Introducción a la Qabalah Qlifótica...

viernes, 27 de agosto de 2010

 






La Qabalah es una doctrina esotérica que describe la creación del universo y del alma, y explica el modo en que el hombre puede progresar a través de diferentes estadios de evolución. El tema principal de la Qabalah es la tradición bíblica y ésta es una forma de teología que pretende adquirir el conocimiento de Dios. Al mismo tiempo es una especie de psicología que pretende ofrecer un detallado mapa del alma del hombre y una cosmología que describe el universo y su estructura.
El léxico qabalistico, que incluye
términos como "Dios", "Satán", "demonios" y "ángeles", podría parecer,
al lector moderno y laico, extraño y arcaico. Al escribir este libro,
habría podido hacer las cosas más fáciles tanto para
mí como para muchos lectores, describiendo la Qabalah
con términos tomados en préstamo de la psicología moderna, costumbre
muy en boga en la literatura qabalistica popular influida por la New
Age.
Yo creo, en cambio, que es
importante utilizar la terminología tradicional lo más posible, incluso
si lo que se discute es referente también a los procesos psicológicos.
No debemos olvidar que la psicología es una ciencia joven, mientras
que la religión tiene un fuerte bagaje de experiencia y conocimiento
milenarios. Naturalmente, el lector que pretenda abordar las prácticas
qabalísticas presentadas en este libro, no debe ser necesariamente una
persona religiosa.
Términos como "Dios" y "Satán",
"paraíso" e "infierno", indican principios y poderes idénticos,
indistintamente de la época y la cultura. Un ateo podría preferir
términos como «universo» y «vida» en lugar de «Dios», mientras que un
público hindú elegiría con mucha probabilidad, nombres del panteón
hindú. En la antigua tradición nórdica, sólo Tyr podría representar al
dios de la Biblia, mientras que probablemente Loki, o alguna otra
divinidad de las fuerzas del caos, podría corresponderse con Satán.
También utilizando una terminología religiosa debemos discernir,
precisamente como los antiguos qabalistas, bajo la superficie de las
palabras para encontrar el mensaje oculto, con mayor razón en un libro
como éste, que subraya la importancia del lado oscuro de la Qabalah.
Algunos lectores podrían
sobrecogerse por las descripciones de los Qlifoth y del lado demoniaco
de la Qabalah, pero es fundamental que ellos entiendan desde el
principio que a las fuerzas oscuras y malignas que se describen en los
mitos no conviene confundirlas con la maldad grisácea con la que nos
encontramos cuando leemos un periódico o miramos la televisión.
Esta maldad grisácea que nos rodea a
todos es principalmente cometida por individuos frustrados y
confundidos, por políticos sin escrúpulos y por delincuentes,
individuos incapaces de controlar sus mezquinos deseos. Esta maldad, en
realidad, no tiene absolutamente nada que ver con el mal metafísico
que encontramos en los textos religiosos. El hombre, en efecto, posee
una predilección única por la brutalidad y la violencia gratuita que lo
distingue de otros animales: nosotros parecemos los únicos autores de
campos de concentración, violaciones en masa, masacres y asesinatos a
gran escala, cometidos por puro deleite. El mal grisáceo es humano,
demasiado humano, mientras que el mal metafísico es negro como la noche
y totalmente inhumano.
A menudo, esta característica humana
del mal grisáceo se justifica con la bondad. ¿Cuántas veces vemos
terribles crueldades cometidas en nombre de la bondad? Cientos de miles
de mujeres fueron asesinadas durante la caza de brujas, cuando los
clérigos cristianos intentaban luchar contra Satán y los poderes del
mal; la Biblia alienta el genocidio y muchos actos crueles, cosa que
empuja al lector dotado de sentido crítico a preguntarse quién es bueno
y quién realmente perverso. Ya los antiguos gnósticos del sig. III
tuvieron bastantes dificultades para ponerlos juntos en el mismo marco
de las cosas, y llegaron a la conclusión de que Dios no es bueno, sino
que perverso. Grupos de gnósticos como los Cainitas y los Ofitas
reverenciaron a enemigos de Dios como Caín, la Serpiente del Jardín
del Edén y los Ángeles Caídos.
Las fuerzas del mal que aparecen en
los mitos son fuerzas que se rebelan, que ponen en tela de juicio, que
invierten y que crean. El mal metafísico es duro y brillante como un
diamante negro, y tan distante en su fuerza aniquiladora - como los
agujeros negros del universo. Será al mismo tiempo afilado como una
cuchilla de afeitar y liso como la seda. El aspecto más aterrador de
las fuerzas oscuras es su antigüedad, su ser remoto y el hecho de que
parecen estar constituidas por un conocimiento que, para la humanidad
es demasiado amplio como para ser contemplado. El escritor H. P.
Lovecraft aprovecha esta atmósfera, con las palabras que constituyen el
inicio de una de sus historias góticas: "La cosa más compasiva del
mundo, pienso, es la incapacidad de la mente humana para relacionar
todos sus contenidos. Vivimos en una plácida isla de ignorancia en
medio de los negros mares del infinito, y no estaba previsto que nos
alejáramos tan distantemente".
El conocimiento es sin duda un arma
de doble filo que lleva constantemente al hombre a atreverse cada vez
más, y que incluso puede destruirlo si se va demasiado lejos. Un tema
recurrente en los mitos y en los textos religiosos es, que las fuerzas
del mal están en posesión de un profundo conocimiento del cual el
hombre para apropiárselo, está dispuesto a todo. Del Apócrifo Libro de
Enoch podemos aprender que el mayor crimen de los ángeles caídos es que
enseñan al hombre lo que ocurre en los cielos; en el primer Libro de
Moisés la astuta serpiente ofrece al hombre el conocimiento que puede
convertirlo en un dios. El titán Prometeo, de la mitología griega, roba
el fuego y lo dona a los hombres; él es por lo tanto castigado por el
gran dios Zeus. En la mitología nórdica los poderes del caos son los
gigantes primordiales, siendo los que poseen la mayor sabiduría. Los
AEsir buscan constantemente aprovechar las capacidades de los héroes o
de apropiarse de su sabiduría, incluso si - para conseguir la empresa -
deben recurrir tanto a la traición como a la violencia.
La doble naturaleza del
conocimiento está personificada en el hombre faustiano, que busca la
verdad a toda costa, no importa si ésta lleva directamente a la
condenación. Según la leyenda un erudito mago renacentista, el Dr.
Fausto, hace un pacto con el diablo para obtener todo el conocimiento
del mundo a cambio de su alma. El dilema faustiano consiste en que el
conocimiento se obtiene a un alto precio, especialmente si se es
incapaz de manejarlo correctamente. La leyenda del Dr. Fausto revela
que el buscador espiritual está obligado a dirigirse a las fuerzas
oscuras para satisfacer su sed de conocimiento. Mefistófeles, la
Serpiente del Jardín del Edén y los Ángeles Caídos transgreden los
límites y son los mediadores del conocimiento prohibido. En los
antiguos libros de artes oscuras podemos leer de un gran número de
demonios que el mago podrá evocar para diversos fines. Aunque algunos
demonios puedan ser de ayuda en cosas prácticas, como enamorar a las
mujeres, la mayor parte de los demonios podrá transmitir el
conocimiento de las ciencias y responder a las preguntas. La palabra
"demonio" puede remontarse al término griego Daimon, que hacía
referencia a entidades existentes entre el mundo de los hombres y el
mundo de los dioses. Ellos eran mediadores entre los mundos, y en
Sócrates el Daimon indica el Ser superior o el espíritu guardián del
hombre. Sólo cuando los demonios fueron identificados con los Ángeles
Caídos, vinieron a ser etiquetados como absolutamente malvados.
En este Libro se publicarán los
sigilos de todos los demonios descritos en los libros clásicos de las
artes negras: el Lemegeton, la Clave Menor de Salomón y el infame
Grimorium Verum. La influencia de estos libros sobre la magia oscura
europea, no podrá ser subestimada.
El lado luminoso representa, en las
religiones y los mitos, un orden ideal mientras que el lado oscuro,
infinito, salvaje y temible, se esconde más allá de los límites del
orden. La oposición entre el lado luminoso y el lado oscuro se refleja
en el conflicto entre los ideales del clasicismo y del goticismo. Las
ideas clásicas están basadas en categorías tales como 'claridad',
'razón' 'luz' y 'normas'. Los ideales góticos son metafísicos y están
basados en visiones arcaicas, en los sueños, en lo que es oscuro y
tenebroso, en la inspiración y el apasionamiento. Los pensadores del
Renacimiento veían a los godos como un signo de la ruina cultural; el
gótico era considerado como la antítesis absoluta de la civilización y
los ideales de belleza clásicos. Según el gusto clásico, el gótico
representaba algo necio y salvaje, amenazador y aterrador. Hacia el
final del sig. XVIII el goticismo sería reevaluado, y la arquitectura
gótica de nuevo apreciada. Intelectuales alemanes como Herder y Goethe
abrazaron el goticismo como ideal estético; tanto en Inglaterra como en
el continente, artistas y escritores fueron fascinados por el
goticismo; lo que durante el Renacimiento había estado asociado a la
oscuridad y a la barbarie, ahora era fuente de gran inspiración. Los
románticos ingleses apreciaban lo gótico y las sensaciones de eufórico
terror en lugar de los puros, luminosos y estructurados ideales del
clasicismo. En un texto del sig. XVIII se lee una lista de elementos
que pueden inducir estas sensaciones de terror: "dioses, demonios del
infierno, espíritus, almas humanas, conjuros, brujería, tuom,
inundaciones, monstruos, incendios, guerra, peste, hambrunas, etc. ».
En el curso del sig. XIX nació en el ámbito artístico el romanticismo
de las ruinas: un motivo frecuente representa cementerios y ruinas de
iglesias góticas, todo con la naturaleza intacta, a la luz de una
pálida luna llena. La exploración de la oscuridad resultó un modo para
aumentar el conocimiento sobre la naturaleza oculta del hombre, y el
goticismo se convirtió en una forma de expresión del lado oscuro del
hombre.
En la tradición monoteísta
occidental, dirigirse al lado oscuro en búsqueda de experiencias
espirituales, ha sido asociado a la condenación, pero si volvemos la
atención hacia las religiones con una distinción menos neta entre la
luz y las tinieblas, veremos que también la oscuridad fue vista como
fuente de iluminación: la diosa Kali, por ejemplo, es una de las
principales divinidades del Tantrismo hindú. Las religiones monoteístas
como el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam han centrado su atención
sobre un dios celeste masculino, y los otros seres sobrenaturales han
sido asociados al Diablo. En particular, la fuerza femenina divina ha
sido vinculada al lado oscuro. El lado luminoso es característico de la
mayor parte de movimientos de masas y de las religiones esotéricas,
mientras que el lado oscuro enfatiza lo que es único, anormal y
exclusivo. Muchas religiones tratan de mostrarse como ejemplo,
calificar lo propio como un sendero adecuado para todos y que puede
llevar fácil y rápidamente a la salvación. Las formas más oscuras de
espiritualidad no pueden ser presentadas de este modo, como si fueran
un champú o un revolucionario producto de belleza. El camino oscuro no
pretende ser para todos. Para recorrer el camino oscuro es necesaria la
capacidad de penetrar bajo la superficie de las palabras, los símbolos
y las imágenes. Invertir conceptos como "bien" y "mal" no es una
operación carente de peligros, y evocar entidades que han sido temidas
durante miles de años puede ser devastador. Aunque pueda considerarse
no religioso, es difícil dejar atrás las viejas estructuras religiosas.
A principios de los noventa fue
celebrado en Suecia un bautismo oculto; los medios de comunicación lo
hicieron conocido como "el bautizo del Diablo". Es interesante señalar
que el episodio recibió mucha atención, a pesar del hecho de que Suecia
es uno de los países más laicos del mundo. Puede tenerse prueba
constante, del hecho de que la religión sigue teniendo un impacto
considerable sobre la visión que el hombre tiene del mundo, incluso
aunque no sea siempre fácil darse cuenta de ello. El peligro en
recorrer el sendero oscuro, no está en el riesgo de ser condenados por
los puristas religiosos, sino que el de ser personalmente incapaces de
ver a través de los tópicos y las descripciones falsas impresas sobre
los símbolos oscuros. El sendero oscuro no tiene nada que ver con los
comportamientos externos, ni mucho menos con actos por los que se hace
mal a los animales, personas o propiedades. El camino oscuro es un
proceso espiritual y existencial con el cual los hombres abren las
cancelas de los rincones más oscuros de su alma.
Entrar en las regiones qlifóticas es
un proceso difícil, y no todos poseen la fuerza para abordar lo que se
esconde en la oscuridad. La Qabalah explica cómo todas las escorias,
tanto procedentes de la psicología del hombre como de la creación del
universo, son acumuladas en los mundos qlifótico. En ellos, de forma
similar a cuando se erosiona el suelo, nosotros nos encontramos frente a
todo lo que ha sido descartado; al principio surgen los residuos, pero
luego, cavando más a fondo, se encuentran tesoros y fósiles que datan
de eras antiguas.
No es un paseo tranquilo el que
espera a quienes osan recorrer los túneles del infierno y el sendero
oscuro, sino que una exploración ardua, que invierte todos los valores y
todos los conceptos.
El infatigable buscador, encontrará
en el corazón del infierno al portador de la luz que da las respuestas a
las grandes preguntas de la existencia; en palabras del psicólogo
suizo Carl Gustav Jung: "La iluminación no consiste en la contemplación
de figuras y visiones luminosas, sino en hacer visible la oscuridad".
Cuando se emprende un estudio pormenorizado de la Qabalah nosotros
podemos encontrar el mismo mensaje, que silenciosamente revela que la
muerte es la puerta de la vida, y que la luz más brillante puede ser
encontrada en lo más oscuro del abismo...



Por Thomas Karlsson...Extracto del libro Kabbala, Kliffot och den goetiska magin...