La naturaleza del mal y el bien:Dos opiniones: Arthur Machen-Friedrich von Licht

sábado, 24 de abril de 2010

 



Los seres extremadamente perversos forman parte
también del mundo espiritual. El hombre vulgar, carnal y sensual no será
jamás un gran santo. Ni un gran pecador. En nuestra mayoría somos
simplemente criaturas de barro cotidiano, sin comprender el significado
profundo de las cosas, y por esto el bien y el mal son en nosotros
idénticos: de ocasión sin importancia.



Los grandes, tanto en el bien como en el mal, son los que abandonan las
copias imperfectas y se dirigen a los originales perfectos. para mi no
existe la menor duda, los mas excelsos entre los santos jamás hicieron
'una buena acción', en el sentido común de la palabra. Por el contario
existen hombres que han descendido hasta el fondo de los abismos del
mal, y que en toda su vida, no han cometido lo que vosotros llamaís una
'mala acción'.



Me asombra usted, dijo Cotgrave. Jamás había pensado en todo esto. Si
realmente es asi hay que volverlo todo al revés. Entonces según usted la
esencia del pecado sería...



Querer tomar el cielo por asalto, respondió Ambrosio. El pecado consiste
en mi opinión, en la voluntad de penetrar de manera prohibida en otra
esfera mas alta. Esto explica que sea tan raro. En realidad pocos
hombres desean penetrar en otras esferas, sean altas o bajas, y de
manera autorizada o prohibida. Hay pocos santos. Y los pecadores, tal
como yo los entiendo, son todavia mas raros. Y los hombres de genio (que
a veces participan de aquellos dos) también escasean mucho... Pero
puede ser mas difícil convertirse en un gran pecador que en un gran
santo.



¿Porque el pecado es esencialmente naturaleza?



Exacto. La santidad exige igualmente un esfuerzo igualmente grande, o
poco menos, pero es un esfuerzo que se realiza por caminos que eran
antaño naturales. Se trata de volver a encontrar el éxtasis que conoció
el hombre antes de la caída. En cambio el pecado es una tentativa de
obtener un éxtasis y un saber que no existen y que jamás han sido dados
al hombre y el que lo intenta se convierte en demonio.



Ya le he dicho que el simple asesino no es necesariamente un pecador.
Esto es cierto, pero el pecador es a veces asesino. Pienso en Gilles de
Rais, por ejemplo. Considere que, si el bien y el mal están igualmente
fuera del alcance del hombre contemporáneo, del hombre corriente, social
y civilizado, el mal lo esta en un sentido mucho mas profundo.



El santo se esfuerza en recobrar un don que ha perdido; el pecador
persigue algo que no ha poseído jamás. En resumidas cuentas reproduce la
Caída.



Procuro seguirle, dijo Cotgrave. ¿Cree usted que el Mal verdadero tiene
una esencia completamente distinta de lo que solemos llamar el mal?



Absolutamente. Un pobre tipo exitado por el alcohol vuelve a su casa y
mata a patadas a su mujer y a sus hijos. Es un asesino. Gilles de Rais (o al caso la odisea nazi y Hitler por ejemplo / nota
mia) es también un asesino. Pero ¿advierte usted el abismo
que los separa? La palabra es accidentalmente la misma en ambos casos,
pero el sentido es totalmente distinto.



Cierto que el mismo débil parecido existe entre todos los pecados
sociales y los verdaderos pecados espirituales, pero son como la sombra y
la realidad. Si usted es un poco teólogo tiene que comprenderme.



Ciertamente. El verdadero mal no tiene nada que ver con la sociedad. Y
tampoco el Bien, desde luego. ¿Cree usted que se sentiría a gusto en
compañia de san Pablo? ¿Cree usted que se entenderia bien con sir
Galahad?. Lo mismo puede decirse de los pecadores. Si usted encontrase a
un verdadero pecador y reconociese el pecado que hay en el sin duda se
sentiría horrorizado. Pero tal vez no existiría ninguna razón para que
aquel hombre le disgustara. Por el contrario es muy posible que si
lograba olvidar su pecado, encontrase agradable su trato...






Hay un escritor llamado Friedrich von Licht. en uno de sus escritos
titulado Lucifer, plantea algo similar y que sincronicamente lei justo
despues de tu escrito:



- ¿Acaso no es aquello a quien llamáis Diablo hijo de aquello a quien
llamáis Dios también? Si en el principio estaba solo aquello a quien
decís Dios, el supremo Bien, entonces primero fue el Bien y luego el
Mal. Por tanto el Mal surgió del Bien, porque nada puede nacer de la
nada. Y porque el Mal se originó del Bien es que la función del Mal es
benéfica, porque nada malo puede surgir de lo bueno. Lo que llamáis Dios
es el maestro tierno y amoroso que educa con bondad. Aquello que
llamáis Diablo es el maestro duro y riguroso que nos enseña a través de
la severidad. Por tanto no reneguéis del Diablo, pues algunos somos tan
necios que solo aprendemos a golpes. Por tanto no odiéis al Diablo,
porque a través de sus pruebas nos hacemos fuertes y libres y accedemos
al supremo Bien. ¿Acaso sois tan ciegos que no os dais cuenta que Dios y
Diablo son las dos caras de una misma moneda?