y ello nos recuerda a la lanza blandida por Parsifal,
conquistada a Klingsor y servida para cerrar la herida de Amfortas.
Es, en primer lugar, la varilla que Mercurio lanza contra
la culebra
y la serpiente (Rea y Júpiter), y a cuyo alrededor se enroscan
originando
el caduceo, emblema de paz y reconciliación. La leyenda cuenta
que el Caduceo lo obtuvo Mercurio a cambio de una Lira.
Es el signo de la unión y de la concordia, que es preciso
saber realizar entre el fuego y el agua. Superpuestos los dos
triángulos:
el del Agua y el del Fuego, se forma la Stella (Compo Stella), el sello
de Salomón (Sol-Om-On), la unión del cielo y de la
tierra.
Ése es el ojo solar, que los egipcios llamaban Udjad.
Figura
también entre los emblemas masónicos, rodeado de una gloria
en el centro de un triángulo. Este símbolo ofrece el mismo
significado que la letra G, séptima del alfabeto, que figura en
medio del pentagrama flameante.
Y si Basilio Valentín da a éste el sobrenombre de
Peregrinus es porque debe atravesar 6 ciudades celestes antes de llegar
a fijar su residencia en la séptima.
EL HOMBRE DE LOS BOSQUES
Pués el Loco, emblema humanizado de los hijos de Hermes,
evoca aun el Mercurio mismo, única y propia materia de los sabios.
Por lo demás, basta con recordar que la palabra francesa
FOU (loco) procede del Latín Follis, soplillo para el fuego, para
evocar la idea del soplador.
Por fin, el mercurio, llamado loco de la gran obra ve
confirmado
su significado en la PRIMERA lámina del Tarot, llamada el loco o
el alquimista.
El Tarot, jeroglífico complemento de la Gran Obra, contiene
las VEINTIUNA operaciones o fases por las cuáles pasa el mercurio
filosófico antes de alcanzar la perfección final del Elíxir.
EL MARAVILLOSO GRIMORIO DEL CASTILLO DE DAMPIERRE
Estas fases, diversamente coloreadas, llevan el nombre de
regímenes
o reinos. A cada régimen, los filósofos han atribuído
una de las divinidades superiores del Olimpo y también uno de los
planetas celestes.
Al reino de Mercurio (base, fundamento), (luna, sol y
cruz)
primer estadio de la Obra, sucede el de Saturno (una cruz
sobremontando
una luna). A continuación gobierna Júpiter (una luna
sobremontando una cruz) y luego Diana o la Luna, de brillante
vestidura
blanca. Venus (un sol sobremontando una cruz), inclinada al
verde,
hereda entonces el trono, pero pronto la arroja marte (una cruz
sobremontando
el sol) y este príncipe belicoso de atavío rojo es, a
su vez, derrotado por Apolo, el Sol del Magisterio, emperador escarlata.
En cuanto a nosotros, siempre hemos entendido el Ouroboros
como
un símbolo completo de la obra alquímica y su resultado.
Yesod significa a la vez Fundamento y Mercurio, porque el
mercurio
es el fundamento del arte transmutatorio.
Y cuando Jesús salía del agua, Juan vió de
pronto entreabrirse los cielos y descender sobre él el Espíritu
Santo en forma de paloma.
El misterio de la Palabra perdida o verbum dimissum, que
nuestro
Adepto lo ha recibido de sus predecesores, nos lo transmite bajo el velo
del símbolo.
(la letra H) también es el centro y el corazón de
uno de los monogramas de Cristo: IHS, abreviatura de Iesus Hominum
Salvator.
Igualmente, los masones medievales empleaban este signo para designar
las
dos columnas del templo de Salomón: Jakin y Bohas. Finalmente, es
la indicación del primer peldaño de la escalera de los Sabios,
del conocimiento del agente hermético, promotor misterioso de las
transformaciones de la naturaleza mineral y la del secreto reencontrado
de la Palabra perdida...